[TV] Cosas de series; médicos residentes y hospitales televisivos

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Escenas cotidianas en Seoul para ilustrar la entrada de hoy.

Desde que Grey’s Anatomy llegó a la televisión, los dramas médicos, a veces comedias, pero siempre con un puntito dramático, sufrieron un cambio. Ya no se centraban tanto en los veteranos, aguerridos y habilidosos médicos experimentados y capaces de resucitar a un muerto con sus habilidades quirúrgicas o en un box de urgencias, sino que los protagonistas venían a ser los médicos en formación. Los sufridos médicos internos y residentes, conocidos popularmente en España como MIR. Una confesión he de hacer. Yo… fui MIR.

Entendámonos… yo no fui el prototípo de MIR. No hice una especialidad clínica,… y lo mío fue distinto. Lo que luego contaré se aplica sólo en parte, pero no voy a entrar en detalle. Bueno… Para empezar… oficialmente, ya no se llaman MIR. Dado que además de plazas para médicos se convocan también plazas para biólogos, enfermeros, farmacéuticos, físicos, psicólogos y químicos, ahora se llaman «profesionales sanitarios en formación», y a los años de formación se les llama los años de «formación sanitaria especializada». No todos esos profesionales están considerados luego profesionales sanitarios,… pero no voy a entrar ahora en los intríngulis del estatuto de las profesionales al servicio de la sanidad española. Da igual. Todo el mundo sigue hablando de los MIR. Y salvo los interesados, pocos hablan de los otros profesionales que se forman en régimen de residencia. En España está regulado de forma inequívoca desde el año 84, aunque previamente hubo experiencias y evolución del sistema de formación de médicos internos y residentes.

El origen del modelo, profesionales que aprenden trabajando en jornada completa y exclusiva y en un centro sanitario, se originó en Estados Unidos. Y de ahí se fue generalizando por todo el mundo. El médico interno era el médico recién salido de la facultad que dedicaba al menos un año a coger práctica en un hospital, rotando por las distintas especialidades; medicina interna y derivadas, cirugías diversas, urgencias… Al terminar, o se iba a montarse su consulta de médico general, o bien optaba a las plazas de médico residente, durante varios años, en los que se centraba en el aprendizaje a fondo de una especialidad concreta, médica o quirúrgica. Lo de llamarse «internos» y «residentes» es porque prácticamente vivían, residían, en el hospital. Comenzaron siendo asistentes sin sueldo, aunque ahora, por regla general, tienen un salario, inferior al del médico especialista, y a cobrar por las guardias realizadas, aunque el modelo retributivo ha variado con el tiempo y ha sido diverso en distintos lugares del mundo.

Lo que vemos en las series de televisión es que son jóvenes que prácticamente viven en el hospital, trabajan muchísimas horas, están muy puteados, hacen guardias como locos, siempre están cansados y con sueño, y al parecer ligan y follan mucho. Por lo menos, esto último, los protagonistas. La realidad actual, ya desde el momento en que yo hice la residencia, cuando se alcanzaron algunos logros, es que en España están reguladas las jornadas máximas semanales y el número de guardias promedio. Y no viven tan mal, ni mucho menos. Pero eso no tenía gracia a efectos dramáticos.

Ha habido y sigue habiendo muchas series que tratan este tema. Ya he mencionado Grey’s Anatomy, pero una que me divirtió mucho en su momento fue Scrubs, una comedia de situación con mucha gracia y su punto de mala baba. Y que es unos años anterior. Aunque no fue tan longeva ni de lejos. Porque la del hospital de Seattle sigue en cartelera televisiva, acabamos de ver su 21ª temporada,… inexplicablemente… puro guilty pleasure. Y ahora, me voy al otro extremo del mundo, porque voy a hablar de la serie que ha motivado esta entrada. Y esta es Eonjenganeun seulgiroul jeongong-uisaenghwal [언젠가는 슬기로울 전공의생활, la vida de los residentes que algún día será sabios] Este título en coreano me parece un rollazo, y prefiero el título internacional en ingles, Resident Playbook.

