[Fotos] El 2020 en fotos; de viaje con la cámara al hombro

Fotografía, Viajes

Como todos los años desde 2007, llega el momento de comenzar con el resumen del año. En aquel momento, era simplemente una entrada que publiqué el 31 de diciembre bajo el título «12 meses, 12 fotos». Y fue en 2012 cuando por primera vez extendí esa entrada a dos más; la dedicada a la fotografía con película tradicional y la dedicada a los viajes del año, grandes o pequeños. Y aquí estamos terminando este 2020,… que ha sido… bueno, que os voy a contar. Dejémoslo en «complejo».

En una entrada similar a esta hace un año anunciaba, mientras me preparaba a recordar los estupendos viajes de 2019, que ya teníamos billetes para un viaje a Extremo Oriente. Era a China. Viaje que nunca se pudo realizar… Ni otros que estaba previstos. Pero seamos positivos. Veamos lo que se ha podido viajar.

Excursiones, sólo o con amigos

No hay muchas, claro. Buena parte del año no nos han dejado salir de casa, de la ciudad o de la comunidad autónoma. Y eso que el principio de año iba bien…

Como venimos haciendo desde hace unos años, el día de mi cumpleaños me escapé en una excursión en el día, a pasar el día en contacto con la naturaleza y con algunos amigos. Este año fue a Galve, provincia de Teruel, al Parque natural del chopo cabecero del Alto Alfambra.

Y unos días más tarde, en febrero, hacíamos otra escapada con otro buen amigo, a los focinos del Alto Martín, cerca de Martín del Río, también en la provincia de Teruel, pasando la tarde en el bello paisaje en torno a Peñas Royas.

Pero desde marzo hasta bien entrado junio, ya no pudimos volver a salir por el mundo, salvo por motivos concretos y muy justificados.

Tuvo que ser en julio, con la excusa de la llegada del cometa C/2020 F3 (NEOWISE), cuando nos escapásemos una tarde hasta las primeras horas de la madrugada al embalse de la Sotonera en Tormos, con el fin de fotografiar el bello cometa. Después de esta excursión, ya no encontré ocasión para salir en excursiones cortas por el mundo. Desde el último tercio de octubre y hasta hace pocos días, hemos estado en confinamiento perimetral del municipio de Zaragoza. Menos mal que entre medias, pude viajar de verdad…

Viajes, grandes o pequeños

A finales de julio de este malhadado 2020, todavía no sabía dónde ir de vacaciones. Sabía que tenía dos períodos asignados, la segunda quincena de agosto y la segunda quincena de septiembre. Y bastantes días sueltos que podía agrupar como quisiese. Pero con la duda tremenda de dónde y cómo estaría permitido viajar en cada momento, si es que estaba permitido viajar.

A finales de agosto, reservando vuelos y alojamiento con sólo tres días de antelación, tras ciertas tribulaciones e inseguridades, me escapaba yo solo a pasar ocho días a la isla de la Palma en las islas Canarias. La isla no me acogió en sus mejores momentos, con incendios forestales, calor y cálidas. Pero esos días me supieron a gloria. Pude disfrutar de bellos y variados paisajes, pude caminar algo, disfrutar de la naturaleza y relajarme contemplando volcanes y puestas del sol junto al mar. Primeros días en meses en los que mi cabeza se permitía divagar en cuestiones distintas de las que nos han afectado a todos este año.

A finales de septiembre, con unas tribulaciones similares en la reserva de vuelos y alojamiento, nuevamente con inseguridades, me iba una semana a la bella ciudad portuguesa de Oporto. Pocas posibilidades había de viajar al extranjero en esos momentos, con España como uno de los países con incidencias de casos de covid-19 más altas en Europa. Portugal, que es donde recalé, Francia, que también sufrían sus incertidumbres, o casos como el de Islandia, donde podías ir, pero sólo entrar si dabas positivo en una PCR que te hacían al llegar y cuyo resultado te comunicaban en pocas horas. Oporto fue. Que estaba extraordinariamente tranquilo. Con bellas excursiones a Guimaraes y Aveiro. La nota negativa… que extravié la cámara digital, por lo que las principales fotos fueron hechas con película en blanco y negro, con una cámara de 1973. Pero están muy bien. Y qué bien comí… qué pescado más rico.

