(Cine) Napszállta [Atardecer] (2018)

Cine

Napszállta [Atardecer] (2018; 04/20190114)

El viernes pasado nos encontramos con una renovación de la cartelera llamativa. Habíamos pasado de un ritmo de novedades bastante austero, con pocas alternativas de interés, a una semana donde había hasta cuatro posible candidatas a llevarnos a las salas de cine. Sumidos en el mismo estado de ánimo que nos lleva últimamente a mirar con escepticismo las propuestas «oscarizables», nos atrajo de inmediato la atención la nueva propuesta del húngaro László Nemes, que tanto nos interesó con su tremenda propuesta de hace casi tres años sobre el campo de exterminio alemán de Auschwitz. En aquella ocasión la crítica fue unánime alabando la película, que acabó ganando el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, una categoría frecuentemente más interesante que la del premio gordo.

Como es lógico, nos trasladamos a la capital húngara; sede de un sistema democrático de los más deficitarios de Europa, por su deriva ultranacionalista y xenófoba en la última década.

Nos traslada Nemes en esta ocasión al principio de la segunda década del siglo XX en Budapest, no recuerdo si 1910 o 1911. En aquel momento, la actual capital húngara era una de las capitales de la monarquía dual del Imperio Austrohúngaro, en el que la dinastía de los Habsburgo eran simultáneamente emperadores de Autria y reyes de Hungría, aunque ambos estados seguían siendo formalmente independientes uno de otro salvo en temas de defensa y relaciones exteriores. Y era un estado y un sistema en clara decadencia. En ese ambiente, una joven sombrerera huérfana, Írisz Leiter (Juli Jakab), llega a la ciudad procedente de Trieste, para solicitar trabajo en la sombrerería que una vez perteneció a sus padres hasta que un incendió acabó con su vida. Una vez allí, intentará descubrir qué pasó realmente y cuál es el paradero y el papel en todo el cotarro de su desaparecido hermano. Y lo que va a descubrir va a ser que nada es lo que parece.

Rodada de una forma muy similar a su anterior película, cámara en mano, siguiendo de cerca permanentemente al personaje principal, con una reducida profundidad de campo que provoca que intuyamos el ambiente que rodea al protagonista pero no lo percibamos con claridad, y con un ambiente sonoro también confuso, no hay conversaciones claras y definidas, el espectador tiene por lo tanto una visión parcial y a veces fragmentada de la realidad que rodea a la protagonista. Hay quien se siente cómodo con esta forma de rodar, otros espectadores no acaban de aceptar esta situación. Y esto puede provocar cierta incomprensión de la película.

Sin embargo, a mí no me ha parecido confusa. Creo que la alegoría está razonablemente clara. Esa sombrerería alrededor de la cual han sucedido y suceden cosas que nos llegan a parecer terribles, me parece un microuniverso que representa a la monarquía austrohúngara de la época, un edificio de fachada y apariencia respetables, pero corrompida y decadente por dentro. Un gigante, que ni siquiera lo era tanto, con pies de barro. Y el final anunciado es un presagio de lo que fue el final del imperio, en medio de una violencia no vista hasta el momento, del odio y la destrucción. El único personaje luminoso de la función es la protagonista, que se niega a cerrar los ojos, a aceptar el destino marcado, simbolizado por el destino de las sombrereras en relación con la familia real, y que busca la verdad y la limpieza hasta las últimas y terribles consecuencias.

Con unas interpretaciones notables o sobresalientes, empezando por su protagonista, y las peculiaridades técnicas del rodaje, está filmada con negativo tradicional y se nota, a mí me ha parecido una propuesta sumamente interesante. De las que incluso mejora con el recuerdo. Un reflexión histórica de alto nivel, que además nos debería hacer pensar en la corrupción y decadencia que pueden empezar a sufrir los regímenes políticos actuales, de apariencia política respetable, con graves problemas internos, que afectan siempre a las clases más desfavorecidas. Un film de carácter político, sin lugar a dudas.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[Libros de fotografía] Graciela Iturbide y Bernard Plossu, los dos por menos de 6 euros

Fotografía, Fotografía personal

Pues sí. Una estupenda ganga. Dos fotógrafos estupendos, que me gustan mucho. La mejicana Graciela Iturbide por 1,95 euros, y Forget me not – Bernard Plossu, inédito por 3,95 euros, los dos de Tf.editores. Con esos precios, si te gusta la fotografía, no te puedes equivocar. Es un buena compra, un chollo, seguro. No hay que dudarlo. Los he encontrado en el VIPs de Plaza Aragón de Zaragoza.