Emitida recientemente en Netflix, donde la podéis encontrar, se podría decir, aunque no lo sea estrictamente, que es un spin off de una de mis series favoritas de la cadena, Hospital Playlist, que recientemente volví a ver y me siguió gustando mucho. Pero si en aquella se centraba en un grupo de amigos que ya son veteranos médicos especialistas quirúrgicos que rondan los cuarenta años, y en la que los residentes eran personajes secundarios, aunque varios de ellos se volvieron entrañables, en la actual los protagonistas son los residentes de primer año de Obstetricia y Ginecología de otro hospital que pertenece a la misma cadena de hospitales que el de la serie original. De hecho, los personajes principales de aquella han tenido presencia en la actual, ya que en cada uno de los doce episodios de la actual hay algún cameo de los protagonistas de aquella.

La serie actual tiene también un reparto coral,… aunque hay una de las residentes (Go Youn-jung) que tiene un mayor protagonismo. La actriz protagonizó la segunda temporada de una serie de ambiente histórico con toques fantásticos y que también me gustó mucho. Si Hospital Playlist tuvo una primera temporada que fue principalmente comedia, y una segunda temporada que tenía un tono más melancólico y dramático, sin abandonar la comedia,… a veces melodramático, Resident Playbook adopta esta segunda versión. Aunque hay alivios de comedia frecuentes, tiene un tono más dramático, y cae con más frecuencia en el melodrama. Me costó un poco entrar en ella, en los dos primeros episodios, las comparaciones con la original eran odiosas, lo cierto es que poco a poco me empezó a gustar, y reconozco que llegó un momento que esperaba con ganas los dos episodios que se estrenaban el fin de semana. Y sentí bastante empatía, especialmente por la chica más protagonista. Actúan bien en general. Y los argumentos y los casos médicos son más realistas que la media de estos programas.

Hay un motivo por el que decidieron que la especialidad fuera obstetricia y ginecología, y no las habituales estrellas de estas series que son la cirugía cardiotorácica, la neurocirugía, los trasplantes y demás, o el estrés de la urgencia. Corea del Sur es el país de la OCDE con menor natalidad y mayor tendencia al envejecimiento. Por lo que esta especialidad no es nada deseada por los jóvenes médicos, esta en crisis, y les cuesta cubrir las plazas, tanto en formación como de médicos ya especializados. Además es una de las más propensas a los litigios por presunta mala praxis. Algunos de estos problemas se aprecian en la serie. Los creadores de la serie han intentado tocar tierra, y no alejarse de la realidad. Lo cual les generó problemas, porque cuando la estaban rodando surgió un fuerte conflicto laboral entre los médicos residentes coreanos y el gobierno de su país, que llevó a dimisiones en masa, a huelgas, a una insuficiencia de recursos en los hospitales y a problemas con la correcta atención en hospitales.

Un conflicto muy duro y desabrido. En el que la mala prensa hacia los médicos ha sido la norma, lo cual ha endurecido sus posturas. No sé si se ha resuelto el problema. Pero que responde problemas reales, pero también a intereses corporativistas. Por un lado, los residentes suelen ser mano de obra mucho más barata en los hospitales que los especialistas formados, especialmente en guardias y urgencias. Pero sus condiciones labores no siempre son las adecuadas. Ahí tienen razón. Pero por otro lado, hay especialidades en las que se limita intencionalmente el número de especialistas en formación para generar una escasez de profesionales que están más cotizados… se genera una especie de oligopolio. En España también se da esto último. El pagano suele ser el paciente. Como consecuencia de estos conflictos, la serie estuvo a punto de cancelarse antes de emitirse. Y de hecho se retrasó bastante su estreno. En cualquier caso, me parece una serie bastante recomendable. Con sus peculiaridades surcoreanas, claro está.