Conforme avanzaba el mes de octubre, me di cuenta de que sí quería aprovechar días sueltos de los que me quedaba, bastantes, para ir a algún sitio, tenía que ser cuanto antes. Había pensado en el entorno del puente de Todos los Santos. Pero la desafortunada gestión que del puente del Pilar hicieron las administraciones públicas y el conjunto de los ciudadanos en sus actividades privadas, mano a mano entre todos, nos llevaron a que siete días más tarde repuntase la epidemia en lo que ha sido una fea ola de actividad con malos datos durante todo noviembre. Viéndola venir, me preparé un viaje a Andalucía, Sevilla, Doñana y Cádiz, para unos días de la tercera semana de octubre. Pude salir de Zaragoza sólo unas horas antes de que entrase en vigor el confinamiento perimetral de la ciudad por culpa de la epidemia. Estando Andalucía en un situación mucho más aliviada, sin turistas apenas, pude disfrutar de lugares habitualmente masificados, con una tranquilidad insospechada unos meses antes. Claro… la gente que vive del turismo, en número excesivo en nuestro país, estaba que echaba las muelas. Pero cuando volvía al domingo siguiente… ya no pude volver a salir a ninguna lado. Ya veremos cuándo es la próxima escapada o viaje. Y dónde.

Mañana lo dedicaré a hablar en exclusiva de la fotografía con película tradicional.

[Fotos] Fotografía con película en blanco y negro en Oporto y alrededores

Fotografía, Viajes

Bueno, aquí y ahora, en Oporto. Porque las de los «alrededores» están reveladas pero todavía no están digitalizadas. En cualquier caso, quien quiera conocer los detalles y tribulaciones técnicas de la experiencia pueden dirigirse a En Oporto (y más) con Pentax MX + Ilford HP5 Plus 400.

Para los que pasáis de la técnica fotográfica y sólo os interesan las fotos, aquí las dejo.

[Libro] Sostiene Pereira (historieta)

Literatura

Lisboa es una ciudad que me trae muchos recuerdos. Es una de mis ciudades favoritas, incluso si la experiencia de visitarla se ha modificado a lo largo de los años en las cinco ocasiones en las que he permanecido unos días en la capital lusa. La primera fue en 1990, en un puente del 12 de octubre, en la que viajamos en tren y con poco dinero, a pasar unos días en la ciudad. Siendo como fue una visita alegre, de la que guardo muy buenos recuerdos, era un tiempo en los que en octubre los otoños eran otoños, llovía de vez en cuando, no se habían iniciado muchas de las reformas que la ciudad ha experimentado después, y desprendía un aire melancólico y nostálgico, aun sin saber a qué se debía la nostalgia, muy característico.

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Inevitablemente Lisboa; casi nueve años desde ese último viaje, qué rápidos han pasado. Igual hay que volver.

En las cuatro visitas posteriores, entre 1990 y 2009, cubriendo por lo tanto 20 años de historia de la ciudad, me permitieron comprobar los cambios hacia una ciudad más moderna y cosmopolita. Y con el cambio climático, más soleada. Con un ambiente menos melancólico. Aunque los atardeceres todavía son de los mejores que conozco.

En esa Lisboa melancólica, algo provinciana para ser la capital de un país europeo, para haber sido metrópoli de un imperio ultramarino, uno se inspira para afrontar la lectura de esta adaptación al formato de historieta de la novela de Antonio Tabucchi del mismo título. Al ya fallecido toscano se le puede considerar espiritualmente luso. No he tenido oportunidad de leer la novela, pero sí pude ver hace tiempo la buena adaptación cinematográfica dirigida por Roberto Faenza e interpretado por un fenomenal Marcello Mastroianni.

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De la mano del francés Pierre-Henry Gomont tengo entre mis manos esta sorprendentemente fiel adaptación al formato gráfico, con unos dibujos y colores que inmediatemente me transportan a esa Lisboa melancólica de la que he hablado. Lamentablemente, en esta ocasión, al año 1938 en el que el salazarismo domina las calles y la política en Portugal, en Italia y Alemania hace años que rige una dictadura fascista, y en España se baten sin cuartel los partidarios de la legalidad constitucional republicana contra los fascistas y los violentos militares rebeldes de Franco. Y Pereira digiere en esta Lisboa su duelo crónico por su mujer muerta joven por la tuberculosis. Obeso, al margen del mundo. Hasta que el joven Rossi y la joven Marta, con sus ideales antifascistas, pongan boca arriba su vida.