Para acompañar la noticia, una serie tomada en 1997 durante un viaje por la República Checa y Budapest, en el que el desplazamiento entre Praga y la capital húngara lo hicimos en tren. Llevaba yo entonces una Minox 35ML que me abandonaría en 2001 quedándose en un tren belga mientras yo me apeaba en Lovaina procedentes de Lieja. No apareció por la oficina de objetos perdidos de la estación de Bruselas. Algún belga o turista en bélgica la seguiría disfrutando. Y esta Minox la cargaba con película en blanco y negro, Ilford Delta 400 en este caso, mientras que la réflex de Canon cargaba con alguna Fujichrome. No sé. Creo que salvando las distancias, estas fotos me han recordado a las de Plossu.

Paso a nivel entre Brno y Viena

No puedo recordar con precisión todos los lugares en los que se tomaron las fotografías. Por ejemplo, en principio creía que este automotor podría estar cogido en un paso a nivel entre Brno y Viena, pero existe la posibilidad de que fuera en el desplazamiento con un coche alquilado entre Praga y Brno.

Desde el tren entre Praga y Budapest

Aquí ya desde el tren entre Praga y Budapest, todavía en la República Checa creo yo.

Desde el tren entre Praga y Budapest

El tren era cómodo, por lo menos en aquel coche de primera clase de los ferrocarriles húngaros fabricado por CAF en Zaragoza, pero fue lento por las obras de renovación de la vía. Estas viejas furgonetas también deben estar pilladas en alguna estación en la República Checa.

Abandonando la estación de Bratislava

Esta estación, sin embargo, la puedo identificar con precisión por haberla visitado con posterioridad, en 2009. Es la estación de Bratislava en Eslovaquia.

El tren corre en paralelo al Danubio

Ya en Hungría, o muy próximos en Eslovaquia, la vía del tren corre paralela a la orilla izquierda del Danubio.

Desde el tren, el castillo de Visegrad

Y la fortaleza que se ve en esta fotografía también la puedo identificar ahora, ya que la visité en octubre de 2010. Es el castillo de Visegrad, Hungría.

[Libro] El último encuentro

Literatura

Habiendo vuelto en las últimas semanas a una rutina más normal que la que tuve en el cambio de año, me cuesta más tiempo terminar mis lecturas. Pero recientemente he terminado el séptimo título perteneciente a la colección Xº Aniversario de la editorial Salamandra. Y en esta ocasión me he introducido en las reflexiones de un viejo aristócrata húngaro tal y como nos las presenta Sándor Márai.

El último encuentro
Sándor Márai
Salamandra; Barcelona, 2010
ISBN: 9788498383300

Estamos en los finales de los años 30 del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial se echa encima de Europa, y en su mansión solariega, un anciano aristócrata húngaro, general del viejo imperio de los Habsburgo hasta su desaparición en la guerra anterior, recibe noticia que el que fue su mejor amigo hasta que abandonó el país 41 años antes, ha vuelto a la cercana ciudad. Este fue el hijo de un funcionario imperial en tierras de lo que hoy es Polonia, y cuya madre fue étnicamente polaca, sentimiento que heredará el hijo de una forma u otra. Se darán cita para cenar esa misma noche. Durante los preparativos de la cena, el aristócrata recordará los hechos claves de los años de su infancia, de su adolescencia y de su juventud, buena parte de ellos en la Viena imperial, en los que se forjó su carácter y su amistad con el hombre que ahora reaparece en su vida. Durante la cena, los antiguos amigos se contarán lo que fue su vida desde su separación, hasta que finalmente el general sacará a la luz los motivos de su profunda separación y los hechos que amargaron la vida de los dos hombres durante cuatro décadas largas. Todos ellos tienen que ver con la difunta esposa del general, que falleció 8 años tras la separación de los dos amigos.

