[TV] Cosas de series; nos vemos en el espacio

Televisión

Hoy vamos con una entrada televisiva dedicada a las aventuras espaciales. Género televisivo al que me sigo apuntando siempre, aunque me decepcione con demasiada frecuencia. Pero antes, un breve sobre Death to 2021, un mediometraje de una hora de duración en la oferta de Netflix, en el que se hace un repaso a las calamidades del año 2021. Entre el documental y el cachondeo de ficción, con una serie de actores y actrices interpretando estereotipos de gentes diversas, en general nocivas socialmente, que dan su «visión» sobre lo que ha sido el año. Lo vi porque en diversos medios hablaban bien de él, y sólo es una hora de duración. Pero me resultó demasiado centrado en los Estados Unidos como para que al final me resultara algo más que anecdótico. Lo que ya no entiendo es porqué el título en castellano es un escatológico A la mierda el 2021, versión grosera de ese Muerte al 2021, que me parece innecesaria e innecesariamente sensacionalista. Pero vamos con el espacio.

Entre la sequía permanente y el agua ocasional en el tiempo o en el espacio, que mejor que unos paisajes de los Monegros para ilustrar las aventuras espaciales de hoy.

Hemos asistido a la temporada tercera de la versión excesivamente doctrinal de Lost in Space, en la que sus alabanzas a la familia más o menos tradicional, a la amistad, y a la confianza ciega a las acciones imprudentes de unos críos han acabado cansándome bastante. Creo que con los medios que han puesto para realizar esta serie, podrían haber pagado a algún guionista competente para contar una historia interesante de verdad, y con algún tipo de engarce en la realidad. No una serie de doctrina muy conservadora disfrazada de buenrollismo progresista políticamente correcto. Muy estomagante en su temporada final. Una lástima.

Confieso que cuando empecé a ver anuncios en Netflix de The Silent Sea quedé muy intrigado. Por antecedentes recientes de aventuras espaciales realizadas en este país, y por algún nombre interesante en el reparto. El título anterior es el título internacional de la surcoreana Goyo-eui bada 고요의 바다, y en IMDb aparece como el título oficial de la serie. El título coreano hace referencia al Mare Tranquillitatis, uno de los maria más conocidos de la Luna y que da lugar al título en castellano de la serie, Mar de la Tranquilidad. Los maria, yo prefiero el termino latino al castellano mares, son extensiones basálticas de origen volcánico, que parecieron mares en el sentido terrestre, extensiones acuáticas, que no son, a los primeros astrónomos que observaron nuestro satélite. Por eso prefiero el término latino. Y si usamos el término en castellano, no olvidarnos del adjetivo, llamémosles mares lunares. Pero el caso es que aquí se juega al equívoco, puesto que está involucrada el agua de una u otra forma en la trama.

En un futuro no muy lejano, catastrófico, cuasi apocalíptico, en la Tierra está desapareciendo el agua. Los ríos y los mares se están secando. Y hay un sistema de castas basado en el acceso al agua. La protagonista (Bae Doona), una exobióloga, es llamada para una misión espacial en la Luna. Una base en el satélite terrestre sufrió un acontecimiento catastrófico, aparentemente de carácter radioactivo, cinco años atrás, y murieron sus ocupantes. La científica jefe fue la hermana de la protagonista. El objeto de la misión es recuperar unas muestras que quedaron allí abandonadas y que pueden ser importantes en la crisis que sufre el planeta. Pero claro, las cosas no van a ser fáciles, se han dicho muchas mentiras, se han ocultado muchos hechos, y todo va a ser más complejo desde el principio. Especialmente por culpa del agua lunar.

La serie me despierta sentimientos encontrados. Como ciencia ficción,… es enervante. Como siempre hacen los coreanos, copian descaradamente ideas y situaciones de otras series o películas. El emplazamiento de la base lunar parece una copia de algunas instalaciones de cierta serie ucrónica con viajes a la Luna cuya tercera temporada esperamos. Y la trama general es la típica del terror ante una amenaza alienígena. Pero dan mil patadas a los manuales básicos de física, química y biología, sin ninguna consideración, hasta casi (o sin casi) el absurdo. Pero por otra parte, el guion de la trama, tomando lo anterior como un simple macguffin sin importancia, va de menos a más, el trabajo de los intérpretes es bastante sólido, y llega un momento que te ves absorbido, en los limitados ocho episodios de 45 minutos en que se divide la historia. Están bien dosificadas estas duraciones. Aunque el desenlace tiene elementos que ponen muy, pero que muy, a prueba la suspensión voluntaria de la incredulidad del espectador, por excesivamente fantásticos/fantasiosos. Sensaciones por lo tanto contrapuestas, entre el suspenso y el notable, entre el placer inconfesable y la producción interesante de ciencia ficción con un planteamiento científico muy descuidado. En fin. No se puede tener todo.