Aunque melancólico en su tono, no deja de tener un final razonablemente optimista. La que conlleva la posibilidad de paso a la acción de las gentes adormecidas y acomodadas en rutinas, mientras la injusticia y el autoritarismo se instala a su alrededor. Por otra parte, la historia es tan bella. Y está tan bellamente contada. Y en esta ocasión, tan bellamente ilustrada. No puedo otra cosa que recomendarla, y mucho.

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[Cine] Tren de noche a Lisboa (2013)

Cine

Tren de noche a Lisboa (Night Train to Lisbon, 2013), 2 de mayo de 2014.

La entrada dedicada a esta película tendría que haber ido antes que la que comenté el lunes, porque la vi antes, pero quise darle la oportunidad de ver en vídeo la versión original con subtítulos por si se podía salvar algo. Porque estamos ante una propuesta multinacional europea de Bille August, un director danés con alguna propuesta interesante, que llama la atención por su ambicioso reparto. Pero que a la hora de la verdad ya adelanto que nos dejó bastante fríos.

Raimond Gregorius (Jeremy Irons) es un profesor de instituto en Berna, con una vida anodina y gris, que en un día de lluvia salva de la muerte a una joven que iba a tirarse desde uno de los puentes de la ciudad. La joven desaparece y él se queda con su gabardina, en la que encuentra un libro con la historia de un médico portugués fallecido casi treinta años atrás, y unos billetes de tren a Lisboa. Gregorius los aprovechará y decidirá desentrañar el misterio tras la historia del médico portugués, en los años de represión y revolución que acabaron del final de la dictadura en Portugal.

Puente sobre el Aar

Este puente sobre el río Aar, en Berna, es el lugar donde la suicida portuguesa intenta tirarse… no es una gran foto, pero es la más clara que tengo del lugar.

Estamos ante una historia muy similar a otras que se han contado. En un ambiente de clandestinidad, o espionaje, o revoluciones, se conforma un triángulo amoroso que interferirá con las actividades más o menos clandestinas de los protagonistas. La cuestión es que la película no aporta realmente nada nuevo al tema, se limita a pasearnos por las típicas calles lisboetas, salvo un ratito al principio que nos pasea por los soportales de las típicas calles del casco viejo de Berna, y a narrarnos con gran frialdad y personajes más o menos estereotipados la historia triangular de romance y revoluciones. El problema es que ni los dos catetos ni la hipotenusa del triángulo nos interesan gran cosa, ni entendemos a que viene tanta alaraca. Poca empatía con los personajes, digo, y una historia bastante previsibles que nos mantuvieron un poquito aburridos durante las casi dos horas de metraje. Me hice con una copia en versión original para verla en casa, pero ni por esas.

El caso es que uno de los ganchos importantes del filme es su reparto. Además del mencionado Irons, tenemos la presencia de gentes como los británicos Charlotte Rampling y Christopher Lee, la sueca Lena Olin, la alemana Martina Gedeck, el suizo Bruno Ganz, la más joven y actual francesa Mélanie Laurent, y otros actores menos conocidos de otras nacionalidades, principalemente británicos y portugueses sino me he fijado mal. Muchos intérpretes que nos han deleitado con buenos trabajo en diversas ocasiones, pero que en esta no bastan para sacarnos del aburrimiento.

Película claramente fallida, pretenciosa, con una historia que no nos llega a emocionar ni a interesar en ningún momento, y en el que particularmente queda ridículo el personaje de la presunta suicida. Una decepción.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

Jardim de São Pedro de Alcântara

Y mira, oye, sin pensárselo dos veces, va el tipo, coge los billetes del libro, toma el tren y aparece como quien no quiere en la estación del Rossio y en los jardines de São Pedro de Alcântara. De tirón. Como si alguna vez hubiese habido semejante tren.

[Fotos] Segunda parte de mi viaje por Portugal en 1998

Fotografía, Fotografía personal, Viajes

Hace unos días incluía en una de estas entradas fotografías de la primera parte de un viaje a Portugal que hice en 1998. La excusa del viaje fue la celebración de la Exposición Internacional Lisboa ’98. Pero sólo la excusa. La realidad es que nos apetecía conocer el norte del país, complementando un viaje que habíamos hecho 4 años antes.

