[Libros de fotografía] Exit, fotografía con película tradicional y Japón a los ojos de los europeos

Fotografía

Los volúmenes de la revista Exit, que va por su número 73, y parece que celebrando su vigésimo año, son verdaderos libros de fotografía sobre los distintos géneros que esta disciplina artística puede abarcar. En esta ocasión, en el número recientemente publicado, y que gentilmente me reservan cada tres meses en la Librería Cálamo de Zaragoza, el género es el Retrato de grupo/Group Portrait. Con una portada en la que vemos un peculiar retrato de grupo, un retrato de su familia, realizado por el japonés Masahisa Fukase, nos introducimos en un mundo que es mucho más rico de lo que podíamos llegar a imaginar. Desde el retrato con posado tradicional, que podemos encontrar como recuerdo familiar, en una reunión de amigos, en un lugar de trabajo, hasta grupos de personas que escenifican para nosotros un momento, una situación, o grupos espontáneos recogidos en las calles, en sus quehaceres. Otros nombres que encontraremos en este número son los Seydou Keita, Helen Levitt, Francesco Jodice, Rineke Dijkstra, Nicholas Nixon, o los españoles Germán Gómez y Carmen Calvo, esta última más artista conceptual que fotógrafa propiamente dicha, aunque se sirva de la fotografía. Y no soy exhaustivo. Sólo he mencionado a algunos que me han llamado la atención a primera vista. Lleva unas semanas sacarle jugo a todo un número de esta revista.

Fotografías no complejas, en vertical y en color, de un paisaje físico y humano… remedando a mi estilo las formas de Jitka Hanzlová.

Desde hace unos años, sigo el canal de Youtube del chileno (si no me equivoco) Eduardo Pávez Goye (instagram). Cuando yo conocí este canal lo hice atraído por su especial dedicación a la fotografía con película tradicional. Fundamentalmente, fotografía documental de calle. Y en sus vídeos nos muestra fundamentalmente cómo afronta esta tarea, con distintos modelos de cámara y distintos materiales sensibles. Lo conocí en 2016, cuando esta en medio de un proyecto personal, 30 rolls in 30 days, que desarrolló durante el mes de agosto de ese año. Su canal está fundamentalmente en inglés, aunque subtitula al castellano. Durante la mayor parte de este tiempo lo he conocido residiendo en Inglaterra, aunque ahora se ha mudado a Nueva York. Os dejo como muestra uno de sus pocos vídeos en castellano.

El caso es que ha publicado un par de pequeños libros, prácticamente revistillas. Una de ellas, A Parade of Strangers, contiene una selección de fotos de ese proyecto de exponer 30 rollos fotográficos en 30 días. El otro, Several Hours Ahead, es una selección de los 23 carretes de película que expuso durante una estancia de dos semanas en Tokio. Sus fotos me gustan. Aunque en principio quizá no tanto como para comprar estos dos libros. Pero hace unos días anunció que iba a hacer una liquidación de su tienda en Etsy radicada en el Reino Unido, debido a su traslado a EE. UU., y que por lo tanto hacía un importante descuento en ambos libros. Y me pareció interesante, porque además me ayuda a tomar ideas para mis futuros libros de fotografía. Aunque sean para mi uso personal.

Finalmente, hace un par de semanas me llegaron noticias de un libro de la fotógrafa checa Jitka Hanzlová. Conocí la obra de esta fotógrafa por su exposición en la sala de exposiciones Azca de la Fundación Mapfre en Madrid, hoy en día cerrada en favor de la situada en la calle Bárbara de Braganza. Y la verdad es que me gustó mucho; compré el catálogo de aquella exposición. Pues bien, el libro que me llamó la atención es Cotton Rose, y tiene ya sus años, puesto que se publicó en 2009 en un original en francés. Forma parte de una iniciativa, un proyecto llamado European Eyes on Japan/Japan Today. En este proyecto se va invitando a una serie de fotógrafos para que capten con sus cámaras lo que entienden que es la esencia de las distintas prefecturas en las que se divide el país nipón. Gifu es la prefectura en la que, en estancias en los años 2004 y 2006, la fotógrafa checa desarrolló su trabajo. El libro que he comprado es una edición actualizada en 2017 de la editorial Steidl con textos en inglés y en alemán. Fotografía en color, preferentemente en formato vertical, que incluye paisajes, tanto naturales como urbanos, como retratos de las personas que los habitan. Fotografías poco llamativas, pero que en su conjunto nos hablan de un paisaje natural y humano.