[TV] Cosas de series; calamares, y otras cosas, a la coreana

Televisión

Estoy encantado con las ironías de la vida, incluso en algo tan intrascendente como mis preferencias televisivas. Quien siga este Cuaderno de ruta sabe de mi «afición/adicción» a los dramas coreanos en forma de serie de televisión, popularmente conocidos como k-dramas, que tiene Netflix en cartera. La mayor parte de ellos son auténticos placeres inconfesables, ya que sus «defectos» son notorios. Pero a pesar de ellos, o quizá por ellos, acabas pasándotelo pipa con estos culebrones en 16 episodios de promedio. Suelo dedicar mi tiempo televisivo a los k-dramas en los fines de semana, en los que prefiero dejar mi mente en estado de evasión intrascendente. Pero este domingo, me decía Netflix que uno de ellos era tendencia en todo el mundo, y el número 1 de la cadena en España ese mismo día. ¡Cuántas veces mis amigos y conocidos no me habrán tomado el pelo por mi «afición/adicción» a los k-dramas! Bien, quien ríe último, ríe mejor. Y a mandíbula batiente. Pero vamos con ellos de menos a más. Que quiero dejar cuatro de ellos comentados antes de pasar al modo «solo fotos» en este Cuaderno de ruta durante unos días.

Pues si en Corea del Sur, en Seúl concretamente, queréis buenos moluscos, mariscos y pescados, seguro que calamares también, os recomiendo el mercado del pescado de Noryanjin. Para quienes nos gustan los frutos del mar, un lugar maravilloso.

Entre los k-dramas de hoy, Neoneun naeui bom 너는 나의 봄 [Eres mi primavera], es uno de los más típicos y tópicos. Comedia romántica con dramón de fondo, en el que de una forma u otra están implicados todos los protagonistas de una forma que parece absolutamente inverosímil, en torno a un vecindario tenemos traumas infantiles, personas con trasplantes de corazón, víctimas de maltrato doméstico y de género, crímenes truculentos, y un bonito romance entre una jefa de conserjes (Seo Hyeon-jin) de un hotel de lujo en Seúl con un psiquiatra que vive en el piso de abajo. Aunque reúne muchos de los elementos que hacen de los k-dramas pecados inconfesables, lo cierto es que está bien hecho, bien interpretado, y con una protagonista, la ya mencionada que es una actriz bastante carismática y que ya me he encontrado en alguna otra serie.

Seo Hyeon-ji era de las protagonistas destacadas en la primera temporada de Dr. Romantic. O como se titula en coreano, Nangmandakteo Gim Sabu 낭만닥터 김사부 [El doctor romántico, profesor Kim]. Como ya conté, es una serie que encontré en Netflix Suiza, que me descargué, y me dio a ver antes de que caducaran las descargas la primera temporada que ya comenté y un par de episodios de la segunda. Luego me he tenido que buscar la vida para ver la segunda temporada completa. En las peripecias del peculiar hospital de provincias donde transcurre la acción, se mantiene el protagonista (Han Suk-kyu) y buena parte del reparto habitual. Pero cambian los médicos jóvenes que son coprotagonistas de la acción. Lo cierto es que en gran medida es una repetición con breves alteraciones argumentales de la primera temporada. Y por ello, resulta menos satisfactoria. Es excesivamente melodramática, funcionando mejor cuando adopta tono de comedia, y es la típica serie pedagógica, donde además de instruir a la audiencia sobre temas médicos y de salud, se propone un sistema de valores positivos y éticos frente a otros negativos y codiciosos. En general los valores positivos son correctos, aunque un tanto paternalistas y patriarcales. Pero es Corea… qué podíamos esperar de un país en el que hasta después del año 2000 es sistema social era oficial y legalmente patriarcal. Y estas cosas no se curan de la noche a la mañana.

Como drama médico, más bien comedia en su mayor parte, Seulgiroun uisasaenghwal 슬기로운 의사생활[Hospital playlist; la traducción literal es la vida inteligente del doctor, lo quiera significar esto] es mucho más majo e interesante. Y ha llegado a su segunda temporada. Primero, porque no hay maniqueísmos. Simplemente, cinco amigos, médicos en torno a los 40 años de edad, que llevan una vida dedicada a su profesión al mismo tiempo que salen adelante con sus problemas familiares y con su vida personal en general. Es una serie de las que te dejan bien, a gusto con el mundo. Segundo, porque no la incluyo entre los placeres inconfesables, ya que me parece recomendable por derecho, especialmente si quieres mejorar tú estado de ánimo. Buenas interpretaciones, personajes entrañables, tanto en los cinco protagonistas, como algunos de los secundarios. Si en la primera temporada era la residente mayor de cirugía general la que nos enganchaba emocionalmente (Shin Hyon-bin), en esta segunda ha sido la de obstetricia (Han Eun-jin), cuyo único problema es que el nombre del personaje puede dar lugar a mucho cachondeo entre el público hispanoparlante. Episodios largos, entre los 90 y los 120 minutos, pero que transcurren en un vuelo. Y te dejan con ganas de más. Y además es de las menos patriarcales y rancias de Corea, ya que tiene personajes femeninos afirmativos, con carácter y en puestos significativos, más poderosos y decididos emocionalmente que los masculinos. Aunque sospecho quedo veremos más… Si el final de la primera temporada dejaba abiertas las tramas, el de la segunda temporada las deja bastante cerradas. Aunque por la naturaleza de la serie, se podría retomar en cualquier momento.

