No voy a dedicar mucho a comentar sobre un nuevo volumen de Astérix el Galo. Tengo todas las historietas del pequeño guerrero de la armónica y su «ligeramente desarrollado» compañero y repartidor de menhires, desde el número 1 y en lengua original, el francés. Creado por la genial pareja formada por René Goscinny y Albert Uderzo, conoció su edad de oro mientras el genial e ingenioso escritor estuvo con nosotros sobre la faz de la Tierra. Su prematura muerte, con sólo 51 años, en 1977 dejó un vacío que luego nadie ha sabido cubrir. Nunca las aventuras de los invencibles galos alcanzaron los niveles previos, e incluso en algún momento decayeron considerable a niveles en los que casi habría que plantearse haber dejado descansar para siempre al personaje, como sucedió con Tintin a la muerte de Hergé.

En cualquier caso, desde hace unos años, son la pareja formada por el dibujante Didier Conrad y el guionista Jean-Yves Ferri quienes siguen adelante con las aventuras de Astérix. Aunque no elevaron de forma notable el nivel sobre lo que se venía haciendo de los tiempos de Uderzo en solitario. Quizá por eso,… por esa caída aparentemente irrecuperable en cierta mediocridad, esta nueva aventura en el que nuestros héroes coinciden por casualidad con unos emisarios romanos buscando el mítico grifo en las tierras incógnitas al este del mundo conocido (o sea el Imperio romano y fronteras adyacentes), en tierras de los sármatas (al este del Vístula en la Polonia actual y hasta el Cáucaso, me gustado más. Es realmente muy entretenida en su mayor parte, aunque decae en sus últimas páginas, como si la pareja de autores no hubiera previsto un final adecuado y un cierre razonable, a una aventura con un planteamiento muy entretenido.
Pero… misión completa. Sigo teniendo la colección completa. En francés. Y supongo que seguiremos. Es lo que hay.