[Fotocomentario] El color de las estaciones y el cristal con que se mira

Fotografía

Decía Campoamor, un poeta realista del siglo XIX y hoy en día poco apreciado, aquello de que

«Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.»

Ramón de Campoamor, Doloras, 1846.

Y sin embargo, habitualmente asignamos determinados color a las estaciones del año. La primavera es la estación verde, puntuada aquí y allá por las notas de color de las flores. El verano es el amarillo de los trigales listos para la siega, del estío. El otoño son los colores cálidos, ocres, rojizos, de las hojas a punto de caer… incluso si este tipo de árboles son más propios de la América del norte o del Asia oriental que de la Europa occidental. El invierno es frío, azulado, o gris azulado. y con eso nos quedamos. Satisfechos de saber la estéticas del momento.

Sin embargo… eso no es necesariamente así. Ya he cuestionado los colores del otoño. Salvo que subamos a las montañas, a algún bosque de hoja caduca como un hayedo, en los valles, en las mesetas, donde dominan olmos, chopos, álamos,… rara vez estos adquieren esos colores ocres rojizos. Los vemos verdes, amarillean… y en cuanto llega noviembre con las lluvias y algún vendaval, caen y desaparecen. Esa es la realidad de los campos. Y no digamos ya si intentamos reflejar el paisaje con las limitaciones físicas de los sistemas ópticos y de registro de la luz.

En las fotografías que os traigo, y cuyo comentario podéis encontrar en Fotografía instantánea y dominantes de color (deseadas o no) – Fujifilm Instax SQ6 con Instax Square Black Frame, cualquier diría que reflejan unos paisajes propios de un frío invierno. Y sin embargo corresponden a un templado otoño… pero al caer la tarde, cuando ya el sol no tiene fuerza para imponer el color de su luz, y la bóveda azul del cielo impone sus tonos fríos. Engañándonos. Y engañando al medio fotográfico y al espectador. Es el cristal con el que miramos el que determina el color del mundo. Y muchas veces no lo elegimos, y así, no entendemos que el mundo lo vemos con colores equivocados. Y así, no distinguimos con precisión lo que es verdad y es mentira.

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