[Fotos] El 2020 en fotos; de viaje con la cámara al hombro

Fotografía, Viajes

Como todos los años desde 2007, llega el momento de comenzar con el resumen del año. En aquel momento, era simplemente una entrada que publiqué el 31 de diciembre bajo el título «12 meses, 12 fotos». Y fue en 2012 cuando por primera vez extendí esa entrada a dos más; la dedicada a la fotografía con película tradicional y la dedicada a los viajes del año, grandes o pequeños. Y aquí estamos terminando este 2020,… que ha sido… bueno, que os voy a contar. Dejémoslo en «complejo».

En una entrada similar a esta hace un año anunciaba, mientras me preparaba a recordar los estupendos viajes de 2019, que ya teníamos billetes para un viaje a Extremo Oriente. Era a China. Viaje que nunca se pudo realizar… Ni otros que estaba previstos. Pero seamos positivos. Veamos lo que se ha podido viajar.

Excursiones, sólo o con amigos

No hay muchas, claro. Buena parte del año no nos han dejado salir de casa, de la ciudad o de la comunidad autónoma. Y eso que el principio de año iba bien…

Como venimos haciendo desde hace unos años, el día de mi cumpleaños me escapé en una excursión en el día, a pasar el día en contacto con la naturaleza y con algunos amigos. Este año fue a Galve, provincia de Teruel, al Parque natural del chopo cabecero del Alto Alfambra.

Y unos días más tarde, en febrero, hacíamos otra escapada con otro buen amigo, a los focinos del Alto Martín, cerca de Martín del Río, también en la provincia de Teruel, pasando la tarde en el bello paisaje en torno a Peñas Royas.

Pero desde marzo hasta bien entrado junio, ya no pudimos volver a salir por el mundo, salvo por motivos concretos y muy justificados.

Tuvo que ser en julio, con la excusa de la llegada del cometa C/2020 F3 (NEOWISE), cuando nos escapásemos una tarde hasta las primeras horas de la madrugada al embalse de la Sotonera en Tormos, con el fin de fotografiar el bello cometa. Después de esta excursión, ya no encontré ocasión para salir en excursiones cortas por el mundo. Desde el último tercio de octubre y hasta hace pocos días, hemos estado en confinamiento perimetral del municipio de Zaragoza. Menos mal que entre medias, pude viajar de verdad…

Viajes, grandes o pequeños

A finales de julio de este malhadado 2020, todavía no sabía dónde ir de vacaciones. Sabía que tenía dos períodos asignados, la segunda quincena de agosto y la segunda quincena de septiembre. Y bastantes días sueltos que podía agrupar como quisiese. Pero con la duda tremenda de dónde y cómo estaría permitido viajar en cada momento, si es que estaba permitido viajar.

A finales de agosto, reservando vuelos y alojamiento con sólo tres días de antelación, tras ciertas tribulaciones e inseguridades, me escapaba yo solo a pasar ocho días a la isla de la Palma en las islas Canarias. La isla no me acogió en sus mejores momentos, con incendios forestales, calor y cálidas. Pero esos días me supieron a gloria. Pude disfrutar de bellos y variados paisajes, pude caminar algo, disfrutar de la naturaleza y relajarme contemplando volcanes y puestas del sol junto al mar. Primeros días en meses en los que mi cabeza se permitía divagar en cuestiones distintas de las que nos han afectado a todos este año.

A finales de septiembre, con unas tribulaciones similares en la reserva de vuelos y alojamiento, nuevamente con inseguridades, me iba una semana a la bella ciudad portuguesa de Oporto. Pocas posibilidades había de viajar al extranjero en esos momentos, con España como uno de los países con incidencias de casos de covid-19 más altas en Europa. Portugal, que es donde recalé, Francia, que también sufrían sus incertidumbres, o casos como el de Islandia, donde podías ir, pero sólo entrar si dabas positivo en una PCR que te hacían al llegar y cuyo resultado te comunicaban en pocas horas. Oporto fue. Que estaba extraordinariamente tranquilo. Con bellas excursiones a Guimaraes y Aveiro. La nota negativa… que extravié la cámara digital, por lo que las principales fotos fueron hechas con película en blanco y negro, con una cámara de 1973. Pero están muy bien. Y qué bien comí… qué pescado más rico.

Conforme avanzaba el mes de octubre, me di cuenta de que sí quería aprovechar días sueltos de los que me quedaba, bastantes, para ir a algún sitio, tenía que ser cuanto antes. Había pensado en el entorno del puente de Todos los Santos. Pero la desafortunada gestión que del puente del Pilar hicieron las administraciones públicas y el conjunto de los ciudadanos en sus actividades privadas, mano a mano entre todos, nos llevaron a que siete días más tarde repuntase la epidemia en lo que ha sido una fea ola de actividad con malos datos durante todo noviembre. Viéndola venir, me preparé un viaje a Andalucía, Sevilla, Doñana y Cádiz, para unos días de la tercera semana de octubre. Pude salir de Zaragoza sólo unas horas antes de que entrase en vigor el confinamiento perimetral de la ciudad por culpa de la epidemia. Estando Andalucía en un situación mucho más aliviada, sin turistas apenas, pude disfrutar de lugares habitualmente masificados, con una tranquilidad insospechada unos meses antes. Claro… la gente que vive del turismo, en número excesivo en nuestro país, estaba que echaba las muelas. Pero cuando volvía al domingo siguiente… ya no pude volver a salir a ninguna lado. Ya veremos cuándo es la próxima escapada o viaje. Y dónde.