[Cine] El cine y lo «políticamente correcto»

Cine

Este año no nos hemos preocupado en absoluto por los Oscar. Quien bucee en los años anteriores de este Cuaderno de ruta, verá que le he dedicado un tiempo cada año ha hablar de mis favoritas y de quien me gustaría que ganase, que pocas veces coincide con los ganadores finales.

Pero este año, hubo una película que partía con muchos números para ser muy premiada. Y tras verla, nos gustó sólo a medias, dijimos, ¡que le den! a la temporada de premios yanqui. O de cualquier lado.

Creo que unas cuantos fotografías en blanco y negro darán un idea de por donde iban mis preferencias en la cosa esta de los Oscar.

Pero tras la entrega de los Goya y los Oscar, se ha puesto de manifiesto un fenómeno que no es nuevo, pero que en esta ocasión te asalta el corazón de forma inquietante. Las dos películas son, fundamentalmente, películas «políticamente correctas» y de «buen rollo». No molestan a nadie, mucho pensamiento positivo, y critican situaciones más o menos injustas, pero sin hacer mucha sangre.

La película española ganadora del Goya ya me pareció en su momento decepcionante. Había un tema de fondo (en inglés, que es mucha más extenso en su explicación que en español) para hablar sobre el deporte de personas con discapacidad, con humor y comicidad o sin ella, pero para establecer un crítica y un fondo de reflexión profundo en nuestra sociedad, lastrada por una serie de lacras. La corrupción en distintas esferas de la vida social y política entre ellas. Pero se perdió una oportunidad, y se quedó en una película de «buen rollete», pero muy simplona, más superficial de lo que parece, y, cinematográficamente hablando, con los méritos justitos.

La película norteamericana ganadora del Oscar tiene méritos cinematográficos muy superiores. Es una buena película, con excelentes interpretaciones. Pero no me parece que tenga el empaque para el premio gordo. Y desde luego, entre sus competidoras directas, y otras que no lo fueron, había opciones más interesantes. Aunque las más interesantes competían fundamentalmente en la categoría de mejor película de habla no inglesa, una categoría que, en promedio, suele tener más calidad que el premio gordo. Además, la candidatura de uno de sus protagonistas al premio de mejor actor en papel secundario me parece «fraudulenta» hasta cierto punto. Su papel es tan protagonista como el del actor considerado como protagonista en esta película. Esta es una estrategia reciente frecuente para premiar a actores y actrices de minorías «raciales». Entre comillas, porque me sumo a los que opinan que el concepto «raza» no tiene base científica, y desde luego no en la especie humana, en la que la variabilidad entre individuos es muy baja. Esto no deja de ser una de las trampas de lo «políticamente correcto». Para conseguir paridad en la foto de los intérpretes premiados, recurren a una trampilla. Entendámonos, el trabajo de Ali es excelente, en esta y en otras películas. Un actorazo. Pero debería haber competido como protagonista.

Y entonces, ¿qué pasa? Que si es cine es un arte, debería de ser libre como todas las artes. Y las mejores realizaciones de las artes surgen cuando hay conflicto, cuando hay transgresión, cuando se rompen los cánones establecidos, cuando hay confrontación con el statu quo. Y eso no puede suceder nunca bajo la tiranía de lo «políticamente correcto». Para poder cambiar algo, hay que molestar necesariamente a alguien. A veces, incluso, hay que molestar a aquellos más desfavorecidos para que reaccionen ante la injusticia. Hay que provocar. Si no… no nos olvidemos que lo que distingue las distopías orwellianas del resto no es la violencia, la represión física, aunque exista. Lo que las caracteriza es el control del lenguaje, el reduccionismo conceptual a lo aceptable políticamente. Piensen en ello, si lo consideran oportuno.

