[Cine] La plus précieuse des marchandises (2024)

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Tengo fotografías del campo de Auschwitz, pero en esta ocasión no las usaré. Me limitaré a presentar el paisaje ferroviario de la ciudad de Oświęcim, que es el nombre del lugar en polaco.

La plus précieuse des marchandises (2025; 31/20250715)

La semana pasada sí que encontramos un momento y ocasión para visitar las salas de cines. Una película de animación francesa, dirigida por uno de los directores contemporáneos galos más conocidos, Michel Hazanavicius, aunque no siempre sea santo de mi devoción. Pero reconozco que en su momento dio un pelotazo que llegó hasta Hollywood,… y ya, tal. La película venía precedida con algunas críticas muy elogiosas, con una razonablemente buena acogida en su país de origen. Y yo no suelo hacerle ascos a la animación, así que… allá que fuimos un día nada más salir de trabajar.

La película nos traslada a los fríos inviernos de Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial. Una Polonia ocupada por la Alemania nazi, donde vive de forma precaria, todavía más empobrecidos todavía por el conflicto bélico, un matrimonio ya mayor, él es leñador, y que nunca tuvieron hijos a pesar de lo mucho que los desearon. La mujer, cada vez que pasa un tren por la línea ferroviaria cercana, reza al dios tren para que les deje algún presente con el que paliar su pobreza. Y un día, lo que es arrojado del tren, un tren de vagones mercantes cerrado, es un bebé cuya caída es amortiguada por el manto de nieve. La mujer, a pesar de las reticencias iniciales del marido querrá cuidar a la niña como si fuese propia. Pero la cosa no va a ser fácil. A las penalidades descritas hay que añadir los prejuicios hacia la etnia de la niña, no sólo de los invasores alemanes, sino de los propios locales polacos. Mientras, seguiremos la odisea del padre de la niña que es llevado al campo de exterminio de Auschwitz, donde intentará sobrevivir en medio del horror del trabajo de los Sonderkommando.

Me resulta extraño ver estas películas sobre los asesinatos nazis de judíos, gitanos, y otras personas con circunstancias personales que la Alemania nazi consideraba indeseables. Me resulta extraño porque 80 años después de que terminara aquel horror, se repite, quizá no en la misma escala, pero sí con la misma intención, siendo los asesinos actuales el Israel judío, que por lo que se ve no entendieron nada sobre lo que sufrieron sus antepasados. Pero a pesar de todos, tiene que seguir habiendo obras que denuncien estos hechos. Aunque empieza a ser necesario que se empiecen a hacer obras que narren los de hoy en día y no los de hace 80 años.

La película en sí misma es de buena factura, está bien hecha y se deja ver sin problemas… dentro de la tristeza y el horror que pueden causar los hechos narrados. La película intenta dar un tono de cierta esperanza al final de la historia. Una esperanza triste y llena de ironías, probablemente no buscadas, o quizá sí, no voy a destriparlas. Por otro lado, se atreve a plantear que el antisemitismo no fue una cosa de la Alemania nazi exclusivamente. Hace unos años ya pudimos ver una de las mejores películas de lo que llevamos de siglo en la que desde la propia Polonia se denuncia el antisemitismo o el oportunismo de la polacos étnicos, católicos, ante la desgracia de sus vecinos judíos. Se conoce por otro lado, aunque se ha hablado poco, de pogromos realizados por los polacos cuando los supervivientes judíos de los campos intentaban volver a sus casas. Ayer por la tarde-noche, volvía a ver una excelente película para televisión sobre la Conferencia de Wansee, en la que los jerarcas nazis que planificaron el asesinato en masa de los judíos, repasaban el nivel de colaboración de las poblaciones locales, que fue alta en lugares como los países eslavos, o la Francia ocupada y de Vichy, mientras que fue escasa en los países escandinavos.

La historia de la humanidad, especialmente cuando se ha recurrido a la guerra, está llena de horrores. Como alguien me dijo en una ocasión mientras analizaba una serie de hechos históricos y documentados, era doctor en historia, y generalmente muy mesurado, para que los soldados reclutados en los ejércitos en guerra hagan su «trabajo» deben sentir odio hacia quien tienen enfrente. Y que incluso los ejércitos que han luchado por defender los valores más positivos han asesinado, violado y destruido en exceso. No hay ningún ejército que no haya cometido lo que hoy se denominan «crímenes de guerra» pero que sólo lo son para los derrotados. Pero la historia del siglo XX es especialmente terrible por el nivel alcanzado gracias a la tecnología en esos horrores. Y el siglo XXI no ha empezado de una forma especialmente optimista. Más allá de lo que los intereses políticos de unos y otros intenten ocultar en los conflictos que vendrán, esperen nuevos horrores, porque parece que la humanidad ha aprendido poco o nada de su pasado. En las guerras no hay malos y buenos. Hay malos… y peores.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: ***

[Cine] The Artist (2011)

Cine

The Artist (2011), 18 de diciembre de 2011.