Mañana lo dedicaré a hablar en exclusiva de la fotografía con película tradicional.

[Fotos] Últimas fotos de Galve y algunas callejeras de Zaragoza

Fotografía

He seguido probando y analizando las posibilidades mi flamante recién adquirida Olympus Pen F. En esta ocasión con un carrete de negativos en blanco y negro distintos al que inicialmente le puse. Los resultados son igualmente satisfactorios. Los detalles técnicos en Olympus Pen F para película tradicional con Ilford Pan F Plus.

[Viajes] Excursión en el día a los chopos cabeceros del Alfambra

Viajes

Ya es casi tradición, llevamos cuatro años consecutivos así, que el 30 de enero me cojo fiesta y salgo de excursión con algunos amigos, dentro de Aragón. Los dos primeros años fue hacia el norte, hacia los Pirineos, hasta llegar a la frontera con Francia; el año pasado, buscando el mejor tiempo atmosférico, nos dirigimos hacia el sur, hacia Albarracín y los montes Universales. Este año, las nubes también nos indicaban que veríamos más luz dirigiéndonos hacia el sur. Y estos días atrás, el estupendo fotógrafo de naturaleza Uge Fuertes nos venía hablando en las redes sociales del Parque Cultural del Chopo Cabecero de Alto Alfambra. Ya hace un par de años, por lo menos, le pregunté dónde se podía fotografíar este característico paisaje y me comentó… así que lo estuve analizando.

Lo curioso es que hasta la víspera no teníamos claro dónde iríamos exactamente. Es una zona de la provincia de Teruel relativamente desconocida para mí. He visitado el Maestrazgo, las Cuencas mineras y la capital Teruel. Pero de lo que hay en medio de este triángulo, conozco poco. Hasta que me di cuenta que en el Alfambra se encuentra Galve, una población dentro del Territorio Dinópolis, que visitamos allá por el año 2006, si no recuerdo mal. Por lo de los dinosaurios. Pero no había caído que los sotos del río de Galve, que resulta ser el Alfambra, son de chopos cabeceros. Este río me desconcierta. Su curso hace una curva amplia. Cuando nace, cerca de Alcalá de la Selva se dirige francamente hacia el norte, pero al llegar a Galve ya está girando desde hace kilómetros para acabar dirigiéndose hacia el sur y encontrarse al Guadalaviar, o Turia, en Teruel. También recordé que había un restaurante que no estaba mal… aunque la probabilidad de encontrar estos restaurantes de pequeñas poblaciones abiertos entre semana es… remota.

El chopo cabecero no es otra cosa que un cultivo del chopo negro (Populus nigra), especie muy popular en nuestro país, en sotos o bosques en galería a orillas de los ríos, cuyas rectas ramas se podaban para su aprovechamiento, dándoles un aspecto característicos. Esta actividad económica ha ido desapareciendo, pero hay cierto interés en conservar el paisaje. Siempre he pensado que podía tener interés fotográfico y quería empezar a investigar. Lo cierto es que lleva un rato en el coche llegar hasta estas comarcas desde Zaragoza.

Así pues, nos plantamos allí en Galve hacia las 11 de la mañana y estuvimos caminando y recorriendo el paisaje y los sotos del Alfambra hasta la una y media, en la que se reunieron dos circunstancias que nos llevaron a terminar la actividad. Una… que las nubes se cerraron y el día se volvió más modorro, más gris, con un paisaje visualmente menos interesante. Dos… teníamos hambre. Era hora de comer.

Efectivamente, el restaurante en el que habíamos depositado ciertas esperanzas estaba cerrado. Nos ha pasado en tantas ocasiones esto… Se dice para los artistas que si dependes de la inspiración, lo mejor es que te pille trabajando. Pues para la hostelería aragonesa parece que lo de que si dependes de los clientes, que te pillen trabajando, no vale. El año pasado, en Albarracín, también estaban cerrados la mayor parte de los resturantes. Y llegamos al ciclo vicioso. Queremos turismo, visitantes… nos quejamos que no vienen los turistas, visitantes… que cuando van no tienen servicios… por lo que desaconsejan a otros potenciales turistas, visitantes, la visita de estos lugares, salvo en momentos puntuales, cuando va todo el mundo. O se llevan el bocadillo de casa. Y entonces decimos… «qué rancios que no se gastan un duro en los pueblos». Pues eso. Ala, maños, a ver si os pillamos algún día trabajando. Por cierto. Si miras en Google y buscas el restaurante, te asegura que en esos momentos, a las dos de la tarde está abierto y hasta las cuatro. Es decir, que el horario que publicitan es como si estuvieran abiertos, aunque luego te los encuentras cerrados.

Pero a lo positivo. Nos gustó la excursión. No pudimos hacer todo exactamente como pensábamos. El río llevaba el deshielo de las recientes nevadas de la borrasca «Gloria», y había zonas embarradas o encharcadas. La sensación es que el caudal iba ya de bajada. Pero no nos arriesgamos a meternos en algún berenjenal. No porque hubiera peligro, sino por no ponernos perdidos de barro. Hice algunas fotos con la compacta digital, de las que aquí podéis ver algunas, y luego terminé un carrete en color con la Canon EOS 650 y hice bastantes fotos como mi reciente adquisición de la que os hablaré más adelante. Con película en blanco y negro, en medio formato. Que no es lo mismo que el formato medio. Me refiero a los pequeños negativos de 18 x 24 mm aproximadamente, frente a los más comunes de 36 x 24 mm. Veremos que tal quedan.