Schönbrunn - Parque

Durante el relato, los recuerdos del viejo general nos llevan a sus paseos por los jardines de Schönbrunn cuando era un cadete en la Viena imperial - Panasonic Lumix LX3

El relato se estructura por lo tanto en dos partes diferenciadas. En primer lugar, los flashbacks en los que el general nos retrotrae al pasado y nos pone en antecedentes. En segundo lugar, el diálogo que progresivamente se transforma en monólogo durante la cena y su sobremesa en el que el general nos descubre lo que ha atormentado la vida de los dos hombres. Aunque algunas cuestiones son intuidas por el lector, no deja de haber sorpresas sobre lo que realmente atormenta al personaje principal.

Reconozco que la novela está muy bien estructurada y planteada, que te empuja hacia delante, te impulsa a leer más buscando conocer las motivaciones del aristócrata. Si bien nunca llegas a conocer la realidad total de lo que sucedió, ante los silencios de su interlocutor, convertido en oyente más que otra cosa. También es interesante el contexto de multietnicidad en el que se mueven los protagonistas de aquel curioso experimento que fue la monarquía dual austrohúngara, cuestiones históricas que siempre me atraen. Sin embargo, a mí me ha costado motivarme en algunos momentos, ya que me resulta difícil empatizar con un personaje como el del general. Un militar terrateniente trasnochado del todavía más trasnochado Imperio Austrohúngaro no es precisamente alguien me caiga simpático.

No obstante, no deja de ser una lectura de buen nivel, bien escrita y planteada como ya he dicho, que podrá interesar a más de uno.

Visegrad desde el cruce del Danubio

El Danubio fluye rodeando la fortaleza de Visegrad; unos bosques semejantes debieron rodear la casa solariega del protagonista de la novela de hoy, aunque en ningún momento se sitúa en el mapa el lugar donde se encontraba - Panasonic Lumix GF1, G 20/1,7 ASPH.

Cuatro viajes, y alguna excursión en 2010

Fotografía personal, Viajes

Si ayer resumía la cotidianidad fotográfica en 12 meses del año 2010, hoy resumiré mis correrías por el mundo. Básicamente, han sido cuatro viajes al extranjero, que van desde casi un par de semanas de vacaciones en julio el más largo, hasta un fin de semana extendido en septiembre el más corto. En cualquier caso, han dado bastante materia fotográfica.

En el apartado local, no me he movido mucho por tierras hispanas salvo cuatro viajes en el día a Madrid, además de un día a la vuelta de Alsacia, y un par de escapadas a Barcelona. En algún momento hemos planificado como alternativa a alguno de los viajes al extranjero, algún recorrido por tierras hispanas. Pero ha habido un problema. Los transportes públicos en España, salvo las cercanías ferroviarias en algunas ciudades y los trenes de alta velocidad, son una porquería desde el punto de vista de quien viaja por placer. Y es muy difícil planificar un recorrido ágil sin llevar coche propio o alquilado. Y no nos ha apetecido conducir. Cosas que pasan. Así que para otra vez. Aunque dudo que esto se resuelva a corto plazo.

Pero vamos al resumen.

Semana Santa – Ámsterdam y otras ciudades holandesas:

¿Será la calle de perdición y lenocinio más estrecha del mundo?

Lugar de perdición, las estrechas calles del Barrio Rojo de Ámsterdam son visitadas en masa por los turistas que visitan la capital neerlandesa.

De Hortus - Mariposa

Probablemente, mi mejor fotografía de mariposas la tomé en 'De Hortus Botanicus' de Ámsterdam, en unas condiciones altamente desfavorables para este tipo de imágenes.

Niewe Kerk

Un vistoso arco iris nos saludó tras la Nieuwe Kerk de Delft, tras una fuerte tormenta.

Vacaciones estivales – Alsacia y algo más:

Ponts Couverts

En el límite sur de la Petite France se encuentran los vistosos 'pont couverts' de Estrasburgo.

Alegría en la baca del Land Rover

Nuestra visita a Baden-Baden se vio alterada por la victoria de la selección alemana de fútbol con la argentina en una de las eliminatorias de la Copa del Mundo de Fútbol, que en ese momento se celebraba en Sudáfrica.

Champ du Feu

Los frondosos bosques de los Vosgos se abren en las pistas de esquí del Champ de feu.

Escapada en septiembre – Colonia y alrededores:

Catedral - fachada

La magnifica fachada de la catedral de Colonia es probablemente el principal hito turístico de la ciudad, especialmente con la cálida luz del atardecer.

Love is only a four letter word (Hohenzollernbrücke)

Una iconoclasta frase en la calzada contrasta con el entusiasmo con el que los enamorados enganchan sus candados del amor en el puente Hohenzollern de Colonia.

