Barrido por el viento… o lo que el viento se llevó

Cine, Historia
Cerca de Ayerbe, Huesca


Barrido por el viento
…, esta es la traducción más precisa en cuanto al significado del Gone with the wind de Margaret Mitchell. Más que Lo que el viento se llevó, que es como se ha conocido en castellano. Y originalmente es una novela, aunque para la mayor parte del mundo ha sido, es y será una de las más espectaculares y maravillosas películas de la historia del cine. La egoista Scarlett O’Hara y el crápula Rhett Butler han pasado a la historia como una de las parejas de personajes más atractivas del cinematógrafo, con la colaboración inestimable de Vivien Leigh y Clark Gable que se encargaron de darles un rostro y una actitud. Para mí, es una de las películas que merece un diez.

Pero hoy no quería comentar la película. Hoy lo que me interesa es la novela. Aunque un gran éxito en su país de origen, Estados Unidos, hace tiempo que dejó de tener interés en otras partes del mundo. Tenida por una novela romántica al uso, para marujas y marujitas de los años cuarenta, es sin embargo un gran fresco de la sociedad sureña. Un fresco sesgado. Un fresco que pinta de colores vivos y brillantes, aunque con un aire de nostalgia, una sociedad feudal en el momento en que el resto del mundo occidental experimentaba profundas transformaciones derivadas de la revolución industrial. Así como el tremendo choque que se produce cuando se enfrenta a esa revolución industrial y al auge de la potencia que en el siglo XX se convertiría en dominante del mundo, los Estados Unidos de América. Un choque que hace que ese mundo desaparezca, como barrido por el viento. Viento de guerra y violencia, pero también de evolución y revolución social y cultural.

Quien sea capaz de superar el prejuicio de la imagen que esta novela tiene en la actualidad, y sea capaz de salvar la sorpresa ante traducciones que utilizan un castellano que ya tiene sus años, y que hoy día nos empieza a sonar raro, se encontrará con un libro interesante, divertido, emocionante, con amoríos y (bajas) pasiones humanas, con aventuras, con interés histórico y, dado su volumen, con entretenimiento para bastante rato.

La joya de la familia (The Family Stone, 2005)

Cine
Canal Imperial de Aragón, Zaragoza

The Family Stone (2005)

Qué penita, señor, señor. Esto de ir al cine, a la película que eligen otros, y sin haberse uno informado bien de qué iba a ver. Porque con lo que caía en Zaragoza, pues uno se queda en casa, se enchufa Cinemanía Clásico, y a disfrutar de alguan peli que realmente esté bien. Y no este panfleto navideño, escondido como si fuera otra cosa, y estrenado cuando ya se terminan las navidades. Como queriendo disimular.

Esta presunta comedia filmada por Thomas Bezucha (en su casa lo conoceran a la hora de comer), empieza relativamente bien (los dos primeros minutos). Es como si fuera la excelente Beautiful Girls, pero con familia en vez de amigos. Y aparte de que hay mucha nieve en el pueblecito, aquí se acaban todos los parecidos. Con un reparto relativamente conocido (Diane Keaton, Dermot Mulroney, Claire Danes, Sarah Jessica Parker) y otros menos conocidos, sobre los que no haré mayor comentario, se dibujan una serie de personajes bastante tópicos, que no tienen ni chicha ni limoná. Con un montón de situaciones basadas en lo políticamente correcto, se dedican a pelar a la novia del hijo mayor, que no les cae bien, y con la que son bastante maleducados. Ella es un pija,… y esas cosas… poco enrollada. Luego aparece la hermana de la pija, no se sabe muy bien a cuento de qué, que es muy mona y muy maja,… y les cae muy bien a todos… y en la tele Judy Garland canta Have yourself a merry little christmas, aunque tampoco venga mucho a cuento. Bueno… es navidad y esas cosas. Bueno. En realidad da igual todo lo que pasa después, ya que todo es un pastelón con un drama que no te enternece ni nada… y al final todos son amigos. Hasta la pija.

Pues eso. Que salvo estéis muy desesperados… que vayáis a ver otra cosas. La nota. Pues un cinco, que es lo que doy a todas aquellas películas que no me gustan pero que no alcanzan el nivel horroroso de los peores horrores norteamericanos (Dirección: 5; interpretación: 5).

Don Quijote en mp3 – Leer o no leer, he ahí la cuestión

arte música y literatura, sociedad
Antiguo Casino Mercantil, Zaragoza

En el portal dedicado a la educación del Gobierno de Aragón,

descubro una iniciativa a priori loable. Esta institución pone a nuestra disposición, sin más coste que el de la conexión a internet necesaria, el Quijote en formato mp3 por capítulos a modo de audio-libro. Estupendo. Cualquier cosa que se haga por fomentar la cultura y dar a conocer a nuestro particular héroe/antihéroe está bien. ¿O no?

Veamos. Dejando aparte la crítica al oportunismo derivado de los aniversarios (quiero decir que cuando no se celebra un aniversario, de este tipo de acciones, poco o nada), hace tiempo que me vengo preguntando si realmente es algo tan positivo el tema de los audio-libros. Estamos en una sociedad en la que parece que todo tiene que entrar suavemente. Sin esfuerzo. Nos entretenemos viendo la televisión, medio de entretenimiento pasivo donde los haya. Escuchamos las noticias en la radio, medio del que te desconectas fácilmente cuando tus pensamientos se distraen con otras preocupaciones, mientras suena de fondo aumentando la contaminación decibélica. Escuchamos música cada vez más simplona, que entre fácil, con argumentos en las letras canciones sin complicaciones. Y ahora… ¿para qué queremos leer? Enchufamos el loro, y una melosa y agradable voz nos sustituye/se prostituye a la hora de afrontar la lectura, no siempre fácil, de nuestros más preciados clásicos.

