Antes de nada, decir que he descabalgado Legends. La policiaca con Sean Bean como agente encubierto del FBI no ha conseguido engancharme. Y eso que de momento no lo han matado.
Ha regresado a las pantallas la comedia de situación británica Big School sobre un grupo de profesores imposible o al menos altamente improbable. No es gran cosa, pero tienen algún golpe divertido.
Estoy en modo maratón, a episodio por día, con Arvingerne (o sea, los herederos como todo el mundo entiende), una miniserie dramática danesa que nos cuenta cómo se pelean por la herencia un grupo de hermanos, hijos todos de la misma madre, una artista contemporánea de cierto nivel, pero de distintos padres. No está de más el echar un vistazo de vez en cuando a lo que viene de los países nórdicos, aunque tienen cierta tendencia a la irregularidad. Los cuatro episodios que llevo vistos van por ahí. Tienen momentos buenos y momentos de bajó. Probablemente la semana que viene pueda comentar el conjunto.

Ya que estoy en modo «intensivo» con un drama danés, nos trasladaremos a este país. Por ejemplo, pasearemos por las calles de Hillerød antes de visitar el palacio de Frederiksborg.
Y lo que está sucediendo con más frecuencia es que van apareciendo episodios piloto de las series que vendrán dentro de unas semanas, para la temporada otoño-invierno. Lo cierto es que no voy a verlos todos. Ni siquiera la mayoría. Exclusivamente aquellos cuya temática, sinopsis o alguno otro factor me llame la atención. Y hasta ahora eso supone que sólo me han atraído dos.
Por un lado, Forever, que parte de una premisa que ya vimos hace un tiempo y que entonces no cuajó. Un tipo que no puede morir, aunque lo maten. Reaparece a continuación en la masa de agua más próxima. Como están en Nueva York, en el East River. En este caso, es médico y trabaja de forense. Y claro, empieza a relacionarse con una poli guapetona, con la que supongo que tarde o temprano surgirá una tensión sexual no resuelta. Como digo, nada original, aunque el episodio piloto fue bastante entretenido, por lo que es probable que le dé una oportunidad.

Después cogeremos un tren que atravesando las llanuras de la isla de Sjælland nos llevará hacia la costa del Øresund.
Y por otro lado, Selfie, una serie que si no fuese por la curiosidad de ver a su protagonista, la pelirroja Karen Gillan, ni por asomo me hubiese planteado ver. Es una comedia de situación de episodios de corta duración en la que Gillan hace de una chica muy superficial, poco empática, y colgada a las redes sociales. Muchos amigos «virtuales», pocos amigos reales. Tras una serie de «catástrofes» personales, pide ayuda a un compañero de trabajo que no siente ninguna simpatía por ella para que «la cambie»… Bueno,… si no fuera Amelia Pond o alguien con su aspecto ni siquiera habría considerado esta versión actualizada de My fair lady. Pero le di la oportunidad al piloto para ver a la escocesa, y resultó en algo que lo mismo va para bien como para mal. Por Gillan, cuando quiere o le dejan tiene encanto y atractivo para dar y vender. Pero no tiene el puesto seguro ni mucho menos en mi cartelera futura. Más bien apostaría por su descabalgue.