Y vamos con la sensación del momento, Ojing-eo Geim 오징어 게임 [El juego del calamar], que ha trepado a todas las listas de éxitos y tendencias en quince días. Y en un primer momento, en el primer episodio, en un análisis superficial, da la sensación de que es un cruce entre dos series de la propia Netflix, una española, por determinados elementos estéticos, y otra japonesa, por determinados elementos argumentales. Luego te das cuentas que más que una influencia de estas series, ya he dicho que la comparación era superficial, todas ellas comparte influencias, pero la que tenemos delante, esta serie coreana, es muy superior a las anteriores. Dentro del género de los juegos mortales, en los que los participantes o ganan o mueren, es una de las producciones realizadas con más inteligencia y dedicación que he visto. No es difícil comprender que estamos ante una metáfora de la sociedad capitalista, y si no lo es se parece mucho, en la que unos poco plutócratas deciden sobre el destino de las gentes, estando condenado a ser un marginado si no eres un alienado entre los «perros», usando nomenclaturas de Vargas-Llosa, es decir los cuerpos armados que defienden el status quo, o entre los trabajadores, dóciles y cumplidores, pero sin voz ni rostro. El diseño de producción es ambicioso y muy conseguido. Los guiones, por mucho que los amigos del defectillo anecdótico quieran magnificar las pequeñas incoherencias sin trascendencia real que pueda haber, están muy cuidados y muy trabajados. Y sobretodo, el cuadro de personajes, junto con los intérpretes que los encarnan, está muy bien definidos y dan lugar a trabajos actorales de mucho mérito, incluso en intérpretes poco conocidos o noveles. Uno de los personajes mas populares, la joven desertora norcoreana Kang San-byeok, está interpretada por una modelo de pasarela popular en su país, Jung Hoyeon, que nunca había actuado, e incluso le habían dicho que no valía. Pero es una de las actrices cuyo trabajo va claramente de menos a más. Aunque su más de metro setenta y cinco de estatura, la haga un poco inverosímil para encarnar a quien huye de las hambrunas de la monarquía comunista norcoreana, por muy delgaducha que esté. Las hambrunas en la infancia no ayudan a alcanzar grandes estaturas. En cualquier caso, es una producción notable. Muy por encima de los k-dramas habituales, mucho más engarzado en el cine surcoreano, que con cierta frecuencia nos ofrece producciones muy notables de gran nivel, tanto en su realización como en su interpretación. Muy recomendable.

[TV] Cosas de series; adolescentes asiáticos desbocados

Televisión

Últimamente estoy viendo demasiadas series coreanas. Placeres inconfesables en la mayor parte de los casos existen excepciones. Por ejemplo. Esta semana pasada estaba de bajón anímico. Que se ha hecho más profundo a partir del sábado por un triste suceso. No comentaré… no forma parte de lo que quiero hablar en este Cuaderno de ruta. El caso es que estos días atrás necesitaba algo intrascendente. Que durante el rato que durase, me hiciese sentir bien. Y no se me ocurrió otra cosa que reciclar alguna serie. Supongo que igual que los anglófonos consideran como una categoría las feel-good movies, en Filmin hay una colección con esa etiqueta (muy discutible que Les parapluies de Cherbourg pertenezca a esa categoría), podemos hablar de feel-good tv shows. Series que te hacen sentir bien. Y lo que se me ocurrió fue volver a ver una teleserie surcoreana, Hospital Playlist, de la que ya hablé, y que realmente te hace sentir bien. Esta no la incluso dentro de la categoría placeres inconfensables. Es muy simpática. Además me sirvió para recordarla, porque parece que en unos meses vuelve con una segunda temporada a Netflix.

