Sinceramente, no veo necesidad de dedicar mucho tiempo al comentario de estas fotografías realizadas entre el puente de la “Inmaculada-Constitución” y el día de Navidad. En esas fechas de diciembre, estuve bastante ocupado. Y además de dedicar un par de ratos a probar un chisme nuevo, apenas me dio tiempo a nada más.
Eso sí, intenté encontrar mis ratos para caminar, por el bien de mi salud. Y en esas ocasiones, siempre llevo una cámara fotográfica conmigo. Como en esas semanas de diciembre, con frecuencia una cámara compacta, que no pese ni ocupe volumen. Pero tampoco la luz estuvo muy digna en esos días. Sol radiante, pocas nubes, fuertes contrastes… a pesar de que en diciembre el sol siempre va más bajo y la cosa no suele ser grave.
Los detalles técnicos de las fotografías, como de costumbre, en Carlos en plata, aquí, sin más, os dejo algunas de las fotografías tomadas en mis caminatas siguiendo las riberas del río Ebro a su paso por la ciudad de Zaragoza. Paseos muy agradables, especialmente con los colores del otoño… que antaño no duraban hasta mediados de diciembre. Cosas de la crisis global climática.
Llevamos varios años en los que el tiempo de otoño es sorprendentemente benigno. Temperaturas agradables, días soleados. Adiós a las nieblas persistentes que antaño duraban semanas en Zaragoza. Sin embargo, este año dio la sensación de que sí que era más otoño que otros. No lo sé. Con la crisis climática global ya es difícil saber si tus sensaciones se corresponden con los datos registrados por los meteorólogos.
La cuestión es que a finales de noviembre sí que tuvimos algunos días con nieblas. Las fotografías de hoy, y cuyas características técnicas podéis leer en Carlos en plata, son de esas semanas. En la que la luz de sol estaba matizada por un cierto grado de bruma, o simplemente desaparecida, por nieblas más o menos persistentes.
Como ya explico en Carlos en plata, de vez en cuando me salen fotos anodinas, sin mucho interés. Incluso me había planteado ignorar supinamente la fotografías de este rollo de película. Pero al final… pues aquí hay algunas. Sin más. Y es que hoy es el día adecuado,… porque hoy es un día sin más… espero,… que simplemente tiene que pasar. Dicen que estos días de enero son los más tristes del año. Nunca había pensado mucho en esas cosas, pero este año va a ser verdad. O algo.
Reconozcámoslo, no soy muy dado a los «efectos especiales» en fotografía. No soy aficionado a torturar las fotografías digitales en el software de procesado, algo que muchos hacen para intentar dar interés a fotografías por lo demás banales. Pero tampoco soy muy aficionado a incluir accesorios que modifique la apariencia natural de la imagen directamente en la cámara o en la película fotográfica en el momento de la toma. A pesar de todo, dispongo de un objetivo soft focus, para hacer fotos con flou, como se decía antaño.
Compré el objetivo para incluirlo en mi colección como una curiosidad, más que porque pensase utilizarlo habitualmente. En aquellos momentos estaba tirado de precio, hoy en día probablemente no gastaría el dinero que piden. Que no es desorbitado tal y como está el mercado… pero tampoco me merecería la pena. No obstante, de ciento a viento, me da por usarlo. Y en un fin de semana de principios de julio, para suavizar los rigores de la dura luz del verano, lo utilicé. Las características técnicas del chisme y de la toma las podéis encontrar en una publicación de Carlos en plata. Aquí os dejo algunos ejemplos de las fotos.
Hace unas semanas ya publiqué en estas páginas un par de entradas, esta y esta, con fotografías en blanco y negro realizadas con la Pentax Spotmatic con la que me hice para aprovechar los objetivos que tengo de montura M42. Las cuestiones más técnicas las publico en Substack. Hoy voy con las primeras fotografías con película en color que hice con la cámara, y que me llegaron reveladas hace un par de semanas. Pero como he priorizado el comentario de los viajes a Madrid y Pamplona, no había tenido la ocasión de hablaros de ellas todavía.
Por supuesto, en Substack, el comentario técnico de turno. En el cual aprovecho para dar un repaso a un objetivo muy interesante, fabricado por Asahi Pentax hacia finales de los años 60 o principios de los años 70, y que es el más adecuado para usarlo con esta Pentax Spotmatic. Todas las fotos que muestro están hechas con esa combinación de cámara y óptica.