[Libro] El dios asesinado en el servicio de caballeros

Literatura

El libro que comento esta semana tiene algunas cosas en común con el de la semana pasada. Es una recomendación que he encontrado repetida en diversos sitios por internet. Me apareció de oferta, muy ventajosa en su momento. Me llamaron la atención las premisas de partida de la historia, lo que la sinopsis o presentación del libro proponía.

Las diferencias más notables con el anterior es que hace más de dos años que lo adquirí, y hasta ahora no había encontrado un momento adecuado para leerlo. Prácticamente se me había olvidado. Que es un autor español, Sergio Sánchez Morán. Y que su origen está en los blogs de internet. De hecho, su autor participa o participaba en El Vosque, una historieta en línea que seguí durante un tiempo, me hacía gracia, hasta que me cansé.

Esta novela de detectives es el primer libro de una serie sobre una detective privada que reside en Barcelona, de nombre Verónica Guerra, pero conocida en su mundillo como Parabellum. Y lo que tiene de particular es que se define como «detective paranormal». Es decir, que sus casos tienen que ver con fantasmas, vampiros, personajes de las distintas mitología,… seres sobrenaturales y preternaturales. En este primer caso que conocemos de ella, tiene que librarse del cadáver de un dios que ha aparecido muerto en el servicio de caballeros de un pub que frecuentan este tipo de criaturas. Pero que pronto se va a complicar de forma notable, como es propio y natural en el género detectivesco.

Pues sí… aunque hay un rato que rulan por Logroño o Burgos, ya no me acuerdo bien,.. casi todo pasa en Barcelona. Así que las fotos, de Barcelona.

Sánchez Morán intenta recuperar para su detective las claves habituales de los detectives más tradicionales y de rancio abolengo del género. Pero lo mezcla con un humor o comicidad de carácter costumbrista muy hispana. Y aquí comienzan los problemas del libro. El carácter principal puede valer y podrías llegar a empatizar con él. También con algunos de los secundarios. Pero lo que acaba cansando es el humor de chascarrillo, de símil o metáfora graciosetes, que te levanta una sonrisa, en los momentos más afortunados hasta una ligera carcajada, pero que cuando tiene una densidad de varios por página o por capítulo, acabas hasta allá. Y empiezas a pensar que el escritor no tiene recursos suficientes para mantener la comicidad que plantea sin recurrir constantemente a este recurso lingüístico. Y así, poco a poco la novela empieza a perder fuelle, se va diluyendo en los tópicos del género, comienza a ser previsible, y al final la terminas porque no es muy extensa y porque no hace falta hacer mucho esfuerzo para leer, incluso un poquito en diagonal, el fast food literario que te ofrecen.

Me podría dar por filosofar sobre si el papel de los editores es mucho más importante de lo que pensamos a la hora de cribar lo que se publica. Que internet tiene muchas cosas interesantes, pero tiene mucha más morralla y ruido de fondo. Pero unos cuantos se me ofenderían,… porque ya me ha pasado. Sólo diré, que una y no más. Que para mí se acabaron las aventuras de Verónica Guerra Parabellum, casi tan rápido como empezaron. Y que cada vez soy más reacio a atreverme con este tipo de literatura que tan espontáneamente surge de la red de redes. Porque acabo con una sensación de pérdida de tiempo tremenda. Y es una pena, porque seguro que por ahí hay alguien escribiendo cosas importantes y no consigue llegar al público que se merece.

[Recomendaciones fotográfica] De lo más clásico a lo contemporáneo… o al revés

Fotografía

Empiezo estas recomendaciones fotográficas, que sé a qué hora comienzo pero no a qué hora terminaré este domingo. Y empiezo con una nueva visita a la exposición Cierta luz. De fotógrafas aragonesas. Recordaremos que esta exposición, que se celebra en la Lonja de Zaragoza hasta el 23 de abril, recoge la obra de más de 50 fotógrafas nacidas o relacionadas con Aragón de alguna forma. Está comisariada por el Colectivo 4F (instagram), colectivo de fotógrafas, también relacionadas de una forma u otra con la comunidad autónoma.

