Dos noticias tristes para los amantes de la fotografía considerada como una de las bellas artes nos han llegado con pocos días de separación. Y con ellas doy comienzo a mis recomendaciones fotográficas de este domingo.
Fue en Blind Magazine, en el boletín de novedades que recibo por correo electrónico, donde me enteré del fallecimiento de Larry Fink (1941 – 2023). Un fotógrafo que conozco desde hace muchos años, ya que sus primeras obras las vi poco después de comenzar mi afición hace ya 35 años. Se hizo famoso retratando la sociedad americana de una forma muy especial y original, a través de las fiestas, de sus celebraciones. Quizá se hicieran más conocidas sus fotografías en las que aparecen personajes famosos de la cultura, de la política, o del espectáculo. Pero también dirigió su cámara hacia la gente común. Pero también son muy interesantes otros trabajos. Me fascinan sus fotografías de mantis religiosas tomadas en blanco y negro, por ejemplo. O su retrato de algunas tribus urbanas. Y tengo mucho cariño al volumen sobre su fotografía que publico Aperture dentro de su imprescindible serie Photography Workshop. En Zaragoza, hubo hace unos años una exposición sobre su obra en el museo Pablo Gargallo. En fin… con más de ochenta años a sus espaldas es difícil de decir que sea una gran pérdida para la fotografía, pero creo que se merece el más sentido de los homenajes por parte de los amantes a la misma. Blind Magazine tiene una masterclass con Fink en formato video en Vimeo,… que no puedo insertar aquí, pero os dejo el enlace.

Y se nos fue Elliott Erwitt (1928 – 2023). Hace años que tenía la sensación de que Erwitt era inmortal. Que era como un duende, un ser sobrenatural, algo pillo, simpático, que viviría para siempre. Pero supongo que… bueno, la realidad es mucho mas material. Y pasajera. Cinco años le han faltado para ser centenario. Siempre se ha considerado como el fotógrafo del buen humor, capaz de sacar una sonrisa del rostro más sieso con su capacidad de ver y reflejar en sus negativos esos momentos de parádoja, de contraste humorístico. Pero es mucho más. Muchas de sus fotografías destilan crítica y compromiso social. Ternura. La fotografía de su mujer recostada en la cama con su beber de pocos meses es una de mis favoritas. Y qué decir de las que hizo en el rodaje de The Misfits en Reno, con otros fotógrafos de Magnum. Humanismo a raudales en forma de imágenes fotográficas. Como persona, no era perfecto, ni mucho menos. La propia mujer que miraba con arrobo al bebé se quejó muchas veces de su difícil conyugal. Como ser humano, el más humano de todos. Que la tierra le sea leve. La noticia de su fallecimiento ha aparecido en muchos medios, pero también destacaré la noticia de Blind Magazine, porque fue la primera que enlacé también, gracias al boletín de noticias especial que lanzaron.

Desde hace años voy siguiendo de vez en cuando la trayectoria de la rusa Evgenia Arbugaeva. Creo que desde que ganó el premio Oskar Barnack en 2013, entonces una fotógrafa joven que no había cumplido todavía los 30 años. Nacida en el Ártico siberiano, si veis un retrato suyo comprobaréis que tiene rasgos asiáticos, por lo que asumo su descendencia de las poblaciones originales de Siberia, o incluso de esas latitudes. Y a esa tierra lejana, dura, fría, pero hermosa, ha dedicado quince años de su trabajo, que ahora nos resume en el libro Hyperborea, con sus cuatro partes, el hombre del tiempo, Kanin Nos, Dikson y Chukotka. Trabajos en los que convive durante un tiempo con los protagonistas humanos de un paiaje que como he dicho es tan hostil a la vida humana como bella. Y sin embargo, allí vive gente. Siempre me han gustado sus trabajos, y tenía ganas de tener un libro de esta fotógrafa, que actualmente reside en Londres.

Terminaré con una exposición que se puede ver ahora en Zaragoza hasta el 7 de enero próximo en el Centro de Historias. Son las fotografías de Edward Quinn, fotógrafo irlandés ya fallecido hace 25 años, que vivió y trabajó en la Riviera francesa. Gracias a su amistad con Picasso, en cuyo círculo íntimo y familiar penetró, pudo acercarse también a la alta sociedad que vivía o visitaba la Costa Azul y sus centros vacacionales más glamurosos entre los años 50 y 70 del siglo XX. Fotografías amables, que resaltan el chic de lo francés y la sofisticación de esa alta sociedad vinculada al mundo de las finanzas, de la cultura y del espectáculo. Creo que es una exposición que merece mucho la pena. Es curioso que la vi coincidiendo con alguno de los últimos episodios emitidos de la serie The Crown en Netflix, especialmente el titulado Two Photographers, donde podemos apreciar (o despreciar) otra forma de acercarse a la fotografía de famosos en la misma región fotográfica, mucho más sórdida. Pero es lo que parece que prefiere consumir la masa… el morbo, las tripas de los famosos. No es que yo simpatice con ese mundo de socialités y gente con privilegios excesivos… pero tampoco con la carencia de ética en la práctica de la fotografía.

