Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. El ciudad vieja de Takayama.
No sé si se nota mucho cuando redacto estas entradas. Pero cuando voy a comentar algo que he leído, una película que he visto o una serie de televisión que he seguido, suelo investigar un poquito sobre su autor, sus antecedentes, sus influencias y otras circunstancias. No es una gran profundización sobre la obra. Se trata simplemente de entender el contexto. Especialmente cuando procede de culturas con las que estoy menos familiarizado. Son muchos los autores que describen el arte como una conversación entre ideas, sentimientos, estilos, estéticas y formas que viene transcurriendo desde que el ser humano es ser humano y comenzó a expresarse artísticamente. Creo que fue con Gompertz con quien leí más detalladamente sobre el concepto «participar en la conversación». Y este es uno de los motivos principales por los que hago esta breve búsqueda sobre influencias y obras similares.

Cuando leí una de las series de manga de Inio Asano, aquella que trata de una relación, tórpida, entre dos jóvenes adolescentes, me encontré con varias referencias a la serie de manga que traigo hoy a comentario. Como veremos, también trata sobre una relación entre adolescentes con carácter complejo. Tóxica en esta ocasión. Escrita e ilustrada por el japonés Shūzō Oshimi, toma su título, Aku no hana (Las flores del mal), de la más famosa colección de poemas de Charles Beaudelaire. Una obra, esta última, que produjo escándalo en su momento, siendo considerada como perversa o libertina. Existe traducción al castellano de esta serie, pero no la he encontrado en formato electrónico, y alguien me prestó una versión en inglés, que comencé a leer a mediados de enero, y tardé dos meses en concluir. Algunas veces con más ritmo y otras con algún descanso.
La obra, que consta de 57 capítulos agrupados en 11 volúmenes, tiene dos partes claramente diferenciadas y un capítulo final. En la primera, el protagonista masculino y las dos protagonistas femeninas de esa primera parte, se encuentran estudiando la educación secundaria (uso la nomenclatura de los niveles educativos españoles para no liarnos). Y un pronto que le da al chico al apropiarse de la ropa deportiva de una de ellas, lleva a que la otra chica le acose y le chantajee, amenazándole con denunciarle como pervertido. Al final, los tres adolescentes se verán envueltos en una espiral de relaciones tóxicas que casi acaban en tragedia. En la segunda parte, el chico vive en otra ciudad, está estudiando bachillerato, empieza a hacer nuevas amistades, y una potencial relación con una de sus compañeras. Pero sin un cierre que no sea en falso de los acontecimientos de su pasado esto no puede ser posible. El capítulo final nos sitúa ya con el protagonista como joven adulto, años después.
Hasta hace no mucho me sorprendía, ahora ya no, o no tanto, que algunos mangas y animes japoneses, presuntamente destinados a adolescentes, o con protagonistas de esa edad, tocasen temas propios, en cualquier otra localización del mundo, de las obras de ficción destinadas a adultos. Y muchas veces con recomendación de no consumo por menores de 18 o 17 años de edad. La complejidad de la relación entre los tres protagonistas originales del manga, que van desde la atracción patológica, con componentes sexuales no muy saludable, como mínimo, a los componentes de dominancia o sumisión sadomasoquista, sin la parafernalia que habitualmente se asocia a esos géneros, realmente sorprende. La segunda parte de la obra, carente de estos elementos, tiene un tono mucho más psicológico. Es es regreso, difícil, si acaso es posible, a la normalidad. A cierta normalidad. En cualquier caso, complejo.
Los once volúmenes me parecen de intensidad irregular. Si en su conjunto la serie me parece una obra notable, tiene momentos más inspirados y otros menos inspirados. Sobre si es recomendable… me cuesta comprender que se lo incluya en el demográfico shōnen, es decír, los adolescentes masculinos. Como ya digo, los temas me parecen muy de adultos. Y sin embargo, pocos de ellos se acercarán a este género. Obviamente, en el consumo de este tipo de obras, hay diferencias notables entre el País del Sol Naciente y el mundo occidental.