Las fotos,… realizadas en la Lonja, durante la visita guiada a la exposición… y alrededores.

No es el primer comentario que hago de ella. Pero hay que destacar que en esta ocasión fue una visita colectiva realizada desde la Asociación Fotógrafos de Zaragoza AFZ, y que fue guia por dos miembros del Colectivo 4F y otras fotógrafas, todas ellas con obra en la exposición. Por parte del Colectivo 4F tuvimos a Lara Albuixech (instagram) y Lorena Cosba (instagram). Entre las fotógrafas participantes tuvimos a Teresa Grasa, Arancha Benedí (instagram) y, por supuesto, la presidenta de nuestra asociación Beatriz Orduña (instagram). Gracias a todas por las explicaciones y la atención que nos prestasteis. Aunque no quería destacar especialmente hoy a ninguna de ellas ni otras fotógrafas de la exposición, el intercambio de impresiones durante la visita, y algún despiste mío, llevó a que Beatriz me remitiera un vídeo donde Lorena Cosba explica su obra, que realmente me ha llamado mucho la atención todas las veces que he visitado la exposición.

En esta semana me han surgido varios artículos de fotógrafas clásicas, ya que estamos con mujeres fotógrafas. Fotógrafas que cualquier aficionado a la fotografía debe conocer desde mi punto de vista.

En COOPH, un sitio más bien comercial, que vende cosas, de vez en cuando sacan algún artículo interesante, y en esta ocasión nos han hablado de la botánica de la época victoriana Anna Atkins, que usó la cianotipia para documentar las formas y características de las algas. Todo un clásico.

Y Oscar Colorado ha dedicado dos de sus artículos en profundidad a hablarnos de dos de las más importantes fotógrafas norteamericanas. En primer lugar, la pictorialista Gertrude Käsebier. El pictorialismo no será mi estilo favorito con carácter general, pero la obra de Käsebier me parece tremenda. En el segundo, se nos habla de una fotógrafa que fue discípula de la anterior en algún momento, pero que claramente la trascendió convirtiéndose en uno de los nombres claves de la historia de la fotografía universal, no sólo de la norteamericana. Me refiero a Imogen Cunningham, longeva y activa, representa por sí misma a una buena parte de lo que la fotografía fue en el siglo XX.

Un artículo en Lenscratch sobre la fotógrafa norteamericana contemporánea Lydia Panas (instagram), me ha recordado que esta fotógrafa ya ha llamado mi atención en varias ocasiones, especialmente con sus retratos. Otro artículo en Lens Culture, me ha permitido conocer el trabajo de la rusa Maria Dupovkina, basado en autorretratos ante un espejo, en solitario o con familares y amigos, en los que intenta aclararse en cuanto a su identidad personal y sexual, siendo una persona que no encuentra su lugar en la clasificación binaria de la identidad sexual. Especialmente en un país tan poco tolerante a la diversidad como es el suyo.

Y por hoy, nada más. Como suponía he empezado este artículo pronto por la mañana, a las diez de la mañana, y lo termino a las… (esperad que ponga las fotos)… seis y diez de la tarde.

[Cine] Alita: Ángel de combate (2019)

Cine

Alita: Ángel de combate (Alita: Battle Angel, 2019; 11/20190217)

Esta semana he dispuesto de muy poco tiempo libre, comparada con la mayoría. Lo de ir al cine se había puesto complicado, pero el domingo pasado me encontré a las once y media de la mañana con la mañana resuelta y cerca de unos multicines con sesiones matinales. Vista la cartelera, opté por meterme en esta película, que adapta los primeros volúmenes de una conocida historieta japonesa, y que coincide en líneas generales en su historia con dos vídeos que se lanzaron directamente al mercado de vídeo hace 25 años y de los que os hablé hace poco.

La versión actual la definen como de «acción real» que es el término usado para diferenciar las películas con actores de carne y hueso de las de animación. Pero el límite es muy impreciso. La mayor parte de lo que vemos en pantalla, dirigido por Robert Rodriguez, son gráficos generados por ordenador. E incluso para el personaje principal, Alita (Rosa Salazar), Gally o Garyi en el original japonés, es cuestionable su parecido real con la actriz que la interpreta.