Un denominador común a todas las series coreanas es que comen como limas y beben como cosacos. Así que hoy visitaremos el mercado del pescado de Noryangjin en Seúl, donde puedes comprar vivos los bichos que a continuación te pueden preparar en los puestos disponibles para ello.

Hace una semana os hablaba de otra serie coreana, comedia romántica, que tampoco consideraba incluida en la categoría de las inconfesables. Al mismo tiempo que esta, se estrenó otra, protagonizada por So Joo-yeon, que también tenía un papel en la mencionada comedia romántica. Esta actriz tiene un físico que, a sus 27 años, lo mismo le permite interpretar a una adolescente de bachillerato que a una adulta. Y en esta serie, de título Areumdawotdeon Uriege [아름다웠던 우리에게, para nosotros que fuimos hermosos], y cuyo título internacional quedó como A love so beautiful, efectivamente interpreta a una joven que conocemos con 15 o 16 años y acompañamos hasta sus 30 años. No me atrevo a decir si la edad de la que hablaba estaba «traducida» o no. Tal y como cuentan la edad en Corea del Sur, su edad en «años» puede ser uno o dos más que en occidente. El caso es que es un adaptación de una novela china, que hace unos pocos años también se convirtió en un serial televisivo en su país de origen. Son 24 episodios de apenas media hora, o sea, menos duración que las habituales series coreanas de 16 episodios de alrededor de 70 minutos. No es ni fu ni fa. Me parece excesivamente ingenua en su fase de amoríos adolescentes, y no profundiza lo suficiente en la crisis de la edad adulta. Ni es un placer inconfensable, ni es una serie especialmente interesante. Pero la fui viendo encajando sus episodios cortos en tiempos muertos aislados.

El caso es que esta serie me hizo reconsiderar otra. Como he dicho, su historia es un préstamo o una nueva versión de otra de otro país asiático. Y esto sucede con frecuencia en ese continente. Cuando una serie o película tiene mucho éxito, se hacen una o más versiones en otros países, en otros idiomas o en otro formatos. Series, animación, largometrajes… El caso más típico y comentado también se puede ver en Netflix, en dos de sus versiones, y se trata de Kkotboda Namja [꽃보다 男子, mezcla de caracteres coreanos y chinos], en su versión coreana. Aunque es normalmente conocida como Boys over flowers, su traducción al inglés, o su título original japonés, Hana yori dango [花より男子], un manga que ha sido adaptado a una serie de animación japonesa, series oficiales en Japón, Taiwán, Corea del Sur, China y Tailandia, largometrajes en Japón, y series no oficiales, copias no reconocidas, en Indonesia (dos veces), China e India. Con semejante historial… hace tiempo que tenía la curiosidad de saber qué tiene esta historia para que atraiga tanto. Hace años lo intenté ya con la serie coreana, que es de 2009, y está en Netflix desde hace muchos años. Pero no pasé del primer capítulo… y ahora si que he pasado y he visto los 25 episodios de 70 minutos.

Este si que es un placer inconfesable de tomo y lomo. El argumento es demencial. Una adolescente de clase trabajadora es admitida en un colegio privado para élites económicas y políticas, donde cuatro machitos hacen y deshacen a su antojo, son los chulos que abusan de quien les cae mal, incluso con violencia física, y donde nunca nunca nunca aparece un profesor para poner orden, y si aparece el director del colegio es para adular y actual servilmente con los progenitores de estos energúmenos. Y con estos mimbres tan demenciales,… se monta una triángulo romántico, donde se ven unas cosas que en cualquier lugar civilizado serían objeto de intervención inmediata de la policía y el juzgado de guardia. Y no vamos a hablar de la conducta absolutamente mafiosa de la madre del gallito protagonista de este invento. Y esta es probablemente la franquicia de romances adolescentes de más éxito de Asia… lo cual casi quiere decir, por volumen de espectadores,… ¿del mundo? Tremendo. Tremendo. Para mear y no echar gota. Clasismo, machismo, racismo,… todos los «ismos» negativos que podáis considerar, convertidos en comedia romántica.