Augustusburg - bosque

Tras un día de lluvia, pudimos visitar los frondosos bosques del parque del palacio Augustusburg en Brühl, en una mañana fresca y soleada.

Huyendo del Pilar – Hungría:

Parlamento desde el Puente de las Cadenas

Al fondo, tras la silueta de este apresurado húngaro, se levanta la mole del Parlamento en Budapest.

Isla Margit

Uno de los lugares que más nos gustó de Budapest fue la isla Margit, donde muchos habitantes de la ciudad acuden a mantenerse en forma.

Ayuntamiento

Con la luz de la tarde, se muestra en todo su esplendor la plaza principal de Pésc, capital europea de la cultura 2010.

Por Madrid de vez en cuando:

Memorial 11-M

Habiendo llegado con suficiente tiempo a la estación de Atocha, dediqué un momento en marzo a visitar el memorial a los atentados de los trenes de cercanías del 11-M, cuyo aniversario se celebró un par de días antes.

El hombre invisible

En mayo, y con un tiempo excelente, la plaza Mayor de Madrid se llena de animación callejera que busca entretener a los turistas, y librarles del peso de parte de su presupuesto de gastos para el viaje.

Isabel Muñoz en el Canal de Isabel II

La visita de julio la dediqué casi en exclusiva a las exposiciones de PhotoEspaña 2010, entre las que se encontraba una de Isabel Muñoz en el Canal de Isabel II.

Atardecer desde la terraza del Círculo

Uno de los momentos más agradables del año fue el ocaso desde la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid, ya en el mes de diciembre.

Un par de visitas en Barcelona a los amigos:

Desconsuelo

Aprovechando el festivo en Huesca de San Lorenzo en agosto, me escapé a Barcelona, donde visitamos otra vez el MNAC, y apreciamos la sensualidad de la escultura modernista.

Ramblas

Ya en diciembre, en una nueva visita a la capital catalana, nos vimos obligados a cruzar las tumultuosas ramblas, donde algunos de los muchos mimos descansaban.

Recomendación musical:

Nadie puede dudar de que Frank Sinatra fue uno de los grandes cantantes populares del siglo XX. Y el más grande de los crooners. Pero su ego fue tan grande, al menos, como su fama. En 1967 grabó un disco absolutamente recomendable con el maestro Jobim. Pero claro, cuando fueron a bautizar el disco, se dio cuenta que su nombre artístico, Frank Sinatra, por el que lo conocemos todos, era mucho más corto que el de Antonio Carlos Jobim. Y eso no podía ser. Así que este disco, cuya audición recomiendo hoy, fue el único en el que apareció con su nombre completo. Y el disco se tituló, Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim. Feliz año.

Listo el libro del viaje por Hungría

Fotografía personal, Viajes

Mientras me quito de encima el alucine del rumor de que el viejo pesetero del cine y el marchandising jolibudiense está pensando en volver a rodar una trilogía de la saga Star Wars, en 3D claro, debe andar corto de calderilla el tío Lucas, termino de ajustar algunas cosillas de la publicación del libro de fotografías de mi reciente viaje por Budapest y otras ciudades húngaras.

Como viene siendo habitual lo podéis encontrar en dos lugares. Por un lado está publicado en Blurb, de donde me vendrá en unos días la copia impresa. En lugar de utilizar el programa de escritorio que ofrece este servicio para maquetar el libro, he utilizado su nueva utilidad Bookify, que no necesita una aplicación de escritorio, sino que se utiliza via internet. He de decir que salvo la lata de subir las imágenes, que cuesta mucho más que subir el libro desde la aplicación de escritorio una vez terminado, luego me ha resultado muy cómodo, sobretodo por la preparación previa de las imágenes que subo que me permite dejar que el programa distribuya automáticamente las imágenes en las páginas. Además así he obtenido un 25% de descuento. Promoción, por si alguno le interesa, que estará vigente hasta el 2 de noviembre.

Pulsa en la imagen para ir a Blurb para ver, y eventualmente comprar, el libro de Hungría, 2010

Pero para quienes no estén interesados en el libro como ente físico de papel, para hojear su contenido es más cómoda la opción de Issuu que el preview book de Blurb. Así que también la he subido en ese servicio de publicación electrónica, que ya ha permitido que algunos de mis libros de viajes anteriores de este año hayan sido hojeados por casi 400 personas. Así que también os podéis dirigir a este servicio.