En el ciberpunk es frecuente que los ambientes predominantes sean nocturnos e inspirados en las grandes urbes de extremo oriente. Pues aunque el ambiente no sea comparable, porque es mucho más apacible y pacífico, pasearemos por Kioto en la noche.

Historia claramente dentro del género ciberpunk, género distópico o postapocalíptico que combina tecnologías avanzadas con vidas muy arrastradas, nos cuenta la historia de una «joven» cyborg, de aspecto adolescente, que es rescatada por el «doctor» Dyson Ido (Christoph Waltz) de un vertedero, y que se irá desarrollando como paladina de la libertad entre los desfavorecidos en un mundo desequilibrado y lleno de desigualdades.

Aunque iba con los antecedentes de una serie de comentarios muy positivos en las semanas anteriores a su estreno, también iba con la prevención de que cuando se produjo el estreno, empezó a haber alguno no tan positivo e incluso bastante negativo. El reparto prometía ya que, además de los mencionados, encontramos nombres como Jennifer Connelly o Mahershala Ali. Pero ni esto, ni el extraordinario esfuerzo en efectos visuales de primer nivel sirven para sacar adelante una historia que es mucho ruido y pocas nueces.

Producto estándar de consumo rápido, comida basura como el género superheroico y otros similares, que es deglutido por numerosos espectadores, pero que no aporta nada e incluso tiene algún momento vergonzoso por sus planteamientos puerilmente maniqueos. Lo que en 1993, en dos vídeos de 25 minutos de bajo presupuesto tenia sentido, e incluso se presentaba con cierto estilo, aquí resulta absurdo. El guion, que es firmado entre otros por James Cameron, que también produce, es bastante bastante malo. Y con dos horas y dos minutos de duración, aburdamente largo, ya que la que es básicamente la misma historia, fue contada mediante animación en 54 minutos.

Lamentable decepción, de una historia que merecía un tratamiento con más profundidad y reflexión y menos preocupación por estúpidas carreras que no dejan de ser la eterna variación de las de Ben Hur, pero sin aportar un ápice de emoción e interés, así como otros artificios de escaso valor. No recomendable, en absoluto.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: **
  • Valoración subjetiva: **

[Fotos] Una cámara «de juguete» en Albarracín y los Montes Universales

Fotografía

Ya he comentado en un par de ocasiones que a finales de enero hicimos una excursión por Albarracín y los Montes Universales, al sur de la comunidad autónoma de Aragón. También llevé una pequeña cámara de plástico, de las que dicen «de juguete» o toy cameras, con un carrete de película en blanco y negro.

Los detalles técnicos os los dejo en el siguiente enlace: Una cámara «de juguete» en Albarracín y los Montes Universales – Lomography ActionSampler con Rollei Superpan 200.

Para quienes no estéis interesados en ellos, os dejo unas fotos.

[TV] Cosas de series; el día de tu muerte y melodramas históricos

Televisión

No me entretendré mucho con la entrada televisiva esta semana. No ando con mucho tiempo. Cosas de llevar coche al taller y esas tontadas que «tanto nos gusta» hacer al común de los mortales. Tres series.

Anecdótica. Animación en coproducción chino-japonesa; idioma original, japonés. La típica de ambiente postapocalíptico con monstruos y robots tripulados gigantes. Pero entretenida y con algún detalle curioso. Viene en Netflix con el título de Last Hope, pero en japonés es Jūshinki Pandōra [重神機パンドーラ, algo así como Unidad celestial Pandora]. Y tiene un par de temporadas. Quizá lo más molesto es todo el palabrerío sobre lo «cuántico» y sobre la «evolución». Pero eso pasa en tantas producciones de ciencia ficción… Intrascendente, de todas formas. Para rellenar algún rato muerto. Episodios de poco más de 20 minutos.

Como una de las series de hoy nos lleva al pasado de Corea, pasearemos por el barrio tradicional de Bukchon en Seúl.