Pero ciertamente, llegamos a Lisboa y visitamos aquella Expo. Lo cierto es que sacamos un bono de tres días, y fuimos dos. Era mucho más interesante recorrer la ciudad, aunque ya la conocíamos que aquel gentío, aquellas colas, aquel… no sé muy bien como definirlo. Esto me marcó lo suficiente como para que cuando diez años más tarde se celebró en mi ciudad, Zaragoza, un evento de similares características me sintiese relativamente desapegado, y aunque le hice alguna visita, lo cierto es que nunca alcancé el entusiasmo ni de lejos que mostraron muchos otros de mis conciudadanos. He comprobado que para muchos de ellos fue el acontecimiento de sus vidas. Dejando aparte los hitos vitales habituales (matrimonios, nacimientos de hijos, etcétera), claro. Pero creo que he tenido la suerte de vivir suficientes experiencias como para que estas prefabricadas me sepan a poco. Y desde luego, vale un millón de veces recorrer las tierras portuguesas o las calles lisboetas que encerrarse tres días en una exposición de este tipo. Pero de todo dejaré testimonio aquí.

Islas Berlengas

Navegando en torno a las islas Berlengas.

Obidos

Atardecer en Obidos.

Praia do Guincho

Tomando el sol, y sobre todo el aire, en la Praia do Guincho.

Acuario (Expo 1998 Lisboa)

En el acuario de la Expo 1998 de Lisboa.

Animación (Expo 1998 Lisboa)

Al ver ahora las fotografías de los espectáculos de animación de la Expo 1998 de Lisboa y recordarlos, entiendo que los de la Expo 2008 de Zaragoza eran muy similares; todas estas manifestaciones están cortadas por patrones muy similares. Al fondo, el entonces novedoso puente Vasco de Gama. También la exposición de Zaragoza dejó notables obras públicas, uno de los motivos por el que agradecemos su celebración.

Animación (Expo 1998 Lisboa)

Fotos nos muy diferentes a estas también se vieron diez años más tardes a orillas del Ebro en lugar de a orillas del Mar da Palha.

Animación (Expo 1998 Lisboa)

En cualquier caso, siempre son oportunidad estas celebraciones para fotos más o menos vistosas.

Rua Vitor Cordon - Lisboa

Pero cuanto más no se disfruta recorriendo en los viejos tranvías lisboetas las calles de la capital portuguesa. Si no recuerdo mal, esta fotografía de la rua Vitor Cordon está inspirada por una de Bernard Plossu que vi hace unos 20 años en el festival de fotografía Tarazona Foto. Pero no he conseguido volver a ver aquella foto que se me quedó grabada en la memoria. Igual yerro con el fotógrafo… No sé…

Monasterios de los Jerónimos - Lisboa

Siempre he encontrado que el estilo manuelino es un poco demasiado abigarrado, un gótico tardío un poco excesivo, pero el claustro de los Jerónimos de Belém es digno de verse.

Torre de Belem - Lisboa

Y me despido ya de aquel viaje del año 98, con la luz del atardecer reflejándose en la Torre de Belém. Aun he vuelto una vez más después a Lisboa, en 2009. Pero de eso ya hablé en estas páginas en su momento.

[Fotos] Algo de Leica, y a medio camino de mi viaje por Portugal en 1998

Fotografía, Fotografía personal, Viajes

Es un día triste para los aficionados a las cámaras Leica, en el que la marca alemana ha anunciado públicamente la realidad del producto más aburrido que tal vez haya lanzado alguna vez al mercado, descontando algunas de sus compactas en colaboración con Panasonic. Pero no es la primera vez que hace un movimiento similar. A principios de los años 2000, puso en el mercado una compacta para película tradicional muy interesante, con un objetivo fijo Summarit 40/2,4, la Leica CM, y un poco después sacó una Leica CM Zoom con un zoom poco luminoso de escaso interés. Me recuerdan rápidamente, que previamente habían hecho lo mismo con la pareja MiniluxMinilux Zoom. Pues lo mismo, pero con la gama X y en digital. El problema es que levantó muchas expectativas. Y a muchos les hubiera gustado ver una Leica CL de la época digital, que hubiera merecido el apelativo de Mini M.