Me suscita este comentario la revisión de las fotografías que hice durante mis días de fiesta en Navidad. Que aunque fueran frescos muy de mañana, fueron bastante agradables en general. Sólo si durante unas horas al principio del día hubo niebla, se notó un frío más desagradable. Pero la niebla se levantó antes del mediodía casi todos los días. Sobre las fotografías podéis saber más en En Navidad, hace buen tiempo,… – Olympus mju-II con Fujifilm 200. Pero lo que más comentábamos en esos días era que llevábamos varios años en que el tiempo es muy benigno en los meses de noviembre y diciembre comparado con lo que era anteriormente. Y las mediciones que publican las agencias de meteorología confirman esta sensación subjetiva. Son las consecuencias de la crisis climática.
Pero acompañando a la crisis climática, siempre han venido un buen número de negacionistas. Durante años negaron la propia crisis, el calentamiento global. En algún momento de los primeros cinco años del siglo, los medios de comunicación planteaban debates, en todo el mundo, en el que personas discutían si el calentamiento global era una realidad o no. Creo que fue en Nature, pero quizá fue otra revista del mismo estilo y prestigio, se publicó en aquellos momentos una editorial en la que informaban que, en aquellos momentos, entre el 2000 y el 2005, de cada 100 artículos que se publicaban sobre el tema, 3 discutían si el calentamiento global era o no una realidad. Los 97 restantes lo que discutían era a qué velocidad se estaba produciendo, considerando probando este hecho. Un nefasto divorcio entre ciencia, prensa y política/sociedad, que probablemente nos cueste muy caro por la inacción para afrontar el problema.
En la actualidad ya no se niega el calentamiento global. Lo que se niega es que sea una crisis, y que tenga consecuencias negativas. Con argumentos peregrinos y absurdos, como que las plantas «respiran» CO2 y que les viene bien para prosperar. Sobre esto. Las plantas respiran oxígeno, como nosotros. Lo que sucede es que también consumen CO2 para la fotosíntesis, que no es «respirar». Cuando no hay luz, siguen respirando oxígeno, aunque no consuman dióxido de carbono para sintetizar las sustancias orgánicas necesarias para su subsistencia. Y que tan estupendamente nos vienen a los heterótrofos para la nuestra. Volviendo a lo que iba. El negacionismo hoy en día es negar las consecuencias negativas… aunque las suframos constantemente. En muertes por calor extremo. En eventos de meteorología extrema. En alteraciones en las cosechas y en los ritmos vitales de los animales. En la erosión de las tierras. En las sequías y la carencia de agua para los cultivos o las poblaciones. Qué triste. Nuevos retrasos a la hora de tomar medidas.
Todo el mundo alaba la belleza de las fotografías otoñales y de sus colores. Generalmente refiriéndose a los colores de las hojas de los árboles caducifolios con sus tonos ocres. Con una variedad entre los amarillos y ocres amarillo y los rojos y ocres rojos, son fotografías que gustan mucho. Y que en nuestras latitudes, con nuestra flora y con nuestras condiciones climáticas son raras. Muy raras. Lo cierto es que, en la mayor parte de los valles del sur de Europa, los árboles caducifolios no llegan a alcanzar esa riqueza cromática propia de los bosques de latitudes más frías, o en las montañas. En Zaragoza, no es infrecuente que a lo que las hojas verdes empiecen a amarillear, el tiempo empeore, llegue alguna borrasca con abundante cierzo, el viento del noroeste dominante, y caigan. Del verde al suelo sin apenas transición por esa famosa gama de colores ocres. Y con lo benignos que están siendo los otoños últimamente,… esta mañana, desde mi puesto de trabajo, veía los plátanos de sombra del hospital psiquiátrico al otro lado de la avenida, y estaban todavía con hojas, aunque ciertamente ocres. Y paseando recientemente por el Ebro, aun había árboles, a principios de enero, con hojas verdes.
Pero los colores del otoño no son sólo los de las hojas de los árboles. Son los de los atardeceres, más prolongados, con una luz suave y matizada que dura más tiempo, con la luz del sol poniente reflejándose sobre la parte inferior de las nubes con mayor o menor intensidad, luz que a su vez es reenviada al paisaje que adquiere unos tonos agradables. Si a eso sumas esas temperaturas más benignas, es el tiempo ideal para hacer fotos. Como las del rollo de película negativa en color que comento en Paisaje en naturaleza urbana con teleobjetivo – Canon EOS 3 con EF 70-210 mm f3.5-4.5 USM y Fujifilm 200, y del que traigo aquí unos ejemplos. Además, como el atardecer sucede mucho antes que en verano, aun te da tiempo a volver a casa, cambiarte y salir a disfrutar de la velada del sábado con los amigos. En verano, o una cosa o la otra. Las dos… difícil. Así que ya sabéis. En otoño, los sábados por la tarde, sacudiros la pereza y la modorra y salid a disfrutar del paisaje. Incluso del urbano.