Excesivamente melodramática. Miniserie coreana de época, de tres episodios de un poquito más de una hora cada una. Basada en hechos reales, aunque supongo que con muchas libertades en el argumento. Saui Chanmi [사의 찬미, con título internacional The Hymn of Death] Años 20 del siglo XX. Corea ocupada por Japón. Una aspirante a cantante soprano y el heredero de una familia bien aspirante a escritor se enamoran. Pero las cosas no irán bien… Buenas interpretaciones, especialmente por parte de su actriz protagonista (Hye-Sun Shin), que pude ver hace poco en otra serie; pero recargada con un exceso de melodrama resulta un poco indigesta. Notable esfuerzo de producción para reproducir el ambiente de la época. Un tanto decepcionante.

Muy interesante. Uno de los estrenos recientes en Netflix, una comedia dramática tipo «día de la Marmota»; Russian Doll. Una mujer, Nadia (Natasha Lyonne), se ve condenada a repetir en un bucle aparentemente sin fin el día de su muerte, que coincide con el de su 36º cumpleaños. Pero conservando los recuerdos de los días anteriores. Ahí comenzará su pelea por romper el bucle,… a ser posible sin resultado letal. Especialmente cuando descubra que hay un tipo por ahí, Alan (Charlie Barnett), que está en la misma situación. A pesar de las formas de comedia de situación, la serie de ocho episodios de poco menos de media hora de duración tiene mucha más enjundia de la que parece. Y creo que es una de esas pequeñas joyas inesperadas que de vez en cuando nos traen las plataformas de vídeo bajo demanda. Recomendable sin paliativos.

[Fotos] Albarracín con película fotográfica en color tradicional

Fotografía

Ya comenté en su momento que el día 30 de enero lo pasé de excursión por Albarracín y los Montes Universales. En Albarracín me dio para exponer un carrete de 36 exposiciones de película tradicional en color, y aquí os dejo unas muestras. Si queréis conocer los detalles técnicos podéis seguir el siguiente enlace: Canon EOS 650 y Fujicolor Superia X-tra 400 en Albarración – a propósito del EF 70-210/3,5-4,5 USM.

[Libro] Estados Unidos de Japón

Literatura

Había visto recomendado este libro de Peter Tieryas en varios sitios. Inspirado, según dicen, por The Man in the High Castle de Philip K. Dick, y con la excelente serie que estamos viendo a partir de dicho libro, no dejaban de entrarme ganas de ver cómo este norteamericano de origen asiático, coreano según parece, orientaba la ucronía en la que los aliados perdían la guerra y el Eje la ganaba. A principios de enero, el libro apareció de oferta en mi tienda de libros electrónicos habitual,… y por un precio de 1,42 euros me pareció que merecía la pena el riesgo.

El relato comienza bien, con un primer capítulo, en el que nos encontramos con un campo de concentración para ciudadanos norteamericanos de origen japonés que es liberado por el vencedor ejército imperial japonés. Pero pronto nos percatamos que estamos ante un pastiche que mezcla el cyberpunk, la novela negra, el gore y la novela bélica con alegre despreocupación. A eso le añadimos los habituales elementos de la cultura japonesa en cualquiera de estos géneros como los videojuegos, los mekas (por favor, traductores, aunque sea muy frecuente entre la gente y los medios especializados, evitad la forma mecha, que fonéticamente sólo tiene sentido en los países anglosajones), los seppuku y otros suicidios rituales, unas gotas de terror biológico y personajes, por supuesto, muy torturados.

Algunos elementos de la cultura popular japonesa para ilustrar esta entrada, aunque su acción transcurre en una costa oeste de los EE.UU. de América reconvertidos y niponizados en EE.UU. de Japón.

