Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Excursión mañanera de sábado a riglos con Canon EOS RP y objetivos Tamron 35 mm y 90 mm macro.
Este sábado por la mañana se mezclaron dos cuestiones que condicionaron lo que hicimos en esa calurosa mañana. Aunque quizá no tan calurosa como otras de la semana. Por un lado, yo seguí con ganas de ir probando las posibilidades y limites de mi nuevo objetivo, de segunda mano, del que ya os mostré fotografías en algún momento. Por otro lado, me propusieron “reestrenar” el “Canfranero”, nombre popular que se da a los trenes que unen Zaragoza con la población pirenaica fronteriza con Francia, Canfranc. Un lugar donde tiempo atrás se podía enlazar con los ferrocarriles franceses y así viajar por el mundo, pero que hace ya unas cuantas décadas en que ese enlace se rompió. Mucho se reivindica al respecto, poco se consigue. El caso es que, aunque yo no le veía mucho sentido, acepté acompañar a unos amigos a dar un paseo por Riglos, yendo en el tren que sale a primera hora de la mañana de Zaragoza hacia Canfranc, y volviendo en el que llega a la capital aragonesa al mediodia. O sea, poco más de hora y media de paso al pie de los famosos mallos de Riglos.




El paseo fue agradable, pero a la vuelta se dio una situación un poco absurda desde mi punto de vista. Ayer, aprovechando la reapertura de la línea ferroviaria, una asociación de amigos del ferrocarril puso un tren charter formado por coches históricos en la vía, en una excursión entre Zaragoza y Canfranc. Lo cual me parece muy bien. Hay que preservar elementos de la historia industrial del país y disfrutarlo. Pero lo que no entiendo es que el tren de línea, con gente que viaja por muchos motivos, también por trabajo o por exigencias y compromisos personales y familiares, algunos con enlaces en Zaragoza a otros puntos de la geografía, perdiera entre 20 y 30 minutos en la estación de Ayerbe esperando al tren charter. Con lo que la revisora empezó a decirles que corrían el riesgo de no poder realizar sus enlaces en Zaragoza. Eso es algo que nunca debería suceder. Una persona que vivi en Zaragoza tienes muchas posibilidades para desplazarse a Madrid, Barcelona u otras ciudades. Pero alguien que vive en los Pirineos, en Jaca, en Sabiñánigo y sus comarcas… no. No se le puede causar este trastorno. Los que deben esperar y estar obligados son los que viajan por capricho y placer. Una catástrofe la gestión ferroviaria española si lo pensamos bien.