Cuando ya hace unas cuantas semanas, o meses, empecé a escuchar que se estaba moviendo por el mundo una película rodada en blanco y negro y muda, me llamó la atención. Me extrañó. No me la imaginé como un producto comercial precisamente. Supe después que era una producción francesa rodada en EE.UU. y con colaboración de actores tanto franceses como norteamericanos. Y que era un homenaje al cine de otra época. Poco a poco se empezaron a oír críticas excelentes. Y empezó a sonar para la próxima entrega de los óscar como una de las principales candidatas. Si a esas alturas, a alguien que le guste el cine no le ha picado el gusanillo, que se lo haga mirar. Así que este domingo nos dirigimos a ver la última película del director francés Michel Hazanavicius, de quien personalmente no tenía referencias hasta el momento.

La película nos cuenta una historia de los años de la transición del cine mudo al sonoro. George Valentin (Jean Dujardin) es un actor estrella del cine en los años 20. Cine de aventuras con un fuerte componente romántico. En su momento de máximo esplendor tiene un encuentro casual con una starlette, Peppy Miller (Bérénice Bejo), con quien es fotografiado. Imagen que se reproduce en la prensa. Esta fotografía y un nuevo encuentro entre ambos encaminará la carrera de Peppy, que en los siguientes años irá ascendiendo poco a poco como una estrella emergente. Y en ese momento se produce la aparición del cine sonoro, tecnología que Valentin rechazará, lo que provocará su declive. Declive que también afectará a su matrimonio con Doris (Penelope Ann Miller), a su economía, y a su afición por la bebida. En paralelo, Peppy aprovechará el cambio para ratificarse como gran estrella, que nunca olvidará al veterano actor que le sirvió de trampolín en los inicios de su carrera.

La historia seguro que a muchos nos suena. Algunos de sus elementos son eco de clásicos como cualquiera de las versiones de A Star is Born (Ha nacido una estrella, 1937, 1954 y 1976), o de Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses). Pero a pesar de ello, los guionistas han conseguido dar un aire de frescura a la misma, siendo muy dinámica a pesar de lo familiar y relativamente previsible, dado el tono general de la misma. Pero quizá, por encima de la propia historia está la intención de homenajear al cine en una época fundamental para este espectáculo, o este arte, según como lo queramos considerar. Muda, aunque no insonora. De hecho tiene una banda sonora muy buena en cuanto a la música, y unos efectos de sonido, en los momentos en que corresponden que dan chispa a las pocas escenas en las que se insertan. En blanco y negro, aunque con diversidad de estilos. Sobre la base del cine norteamericano de los años 20, hay momentos en los que se acerca al expresionismo alemán, otros en los que vemos reflejos de la slapstick americana, incluso hay tomas que nos hablan de los avances en el uso de la cámara que se produjeron en los años 30 o tan avanzados como principio de los 40. Formato de la película, estándar de la academia de Hollywood, 1,33:1 o aproximado. Lo dicho. Un homenaje en toda la regla al cine de otra época. Para mí, todo ello convierte la visualización del filme en una auténtica delicia.

Y si importantes son todos los aspectos técnicos y las opciones artística escogidas por el director, no menos importante es la interpretación de los actores y actrices. El mérito no es pequeño. Los intérpretes de hoy en día no están acostumbrados a este tipo de trabajos. Hay mucho que decir con la expresión, con la dinámica corporal, con la actitud general, que ha de sustituir a la parrafada hablada. Aunque eventualmente se inserte el típico rótulo con una frase de diálogo, recurso que es utilizado con parsimonia, sin ningún tipo de abuso. Y los dos protagonistas lo hacen muy bien. Duajrdin lleva el peso de la película y no pierde el paso del personaje en ningún momento, ni en sus momentos de gloria ni en su descenso a los infiernos. Y Bejo encarna a si mismo a la encantadora Peppy Miller, un papel que también evoluciona en la historia de forma estupendo. Tanto cuando representa a la joven flapper con aspiraciones de estrella, desinhibida y espontánea, como cuando ya es una actriz consagrada pero que sabe contenerse y no dejarse llevar por el divismo. Y qué decir de las eventuales apariciones de John Goodman, actor de por sí muy expresivo, James Cromwell, Penelope Ann Miller, o el cameo de Malcolm McDowell. Todos muy bien.

No voy a decir que sea una película perfecta, pero sí que está muy bien hecha. De lo mejor. Y creo que es absolutamente imprescindible para todo amante del séptimo arte. También es una demostración de hasta que punto desbarra el cine actual. Un cine verborreico, que abruma con diálogos al espectador, al cual deben considerar tonto, que necesita explicación de absolutamente todo lo que pasa en pantalla. La sala de cine en la que vi la película estaba bien nutrida de gente, es cierto que poca joven, que respondía perfectamente a los sentimientos que provocaba la película. No hacen falta palabras para entender lo que sucede en una pantalla, si está bien rodado y bien interpretado. El cine es un arte visual. No voy a ser yo ahora quien reivindique la necesidad de más películas mudas. Eso es una tontería. Pero sí podemos reivindicar la calidad de lo que se dice, y que más vale contar con imágenes y con las palabras justas, que aburrir al espectador con la verborrea generalizada, que muy pocos directores han sabido utilizar para bien. Y menos aún de los actuales. Por lo demás, id a verla. Aunque claro… como no tenían claro su posible éxito en España, está en muy pocas salas. Cobardes.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: *****

Ya sé que aunque la película es francesa, la acción transcurre en Los Ángeles, en Hollywood; pero como no tengo fotos de allí, buena será la Ciudad de la Luz, eso sí, en blanco y negro y en formato 1,33:1 (Canon Digital Ixus 860 IS).