
Pues eso, fundamentalmente hemos paseado por Buda, la orilla derecha del Danubio; así, pronto por la mañana acompañados por el tráfico incesante de tranvías.

Y como lo de subir a lo alto de la vieja ciudad es cansado, pues nos hemos cogido el bonito funicular que sube al Palacio.

Espectacular palacio que domina toda la ciudad, hoy convertido en museo; el actual presidente de la república ocupa unas dependencias cercanas más modestas.

Después nos hemos ido a visitar la colorida iglesia de Matías, el templo más característico de la capital húngara.

Y hemos paseado por los bastiones de los pescadores, donde uno cetreros ofrecía a la gente, por dos módicos euros al cambio, un contacto con las rapaces; aunque alguna soplaba del susto que llevaba en el cuerpo.

En toda esta zona alrededor de la iglesia y los bastiones, es donde más turistas hemos encontrado; todos haciendo fotos, unos hacia un lado...

Después, justo antes y después de comer, el obligado paseo por las calles de Buda, tan coquetas, aseadas,... y con restos del pasado... aunque muy bien conservados. ¡Mono el "trabi! ¿Verdad?

Hemos seguido por el Danubio corriente abajo; y hemos entrado en el vestíbulo de los baños del hotel Geller; yo ya estuve dentro hace 13 años. Ahora estamos valorando si merece la pena ir... vaya precios para un rato de piscina... porque lo que son los baños al aire libre, con la rasca que hace...