Pulsa en la imagen para hojear el libro en Issuu.

Ya sin más os dejo, que es domingo, y lo suyo es dedicarse al dolce far niente. Es decir, a la sana vagancia. Con una foto, eso sí. Del viaje a Hungría, cómo no.

Estación

Un tractor de maniobras evoluciona en la estación de Pécs, mientras esperamos que sea la hora de salida del InterCity con destino Budapest - Panasonic Lumix LX3

Por si no os habías fijado, el reportaje del viaje a Hungría está enlazado en la columna lateral

Fotografía personal, Viajes

Hoy he estado un poco espesito, con una serie de historias, y no he he traído nada interesante a estas páginas. Pero quiero aprovechar para recordar que el enlace al diario de viaje a Hungría del que volví recientemente ha sido ya añadido hace unos días a la columna lateral del Cuaderno de ruta. Y por si no lo encontráis con facilidad, pues aquí está:

Hungría 2010

Espero que en los próximos días tenga algo más de tiempo y alguna cosa más o menos interesante que contaros. Me voy a descansar un ratito.

Isla Margit - Jugando con el frisbee

Jugando con el "frisbee" en las verdes praderas de isla Margit, Budapest (Hungría) - Panasonic Lumix GF1, G 20/1,7 ASPH.

Fin de viaje, de vuelta a casa

Viajes

Hoy hemos madrugado también. Teníamos que estar a las siete y media en el aeropuerto. Además, mi experiencia previa en este aeropuerto fue de filas horribles y caos. Luego todo ha sido tranquilo. Y un viaje tranquilo pero aburrido, con escala en Frankfurt, que es un aeropuerto odioso. Y hoy me lo ha parecido más todavía. Pero bueno. Es lo que hay que sufrir cuando uno se va por el mundo. Hasta la próxima.

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Muy animados los alrededores de Budapest a las siete de la mañana. Muy madrugadores estos húngaros.

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Y por lo menos, conforme nos acercábamos al aeropuerto, hemos visto la salida del sol... que siempre es bonito.

Finalmente, Pécs, capital europea de la cultura 2010,… con algunas paradojas

Viajes

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En nuestro último día de turismo, antes de las ocho de la mañana, en una fría pero luminosa mañana en Budapest, hemos cogido el intercity que nos llevará hasta Pécs, una de las capitales europeas de la cultura en 2010.

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La ciudad, o mejor dicho, el casco histórico es realmente bonito. Tiene las cosas que parece que son estándares en las ciudades húngaras de cierto postín. Por ejemplo, su sinagoga.

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O también, las estatuas correspondientes a los prohombres del lugar; aquí curiosamente resaltado con un gran espejo.

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Por supuesto, un pulcro y bonito ayuntamiento.

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Una novedad hasta la fecha en nuestra visita, es una mezquita de los tiempos de la dominación otomana, reconvertida en iglesia. Por cierto, que nos hemos enterado de algún rifirrafe en iglesia y ayuntamiento de Córdoba por la denominación de la mezquita reconvertida en catedral de la ciudad andaluza.

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Además de la estructura arquitectónica, han dejado un trocito de pared con la decoración original musulmana. Probablemente, como monumento sería mucho más interesante como resto arqueológico que tal como está como iglesia católica.

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Pero pasando ya a lo específico, es interesante la visita a los restos arqueológicos de una antigua necrópolis paleo-cristiana. El lugar está muy bien preparado para la visita, y bien explicado.

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No falta tampoco aquí la correspondiente basílica, de dudoso gusto arquitectónico.

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Y de interior notoriamente recargado.

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Después de comer, y tras callejear un poco, tocaba visitar alguno de los interesantes museos del lugar.

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El primero era el museo de arte moderno húngaro, pero en el emplazamiento, muy agradable, lo que había era una exposición, muy interesante sobre la Bauhaus en Hungría. Hay que recordar que uno de los mayores exponentes de esta escuela alemana fue el húngaro László Moholy-Nagy.

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Cómo me han recordado estas maquetas a la visita del año pasado a las casas de los maestros de Dessau.

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Mientras paseábamos en busca de otros museol nos hemos encontrado con el "putto souvenir"; después de los perros "harapientos" del otro día, cualquier cosa.

