Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Visitando el templo de Lady Linshui en Tainan. Dedicado a la hija de la bodhisattva Guanyin, Lady Linshui, es protectora de las madres, especialmente de las gestantes. Lo cual pega mucho con la entrada de hoy, donde la maternidad/paternidad tiene su protagonismo en un momento dado. Dicen que es el templo más antiguo de la ciudad.

Visité Taiwán en el 2018. Un viaje un tanto improvisado, que no preparamos con suficiente antelación, pero del que, a pesar de todo, guardamos un excelente recuerdo. Aunque no estuvo exento de algún percance que otro, ninguno grave. La cuestión es que lo pasamos bien. Fue mi segundo contacto con la cultura china, después de Hong Kong. Después vino otro más, en la China continental, y se viene otro, dentro de pocas semanas, con el recorrido que tuvimos que cancelar por culpa de la pandemia de covid-19 en 2020. El caso es que Taiwán fue un lugar que me cayó bien. Simpático. De los países del Asia oriental que he visitado me gusta por dos motivos aparentemente contrapuestos. Por un lado es posible encontrar numerosos elementos de la cultura propia, fundamentalmente la cultura china, pudiendo aprender y disfrutar de los aspectos más lúdicos de la misma. Pero por otro lado es un país democrático, un estado de derecho, aunque no reconocido por el resto de la comunidad internacional como tal, que ha evolucionado a una sociedad respetuosa como en ningún otro lugar de esa parte del mundo. Taiwán es una democracia plena, con mejor puntuación que España, por ejemplo, que también está en la primera división de las democracias, aunque en nuestro caso por los pelos.
En Netflix hay una cierta oferta de películas y series taiwanesas. Pero hasta el momento la suerte que he tenido con ellas es diversa. Las hay que están muy bien, pero otras… pues no sé. Tengo que investigar mejor la oferta que ofrece el país, porque a lo peor me estoy perdiendo cosas interesantes. La cuestión es que, en este espíritu, decidí ver una serie de reciente estreno en la plataforma. Se trata de Tóng hùa gù shì xìa jí [童話故事下集, el próximo episodio del cuento de hadas], que en castellano/inglés se titula Casada, ¿pero a qué precio?/I am married… but!. A mí me hubiera gustado que en las versiones extranjeras hubieran conservado el sentido del título original chino. Es un título que nos viene a decir, «ahora os vamos a contar lo que viene después de la comedia romántica tradicional; cuando se casan».

Los protagonistas son I-ling (Ko Chia-Yen como Alice Ko) y Xue-you (Jasper Liu), un matrimonio que lleva tres años casados. Su noviazgo se nos resume brevemente. Dos jóvenes profesionales que se conocen, se caen bien, se van a la cama juntos, se lo pasan bien en esto y en otras cosas, y deciden casarse. Y tres años después los tienes viviendo con la suegra de I-ling, una señora tradicional, a quien su hijo, Xue-you, es incapaz de contrariar, y que está empezando a quebrar la confianza del matrimonio. I-ling quiere tener su propia casa, vivir su propia vida, con su marido, disfrutar de la vida, de su profesión. La suegra preferiría que estuviera en casa, que tuviera hijos, que la cuidase (no es que necesite cuidados en ese momento, precisamente, más bien es de cuidado)… y comienzan los pequeños roces cotidianos, con el desgaste del joven matrimonio. Si a eso añades que ambos son todavía lo suficientemente jóvenes y bien parecidos como para que les surjan tentaciones de diverso tipo por el camino…
Está narrada en clave de comedia. Ella es dinámica, moderna, inteligente, rápida en sus ideas y en sus emociones, pero buena gente. Él es un niño de mamá, un buenazo que no quiere quedar mal con nadie, de reacciones más lentas, un tanto despistado y descuidado en el hogar,… aunque está total e irremediablemente enamorado de su esposa. De hecho, siempre tenemos en mente que es el más emocionalmente comprometido con la relación. Que I-ling es la que se plantea con más frecuencia si no debería acabar con ella para retomar su vida en libertad. Y así, a lo largo de 12 episodios no especialmente largos, entre los 30 y los 50 minutos, irán surgiendo los temas que ponen en riesgo las relaciones de pareja.

La cuestión es que los temas que van surgiendo, aunque aderezados con el contexto cultural y las tradiciones del país, no son esencialmente distintos de los que se podrían encontrar en cualquier pareja de muchos países del mundo con unas características similares de adelante tecnológico, sociocultural, educativo y económico. La historia general que se nos cuenta, con algunas diferencias cosméticas se podría trasladar a nuestro país sin problemas. Lo que pasa es que no transcurre en una ciudad española, sino en Tainán, una de las ciudades más grandes de Taiwán, y una de las que arrastran una historia más rica al haber sido capital de la isla en diversos momentos de la historia. «Capital del sur» frente a Taipéi, «Capital del norte». Con sus muy diversos templos, muy entretenidos de visitar, y otras atracciones. Los temas son universales, el contexto es particular.
La serie es muy disfrutable. Al hecho de que es fácil identificarse con los temas y las situaciones, la historia está bastante bien contada, los guiones son buenos, y los intérpretes están en estado de gracia y generan mucha empatía. La mayor parte del peso la llevan la pareja protagonista, especialmente ella, pero es imprescindible la presencia de una colección de secundarios a buen nivel para que la cosa funcione. Relaciones familiares complejas, maternidad/paternidad, infidelidades potenciales, malos entendidos… aunque contados en tono de comedia, son un muestrario de hechos reales que ponen a prueba un matrimonio, a lo que hay que sumar la vajilla sin fregar, el regalo que no llega, un día que uno bebe una copa de más, ¿quién es esa chica que trabaja contigo y te pone ojitos?,… etc. Me parece bastante recomendable.

