[Fotocomentario] Colores que no existen, árboles que no hacen ruido al caer…

Ciencia, Fotografía

Cuando se comentan las fotografías del telescopio espacial James Webb, con frecuencia leemos que están procesadas con «colores falsos» o algúna expresión similar. Existe una discusión muy conocida entre las gentes de ciencias sobre si cuando un árbol es derribado por un rayo en un bosque, pero no hay nadie en los alrededores para oirlo, produce un sonido o no. Sobre esto… incluso aparece en chascarrillos de carácter científico como el de hoy de XKCD, explicado aquí. En la mayor parte de las ocasiones, debates sobre estos temas tienen más un carácter filosófico que propiamente científico, como intentaré explicar a continuación.

La mayor parte de los objetos del universo emiten o reflejan luz. O sea, radiación electromagnética. Pero para saber que está ahí, necesitamos un dispositivo que la detecte. Los seres humanos, y otros animales, tienen ojos. Que son los dispositivos que detectan determinadas longitudes de onda de la radiación electromagnética a la que llamamos luz visible. Al procesar esta información el cerebro, ante nosotros se nos presenta un mundo de colores. Pero esos colores lo son porque los miramos nosotros. Algunas personas con variantes genéticas conocidas, no distinguen todos los colores, o no los ven de igual forma; para ellos, algunos colores no existen. Pero lo que es innegable es que los objetos emite o reflejan radiación electromagnética, independientemente de que un ser vivo la capte y la procese de una determinada forma. Cuando los científicos procesan las imágenes del James Webb, como vienen en el espectro infrarrojo, que normalmente no vemos… les aplican arbitrariamente o por convenio entre ellos un color. Que no es falso por sí mismo. Simplemente nos ayuda a interpretar las imágenes. El color, por sí mismo, no existe. Es dependiente de la interpretación del cerebro del ser vivo. La luz existe, la podamos ver o no; es la radiación electromagnética. El color es una impresión… no existe por sí mismo.

En el caso del árbol que cae… lo que produce al caer es una onda de presión, que hace vibrar las partículas en el aire o en cualquier otro medio que las pueda transmitir. Cuando son detectadas por un ser humano, u otros animales, en el oído interno, el cerebro las procesa como un sonido. Pero si no hay ningún ser capaz de procesarla, no hay ruido. Hay ondas de presión, vibraciones de las moléculas de la materia. Eso siempre. Si a esto le llamas sonido, el sonido existe. Si el sonido es la percepción del ser vivo, y no hay ninguno próximo,… no hay sonido. Como lo definas. En la medida en que se vine definiendo el sonido como el fenómeno que lleva a la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un medio cuyas moléculas vibran, el sonido existe.

Ilustro este comentario con fotografías tomadas en parte en el espectro visible y en parte en el infrarrojo realizadas como se describe en Elevando el nivel del infrarrojo digital – Panasonic Lumix GX1 modificada.

[Cine] Hikari [光] (2017)

Cine

Hikari [光] (2017; 472017-2211)

Estamos ante la tercera película que veo en poco tiempo de la directora japonesa Naomi Kawase, que a través de su éxito en los festivales de cien ha ido encontrando su camino a la distribución de sus películas en occidente. De hecho, esta película es coproducción con una productora francesa, lo que aún garantiza más su exhibición en Europa. Nuevamente entramos en la intimidad de la vida de personas que viven en relativa soledad y con profundos conflictos internos, y que encuentran refugio en su relación con otras gentes con conflictos similares. Pero en esta ocasión, uno de los protagonistas encarna a un fotógrafo, por lo que la encontraréis en mi lista de películas sobre La fotografía en el cine.

Torre de Tokio

Me chiva IMDb que la película está rodada en Nara y alrededores, Osaka y Kioto. Nos iremos a esta última, antigua capital del Imperio del Sol Naciente, pero siempre con imágenes con la luz como protagonista de una u otra forma.

Misako (Ayame Misaki) es una joven escritora que trabaja escribiendo audiodescripciones de películas para su proyección ante un público ciego o con una grave discapacidad visual. En el grupo de colaboradores en el que se discute su trabajo se encuentra Nakamori (Masatoshi Nagase), un fotógrafo que todavía no ha perdido totalmente la visión aún, pero siente que esa situación va a llegar pronto. Ambos sufren sensaciones de pérdida. Nakamori, la que podemos imaginar por su discapacidad. Misako tiene a su madre en un pueblo de las montañas, con una demencia, sostenida por la red de apoyo social de la sociedad rural, pero con la necesidad de buscar una solución definitiva para la enferma. Y añora la ausencia del padre; mucho. Ambas personas chocarán. Pero también encontrarán un posible camino para paliar sus respectivos sufrimientos.

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Kawase es una directora muy personal, muy intimista, que bucea mucho en la interioridad de los personajes, que puede extasiarse filmando unas ramas de los árbales movidas por el viento, el romper de las olas en una playa solitaria, o en una puesta de sol. A veces desconcierta al espectador que está acostumbrado a la acción, que espera con ansiedad unos acontecimientos que no llegan. Pero es bastante hábil para trasnmitirnos la sensación de soledad, y hasta desamparo, de los protagonistas de sus películas. En esta ocasión cuenta con el buen trabajo de los protagonistas. Aunque con algún pero. La chica parece demasiado joven para determinadas reacciones hacia el veterano fotógrafo, que son un poco difíciles de “comprar” por parte del espectador.

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Por otro lado, este tiene que estar especialmente atento a las resonancias que los temas y las situaciones tienen en las distintas capas de la película. Las historias de los dos protagonistas, pero también la de la película, ficticia, sobre la que están trabajando. A mí me ha merecido la pena.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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