Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. El Splendide es un trasunto del Ritz-Carlton Hotel, en Nueva York. Ya desaparecido; el actual es otro y en otra localización. Así que pasearemos fotográficamente por Manhattan para ilustrar esta entrada.
Ludwig Bemelmans quizá no dice mucho en España. Sin embargo, fue muy activo en dos ámbitos; la literatura infantil, en la que destacó la serie de libros dedicados a las aventuras de Madeline, una huérfana que vive en una escuela en régimen de internado en París, y la ilustración, siendo ilustrador de sus propios libros, así como de otras obras de otros autores. Nacido en Austria, en el Tirol del Sur, actualmente la región de Alto Adige en Italia, vivió durante muchos años en Regensburg, Alemania, ciudad que aparece en alguno de los capítulos de este libro. Siendo adolescente emigró a Estados Unidos, tras un incidente en un hotel donde era aprendiz, y consiguió la nacionalidad alistándose en el ejército en 1917, aunque no llegó a ir a la guerra en Europa por su origen austroalemán. Y cuando se licenció poco después…

Bemelmans empezó a trabajar en hoteles mientras intentaba hacerse un hueco en el mundo del diseño y la ilustración. Y uno de esos hoteles fue el Ritz-Carlton de Nueva York, de donde extrae el conjunto de episodios… ¿autobiográficos?, que constituyen la espina vertebral del libro. Cada uno de los episodios es una pequeña aventura relacionado con alguno de los pintorescos personajes que trabajaban o frecuentaban el hotel. Cada uno de ellos se podría leer de forma independiente, pero están interrelacionados, y de alguna forma ordenados cronológicamente, por lo que es conveniente leerlos en el orden en que se presentan al lector.
Este libro se considera habitualmente unas memorias altamente ficcionalizadas. Es obvio que el autor tiene un interés humorístico, y ciertamente las historias son divertidas y, en ocasiones hilarantes. El escenario de las mismas suele ser los comedores y las habitaciones del hotel, con ocasionales incursiones por Nueva York, y un viaje a Regensburg y Múnich con un compañero, en el que ambos de alguna forma «ajustan cuentas» con su pasado. La época son los felices 20, pero no faltan los elementos de crítica al ambiente social de la época, en la que contrastan las fortunas que frecuentan el hotel con la picaresca utilizada por sus trabajadores para ir medrando y sobreviviendo.

Publicado en 1941, tiene su punto de revisión de una parte de la historia de los Estados Unidos (y del mundo occidental), en la que el liberalismo económico hizo estragos, llenó de oropel y apariencias las interacciones sociales, al mismo tiempo que introducía las causas y habría el camino a la Gran Depresión y al auge de los totalitarismo que el mundo habría de sufrir en los años 30 del siglo XX. Considero que su lectura es pertinente. No en vano, estamos en época de nuevo liberalismo económico, en el que las apariencias de los poseedores de las grandes fortunas o los influencers de las redes sociales enmascaran realidades, y el nuevo progreso de ideologías populistas y potencialmente autoritarias. No voy a decir que sea una obra maestra, una de las pocas del autor dedicadas al público adulto, pero es divertida e interesante. Es recomendable, sin duda.

