Este es el segundo de los fumetti que compré en La Feltrinelli de la estación de Torino Portanova el día que regresábamos a Zaragoza durante nuestras vacaciones, como os comenté hace unos días. Y lo compré tras un pique con mis compañeras de viaje que no voy a relatar. En cualquier caso, es más bien un manga que un fumetto, con guion e ilustraciones de Kazuo Kamimura, un mangaka que murió muy joven, demasiado tabaco, a partir de una historia del prolífico cineasta japonés Norifumi Suzuki.

Este relato gráfico pertenece al género del terror erótico, muy en línea que las abundantes películas de bajo presupuesto pinku eiga con toques de violencia y terror de la productora Toei en los años 70 del siglo XX, en la que estuvo encuadrado Suzuki. En esta ocasión nos movemos además en el entorno del mundo del cine. En una productora que puede ser una versión de ficción de la Toei, un veterano y ya anciano director está en sus horas bajas, pero todavía tiene poder, mientras que el protagonista de la historia es una ayudante de dirección con aspiraciones a algo más. La oportunidad surgirá cuando aparezca una adolescente, viva imagen de una estrella del pasado, que murió en extrañas circunstancias. Al parecer su hija. A partir de ahí se desata una intriga por ver quien dirigirá la primera película de la bella y misteriosa joven. Y algo más.

El relato es una historia de venganza con toques fantásticos. No es un género que a mí me vaya mucho, pero la historia está bien construida, y las ilustraciones son interesantes, aunque con un aspecto que resulta algo anticuado, lo cual no es de extrañar, puesto que el original debió de ser publicado hace como 50 años. En cualquier caso es entretenido. No apto para mojigatos, puesto que es bastante explícito tanto en sus escenas sexuales como en las de violencia. ¿Es recomendable? Exclusivamente para aficionados al género, entre los que no me encuentro a priori. Aunque en cualquier género se pueden encontrar obras notables. Pues eso. Sin más. Una lectura que quedará más que otra cosa como una curiosidad en mi historial lector. La próxima vez que entremos en un pique me pensaré si sigo la corriente o no. Aunque creo que las obligaciones contraídas por la contraparte del pique puede que lo tengan más difícil. Por cierto, el título de la obra es una clara referencia a The Deer Park de Norman Mailer.

