¡Oh, maravilloso Miles!

arte música y literatura, Cine

A la gente no le suele gustar el jazz. Todo lo más algunas piezas vocales más o menos populares de fácil escucha. Y sin embargo, hay cuestiones de este género musical que me apasionan. La libertad de los músicos, el diálogo que establecen los instrumentos entre sí, el ritmo,… La gente te mira raro si les dices que te gusta el jazz,… piensan que eres un pedantillo en esto de la música. Salvo que te muevas en un ambiente predispuesto… entonces si no te vuelves realmente un pedantillo corres el peligro de desentonar también. Vamos que es difícil acertar. Es difícil que te guste sin más. Sin entrar en raros análisis, simplemente porque te apetece. Sin tener que aprenderte de memoria las grabaciones de los distintos músicos. Pero sin tener que pedir disculpas por preferirlo 10 veces de cada 10 a O.T.

Y recuerdo perfectamente uno de los momentos en los que decidí que me gustaba. Hace muchos, muchos años. Escuchando la banda sonora de Ascenseur pour l’échafaud, película de Louis Malle, a la que puso magistralmente música Miles Davis. Recientemente he recuperado esta banda sonora, y últimamente la escucho con frecuencia. Como muchas otras obras de Davis, o de John Coltrane, o de Oscar Peterson, o de Charlie Parker, o…

Bueno. Pues eso. Ya he salido del armario. Lo confieso. Me gusta el jazz. Soy incapaz de soltar erudiciones sobre el tema, nunca recuerdo el título de los temas, y de los músicos sólo recuerdo el nombre de la mitad, pero es así. Me gusta el jazz.

Sesión en el Hot Clube de Portugal, en la Praça da Alegria de Lisboa

Más recuerdos del pasado, y otras desdichas

Fotografía personal, mis páginas en internet

Llevo un par de días poco comunicativo. Si antes saco a mi toyota en este blog, antes me da un disgusto. Aunque no por su culpa, sino por la horrible combinación de viento y lluvia que azotó la autovía Zaragoza-Huesca el viernes pasado. Un limpiaparabrisas a freir churros, y gracias por que no pasó nada. También compruebo que la entrada del jueves, la del segundo aniversario de este Cuaderno de ruta quedó en modo borrador, cuando debería estar publicada. Luego, el fin de semana he estado liadillo o adormiladillo, según las situaciones. Pues nada. Aprovecho ahora que tengo un ratito antes de cenar, para hacer un comentario y subir otra foto de antaño.

En la cima del Col de Mulleres, a caballo entre la provincia de Huesca y el Valle de Arán

2 años y 505 entradas más tarde…

mis páginas en internet

… aquí estoy todavía, animado a seguir enviando mis cosas a ese ente cuasi-abstracto que llamamos la red. Hoy hace dos años de la refundación de este Cuaderno de Ruta. Durante este tiempo he hablado de cosas diversas. Si quieres saber de qué, te remito a mi artículo de enero, en el que reflexioné sobre estas cuestiones. Espero no haberme columpiado demasiado, ni con mis opiniones, ni con cosas que tal vez a mí me parezcan interesantes, pero que probablemente sean absolutamente intrascendentes.

Columpios en Hecho, Huesca

En cualquier caso, creo que todavía me queda cuerda para seguir algún tiempo más, así que tendré que reflexionar sobre qué ruta recorro y con qué medios. Una ruta más mental que física. Ya veremos. En cualquier caso, tanto si eres visitante esporádico como habitual, pues muchas gracias y aquí me tienes.

Mi «toyota» al final de una de mis rutas fotográficas, en los alrededores de Ojos Negros, Teruel

El libro negro (2006)

Cine

El libro negro (Zwartboek, 2006), 5 de febrero de 2006

Paul Verhoeven, director holandés a pesar de que poca gente conoce sus trabajos en su país natal, es un director que se prodiga poco. Afortunadamente dirían muchos, dado el carácter de alguno de sus bodrios. Y no sólo uno. Claro que también recordaremos alguna divertidísima parodia de las películas de ciencia ficción, o el calentón que nos dio con cierto cruce de piernas. Y desde principios de los años 80, básicamente ha desarrollado su carrera en los EE.UU.

Bueno. Pues hete aquí que se nos vuelve a sus Países Bajos natales y se pone a rodar una superproducción de 145′ de duración (¿alguna vez he dicho que la mayor parte de las historias se pueden contar, cinematográficamente en 100′?). Eso sí, con un ambiente y unos actores totalmente europeos.

La historia no es especialmente nueva. Parte del estereotipo, muy popular en los países anglosajones de la «damsel in distress«; vamos, una dama en apuros. En este caso, ambientada en los movimientos de resistencia europeos a la invasión nazi. Hay diversos antecedentes de filmes basados en heroínas que se meten en apuros tremendos, sufriendo la violencia, el acoso (muchas veces sexual), e incluso torturas diversas, en sus peripecias contra las malvadas SS. Vamos, los elementos típicos de las historias de damsels in distress.

Lo que cambia en el planteamiento de Verhoeven es que rompe notablemente con ciertos maniqueísmos, según los cuales los malos son extremadamente malos y los buenos, buenísimos. De trasfondo reside una crítica del director a su propio pueblo, poniendo en solfa las actitudes tanto individuales como colectivas, en temas como las diferencias políticas entre los resistentes, las actitudes de intolerancia religiosa, o la existencia de abundantes colaboracionistas… como en todos los países y en todas las guerras.

