Últimamente he cambiado un poco mi estrategia a la hora de comprar libros de fotografía. En primer lugar, por si no ha quedado claro con anterioridad, no me refiero a libros de técnica fotográfica, aquellos que nos enseñan, con mayor o menor fortuna, los principios técnicos, más o menos básicos o más o menos avanzados, para obtener nuestras fotografía. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que, aunque hay muchos y muy variados, muchos de ellos tienen carácter muy especializado, para determinados tipos de fotografía, y que si dominas unos cuantos principios básicos sobre exposición, control de la luz de la calidad de la luz y composición… puedes enfrentarte al 90 % de las situaciones. La clave no es adquirir más conocimientos, sino aplicarlos con frecuencia, hacer fotografías y, también, fijarse en los mejores. En ocasiones, intentar replicar las condiciones de toma de aquellas fotografías que nos llamaron la atención, aunque introduciendo siempre variaciones, diferencias, que sean lo que poco a poco definan nuestro estilo. No pasa nada por copiar, el problema es plagiar. Incluso de forma inconsciente. No comparto la filosofía de quien, cuando ve una foto que le gusta, quiere replicarla a la perfección. Prefiero la filosofía de quien, cuando ve una foto que le gusta, intenta reproducirla pero con un estilo propio.

Pero a veces nos lanzamos a contemplar la fotografía de artistas complejos, tanto en sus conceptos como en sus realizaciones. Y pasamos por alto la de aquellos que nos pueden guiar en el camino de fotografías sencillas de realización, cuya calidad se ve condicionada más por el concepto o la idea que reside tras ellas, sin desdeñar, nunca, la calidad técnica. Hay fotógrafos que editan pequeños libros, por su cuenta, o apoyados por pequeñas editoriales independientes, que nos pueden convenir para adquirir ideas.
Another Place Press es una de estas editoriales que apoya a los fotógrafos mediante ediciones de pequeña tirada, en formatos modestos pero bien presentados, y en los que el tema más frecuente es el paisaje. Aunque muchas veces un paisaje con significado. Hace unos años empecé a seguir su blog en Tumblr, pero por algún motivo, que debe tener que ver porque esta plataforma, independientemente de la polémica de la censura, cada vez tiene menos interés en favor de otras más dinámicas. El caso es que en su momento adquirí un par de libros de paisajes que me gustaron, de sus primeras ediciones; Føroyar de Kevin Faingnaert, y Cascadia de Coby Cobb.

Recientemente he vuelto a prestar atención a esta editorial, pero siguiendo su perfil en Instagram. Y eso me llevó a visitar su página principal y comprobar que había un cierto número de libros que me interesaban, aunque no pocos estaban agotados. No obstante, encontré un par de publicaciones que me interesaron y que pude adquirir. Siempre dentro del tema principal de la editorial, el paisaje.
El primero es The Moor de Robert Darch [Instagram], que debuta en la publicación de libros de fotografía con este título. En el libro, Darch recorre el paisaje natural y humano de los páramos del condado de Dartmoor, un paisaje áspero, frío, pero indudablemente bello, que rompe con las ideas habituales que tenemos del paisaje de la campiña inglesa. Donde Conan Doyle situó una de las más célebres aventuras del detective Sherlock Holmes. Esto último es anecdótico.

El segundo es un libro doble, aTAcaMa y El Tatio, del chileno Luis Lazo [Instagram]. Chileno hemos dicho, pero creció y se desarrolló como persona y artista en el exilio, por culpa del golpe militar y fascista que asoló el país sudamericano. Estos dos libritos, son pequeños, más bien cuadernillos, como muchos libros de la editorial, recorren áridos paisajes, inhóspitos, pero indudablemente bellos, en un viaje de descubrimiento, de reencuentro con el país de origen. El primero dedicado al famoso desierto del norte del país, pero también escenario de los asesinatos del régimen militar fascista; el segundo, el tercer mayor campo de géiseres del mundo, también en el norte, en la región de Antofagasta. Están muy bien.
Finalmente, una fotógrafa de la tierra, Vicky Méndiz [Instagram], cuya obra podemos contemplar en dos exposiciones activas en estos momentos en Zaragoza. Es una de las seleccionadas para la exposición Cierta luz – De fotógrafas aragonesas que ya he comentado, en la Lonja de Zaragoza, y también una de los artistas que exponen en el Torreón Fortea, en la exposición Lugares significantes. En esta última, estuve hojeando un librito de Méndiz con un título en japonés, Honne/Tatemae [本音/建前], dos términos hasta cierto punto contrapuestos, o quizá, complementarios. El primero representaría el natural ser de las cosas, el segundo, la apariencia, la fachada con la que se presentan. Y en cierto modo es un libro que está en la línea de otros que he comentado recientemente de fotógrafas europeas atraídas por el País del Sol Naciente, como pueden ser los de Lena C. Emery o el de Jitka Hanzlová.

Este último está autoeditado por la propia fotógrafa, y aquí en Zaragoza se puede encontrar en la Galería Librería La Casa Amarilla, que representa a la fotógrafa y donde lo compré. Además pude visitar la exposición actualmente en marcha, de Almalé y Bondía, Jesús Almalé y Javier Bondía, también ambos fotógrafos zaragozanos, en el que en dos series distintas, pero mucho más relacionadas de lo que parece a primera vista, reflexionan sobre el impacto sobre el planeta de los vertidos y de los plásticos. La persona al cargo en ese momento de la galería conversó un ratito, no pude estar mucho tiempo, comentando la exposición y fue muy interesante.
Por último, recordar un artículo de Oscar Colorado en su blog que me ha aparecido hoy mismo en el agregador de noticias sobre el encuadre fotográfico, mucho más concreto, preciso e interesante que los rollos que sueltan algunos iluminados sobre la composición y el encuadre en fotografía.
