Virginia Woolf es una de las escritoras británicas más conocidas y más influyentes del siglo XX. Existen referencias a su legado literario en muchas obras posteriores, no sólo escritas, sino también en el mundo del cine, de la televisión y del teatro. Y por ello, hace mucho que se despertó en mí el interés por leer algunas de sus obras, al menos las más significativas. Sin embargo, ese interés no se ha reflejado en la realidad. Que yo recuerdo, sólo había leído hasta el momento un de sus obras, La señora Dalloway, hace algo más de 20 años, y por lo tanto no está reflejada en estas páginas, poco después de ver una película con un notable elenco inspirada por esta novela. Tampoco la película, de 2002, aparece en estas páginas. Este Cuaderno de ruta cumplirá 20 años el próximo 8 de febrero, por lo que vi la película y leí el libro antes de comenzar a redactar entradas en el blog.

La cuestión es que hace unos meses se me cruzó una oferta por la peculiar novela que traigo hoy a comentario, y la adquirí. Aunque tardé un tiempo en encontrar un hueco para leerla. También fue objeto de una adaptación cinematográfica, en 1992, con la siempre interesante Tilda Swinton en el papel principal, que vi en su momento, pero de la que no guardo mucho recuerdo, porque fueron tiempos convulsos para mí y mi nivel de atención era muy bajo en aquellos momentos para lo que veía en el cine. Me hubiera volver a ver la película antes de hacer este comentario, pero no la he encontrado en mis plataformas habituales, y no he tenido ocasión de buscarla más allá. Creo que uno de los canales de pago complementario de Amazon Prime Video está… pero no sé si estoy por la labor de pagar una suscripción más por este motivo.
El caso que la he denominado peculiar novela, porque Woolf la tituló en su idioma original el inglés como Orlando: A Biography, y en todo momento se dirige al lector bajo el supuesto de que está escribiendo una biografía. Una biografía que se extiende durante casi cuatro siglos. Pero que según se nos cuenta en los textos, fue inspirada por la vida de una de las amantes de Woolf, Vita Sackville-West, que no vivió tanto tiempo, pero cuyos acontecimientos vitales se incluyen de una forma u otra en la obra. Era poetisa, vivió en Estambul, amó a hombres y mujeres, vistió de mujer y vistió de hombre… Por Orlando, noble inglés nacido en tiempos de la reina Isabel I, de la que fue favorito y que le ordenó no envejecer, nació como hombre, pero a lo largo de su vida mutó su sexo a mujer. Y la novela nos va contando su vida, con sus acontecimientos más importantes, pero también otros que lo son menos, sus amores, sus aventuras, su pasión por la poesía, su empeños durante siglos de escribir y publicar su propio libro de poemas, y sus reflexiones sobre lo que significa ser hombre y, especialmente, lo que significa ser mujer a lo largo de los siglos. Dicen algunos que esta novela/»biografía» es una de las más hermosas cartas de amor que se han escrito, de Virginia hacia Vita.

La novela se lee bien. Alterna la reflexión con la aventura. Aventura amorosa, pero también aventura vital. Y no carece de humor. Al contrario, destila, incluso en los momentos más dramáticos de la vida de Orlando, cierto humor amable, algunas veces con un punto de ironía, pero sin hacer sangre. Hay momentos muy inspirados desde este punto de vista, como las descripciones de carácter que hace de algunos de los poetas y escritores, personajes históricos, reales, con los que se cruza el/la protagonista, y a los que desmitifica sin dejar de admirar su obra. Para los románticos, quedará la desesperación por la pérdida de la hermosa princesa rusa, cuando Orlando todavía es un hombre. Pero en general, como ya he dicho, tiene su punto de historia de aventuras, y se lee a gusto.
No obstante, su principal virtud es la reflexión continua sobre lo que se espera de la persona de acuerdo con su condición. Condición social, situación económica, el sexo con el que le ha tocado nacer, las convenciones de la época,… El largo recorrido por la historia y la sociedad inglesa permiten a Woolf poner en solfa estas convenciones, siempre cambiantes, sujetas a corrientes de pensamiento, al devenir de la política y de la economía, a las modas, y que, mientras permiten al hombre libertad para emprender aventuras y empresas, condena a la mujer a vivir la vida buscando alicientes más próximos a lo doméstico, a lo particular y lo interior. Me gustó cuando leí esta obra, pero la misma ha ido creciendo en mi recuerdo y en mi imaginación, ha ido dejando más poso con el paso de las semanas. Al cabo, hace ya dos semanas que culminé su lectura, y he tenido tiempo para que su recuerdo dé alguna vuelta por mi pensamiento. Muy recomendable.

