Voy esta semana con dos series de las que estoy muy a favor. Aunque con algún pero para una de ellas. La otra, sencillamente, ha sido una de las más agradables sorpresas que me he llevado en los últimos años en ficción televisiva, que me ha sabido a poco y de la que quiero más cuanto antes.

Se puede ver ya al completo la 4º temporada de For all mankind, la estupenda ucronía de Apple TV+ en la que son los soviéticos los que llegan en primer lugar a la Luna en 1969 y, como consecuencia, la carrera espacial no se detiene, sigue adelante y la exploración espacial y otras cuestiones sociales avanzan mucho más rápidamente, al mismo tiempo que determinados geopolíticos nunca llegan a suceder. En esta cuarta temporada, estamos en la primera década de los 2000. Hay una colonia humana multinacional consolidada en Marte, se está desarrollando la tecnología y la ingeniería para capturar objetos espaciales, como asteroides, para su aprovechamiento científico, industrial y comercial, y la Unión Soviética ha entrada en la perestroika, que descarrilará tras un golpe de estado que devolverá al gigante al autoritarismo. Mientras, entre los antiguos protagonistas de la serie surgen conflictos de intereses, con el sector privado buscando dinero, sin importa como. Cuando se descubre un asteroide con gran contenido de iridio en su composición, comienza una carrera contra el reloj para capturarlo, pero con dos bandos opuestos, los que quieren mandarlo a una órbita en torno a la Tierra y los que lo quieren en órbita marciana.
La crítica ha declarado casi unánimemente esta temporada como la mejor de la serie. Pero la apreciación de los espectadores, votantes de IMDb por ejemplo, es menor que la de temporadas anteriores. Aunque sigue siendo bastante alta, especialmente en los últimos episodios de la temporada, que realmente son muy bueno. Y en esta ocasión estoy de acuerdo con los espectadores. Hay algunas cosas que chirrían en esta temporada. Por lo menos, para mí. La trama en torno a Margo Madison (Wrenn Schmidt, para mí la mejor intérprete de la serie), exiliada en Moscú y en manos del sector duro de la clase política soviética, con sus conflictos morales, es la mejor. Pero el conflicto entre Baldwin (Joel Kinnaman) y Poole (Krys Marshall) no siempre está bien resuelto. Especialmente, creo que se ha estirado en exceso la presencia del personaje de Baldwin en la serie. Este anciano de aspecto «achacoso» desenvolviéndose en Marte no siempre me resulta verosímil. Ni la forma en que se gesta el conflicto en la base marciana. Me parece difícil de tragar que las cosas que pasan en esa base, con mercados negros, y conflictos laborales como los que se plantean tengan realidad en esa fase de la exploración espacial, con fuertes exigencias de capacitación, compromiso y disciplina para sobrevivir y prosperar en un medio esencialmente hostil. Pone a dura prueba mi renuncia a la incredulidad como espectador. Por lo demás sigue siendo una serie muy bien hecha, muy entretenida, y bien interpretada, con la salvedad de que creo que tendría que haber empezado a rotar protagonistas, nuevas generaciones de exploradores espaciales. Dicen sus creadores que tienen material pensado para tres temporadas más. Pero no sé si está confirmada todavía la quinta. Por mí bien. Pero tienen que ir renovando cosas.

En 2005, Brad Pitt y Angelina Jolie estaban en uno de sus momentos de mayor popularidad. Jóvenes (al menos relativamente), guapos, habían destacado en diversos trabajos, gozaban del favor del público. Y juntos protagonizaron su versión particular de «la guerra de sexos» como matrimonio ficticio de asesinos que reciben la misión de acabar el uno con el otro. Guapura, romance y acción; qué más quieres pedir. Pues bien… el tipo de película prefabricada a mayor gloria de sus protagonistas, que no es especialmente de mi gusto. Y de hecho, sin recibir suspensos, fue acogida con cierta frialdad por la crítica profesional y por la crítica popular. Por ello, cuando anunciaron un relanzamiento del concepto en forma de serie,… el anunció me dejó frío. Se estrenó a principios de este mes de febrero en Amazon Prime Video y… toda la crítica era unánime, una de las mejores series estrenadas en los últimos tiempos. La nueva Mr. and Mrs. Smith, protagonizada por Maya Erskine y Donald Glover, siendo este uno de los creadores de la serie, es realmente una serie excelente. Divertida, con sus momentos de comedia, acción bien dosificada, y sus dramas cotidianos de un matrimonio ficticio que sirve para hacer una reflexión crítica sobre la institución matrimonial.
Erskine y Glover están estupendos, con una química impresionante. Alejándose del modelo de la película original de beautiful people. Son una pareja atractiva, pero de otras formas, muy distintas a la pareja de la película de 2005. Especialmente Erskine, que compone el personaje más complejo y difícil, con ventaja, de los dos. El que esconde mayores misterios, el que es más difícil de desentrañar y el que realmente mueve la dinámica entre ambos. La norteamericana de ascendencia mixta europea y japonesa, borda las complejidades de una mujer conflictuada, a veces encantadora, pero dura, difícil, a veces borde, pero de la que cualquiera nos enamoraríamos. Demuestra además que una mujer en su treintena puede ser enormemente atractiva con el físico de una mujer normal en su treintena. Sin artificios. Como es. Con gran naturalidad. Y encima ambos bordan las secuencias de acción, que supongo habrán sido bastante exigentes físicamente. No le falta humor a la serie. Un humor fino, a veces con muy mala leche. Cada episodio cuenta con algún intérprete invitado, de trayectoria reconocida, que suele aportar el revulsivo para la crisis entre la pareja, que genera sus buenas dosis de humor, y que renueva constantemente un interés por la serie que nunca se pierde. Ocho episodios de entre 35 y 50 minutos de duración en su mayor parte, que se pasan muy deprisa. Que saben a poco. Queremos saber más… queremos más. Y encima, ese final… esos tres disparos que destellan en una ventana de la ciudad de Nueva York… queremos más. Cuanto antes.
Como curiosidad, Maya Erskine era la actriz de voz del personaje principal y titular de la serie de animación Blue eyes samurai, otra serie excelente. Parece que esta actriz está en plan rey Midas… donde está, se convierte en oro.