Visto pues, que no hay nada interesante que comentar pues por la banda fototecnológica, os pongo unas cuantas fotos del viaje que estoy digitalizando en estos momentos. En 1998, con la excusa de la Exposición Internacional Lisboa 1998, hicimos un viaje por el país vecino empezando por el norte y llegando hasta Lisboa a visitar dicha Expo. De esto ya hablaré otro día. De momento hoy haré un recorrido desde el norte portugués hasta el monasterio de Alcobaça.

Incendios en el Parque Nacional Peneda Geres

Fue año de incendios forestales, algunos de los cuales amenazaron al Parque Nacional Peneda.Gerês

Elevador de Bom Jesus do Monte - Braga

En Braga estuvimos alojados en un hotelito muy mono en lo alto de Bom Jesus do Monte, donde hay un interesante funicular hidráulico.

Órreos en el sur de la provincia de Orense

Cuando recorrimos Peneda-Gerês, pasamos brevemente por el sur de la provincia de Orense donde visitamos algunos bonitos hórreos.

Viana do Castelo

Nos acercamos de vez en cuando a la orilla del mar, como por ejemplo en Viana do Castelo, que tiene alguna cosa más de interés que las playas.

Camino del Valle del Duero

En un momento dado comenzamos a viajar hacia el sur, hacia el valle del Duero, hacia zonas vitivinícolas.

El Duero en Oporto

Nos alojamos en Oporto, donde pudimos contemplar como los «rapazinhos» se zambullían en las aguas del Duero.

Barcos tradicionales de pesca en el entorno de la ría de Aveiro

También contemplamos los barcos y artes tradicionales de la pesca en la ría de Aveiro.

Ocaso en el entorno de la ría de Aveiro

Y en una tranquila playa cerca de Aveiro disfrutamos de un impresionante ocaso.

Monasterio de Alcobaça

Dejo esta parte del recorrido en la visita al Monasterio de Alcobaça; dentro unos días, el resto, que incluye por qué dejaron de interesarme las exposiciones internacionales.

Recapitulando,… Lisboa…

Viajes

Finalmente, un resumen de mis impresiones finales, no excesivamente ordenado, absolutamente subjetivo, sobre mi estancia en Lisboa, una ciudad que siempre ha sido una de mis favoritas, a la que visité con frecuencia en la década de los 90. Ahora llevaba 11 años sin volver, y creo que ha habido cambios.

Ahora, desde luego estamos en una ciudad mucho más moderna. Aunque estos signos de modernidad ya se apreciaban en 1998 cuando celebraron su Exposición Internacional. Pero están ahí. La ciudad está limpia y arreglada. Casi toda ella. Luego me explico. Posee unos transportes públicos razonablemente eficientes, que combinan tradición con modernidad. Un metro rápido y cómodo hace que alojarte en un hotel céntrico no sea una prioridad, ya que llegas al centro en pocos minutos. Así, puedes conseguir hoteles más modernos y confortables. Y probablemente algo más baratos.

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Estos no son los tranvías que uno espera encontrar en Lisboa, pero son modernos, rápidos y eficaces para llevar a la gente hasta Belem

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Estos, estos son los tranvías más deseados y fotografiados por todos

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Tampoco vienen mal los elevadores para salvar las cuestas de la ciudad; eso sí, cumplen rigurosamente un horario, y el conductor mientras, se echa una siestecica... diez minutos son diez minutos

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La apertura de varias líneas de metro y su progresiva extensión ha mejorado mucho la movilidad en la ciudad

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Para subir de la Baixa al Chiado ya no es necesario el ascensor de Santa Justa; ahora uno puede coger las impresionantes escaleras mecánicas que unen las bocas del metro

Como decía, la ciudad esta limpia y arreglada. No es que antes estuviese sucia; pero el desaliño de casas y calles daban ese aspecto. La excepción está quizá en el Barrio Alto. Los monos «elevadores» vandalizados por grafiteros sin arte, las casas más descuidadas también pintarrajeadas, deslucen el resto de la ciudad. Antes era un lugar idóneo para pasear, especialmente por la noche, con sus restaurantitos típicos donde degustabas lo mejor de la cocina portuguesa a precios razonables. Ahora, es algo distinto. O son restaurantes para turistas, donde te encuentras lo de en todos lados, no necesariamente malo, pero más despersonalizados, o son modernos restaurante, que van de pijos, pero en los que el menú no varía mucho de los anteriores. Apenas platos un poco más elaborados. Ricos. Pero te clavan. Mucho. Por su puesto, la excepción en el entorno del Barrio Alto es el entorno del Chiado. Y la bajada por la Rau Garret y la Rua do Carmo, antaño víctimas de un triste incendio, de la que están totalmente recuperadas habiendo recuperado su pasado esplendor.