Determinados aspectos del desenlace de la historia son previsibles, cosa que como ya he dicho en alguna ocasión, no me gusta. Especialmente cuando la historia tiene intriga. Se intuye quienes vamos a ser los malos ocultos. A pesar de su excesiva duración, la historia es entretenida, y te engancha razonablemente.

La interpretación está total y absolutamente centrada en el personaje que interpreta con razonable solvencia la guapa Carice van Houten. Pero está muy bien acompañada especialmente por los alemanes Sebastian Koch y Waldemar Kobus, y los holandeses Thom Hoffman y Dolf de Vries, entre otros.

En general, la película se merece un siete, ya que me parece una de aventuras razonablemente entretenida, que no me ha producido tanto entusiasmo como a algunos críticos, con la misma nota en la interpretación y la dirección.

Maldición, no tengo a mano ninguna de las fotos de La Haya que tomé en 1993, para ilustrar un historia que transcurre en la capital holandesa; así que nos conformaremos con esta vista de Cap Frehel, Bretaña (Francia), tomada el mismo año

Los almacenes Harper

Cine, Televisión

Leía recientemente en ¡Vaya tele! que tras unos pocos capítulos, La Sexta iba a dejar de emitir la sitcom norteamericana Cómo conocí a vuestra madre. Esta teleserie la he seguido en inglés subtitulado y me parece una de las más divertidas que he visto en mucho tiempo. Al estilo de Friends (a ratos diría que algunos decorados son comunes), pero con unos guiones que me parecen más ágiles y más incisivos, ha conseguido arrancarme unas cuantas carcajadas. Uno de los motivos que comentaban para su desaparición es que muchos de los chascarrillos tienen muy difícil traducción al castellano. Y aquí quería ir yo… al problema de los doblajes al castellano… infames doblajes…

Ayer mismo, me apoltroné en casa para pasar la tarde del domingo con un maratoncillo de películas de Hitchcock que echaban en TCM clásico. Una de las películas era La ventana indiscreta. En un momento dado, la guapísima y en algunas escenas muy sensual Grace Kelly (que morros saca en esta peli… ya los quisieran muchos para sí), comenta al «lisiado» James Stewart que tiene previsto ir a cenar con los directivos de los «almacenes Harper«. Es obvio que el traductor no había oído hablar nunca de la prestigiosa revista de modas Harper’s Bazaar, para la cual trabajaba el personaje de la rubia y bella actriz en el filme.

O pasándonos de nuevo del cine a la televisión, la anatómica Meredith Grey comenta en la versión en castellano del último capítulo de la segunda temporada de Anatomía de Grey que no sabe dónde ha metido unas medias negras, tras unos escarceos poco profesionales en una sala de curas. Curiosamente, se verá en la continuación de la tercera temporada que surge un tremendo problema con unas bragas negras. El problema, en realidad, es que parece que el traductor de la serie no se ha enterado que panties en inglés de los EE.UU. significa bragas, por mucho que en la Península Ibérica denominemos pantis a cierto tipo de medias.

No me meteré con los asesores médicos de las teleseries que no impiden que en un momento dado a alguien le practiquen una oximetría del pulso (que horror, aunque… ¿tendrá que ver con que le pongan un pulsioxímetro?). Son términos especializados, que en realidad al espectador ni le van ni le vienen. Con que sean raros, ya están bien.

Parece inevitable que en este país se doblen las películas y las teleseries. Es una lástima. No es más que un índice de haste que punto somos paletos y cerriles. Pero bueno… ya que se ponen… ¿por qué no lo hacen bien? Porque estos son sólo dos ejemplos cogidos al vuelo… que todos los días podríamos sacar varios… País…

Espero que si algún día vuelva a interesarse por How I met your mother, lo hagan con un doblaje digno. Porque si no, realmente no merece la pena que lo intenten… y puestos cerramos las televisiones españolas… que para lo que echan…

Paisaje nevado en las proximidades de Ojos Negros, Teruel

S. R. Cajal, médico, fotógrafo, entomólogo

ciudad, sociedad

Son muchos los españolitos que saben que Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1906, fue médico. Pocos saben, y menos aún entienden, los motivos del premio y la trascendencia que han tenido en la investigación sobre el sistema nervioso central a lo largo del siglo XX. Algo sé del tema. Por motivos estrictamente profesionales.

Menos todavía saben que nuestro ilustre histólogo fue un aficionado a la fotografía, documentando ampliamente sus experiencias y sus viajes, aplicandola a sus investigaciones, e interesándose notablemente por los procesos físico-químicos que la acompañaban a principio del siglo pasado, y especialmente por alguno de los primeros procesos en color, los autocromos.

De todo ello uno se puede informar en la exposición que actualmente se está celebrando en el Centro de Historia de la Ciudad de Zaragoza, y que aún se puede visitar hasta el 8 de abril de 2007. Y no sólo de esto, sino de otras cosas como el hecho de que tenían una colección de hormigas de la misma especie que estudió y analizó, llegando a publicar algún pequeño estudio sobre la «psicología» y el comportamiento de las misma. ¡Lo que hace ser un genio!

Armario con preparaciones histológicas en el Centro de Historia de la Ciudad, Zaragoza