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También hay verjas para los candaditos del amor; pero no en puentes de forma espontánea, sino organizadas por el ayuntamiento. Así, no vale.

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El museo estrella y más recomendado es el Csontváry; al fin y al cabo, Picasso, que era un engreído, lo situaba a su altura como artista. Pero mira por donde, en las colaboraciones con otras capitales europeas de la cultura, las obras estaban prestadas a la ciudad de Estambul, así que,... a dos velas.

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Por fin hemos encontrado la nueva sede del museo húngaro de arte moderno; pero no había ninguna exposición permanente. Sólo algunas obras prestadas por los turcos. El intercambio, claro. Lo cierto es que salvo unas muy interesantes fotografías del fotógrafo Ara Güler... me parece que los húngaros han salido palmando en el intercambio.

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En fin, que poco a poco ha ido cayendo la tarde, nos hemos tomado una cerveza en una terraza con calefacción, y luego a la estación a esperar la salida de nuestro intercity, admirando algunas piezas ferroviarias húngaras, que no está claro si está bien que estén en funcionamiento, o si deberían estar en un museo.

Nos hemos ido fuera de Budapest; pero los sitios, aunque bonitos, no me han inspirado mucho, fotográficamente hablando

Viajes

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La cosa no pintaba muy bien. Unos vecinos de habitación, mejicanos, nos han despertado a hora intempestiva, poniendo la televisión a todo volumen. ¿Cómo sabemos que eran mejicanos? Ya digo que se oía perfectamente el contenido de la programación. En el comedor, al desayunar, los hemos localizado. Les hemos dicho lo que pasaba. Y entonces uno de ellos, ya mayor, ha respondido: "Y... ¿exactamente cuál es el problema?" Mi compañera de fatigas se ha desternillado la risa, y se ha hecho imposible la discusión. Así que hemos llegado prontísimo a la estación de Budapest-Nyugati, y hemos aprovechado para sacar billetes para dentro de dos días a Pécs. No hay mal que por bien no venga.

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Hemos cogido un moderno tren regional hasta Nagymaros-Visegrad. Lo más moderno en materia ferroviaria que hemos visto hasta ahora. Y cómodamente, remontando el curso del Danubio, hemos llegado hasta esta estación...

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... que está en la orilla equivocada del gran río europeo. Por lo que hemos tenido que coger un transbordador para ir donde nos interesaba. De lo más entretenido.

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Y aquí han comenzado los problemas fotográficos. Porque si uno coge vacaciones en otoño es porque piensa que la luz va a ser más suave, va a haber nubecitas, todo va a resultar fotográficamente mejor. Pero no. Como si fuese pleno verano. Luz durísima, brumilla por la inversión térmica del anticiclonazo,... una ruina. Y eso que el paisaje es notable desde la fortaleza de Visegrad. Pero no veáis que sudores para sacar algo de contraste en esta foto.

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Así que hemos visitado la fortaleza, que está bastante más ruinosa de lo que pensábamos. De hecho, sólo merece la pena subir por la vista de los meandros del Danubio.

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Hemos bajado de nuevo a la población, y nos hemos reído un rato con los perros "harapientos". Bueno. Acabo de mirar en el traductor de guguel. Ahí, en realidad, dice que el perro muerde. Vale.

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Hemos visitado a continuación el palacio real de la dinastía de los Anjou, que en realidad está muy, muy, muy reconstruido. Pero es razonablemente agradable de visitar. Aunque tampoco es para tirar cohetes.

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Así que hemos comido, y mientras esperábamos al autobús que nos iba a llevar al siguiente destino, hemos dado otra vuelta por el pueblo, que tiene cosas muy monas, aunque sus monumentos defrauden un poco.

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El siguiente destino ha sido Szentendre, una población próxima a Budapest, en la que se establecieron inmigrantes serbios hace unos siglos. Como atestiguan algunas inscripciones en serbo-croata con alfabeto cirílico.

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Los más mono que hemos visto ha sido un pequeña iglesia ortodoxa, en la que curiosamente estábamos solos. Curiosamente digo, porque el pueblo estaba lleno de turistas y no turistas pasando la tarde del domingo.

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Conseguir imágenes en las que no saliesen mil turistas, de los cuales la mitad japoneses, y otras mil tiendas de artesanía y recuerdos, es casi misión imposible. Pero todo se consigue con un poco de esfuerzo. Y además, aprovechando que han aparecido nubecillas, y que ya están llegando los colores del otoño. Más lo que esperábamos, aunque en dosis pequeñas.