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Considerados Monumento Nacional, los elevadores que tienen que dormir a la intemperie son vandalizados, lamentablemente

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Muchas de las casas del Barrio Alto serían muy vistosas y bonitas, pero no se encuentran en las mejores condiciones

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No faltan las tiendas curiosas en los alrededores del Chiado

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Algunos teatros presentan vistosas y aseadas fachadas

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Estaba yo contemplando la elegancia de esta "para la felicidad de las señoras", 'O boner de dam' (poner morritos para la e de boner), cuando oigo a un lugareño mencionar no se qué de un "boñeur"...

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El elevador de Santa Justa se eleva dominante en una de las calles de la Baixa

Pero claro, lo que sí que se nota mucho es el aumento notable del número de turistas. Con anterioridad, hasta en dos ocasiones visité la ciudad en el mes de agosto, más bien a finales. Y aunque hubiera turistas, nosotros entre ellos, podías visitar los distintos monumentos, o pasear entre las calles, o coger el tranvía de línea 28, sin grandes agobios. En la actualidad, cualquier tranvía o «elevador» se han convertido en una atracción turística multitudinaria, especialmente el mencionado «28». Es difícil tomar fotografías en los principales monumentos sin que te invadan las cabezas de la gente. Y en ocasiones, los propios turistas se convierten el objeto de interés. Y eso que estamos ya con septiembre muy avanzado. No me imagino cómo será en temporada más alta.

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Dos cabezotas asoman en el altar mayor de Santa María de los Jerónimos

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Es motivo de cachondeo generalizado cuando la grúa municipal se lleva a un coche con matrícula de Sevilla, causando, con la colaboración del tranvía, un cierto caos circulatorio

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Aunque no lo parezca, el tranvía de la línea 28, no sólo lo cogen los turistas; también lo usan los lugareños para desplazarse por las empinadas cuestas de la capital portuguesa

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O las tres dignas señoras que pensaban disfrutar de un viaje tranquilo en el ascensor da Bica hasta que llegaron un peña de adolescentes holandeses

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Recuerdo haber tomado antaño alguna cervecita junto a Pessoa en A Brasileira departiendo con algún lugareño; ahora es imposible, pues no hay más que turistas

Hay varios museos que merecen la pena en Lisboa. El de Oriente, el de Arte Antigua, los relacionados con el mar,… todos ellos interesantes. Pero yo siempre recomiendo el de la Colección Calouste Gulbekian. Tanto por la calidad de las piezas expuestas, como por el detalle y el cuidado que tienen a la hora de exponerlas, así como el bello entorno del que se rodea.

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¿Quien mira a quien? Por el del cuadro le está echando una mirada a la japonesita...

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Cuidados los detalles; el reloj marcaba la hora, con su sonoro tic-tac, y la daba puntualmente

De las visitas a Sintra y Cascais, más o menos todo quedó dicho ayer. Si no fuera porque lo han llenado todo de tiendas, Sintra, la población, merece más la pena que la simple visita a los palacios. El entorno en su conjunto merece la pena. Y parece que ya se han dejado de vender albornoces y mantelerías a los españoles en la costa de Cascais. Todo eso queda ya reducido a algo residual. Mejor. Más bonito.

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Peculiar el señor de la gorra que "dirigía" el tráfico junto a la bonita capilla en el centro de Sintra

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Para los portugueses, este autobús que acarreaba turistas por las cuestas del Palacio da Pena, debe ser un tren, porque en la delantera ponía Tschu-Tschu en la delantera...

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La venta de zarrios... digo... mantelerías, toallas y albornoces en la Boca do Inferno en Cascais es testimonial comparado con lo que vi hace casi 19 años

Entre «comboios» y buses, recorriendo la «naricilla» de la Península Ibérica

Viajes

En la «naricilla» de la Península Ibérica se encuentra uno de los sitios más monos de la misma. Sintra con sus palacios y sus caseronas, sumado a los bosques que la rodean, con sus castillos y sobrecargados palacetes, es un placer para pasear. Aunque nunca había visto tanto turista junto por estos alrededores. Para ir allí, nada mejor que coger un tren en la estación del Rossio, un pedazo de estación de tamaño impresionante, y que actualmente sólo acoge a los trenes de cercanías que van a Sintra. Cosas.