Pero claro. Algo nos perdemos. Y es que la lectura directa de un libro, invita a pararse en la reflexión. De lo leído. De lo aprendido. Fija en nosostros los conceptos, los reelemos cuando no los hemos comprendido bien, nos enseñas nuevas palabras y, por lo tanto, aumenta nuestra autonomía personal a la hora de pensar y expresarnos. Nos hace más libres. ¿Se consigue esto también con el audio-libro? Me temo que no. Bien está como actividad de divulgación. Pero mal estaría que se plantease como un sutituto/sucedáneo de la auténtica lectura.

Digo yo.

Where have all the flowers gone… ?

ciudad, sociedad
Parque Grande, Zaragoza


¿Dónde han ido las flores?
es lo que cantaban hace mucho, mucho, mucho tiempo Peter, Paul and Mary (desconozco quién es el autor original de la canción), en un alegato contra las guerras, basado en la desaparación de aquello que nos es cotidiano y querido.

En esta ocasión no hablaré expresamente contra las guerras que se desarrollan por medios militares, sino contra la guerra cotidiana que parece que los responsables municipales de las ciudades han declarado a los ciudadanos. Tal como parece ser, cuando atentan de forma tan clamorosa contra los logros relacionados con el bienestar, con la salud, con la humanización de las ciudades.

En la hermosa avenida de la foto superior de este artículo, la avenida de San Sebastian, ha decidido el alcalde de Zaragoza que es donde conviene colocar un inmenso mercadillo ambulante que un par de días a la semana se instala en otro lugar de la ciudad. Siendo uno de esos días el domingo. Este mercadillo suele ocasionar un inmenso trasiego de personas y vehículos, y acaba ocasionando kilos y kilos de basura. Muchos nos preguntamos quién podrá disfrutar del Parque Grande de Zaragoza en esos días. Hacer deporte. Pasear. Salir a tomar el sol con los más pequeños. Realizar pequeñas excursiones con los colegios o los grupos de tiempo libre. Y claro. Llegará un día que, como en la canción, nos preguntaremos ¿dónde han ido a parar las flores?

Parque Grande, Zaragoza

El Ferrocarril en la Historia del Cine – Actualización

Cine, ferrocarril, mis páginas en internet
Riglos – apeadero, Huesca

Como sabéis, una de mis páginas en la telaraña mundial está dedicada al ferrocarril con una sección que lleva como título El Ferrocarril en la Historia del Cine. Pues bien, tocaba actualización, y he subido una reseña de la película de Luis García Berlanga de 1957, Los jueves, milagro. Abundancia de circulaciones vaporosas en la España de la posguerra.

Los 2 lados de la cama, (2005)

Cine
Parque grande, Zaragoza

2 lados de la cama, Los (2005) de Emilio Martínez Lázaro.

Pero mira que lo sabía yo. Que algo me lo decía. Que tenía que pasar de esta película. La primera no estaba mal. No pasará a la historia del cine como una obra maestra, pero era salada. Las chicas eran frescas y graciosas. Las canciones cuajaban bien. Los chicos, inseguros y catastróficos, hacían gracia. No sé. Sonreías…

Pero claro, como fue bien en taquilla, tenían que hacer una segunda parte de la cama. Donde los chicos hacen exactamente el mismo papel, toque o no toque. Las chicas son flojas, pero flojas (me refiero como actrices, que en lo demás, para gustos los colores). Las canciones no siempre van bien, y otras veces… tampoco. Carecen de la gracia. Las coreografías son más flojas. Y la historia es una cagarriña pinchada en un palo. Ni siquiera mencionaré nombres ni nada. Mejor olvidarlo.

Pero… lo que me tiene más cabreado es que me confié porque mi crítico favorito le había puesto un «siete«. Y es que uno ya no se puede fíar de nadie.

Ah,… la nota… pues no sé. Un cinco, por no ponerla al nivel de las películas yanquis que suelo suspender sin paliativos (dirección: 5; interpretación: 3).

El año nuevo, Cecil B. deMille y la ira de Dios

Cine
Helada en las cercanías de Ayerbe (Huesca)

Como buen día de Año Nuevo, festividad pensada para «atocinarse» en casa tras los excesos de la víspera, las televisiones nos premian/castigan con grandes superproducciones cinematográficas o con estúpidos resúmenes de los no menos estúpidos programas de celebración de la Nochevieja anterior.

Para cualquiera que haya seguido con cierta frecuencia este Cuaderno de ruta habrá supuesto que yo he optado por «apoltronarme» ante alguno de los habituales «películones» propios de la fecha. Y para peliculones, Cecil B. deMille. Y entre ellos, cómo no, Los Diez Mandamientos, con el caracartón de Charlton Heston haciendo lo que más le gusta, el fantochón carca. He de reconocer que la película es un alarde. Y no aburre en absoluto. Aunque chicos/as… yo… qué queréis que os diga… a mi los que me gustan son los malos. Yul Brynner de faraón, Ann Baxter de princesa/faraona rencorosa y despechada, o Edward G. Robinson de gobernador que se beneficia a la más estupenda esclava hebrea. Y el súmmum, las orgias de los hebreos en el desierto, dados a la gula, la pereza y la lujuria. ¡Qué gozada! ¡Qué orgía! ¡Qué desefreno!

Lo que pasa es que ya se sabe… llega el de las barbas con Moises de vocero, se cabrea, empieza a tronar, unas cuantas llamaradas, unos cuantos primogénitos apiolados, y se acabó la diversión. Nada más aburrido que las consecuencias de la ira de Dios.