[TV] Cosas de series; para Navidad, aventuras espaciales

Televisión

Bueno… pensaba que hoy tampoco iba a tener tiempo para actualizar este Cuaderno de ruta. Últimamente he bajado algo el ritmo. Líos por otros lados. Pero «gracias» al mal tiempo que reina en la península en general, y en Zaragoza en particular, apetece poco salir a la calle, y me está cundiendo la tarde. Esta mañana, por unas idas y venidas que me ha tocado hacer en el trabajo, me he quedado con pocas ganas de salir a más idas y venidas por la tarde.

Ya que ha salido por ahí la familia Trapp, pues vámonos a darnos un paseo por Salzburgo, un rincón del sistema solar que nos vale tanto como cualquier otro en esta entrada de aventuras espaciales.

Durante el período navideño, y hasta un poquito después, fui siguiendo varias series con algo en común. Son… AVENTURAS ESPACIALES… uno de mis géneros favoritos, aunque pocas veces me satisfaga la que veo. Pero bueno. Seamos optimistas en esta ocasión.

En primer lugar, The Mandalorian. Bueno. Esta no ha sido del periodo navideño especialmente. Venía de antes. Pero la he terminado de ver a finales de diciembre. La nueva serie del universo Star Wars que tiene como protagonista un mandaloriano (Pedro Pascal), un tipo de la especie/el gremio/la secta o lo que sea de Boba Fett. Pero en majo. Y con él, la sensación de la temporada, ¡¡¡BABY YODA!!!… un pequeñín, poco más que un bebé de 50 años, de la especie del maestro jedi. Ese no es su nombre oficial… pero a falta de otro, es el que se ha popularizado en la red de redes. En esencia es un «space western» con un trama del tipo «El fugitivo», bastante eficaz, que se ha ido viniendo a más conforme avanzaba la temporada. Y que en general es lo mejor que se ha visto de la saga en mucho tiempo. Superproducciones en forma de largometrajes incluidas. Esperando con ganas futuras temporadas.

Netflix nos ha traído la segunda temporada de Lost in Space, la reimaginación de la serie de los sesenta, que ya tuvo una (flojísima) versión cinematográfica hace algo más de 20 años. La primera temporada me pareció algo flojita. Pasable pero flojita. La segunda ha tenido más miga, y habido varios momentos en los que la trama me ha enganchado bastante. Pero tiene un problema. Con alguna notable excepción, la familia Robinson me parecen prácticamente insoportables. Que los expulsen al frío espacio exterior por una esclusa por favor. Y hagamos algo interesante con los demás. Anécdota. Angela Cartwright, una de las niñas de la familia Trapp en The Sound of Music [Sonrisas y lágrimas], creo que es la única que sale con más o menos importancia, en las tres versiones de la historia.

Y finalmente, Amazon Prime Video ha recuperado y nos ha traído la cuarta temporada de The Expanse. Esta aventura espacial que, hasta esta temporada, no había salido de nuestro sistema solar, con los dimes y diretes entre terráqueos, marcianos y cinturianos, más la aparición estelar de la protomolécula alienígena, ahora nos lleva a otros mundos, donde aprovecharán para crear tramas claustrofóbicas con cuenta atrás. Lo cual siempre suele funcionar. Como subtramas, politiqueos en la Tierra, complots en Marte y a los cinturianos que les salen rebeldes peligrosos en sus filas. La verdad es que me lo paso muy bien con esta serie. Esta escalando puestos bastante ágilmente entre mis aventuras espaciales favoritas. Y, aunque el nivel de interpretación es variopinto, hay gente bastante buena, y otros no tanto, la verdad es que el desarrollo de caracteres está bastante bien.

[TV] Cosas de series; perdidos en el espacio y en la psiquiatría

Televisión

Dos serie vistas en la plataforma de vídeo bajo demanda por suscripción Netflix son las que han protagonizado mis cada vez más irregulares sesiones televisivas en casa. He bajado a lo largo del último año bastante el tiempo que dedico a la series, y además los fines de semana repaso otras cosas. Algún día dedicaré un tiempo a hablar del repaso que estoy haciendo de la filmografía del Studio Ghibli. Y lo que disfruto con ello.

Lost in Space – 1ª temporada

La primera de las series que comentaré es la nueva versión de una serie de aventuras espaciales de los años 60, que ya había conocido varios intentos, poco afortunados de ser relanzada en pantalla grande o en pantalla pequeña, versión softcore incluida, y que ahora vuelve de la mano de la conocida plataforma de vídeo bajo demanda.