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La otra cosa estupenda del lugar es el paseo a orillas el Danubio, ideal para relajarse, pasear, y desestresarse un poco.

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Allí hemos estado, tras tomarnos unas cervecitas, hasta que se ha ido poniendo el sol.

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Cuando íbamos hacia el tren de vuelta, hemos descubierto que todos los turistas se habían ido, y hemos disfrutado un poquito de la belleza de las calles del lugar, pero con pocos minutos de luz para volver a recorrer lo que un par de horas antes estaba imposible de gente.

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El viaje en el cercanías ha sido un poco accidentado, ya que había un tramo cortado al tráfico. Si llegamos a depender de las explicaciones de los empleados, aún estamos allí. Pero hemos optado por seguir a la multitud, y efectivamente hemos llegado a Budapest.

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Aunque ya la noche era cerrada, y con el cielo negro las fotos no quedan tan monas como cuando está azuladico, aún hemos tirado alguna al ostentoso parlamento húngaro. Y ya, la rutina de todos los días, cena, y chismes en el hotel, mientras aprovecho para escribir estas líneas. Mañana, más.

Mañana ferroviaria, mediodía ciudadano y tarde en la Isla Margarita

Viajes

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Hoy ha sido un día denso, que ha comenzado con una visita relámpago a los baños Széchenyi en el parque de Városliget, cerca del hotel; una pinta estupenda, pero hemos decidido que lo de bañarnos lo dejábamos para según como transcurriese el viaje.

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Hemos bajado paseando hasta Hösök Tere donde hay un inmenso monumento a las glorias magiares, con una colección de bigotudos de aire tremendo muy notable; y ahí hoy hemos dividido nuestras fuerzas, ante los distintos intereses de cada cual.

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Me cuesta resistirme al hecho de no visitar un museo del ferrocarril cuando hay alguno en las cercanías; y hay uno bien hermoso con algún material ordenadito, razonablemente conservado sin tirar cohetes, al aire libre.

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Pero también otro material, menos "ordenadito" y bastante cochambroso, amontonado en una playa de vías en el recinto del museo.

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Y por el contrario, algunas piezas en excelente estado, a cubierto para que no se estropeen; un poco de caos, pocas informaciones, pero una visita curiosa.

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Hacia el final de la mañana, habíamos quedado en Vörösmarty Ter, plaza muy céntrica, y final de trayecto de la primera línea de metro de Europa; muy pintoresca, con unos trenecillos muy cucos y muy cortitos, todos amarillos ellos.

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Tras averiguar si era posible hacer navegando el meandro del Danubio, que no es posible, hemos comido antes de iniciar un paseo por el centro de Pest; por ejemplo, admirando el estilo Secesión, una especie de modernismo austro-húngaro.

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O acercándonos a visitar la Gran Sinagoga, que estaba cerrada... como decía Vinicius de Moraes en su canción "porque hoy es sábado".

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O con la gran animación en Erzsébet Ter, con dinosaurio "de palillos" incluido.

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Sin olvidar la visita a la basílica de Szent István (San Estebán), delante de la cual este simpático muchacho obtenía música de algo que se parecía a una tapa de cacerola.

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Basílica que hemos visitado un poco de refilón, porque mientras los judíos descansan rigurosamente los sábados, a los católicos les da por casarse; y si es en un iglesia mona, pues mejor. Por cierto que el cura era muy gracioso por que cuando se dirigía a la novia lo hacía en riguroso húngaro, pero al novio, que se llamaba Ludovic, le hablaba en un perfecto francés. Boda multinacional.

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También hemos hecho risas con una chica muy simpática, de origen nacional desconocido, que se ha dedicado a hacer poses junto a la estatua de este barrigudo policía de otros tiempos.

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Luego nos hemos dirigido a ver de cerca el imponente parlamento húngaro, con lo que hemos decidido que estábamos cansados ya de calles y ruido.

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Así que nos hemos dirigido a la isla Margit (Margarita), un inmenso parque rodeado por el Danubio, gran zona verde donde te olvidas que estás prácticamente en el centro de una gran ciudad. Por ejemplo, mientras hecha una partida con el "frisbee"..

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O paseando entre las flores que rodean las praderas del parque.

