Magnifica tarde la que ha hecho en Ginebra. Especialmente a orillas del Lemán y el Ródano, que entre calles hacía más calorcito. Combatido con alguna cerveza que otra.
El hito turístico de la jornada, el gigantesco chorro de agua a orillas del Lemán que domina el paisaje ginebrino. Después a cenar. Mezcla de platos franceses e italianos que hemos compartido. De postre, tenían “coroneles”. Lo que nos ha recordado las cenas alsacianas de hace dos años en las que cayeron no pocos de estos sorbetes de limón verde con lingotazo de vodka. Peligrosos. Y divertidos.
Hemos caminado un poco para bajar la cena. Y ahora nos tomamos unas cervecitas, y yo aprovecho para escribir estas líneas. Hasta mañana.
Carlos Carreter
http://carloscarreter.com