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El "comboio" que me llevará hasta Sintra en la inmensa estación del Rossio

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Palacio Real de Sintra con las características chimeneas de sus cocinas

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Realmente, las cocinas es una de las dependencias del Palacio Real de Sintra que más me gustan

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La mezcla de fortaleza, rocas y bosque del Castelo dos Mouros me gusta; mucho

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Sin embargo, el estilo del Palacio da Pena me parece un poco pastiche pasteloso; y además no dejan hacer fotos en el interior del palacio

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Foto del interior del Palacio da Pena

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Esto sí que me gusta; los estupendos bosques que rodean al Palacio da Pena

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Un poco de arte escultórico entre las calles y los parques de Sintra

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Mientras esperábamos al "directo" para Cascais, me ha encantado la Casa das Queijadas

Tras coger lo que la chica de información turística llama un autobús directo, nosotros diríamos el que va por la ruta corta pero haciendo más paradas que todos los autobuses de Zaragoza juntos, me llego a Cascais, con la noble intención de ver el mar. Lo que está muy bien. Además con la tarde tan estupenda que hacía.

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El Océano Atlántico ante Cascais

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Celebraban una jornada de promoción del deporte en Cascais, y estaba muy animado

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Una de las atracciones de Cascais son los acántilados de lo que llaman la Boca del Infierno... bueno... se estaba bien

Un nuevo comboio me deja en el Cais do Sodré, desde donde me llego al Chiado para desde allí mirar el ambiente por la rua do Carmo, con sus zonas comerciales y esas cosas. Me entrado a la FNAC de los Almacenes del Chiado. Por ver si había algún libro de fotografía portuguesa… pero lo poco que había no me ha convencido. Pero he encontrado una monada del libro sobre el mundo del teatro y la escena en general de Angus McBean al que no me he podido resistir. Una cena en la Baixa, y al hotel que mañana es día de vuelta.

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Ante Luis de Camoes, en el Barrio Alto, estaba organizada una sesión de lectura colectiva

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Los Armazens do Chiado... con lo quemadicos que estaban hace 19 años cuando los vi por primera vez...

Con esto de los comboios (trenes en portugués), he ido tarareando todo el día No comboio descendente, que no sé exactamente de qué cantautor portugués es, tal vez Zeca Afonso, pero que yo tengo cantada por Cristina Branco,… y me gusta. Ahora la estoy escuchando mientras escribo esto. Lo he mirado en Google. La música es de Zeca Afonso, pero la letra es nada más y nada menos que de Fernando Pessoa. Jo.

Tras una mañana en el museo, a recorrer Lisboa de abajo a arriba, de arriba a abajo, de abajo a arriba… bueno está lleno de colinas…

Viajes

Pues eso, que por la mañana me he pasado a visitar la Fundación Calouste Gulbekian, que es un sitio que me gusta mucho, donde además de excelente piezas de arte, he descubierto algunas muy divertidas, y donde hay un parque a su alrededor absolutamente encantador, y en el que se rezuma cultura y bienestar por todos los lados.

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Un musculoso centauro pilla por la teta a una rolliza centaura; cómo se lo pasaban estos centauros

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Qué agradables paseos entre árboles, césped, arbustos, juncos... de todo, en el parque de la Fundación Calouste Gulbekian

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Textos literarios hasta en los toldos para aplacar el sol lisboeta

Después he cogido el metro para dirigirme hacia el centro. Antes de subir al Barrio Alto, donde tenía la intención de pasear, comer, y volver a pasear, a ser posible en «elevador», he pasado por la Rua de Portas de Santo Antao a ver si todavía estaba la cochambrosa pensión, Residencial Florescente, donde me alojé en mi primera visita a la capital lusa. Y sí. Todavía está. Pero parece que no tan cochambrosa. Incluso parece tener aire acondicionado en las habitaciones. Prefiero no describir el «aire» que teníamos en aquel puente del Pilar de 1990.

