14 jours, 12 nuits (2019; 16/20210223)
La semana pasada, nuestra actividad pareció normal. Dejamos de lado por una semana las propuestas de las plataformas de cine bajo demanda en internet. No acudimos a ningún «evento» cinematográfico. Y optamos por una película que optaba, ya no, no ha pasado los cortes, al Oscar a la mejor película de habla extranjera (siendo lo «no extranjero» el inglés). Algo que podía haber sucedido cualquier año, con pandemia o sin pandemia. La película viene de Canadá, tiene como director a Jean-Philippe Duval, un realizador que se ha hecho más nombre en la televisión que en el cine. Y venía con críticas un tanto contradictorias… pero nos prometía viajar a bellos paisajes del sudeste asiático.

Isabelle (Anne Dorval) es una mujer de mediana edad, oceanógrafa, canadiense, cuya hija adolescente, Clara (Laurence Barrette), adoptada, de origen vietnamita, ha fallecido en un accidente de circulación y está en pleno duelo. Por ello, decide realizar un viaje a Vietnam para reencontrarse con la cultura original de su hija. En el orfanato donde la cuidaron donde unos meses, le dan una indicación que le puede poner en contacto con la madre biológica de la niña, Thuy (Leanna Chea), que no la abandonó, que fue forzada por su familia a entregarla. Ahora es una artista, una pintora, que dedica parte del año a trabajar como guía en una agencia de turismo. Isabelle, sin hablar de sus motivos, contrata un viaje con ella por Vietnam, donde ambas conectarán.
La propuesta inicial de la película es bastante interesante. Qué se pueden contar, de qué pueden hablar dos mujeres que han perdido a una hija común, cada una con una perspectiva sobre esa maternidad totalmente distinta. Una procedente del mundo rico, del norte privilegiado. La otra, fruto de una nación que durante años fue devastada por la guerra y la violencia contra ese mundo, pero también de unas tradiciones y condicionamientos que le obligaron a perder a su hija. El problema es que la película, muy correctamente realizada desde un punto de vista académico, se recrea en exceso, hasta perderse en ocasiones, en ese viaje que parece promocionado por la oficina nacional de turismo de Vietnam, de maravillosos paisajes y simpáticas gentes. Al mismo tiempo que el ritmo de la película, su banda sonora y el ambiente general la dotan de una gravedad que resulta excesivamente pesada y morosa.

Lo bueno es la interacción de ambas actrices protagonistas, que establecen un duelo cara a cara de muy alto nivel, que va evolucionando durante la película, en el que siempre pesa la falta de sinceridad inicial de la canadiense. Aunque lastrado por ese ritmo pesado que mencionaba, son estos diálogos, los gestos de ambas, las miradas, las que hacen que la película merezca la consideración del aficionado al séptimo arte. Podría ser mejor, pero vale la pena acercarse a esta propuesta canadiense que nos propone una interesante reflexión sobre dos mundos distintos, a través de dos mujeres muy diferentes, pero con un mismo sufrimiento. La pérdida de la hija. Y lo mejor, resuenan sus palabras y sentimientos como mujeres auténticas, y no como productos de ficción. No hace mucho pudimos ver una película sobre el duelo por la pérdida de una hija, en la que no se reunían todos estos componentes, a pesar del excelente trabajo actoral. Curiosamente, también una película canadiense.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ***
