[Viajes] Resumen de la escapada danesa

Viajes

Acompañado de abundantes fotos, como de costumbre, al día siguiente de regresar de un viaje hago mi resumen de esta escapada a Dinamarca de estos últimos días. No han sido unas vacaciones al uso, aunque puedan funcionar de forma parecida. En realidad, buena parte de los lugares que hemos visitado en el país nórdico ya los conocíamos. Pero hay matices en la novedad.

Cuando volvíamos de las vacaciones en Suiza, muy a principios del mes de agosto, una de mis acompañantes me anunció que tenía previsto realizar un viaje por trabajo a principios de septiembre, dado que la vacunación completa con la covid-19 de cada uno de nosotros y la previsible disminución en la incidencia de la enfermedad iba a hacer cada vez más sencillo lo de viajar, si no por el mundo, por lo menos por Europa. El destino, como ya sucedió en tiempos pasados, era Copenhague. Desde dónde podríamos hacer excursiones a otros destinos razonablemente próximos dentro de Dinamarca.

Lo cierto es que no planificamos una visita organizada a la capital danesa, que conocemos de sobra de viajes anteriores. No en vano, por un motivo u otro, desde 2001, hace casi 20 años, es mi quinta visita, con otras en 2010, una muy accidentada en 2014 y la de 2016, muy similar a esta, aunque estuvimos alojados en Malmö, y terminamos viaje en Estocolmo. Fue escapada más sueca que danesa, aunque pasáramos a la capital danesa a visitar un poco de arte contemporáneo, como también hemos hecho en esta ocasión. Porque ese el negocio de mi compañera de viaje, por lo que, además de visitar los museos de arte moderno y contemporáneo Arken y Louisiana, dos lugares muy interesantes, quizá les dedique alguna entrada en particular, ella se reunió con algún galerista y marchante de arte, que incluso nos invitaron a cenar a un sitio estupendo (y carísimo), estuvieron muy simpáticos conmigo, que al fin y el cabo no estoy en el ajo, y nos permitieron conversar ampliamente sobre muchas cosas y los contrastes entre nuestros respectivos países.

Pero el caso es que fuimos encajando alguna visita a los sitios más típicos de Copenhague, especialmente la tarde del día que llegamos, el final de la tarde del viernes, después de volver de Louisiana, y el lunes por la mañana, entre las nueve y el mediodía, hora a la que recogimos nuestros ligeros equipajes y cogimos el tren en la estación central de Copenhague para dirigirnos al aeropuerto de Kastrup e iniciar el regreso.

Dejando aparte el mayor o menos interés de las visitas o del paisaje urbano de la capital danesa, lo que más nos impresionó es que en estos momentos los daneses no viven en ninguna «nueva normalidad» más o menos postiza de tiempos de pandemia, eufemismos que esconden las restricciones en las que vivimos quienes residimos en países con mayores debilidades a la hora de afrontar la epidemia, por las carencias de los medios de atención sanitaria o por los determinantes sociales que condicionan un mayor transmisibilidad del virus y una mayor morbimortalidad causada por su infección. Hasta la fecha, la mortalidad declarada en Dinamarca es cuatro veces inferior a la declarada en España. Aunque habría que revisar su forma de calcularla y compararla con la nuestra, no dudo que las cifras reales sean apreciablemente inferiores. No me refiero a números absolutos, sino en las habituales tasas de mortalidad que se utilizan en epidemiología y en las que no voy a entrar. El caso es que ni mascarillas, ni especiales obligaciones, ni prohibiciones… sólo recomendaciones. Salvo el aeropuerto de Kastrup que se somete a normas internacionales. Para entrar al país,… el certificado de estar vacunado correctamente. Que no te piden. Te indican dónde puedes hacerte una prueba rápida de infección si no lo tienes para tener un certificado de entrada, pero si les dices que tienes el de vacunación, se lo creen, te sonríen y desean una buena estancia… 😊 ¿Qué coño estamos haciendo mal 🤨 en otros países?

En cualquier caso, en los días del fin de semana, sábado y domingo, y aprovechando la excelente red ferroviaria de los daneses, visitamos dos destinos típicos de las proximidades de Copenhague.

El sábado, Roskilde, con su catedral-panteón real, patrimonio de la humanidad, su museo de barcos vikingos y su coqueto centro urbano.

Por la tarde, aprovechando que quedaba tiempo y que el pase de día de los transportes públicos del área metropolitana de la capital nos permitía viajes ilimitados, nos llegamos a ver el palacio de Frederiksborg en Hillerød con la luz más favorable de la tarde, antes de volver a Copenhague, donde estábamos invitados a cenar cerca de la estación de Østerport.

Finalmente, el domingo nos llegamos hasta Odense, tercera ciudad en tamaño de Dinamarca, con sólo 179 601 habitantes, lo cual la hace muy tranquila y agradable, con un centro histórico muy muy muy coqueto, de un tipo que ya había visto en Ålborg, y varios puntos de interés que no pudimos visitar todos, por los horarios más restringidos de los días festivos. Aunque con un museo ferroviario, no muy grande pero sí bien organizado, que yo visité mientras mi compañera se dirigía a otros atractivos de la ciudad más de su gusto. Una de estas ciudades donde se nota que se vive bien,… lástima el frío y las horas de oscuridad del invierno.

Con esto ya me despido. A ver si dentro de unas pocas semanas hay suerte y podemos volver a hacer nuestros ligeros equipajes y dirigirnos a algún destino menos conocido y trillado. Aunque no me quejo nada en absoluto de haber vuelto al país nórdico.

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