[Televisión] Cosas de series; altas, bajas y dos finales más que interesantes – Rectify y The Honourable Woman

Televisión

Semana movida de la que ni siquiera voy a comentar todas las novedades, limitándome a lo más llamativo.

En el lado de las bajas, he eliminado de cartelera dos dramas de época. El de la bomba atómica, Manhattan, que no me acababa de llegar y me parecía confuso en su discurrir, y The Knick, drama médico en el que más allá de la ambientación del Nueva York de principios del XX, no he acabado de encontrarle el interés, con personajes y situaciones demasiado estereotipados.

He visto el piloto emitido por adelantado de una sitcom que llegará en octubre, A to Z, comedia romántica en la que han decidido aprovechar el tirón que ha mostrado la «madre» Cristin Millioti para darle su propia comedia con más protagonismo. Simpático piloto, dejaremos más comentarios para cuando llegue la temporada.

Esperado regreso de Doctor Who con el Duodécimo Doctor (Peter Capaldi) acompañado por la Chica Imposible (Jenna Coleman). Parece ser que a John Hurt han dedicido dejarlo como el Doctor Innumerado. Todo el mundo a la expectativa. Incluso la propia serie parece que en su primer episodio de esta nueva época estaba a la expectativa lo cual ha hecho que de momento no podamos decantarnos sobre lo que puede dar de sí la novedad. Todos buscando la zona de confort ante la incertidumbre. Cosa que no sucedió con anteriores reencarnaciones de uno de nuestros alienígenas favoritos, que nos engancharon desde el principio. Por lo menos, esta aventura victoriana nos ha permitido reencontrarnos con Jenny Flint (Catrin Stewart), la encantadora esposa de Madame Vastra (Neve McIntosh).

Puente del Milenio y San Pablo

Con dos series británicas en el comentario de hoy, nos vamos a orillas del Támesis.

Y vamos con dos finales, uno de temporada y otro de miniserie, definitivo por lo tanto, de dos producciones realmente destacadas y  que merecen un comentario atento.

Por un lado tenemos el final de la segunda temporada de Rectify. Si la corta primera temporada se centraba en los problemas de adaptación de alguien que se ha pegado veinte años en una celda de alta seguridad, en esta ocasión, hay que sumar que hemos ido entrando en el problema de la culpabilidad o la inocencia del protagonista en la violación y asesinato de la joven de 16 años que se le atribuyeron en su momento. Y también hemos empezado a introducirnos más en las historias y en los problemas del resto de las personas de su familia. Sigue siendo una serie de ritmo pausado. Sin llegar a moverse en un lapso de tiempo tan escueto como la primera temporada, seguimos desarrollando los temas a tiempo lento. Y a pesar de todo, vemos cómo los personajes evolucionan. Pero además empiezan a pasar cosas, quizá perdiendo la pureza del planteamiento introspectivo de la primera temporada. Quizá porque hubiera sido difícil de mantener la serie de aquella forma. Es una serie menos apta para el público general, y está más encaminada para quienes disfruten de un producto más reflexivo, quienes prefieran tener una actitud activa antes los problemas y situaciones planteadas a los caracteres de la serie. Desde mi punto de vista, un imprescindible… si te gusta este tipo de «cine». Muy importante el trabajo actoral, que es el que sostiene la serie en gran medida.

Albert Memorial

Una escena clave de la «mujer honorable» sucede en torno al Albert Memorial.

Y terminaremos con la agradable sorpresa que ha sido The Honourable Woman. Esta historia sobre la rica heredera judía, Nessa Stein (Maggie Gyllenhaal), que a pesar de un acontecimiento trágico en su pasado, representa los mayores esfuerzos empresariales para llevar paz, desarrollo y estabilidad a Israel/Palestina. Pero detrás del misterio que se esconde detrás del inicial rapto del hijo del ama de llaves palestina, Atika (Lubna Azabal), nos encontramos ante una historia de espionaje dentro de la más pura tradición británica, en el que destaca un notable reparto. Una historia que tiene momentos más intensos y otros menos, pero que va construyendo un desenlace in crescendo que nos ofrece un par de episodios finales que nos mantienen totalmente atrapados a televisor. Cumple la protagonista sin problemas con su papel, pero destaca el buen trabajo de Azabal, de lo mejor de la serie, el siempre eficaz Stephen Rea, o la frialdad de Eve Best. La historia no deja de sorprender aquí y allá, lo cual te mantiene en alerta; cualquier detalle que te planteen ante la pantalla puede tener repercusión futura. Y en un tema tan delicado como el del conflicto israelí-palestino, se aleja de maniqueismo, resultando en que la tesis que defiendo no es otra que la que las gentes con dos dedos de frente defienden. Alguien tiene que dejar de contar las afrentas en un momento dado, si se quiere romper el círculo vicioso de la violencia y el odio. Alguien tiene que poner un límite a lo que se puede vengar y a lo que no. A cómo se puede uno vengar y cómo no. Qué justifica una causa, y qué la desautoriza, la desprestigia o la banaliza. Lástima que en la vida real, el círculo de la violencia se siga cerrando y realimentando día a día, en las calles de las poblaciones afectadas, en las cancillerías de los grandes potencias, y en los despachos de quienes tienen la capacidad de tomar las decisiones que nos harían humanos, pero que siguen reduciéndonos al estado de bestias. Una serie que merece la pena también.

Albert Bridge

Y con esta vista del Albert Bridge, despido esta entrada televisiva hasta la próxima semana.