En esencia, es parecida al original, con algunas variantes. En su viaje de la Tierra a un planeta habitable en Alfa Centauri, no nos dicen cuál de las estrellas de este sistema múltiple, la familia Robinson se ve desviada de su trayectoria y, tras ser enviada por medios no bien explicados, a una galaxia ignota a bordo de la Jupiter 2 tienen que sobrevivir e intentar regresar a la galaxia de origen. Por supuesto, con robot, con el más o menos apuesto Don West, rebajado aquí de piloto a mecánico, y con la perfidia de Smith, reconvertido en esta ocasión a taimada y mentirosa doctora. La principal variante del cotarro es que en esta ocasión, la Jupiter 2 y unas cuantas más, tienen su origen en una gran nave en la que viajan como colonos, y hay unas cuantas familias más en el planeta donde se pierden.

Como toda serie que se relanza o se hace una nueva versión, las preguntas que conviene hacerse es si aporta algo nuevo, si se pierde algo interesante del original o si se ve necesaria.

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Como no tengo excesivas fotos de planetas perdidos,… por una de las series de hoy,… pasearemos por Seul, con la otra.

Lo que tenemos de nuevo es que el tono de la serie es distinto. Sigue siendo un producto de carácter familiar, pero con más conflictos internos propios del siglo XXI. Papá y mamá no andan en sus mejores relaciones. Y la hija mayor, por mor de la diversidad étnica, es fruto de una relación de mamá con un señor con la piel muy oscura. En general, lo raro, por lo de la diversidad, es que no hay ningún personaje con una orientación sexual o de género alternativa. Salvo el robot, quizá.

Lo que hemos perdido es la originalidad. Todo lo que vemos nos suena a visto en otras producciones. Hasta la forma de la Júpiter 2 tiene un no sé qué qué sé yo que te hace recordar al Halcón milenario, pero pulcramente pulida y recién salida de fábrica. Resulta un poco pastiche.

¿Era necesaria? No mucho. Aunque está hecha con medios y con buenos intérpretes de partida, lo cierto es que no aparta nada nuevo al género de las aventuras espaciales, y los guiones dejan que desear, con algunos momentos sonrojantes. Para ser una familia de genios, hay que ver cuántas veces la cagan, especialmente con las trampas que le tiende la «doctora» Smith, la cual tampoco es que sea de las malas más carismáticas. Oscilando entre momento entretenido y momentos horrendos desde el punto de vista del guion, sólo nos queda esperar que a partir de la segunda temporada se esmeren un poco en los guiones y tenga un poco de enjundia. Si no, no dejará de ser un producto flojo y sin personalidad pero hecho con medios.

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Gwaenchanhah, Sarangiya

Conocida internacionalmente como It’s Okay, it’s love, procede de mis intentos que de vez en cuando me llevan a probar producciones de países poco habituales. En Netflix hay muchas series coreanas, en su mayor parte infumables. Pero aquí y allá me he encontrado alguna cosa curiosa. ¿Qué es lo que me enganchó de ésta?

No nos engañemos, es una comedia dramática o un drama con notas de comedia al uso, de las que parece que se producen como churros en Corea del Sur. Chica conoce chico, o chico conoce chica, parece que están condenados a llevarse como el perro y el gato, hasta que poco a poco descubren que están hechos el uno para el otro y llegamos al presumible happy end. Generalmente, si tienen algo de humor son más llevaderos que si se lo toman en serio. ¿Qué hizo que terminará de ver los dieciséis episodios de esta serie? Básicamente, los intérpretes principales de la serie y alguno de los secundarios me parecieron por encima de la media de lo que se ve habitualmente. Desde luego la protagonista femenina, Hyo-Jin Kong, da muestras de vez en cuando de una superior calidad interpretativa y naturalidad que lo que se suele ver en estas producciones. Así como alguno de los secundarios.

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Esta serie es el típico guilty pleasure, culebrón que, a pesar de sus notorios defectos, ten engancha en mayor o menor medida, porque adquieres una cierta empatía con los personajes. En esta ocasión, hay que considerar que la protagonista y otros personajes son psiquiatras, y los que no son, tienen algún tipo de trastorno mental de uno u otro tipo. Con el grado que cultura que tengo por mi profesión sobre la salud mental, no me queda otra que afirmar que la visión de la psiquiatría y de la enfermedad mental grave que presentan se puede calificar como demencial. Con abundancia de «explicaciones» pseudopsicoanalíticas, que realmente no tienen otro interés que servir de macguffin para el avance la trama. Así que, dejando de lado que todo el tema psiquiátrico sólo sirve para echar abundantes risas si tienes un mínimo conocimiento del tema, no hay que hacerle ni caso y quedarse con que no es más que una excusa para introducir un poco de dramatismos en una historias que suelen ser muy rebuscadas para conseguir llegar a los dieciséis episodios de una hora de duración, cuando la cosa no da más que para un mediometraje de cuarenta o cincuenta minutos de duración.

Lo dicho. Un placer culpable de los que me dan de vez en cuando. Anda… que cuando os cuente lo de la serie del japonés Sion Sono que estoy viendo en Amazon Prime Video…

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