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También viendo pasar los barcos mercantes del Danubio... que me parecen pocos en comparación con los que vimos hace unas semanas en el Rin a su paso por Colonia.

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Por supuesto, viendo ponerse el sol tras la colinas de Buda, al asomarnos al otro brazo del Danubio.

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O dejando paso a los numerosos corredores que aprovechan la pista de tartán que rodea la isla para su comodidad.

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Ya de regreso a las calles, una últimas fotos de la arquitectura moderna; poco más, puesto que en estas fechas, en cuanto se pone el sol, la noche cae con gran rapidez. Un paseo informativo a alguna estación de tren, buscar un restaurante acogedor para cenar, y ha tomar los chismitos al hotel mientras repasamos el día y aprovecho para escribir estas líneas. Hasta mañana.

Fundamentalmente, hemos paseado bajo el sol de Buda, y un ratito por el mercado central en Pest

Viajes

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Pues eso, fundamentalmente hemos paseado por Buda, la orilla derecha del Danubio; así, pronto por la mañana acompañados por el tráfico incesante de tranvías.

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Y como lo de subir a lo alto de la vieja ciudad es cansado, pues nos hemos cogido el bonito funicular que sube al Palacio.

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Espectacular palacio que domina toda la ciudad, hoy convertido en museo; el actual presidente de la república ocupa unas dependencias cercanas más modestas.

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Después nos hemos ido a visitar la colorida iglesia de Matías, el templo más característico de la capital húngara.

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Y hemos paseado por los bastiones de los pescadores, donde uno cetreros ofrecía a la gente, por dos módicos euros al cambio, un contacto con las rapaces; aunque alguna soplaba del susto que llevaba en el cuerpo.

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En toda esta zona alrededor de la iglesia y los bastiones, es donde más turistas hemos encontrado; todos haciendo fotos, unos hacia un lado...

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... otros hacia el otro.

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Después, justo antes y después de comer, el obligado paseo por las calles de Buda, tan coquetas, aseadas,... y con restos del pasado... aunque muy bien conservados. ¡Mono el "trabi! ¿Verdad?

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Hemos seguido por el Danubio corriente abajo; y hemos entrado en el vestíbulo de los baños del hotel Geller; yo ya estuve dentro hace 13 años. Ahora estamos valorando si merece la pena ir... vaya precios para un rato de piscina... porque lo que son los baños al aire libre, con la rasca que hace...

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Como nos pillaba a un paso, hemos pasado a Pest, y hemos visitado el bonito mercado central de la ciudad.

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Para depués, dando un paseo por esa orilla del Danubio,...

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...volver a Buda atravesando el Puente de las Cadenas,...

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... y llegar a tiempo de ver el espectacular parlamento húngaro iluminado por los últimos rayos de sol del atardecer. Luego se ha hecho de noche en pocos minutos. Dura poco el crepúsculo. Así que paseíllo, cenar, y a tomar unos chismitos en el hotel, donde escribo esto. Hasta mañana.

Hemos llegado a Budapest; pero lo de empezar a hacer turismo lo dejamos para mañana

Viajes

Avión que nos ha traido de Munich a Budapest-Ferihegy

Poco antes de las 18:30, un avioncillo de Lufthansa Regional operado por Augsburg Airlines, nos ha dejado en suelo húngaro.

Aeropuerto de Ferihegy

Aunque llevamos la misma hora que en España, la diferencia de meridiano hace que en el momento del aterrizaje en Budapest-Ferihegy, el ambiente fuera totalmente crepuscular.

Ferihegy (estación del aeropuerto)

De hecho, aunque los trámites aeroportuarios han sido muy ágiles, a lo que hemos llegado a la estación para coger el tren hacia Budapest, francamente, ya era de noche.

Ferihegy (estación del aeropuerto)

Mientras esperábamos nuestro tren, hemos visto pasar varios en sentido opusto; un poco destartalados nos han parecido. La cuestión se ha confirmado cuando ha llegado el nuestro.

Metro Oktogon

Ya en Budapest, hemos cogido el estupendo y antiguo metro de la línea más antigua de la capital húngara en Oktogon. Después de acomodarnos, hemos decidido cenar en el hotel, a precio bastante conveniente, y tomar unas cervezas mientras charrábamos y trasteábamos un poco en internet. Mañana, y los siguientes días, tiempo quedará para hacer turismo. Hay que tomarse las cosas con calma.