El resultado me parece altamente irregular, dejándome una sabor más bien agrio. Es decir, no me ha convencido. La alternancia de géneros hace parecer que el escritor no sabe dónde quiere ir. Y que quiere montar más un espectáculo que hacer una reflexión sobre las consecuencias de una línea temporal alternativa en la historia del siglo XX. Desde ese punto de vista aporta más bien poquito. Muy poquito. Tiene sus momentos la novela, aquí y allí, al igual que esas prometedoras primeras páginas, que pronto quedan en agua de borrajas. Y viene lastrado de continuo por unos personajes protagonistas con los que me resulta imposible empatizar y que me importe un rábano lo que les pueda pasar, lo cual es relativamente imprevisibles. Especialmente, por la tendencia de huir hacia adelante en sus excesos que tiene el escritor. Si a eso sumas varios, deus ex machina, recurso argumental que odio, podréis entender mejor que la novela no me ha gustado, que si la he terminado es porque no es muy larga, y por cierta esperanza de que corrigiera el rumbo, vana esperanza, y que no la recomiendo.

Nada que ver con las sutilezas de The Man in the High Castle, ni sus trabajados personajes. Especialmente en la serie de televisión.

[Cine – in memoriam] Un ángel vuelve al cielo; Bruno Ganz (1941 – 2019)

Cine

Este ha sido un fin de semana extraño. Lo quería haber dedicado a la fotografía. Tanto tomando fotografías, como comentando hoy algunas recomendaciones fotográficas. Pero una serie de factores se han conjurado en contra. Ayer… mi despiste. Por la mañana, quise capturar aves en el Ebro con una cámara digital, y me dejé la tarjeta de memoria de la cámara en casa. Por la tarde, quise fotografiar el paisaje del atardecer con película diapositiva, y el carrete desapareció del macuto. Literalmente. Lo introduje en su interior en casa, y cuando llegué al lugar previsto, al ir a ponerlo en la cámara, no estaba. Misterios de la vida.

El Berlín que sobrevolaba el ángel Damiel, y en el que se enamoraba de la trapecista Marion, ya ha desaparecido, su fisionomía ha cambiado en gran medida, aunque quedan restos aquí y allá de aquella ciudad dividida, en la que algunas de sus zonas más populosas en la actualidad se veían desoladas por la artificial separación provocada por las guerras y la política.

Lo que pensaba hacer hoy ya ni lo cuento. Pero desde que por la noche de ayer recibí una cierta noticia, nada ha sido como lo previsto. Eso sí. Me he escapado un momento al cine a una película matinal. Que una vez más confirma que Hollywood es un extraño rey Midas. Con una gran capacidad de convertir en excrementos cinematográficos lo que toca, mientras que cuando llegan a taquilla, estos se convierten en oro para los empresarios dele negocio. Ya os cuento otro día.

Porque a todo esta serie de catastróficas desdichas se suma la noticia de que ha fallecido Bruno Ganz (1941 – 2019). Un actor que me es familiar desde que vi mi primera película de Wim Wenders en un cineclub universitario. Pero que para buena parte de la prensa parece que sólo ha existido desde que encarnó a un odioso dictador hace quince años. Popular desde entonces por ese papel y por los memes sin mesura que han poblado y poblarán internet llenándolo de contenido sin sentido, para mí sin embargó será siempre el ángel que prefirió perder sus alas y su armadura a cambio de sufrir los pesares de la carne mortal y terrenal, pero también la dulzura del amor de una bella trapecista. Yo también me enamoré de aquella trapecista, que también abandonó este valle de lágrimas, demasiado joven.

No era alemán, como muchos pensaba. Suizo, de Zúrich, donde nació y murió. Trabajó en el teatro y en otras artes escénicas, prestando su buen hacer interpretativo al mundo de la música. Y en el cine, trabajó con algunos de los grandes directores europeos. También alguno americano. Trabajó mucho… y vano sería ahora enumerar sus interpretaciones. Pero ha estado activo hasta hace bien poco. Deja algún trabajo póstumo, todavía sin estrenar. Y en los últimos tiempos lo hemos podido ver en dos trabajos muy distintos. Tirando de vis cómica, en una farsa de carácter político y sobre las relaciones humanas, que siendo una película británica excelente pasó por las carteleras españolas sin hacer mucho ruido. Y recientemente, interpretando a un mefistofélico Virgilio, acompañando a los infiernos a un asesino en serie, en un desasosegante drama, poco comercial, pero que también atesora calidad, de un cierto director danés, siempre inquietante.

