Fuimos el lunes pasado a ver esta película con una mezcla de sentimientos contrapuestos. Por un lado, la crítica hablaba muy bien de ella. Por otro, el avance que algunos habíamos podido ver no nos había llamado la atención, y el tema no nos atraía demasiado. Y además, daba la sensación de que forma parte de la ofensiva que parece que hay de cine con protagonistas afroamericanos, ante los reproches de años anteriores por la escasa presencia de este grupo de población en la temporada de premios cinematográficos… Algo que está produciendo buenas películas, y otras más normalitas, que de forma exagerada son incluidas en candidaturas prestigiosas.
Dirigida por Barry Jenkins, de quien no habíamos visto nada previamente, lo que sí que habíamos visto era algún nombre interesante en el reparto. Por lo tanto, finalmente decidimos que había que verla para formarnos una idea adecuada.

Cuando estuvimos en Nueva York, no visitamos ninguno de los vecindarios de población mayoritariamente afroamericana. Pero la diversidad étnica de la ciudad es evidente. Y la estratificación social asociada, también.
La película nos cuenta en tres actos el proceso de maduración de un joven afroamericano en Florida desde que es niño hasta sus vientitantos. Chiron (Ashton Sanders), también conocido como Little (Alex R. Hibbert) o como Black (Trevante Rhodes), crece marcado por una madre drogadicta (Naomie Harris). Paradójicamente, en su infancia, cuando es un niño menudo y callado, es protegido por el traficante de la zona, Juan (Mahershala Ali), y por su pareja Teresa (Janelle Monáe). Su carácter introvertido le ocasionará problemas con sus compañeros de escuela… y con el tiempo otros rasgos de su carácter irán apareciendo…
Rodada cámara en mano y muy cerca de los personajes, especialmente del protagonista, la película alterna momentos intensos y duros, con otros de calma y reflexión. En algunos aspectos, nos recuerda a la que nos presentó Linklater hace un par de años, aunque con una realización más convencional. Un recorrido por la vida de un muchacho desde que es niño hasta que se convierte en adulto. Globalmente, la película está muy bien hecha y tiene momentos muy hermosos.
Si el trabajo de realización es muy meritorio, hay que decir que también se apoya mucho este filme en la excelente interpretación de sus protagonistas. Cuesta ver a ratos en el fornido hombretón del tercer acto a la misma persona que a los menudos muchachos de los dos primeros, pero más allá de esto, los tres cumplen con muy buena nota con su encarnación del joven Chiron, cargando sobre sus espaldas la película. Pero también hay que destacar la excelente interpretación de Ali, Harris y Monáe, que a veces sabe a poco. Y en el tercer acto, la de André Holland en la versión adulta del mejor amigo de Chiron.
No voy a negar una cosa. Estas películas sobre los barrios negros de las ciudades norteamericanas están muy bien hechas, pero a veces nos asombran. Los conflictos morales que se plantean son notables. Lejos de plantear la confrontación interracial como causa de la situación de estas comunidades, vemos como son sus miembros los que se explotan mutuamente, sin colaborar en romper el círculo vicioso de causas que producen la pobreza y las desigualdades en Estados Unidos, y otros países.
Pero la película es muy meritoria. El director trata a sus espectadores como personas inteligentes. Da la información justa, estrictamente necesaria, dejando que el espectador reconstruya el conjunto de la historia. Hay violencia, es una película violenta, pero muy contenida y concentrada en muy pocas escenas, y aunque nos causa incomodidad, no produce rechazo en ningún momento. Creo que es justa merecedora de los reconocimientos que está teniendo. Y a mí no me importaría ver a Mahershala Ali alzando al eunuco dorado dentro de unos días. He ido comprobando en los últimos tiempos que es un actor excelente, y tendría muy merecido el premio.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ****