Quien haya visitado estos últimos días este Cuaderno de Ruta, se habrá dado cuenta de que no ha tenido su actividad normal. He estado de minivacaciones. He hecho una corta escapada por Italia, con unos amigos de este bello país. En concreto hemos pasado unos días en Génova, desde donde hemos hecho excursiones a distintos lugares más o menos cercanos.
Iré desarrollando el viaje fotográficamente hablando, aunque supongo que iré subiendo las fotografías a los álbumes de carloscarreter.es, donde los podréis ir viendo los próximos días. En cualquier caso, pondré también por aquí algún recordatorio. Y fotos se verán ilustrando los temas más diversos.
Os lo cuento con fotos.

Estuve de paso por Génova cuando tenía 17 años. Hicimos una noche de ida hacia Roma y otra de vuelta. Pero no vimos más allá de lo que pudimos apreciar desde el autobús que nos transportaba en nuestro viaje de estudios.

En aquellos momentos daba la imagen de ciudad avejentada e incluso «peligrosa» como otras mediterráneas de ambiente portuario.

Pero nos hemos encontrado una ciudad muy interesante, con mucho que ver y de lo que aprender, incluido un laberíntico casco antiguo con todo tipo de ambientes de lo más interesantes.

Una de sus principales atracciones culturales son los «Palazzi dei Rolli», antiguas residencias de los aristocrática plutocracia genovesa, actualmente en su conjunto Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Muy vistoso el Palazzo Spinola, con su galería de los espejos, incluida.

Y abundantes son también las iglesias barrocas, bien recargadas y ornamentadas, símbolo de la riqueza de la ciudad en su momento. Siendo la Pascua, muchas estaban abiertas toda la noche a los fieles que quisieran velar estos significados días para los católicos.

Impresionante también el Cementerio Monumental de Staglieni, en el que una mezcla de ostentosidad, vanidad y religiosidad se dan cita, con la paradójica voluptuosidad que los escultores plasmaron, originaria de sus modelos carnales, pero que se aprecia en sus pétreas criaturas angelicales.

Notable es también el acuario, muy frecuentado por las familias, aunque los he visto mejor organizados.

Un día dedicamos a las bellas «Cinque Terre» en la Riviera de Levante de la costa de Liguria. Su mezcla de poblaciones costeras con el paisaje de viñedos, bosque húmedo y bosque bajo más árido, mediterráneo, también son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Probablemente sea Vernazza el pueblo de las «Cinque Terre» considerado como más vistoso. Y desde luego el más visitado. Pero otros como Manarola y Riomaggiore no están nada mal.

Otro día también paseamos por delante de las exclusivas tiendas de Portofino, donde supongo que compran los adinaderados poseedores de los no menos exclusivos y ostentosos yates que a veces se ven.

Huyendo de un día de lluvia en el norte de Italia, nos acercamos hasta Florencia, que en los nueve años que hace que no la visitaba ha multiplicado notablemente su número de visitantes, casi hasta hacerse agobiante.

Aunque algunos resulten interesantes. Ya vi hace unos meses en Nueva York, y lo contrasté en varios lugares, entre ellos el Ponte Vecchio de Florencia, que muchos jóvenes, en muchas ocasiones chicas, como equipo fotográfico llevan su teléfono móvil para las fotografías más casuales, y veteranas cámaras para película para sus fotografías más pensada y personales. Esta estilosa asiática llevaba una potente Nikon FM2.

Bastantes kilómetros hemos hechos en los trenes de Trenitalia, como este regional que cogimos en Santa Margherita Ligure, con algún susto debido a los retrasos y los horarios apurados.

Y no han sido mis vacaciones más inspiradas fotográficamente, pero alguna cosa podré rascar. Me despido aquí desde Santa Maria delle Vigne en Génova.