Es ley de vida que, cuando llegamos a ciertas edades, nuestra probabilidad de morir va siendo mayor, hasta que no podemos eludir los dados del destino y termina nuestra travesía por este mundo. Pero 77 años saben a poco hoy en día. En cualquier caso, Bruno, que la tierra te sea leve. Y como siempre digo, si ha de existir otra vida después de esta, la única que se me ocurre que me interese es aquella que nos reúna a todas las gentes del cine con los que amamos el séptimo arte. Todas las demás… cada vez me interesan menos.

[Cine] High Life (2018)

Cine

High Life (2018; 10/20190212)

Comentaba hace unos días la cantidad y variedad de space operas, aventuras espaciales en castellano, que salpican las plataformas de vídeo bajo demanda en forma de series. Unas más interesantes, otras menos. Y por sorprendente que parezca en mi caso, ya que es uno de mis géneros aventureros preferidos, alguna se ha caído de mi cartelera televisiva sin terminarla. Por lo menos de momento. Y aunque venga avalada por el señor de los tronos de hielo y fuego… Y de repente, sin hacer ruido, con muy poca publicidad previa, nos llega a la cartelera de cine otra aventura espacial, firmada por la francesa Claire Denis, de la que he de confesar he visto poco. Creo que alguna de sus películas la he visto en televisión, pero sin un recuerdo muy definido.

Toda odisea es por definición un viaje,… quizá todo viaje tiene su parte de odisea. Y algunas escenas de la película, muy probablemente rodadas en Polonia, me han recordado un viaje que ya tiene más de diez años en el recuerdo, por ese país eslavo de la Europa oriental.

Aquí nos lleva a una odisea espacial con un tono muy distinto de aquella que nos maravilló hace 50 años, pero con netas influencias de ella, al menos en el fondo, menos en la forma. También encontramos influencias de otras magníficas aventuras espaciales, como las hermosas cúpulas que nos mostraron el viaje por el espacio de otra forma a principio de los años 70. Aquí encontramos más parecidos tanto en el fondo como en la forma. En cualquier caso, una expedición científica de humanos, viajando a velocidades superlumínicas viaja entre las estrellas explorando agujeros negros. Con la peculiaridad de que sus tripulantes son convictos condenados a cadena perpetua o al corredor de la muerte, a los que se les ha dado la oportunidad de conmutar su pena por un viaje, probablemente sin retorno. Y en el que viaja una médica (Juliette Binoche) que conduce experimentos con los pasajeros sobre reproducción humana, hasta que nace la primera niña espacial, Willow (Scarlett Lindsey, bebé; Jessie Ross, adolescente), con un padre biológico (Robert Pattinson) y una madre biológica (Mia Goth) que nunca se prestaron a este experimento voluntariamente, nacimiento que traerá consecuencias imprevistas a la expedición.

Compleja producción europea, con predominio de un equipo de realización francés, un equipo artístico polaco, la colaboración de algún artista contemporaneo de prestigio en el diseño artístico como es el danés de origen islandés Olafur Eliasson [Wikipedia, instagram], y un reparto basado sobre intérpretes británicos y alguna presencia francesa. Pero frente a la simétrica, limpia, aséptica, brillante imagen que la odisea de Kubrick transmitía, aquí nos encontramos en un entorno sucio, deteriorado, cutre, desesperanzado. Una visión poco optimista de las relaciones humanas, un acercamiento a una sexualidad triste y deshumanizada, un análisis de la capacidad autodestructiva de las comunidades humanas, y una cierta esperanza en las generaciones futuras, aunque con mensajes ética o moralmente perturbadores.

Acompañada de interpretaciones ásperas, pero sólidas y convincentes, no me atrevería a decir que es una película para todos los públicos. Con un argumento que va dando saltos entre diversos intervalos intemporales, sin seguir unas reglas definidas, es una película exigente para el espectador que activamente debe dar con las claves de una película de tono filosófico, y en esto más próxima a los planteamientos del Solyaris de Andrei Tarkovsky que de las influencias mencionadas anteriormente. A mí me ha merecido la pena… pero muchos espectadores acostumbrados a aventuras espaciales simplonas y concebidas como entretenimiento de acción, les puede resultar difícil de digerir.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****