[TV] Cosas de series; amables médicos coreanos y «absurdos» militares espaciales

Televisión

A pesar de que el viernes me tomé un día de fiesta, que me tendría que haber permitido esponjar mi tiempo el fin de semana, pudiendo hacer más cosas en estos tres días, lo cierto es que he estado tan liado que ni el sábado ni el domingo he escrito nada en este Cuaderno de ruta, a pesar de que tenía temas para ello. Bueno. Hoy tampoco ando sobrado de tiempo, así que voy a lo fácil, como la mayor parte de los lunes. Televisión.

Hoy también nos vamos a Corea del Sur, fotográficamente hablando, a Dondaemun y sus modernos edificios dedicados al mundo del diseño.

En no muchos días me merendé la que parece ser primera temporada de Hospital Playlist [Seulgiroun Euisasaenghal, 슬기로운 의사생활]. Nada que ver el título «internacional», o sea, en inglés, con el título original en coreano que vendría a significar algo así como vida de doctor/es sabio/s. Frente a lo que es costumbre en la series coreanas que llevan el sello Netflix, no tiene 16 episodio sino 12. Y todo indica que es una primera temporada a la que seguirán otras. La mayor parte de las ocasiones, las series surcoreanas de Netflix son dramas en una única temporada. La serie es amable y simpática, y tiene un reparto en el que no falta gente que interpreta con razonable solvencia. Los guiones son simplones, pero no chirriantes, y salvo el exceso de histrionismo de los pacientes y sus familiares cuando se les comunica una grave enfermedad o se les dice que ya están curados,… la verdad es que tenemos el típico drama médica con toques de comedia, pero con muy buenos sentimientos. La historia gira en torno a cinco cirujanos de distintas especialidades que trabajan en un mismo hospital y que son amigos desde los tiempos de universidad. Y que además los domingos quedan a tocar música (hay tenemos la excusa para lo de la «playlist»). Cuatro mozos y una moza, en sus treintaymuchos casi cuarenta. Parecería sexista, lo cual no es raro en el conservadurismo habitual de las series coreanas, pero lo cierto es que los personajes femeninos suelen estar un paso por delante en madurez y resolutividad de sus compañeros masculinos. Tanto para la protagonista (Jeon Mi Do) como algunos de los secundarios (la residente interpretada por Shin Hyon Bin). Una serie que arrastra algunos de los problemas habituales de las series coreanas, pero que supera la media de la mayor parte de ellas y se deja ver con agrado. Y además es capaz de reírse de sí misma. Por ejemplo, Jeon Mi Do ha realizado la mayor parte de su carrera como cantante de musicales, y con muy buena voz, mientras que dentro del grupo de amigos, cuando se juntan hacer música,… canta de pena. Convencido estoy de que seguiré viéndola cuando lleguen temporadas futuras. Eso sí,… si en House M.D. siempre sospechaban del lupus, aunque nunca fuera, creo que no ha habido ningún episodio en esta serie en la que no haya habido un caso de hepatocarcinoma. Estos surcoreanos van a tener que vigilar su afición al soju.

Space force es una comedia de situación con Steve CarellJohn Malkovich al frente del reparto, que busca hacer mofa y befa de la pretensión del innombrable presidente actual de los Estados Unidos. Y lo consigue. Carell es el general al mando de la recién creado fuerza espacial, y Malkovich el jefe científico civil. Carell representa el absurdo continuo del pensamiento militar, aunque por sí mismo, o ayudado por Malkovich y otros personajes, con frecuencia acaba tomando la decisión correcta. O la menos incorrecta. Malkovich es la voz de la razón frente a la sinrazón de la lógica militar, aunque a veces se vea arrastrado por la misma. La serie empieza floja. De hecho, en los primeros episodios pensé en abandonar. He decir que Steve Carell nunca ha sido santo de mi devoción. Pero va mejorando y eventualmente nos brinda algún momento estupendo e incluso brillante. Tendremos que ver cómo evoluciona. Yo estoy dispuesto a darle una segunda oportunidad. Por supuesto, no habla sólo de la guerra en el espacio o del absurdo de la guerra en general. También nos habla de amistad, relaciones, paternidad, y otros muchos temás «menores» (esto es irónico claro), frente a las tontadas de los militaristas.