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Residencial Florescente, el nombre ya se las trae... pero la tendríais que haber visto hace 19 años

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Elevador da Gloria saliendo de su parada junto a Avda da Liberdade

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Miradouro de Sao Pedro de Alcantara, con sus fadistas y todo

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Elevado de Bico, bajando hacia el Cais do Sodré, o cerca, vamos

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En el Miradouro de Santa Caterina, comprobamos que el concepto de antena colectiva todavía no es popular en Lisboa

Tras mis paseos por el Barrio Alto, un viaje en el tranvía de la línea 28, y un paseo por la colina de enfrente. Especialmente por el Castelo de San Jorge y por la Sé, que mira tú por donde hasta ahora no había visitado por dentro. Y el claustro no está mal.

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Cruce de tranvías en la Baixa

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Castelo de San Jorge, con sus almenas y torreones, y un nublado de preocupar

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El claustro de la Sé incluye excavaciones arqueológicas que se remontan a tiempos de los romanos

Tras estas visitas, y con un nublado que ha llegado a chispear en algún momento, me he dado una vuelta por la Alfama. Lugar único, al que hay que ir de vez en cuando. Es como pasar a otra dimensión social y cultural. Y con el inefable olor a sardinas asadas. El paseo ha culminado en el mirador de Santa Clara donde me ha sorprendido (gratamente) la puesta de sol, que se ha abierto paso entre las nubes.

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Casas azulejadas en la Alfama

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"Fado To Day's"; todavía no tengo claro si el fado era hoy o "a días"

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Qué bonita puesta de sol desde el Miradouro de Santa Clara... ¡ay!

Después ya todo ha sido pasear un poco más hasta ir a cenar al Barrio Alto un bacalhau que estaba estupendo. Mañana más.

Saludos desde el estuario del Tajo

Viajes

Esta semana estoy de vacaciones. Me quedaba algo después del verano, y había que irse cogiendo poco a poco. Aunque planes, tampoco es que hubiera muchos. Así que, con la excusa de que hacía 11 años que no visitaba Lisboa, una de mis ciudades favoritas, y dado que encontré un vuelo realmente barato desde Madrid, me he escapado unos días a orillas del Tajo. No gran cosa. Pero por airearme un poco.

He llegado a Lisboa a primera hora de la tarde, y como esta estaba soleada y agradable, he decidido darme una vuelta por Belem. Que con la brisa que sube por el estuario del Tajo, se está muy bien. Por supuesto, eso implica una visita a los Jerónimos, un monasterio muy mono. Muy manuelino, quiero decir.

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Interior de la iglesia de Santa María de Belem en el Monasterio de los Jerónimos

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Turista, pintura y prócer muerto en la iglesia de los Jerónimos

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De estilo gótico manuelino, el claustro del monasterio s realmente vistoso

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Como en todo los claustros, la gente se hace fotos desde todos los lados hacia todos los lados

Después sí que ha venido el paseo por la orilla del estuario, visitando los típicos monumentos del lugar. Uno dedicado a los descubridores, un poco pastiche y ostentoso. Pero también esa cucada que es la Torre de Belem, a modo de barquito varado, controlando la entrada al puerto de Lisboa. Y sus barquitos, y sus pescadores, y su todo.

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Como diría Gil y Gil, pues si que es "ostentóreo" el monumento a los descubridores, sí

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Una mala información en la guía, y he llegado tarde para poder visitar la Torre de Belem; menos mal que ya lo había hecho alguna otra vez

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Pescadores con caña a la sombra de la Torre de Belem

Emprendiendo poco a poco la vuelta, he paseado por el barrio de Belem. Desde luego, no han faltado los horribles trenes de cercanías que pasan constántemente en dirección a Estoril y Cascais. Pero afortunadamente, también se podía disfrutar de las coloridas casas al sol de la tardecer, o de la silueta del puente del «nomeacuerdoquefecha», que domina todo el estuario, para bien o para mal.

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Más feos que pegar a un padre, son los comboios que van a Cascais

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El colorido de las casas en Belem se acentúa con la luz del atardecer

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El colosal puente sobre las vías del tranvía a orillas del estuario del Tajo

De vuelta en el centro de Lisboa, me ha dado tiempo a hacer algunas fotografías nocturnas de los bonitos y diminutos tranvías que recorren las colinas lisboetas. O de presenciar después de cenar el ambiente del Chiado, ahora más animado con su boca de metro que parece que sube desde el centro de la Tierra. Y luego a dormir. Que yo todavía llevo la hora española.

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Un minúsculo tranvía de la línea 28 pasa a los pies de la Sé lisboeta

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En el Largo do Chiado nunca faltan artistas callejeros