[Cine] Concrete utopia (2023)

Cine

Concrete utopia (2023; 08/20240206)

Llegó el viernes pasado a la cartelera española en general y zaragozana en particular. Candidata por Corea del Sur a los Oscar, lo que desde hace unos años despierta cierta expectación, no ha conseguido pasar el corte final en una edición donde la calidad del cine fuera de los Estados Unidos ha sido muy alta, incluso más alta en promedio, y por lo que he visto, que en la Meca del cine, Hollywood. Las críticas son entre buenas y muy buenas, aunque parece que la recepción del público ha sido más fría. Dirigida por Eom Tae-hwa, los principales nombres de su reparto ya me resultan muy familiares, e interesantes. Curioso que ya me empiecen a atraer películas del país oriental por su reparto, a pesar de lo mucho que me cuesta recordar los nombres coreanos.

La estructura de la nueva sede del gobierno metropolitano de Seúl me servirá para ilustrar esta entrada de cine apocalíptico.

Película con escenario apocalíptico, la acción transcurre en una Seúl arrasada por un tremendo seísmo, en el que auténtico tsunamis de tierra y roca han puesto boca abajo la mayor parte de la ciudad. Pero en uno de sus barrios, un edificio, la típica colmena de cemento y hormigón para clase media-baja, ha quedado en pie. Y tras unos primeros momentos de desconcierto, liderados por una de las vecinas más activas (Kim Sun-young) y por un tipo que dice ser hijo de una de las vecinas y al que designan como líder de la comunidad (Lee Byung-hun), deciden expulsar a todos los extraños al inmueble, y organizarse para garantizar la supervivencia. Nadie sabe cuándo va a llegar ayuda. Ni siquiera hay noticias de lo que pasa fuera de la ciudad, en lo que parece una catástrofe de carácter global, en la que la civilización ha sucumbido. Los acontecimientos los seguiremos desde la mirada de un joven matrimonio, un funcionario público él (Park Seo-joon), que decide seguir fielmente a los líderes, y una enfermera compasiva y sensible (Park Bo-young, a esta actriz le dediqué casi una entrada), a la que le entran muchas dudas en la decisión de la comunidad de aislarse del exterior y abandonar a otras personas a su suerte. Y todo ello en el invierno más frío que se recuerda, con temperaturas incluso por debajo de los 20 ºC bajo cero.

Desde el punto de vista de la realización técnica, sin ser puntera en efectos especiales y en diseño de producción, su recreación de la catástrofe y del desolado paisaje posterior es funcional, de una calidad razonable y muy funcional. Quizá no llegue a las bondades de cierta película de monstruos reciente, probablemente hay mucho más CGI en esta película, y se nota, pero estamos ante una película de catástrofes que no disfrutará del presupuesto de las producciones de Hollywood. Por lo que he leído, ligeramente superior a la japonesa de Godzilla, pero más de un orden de magnitud por debajo del cine de Hollywood. Así pues, tirando de ingenio y recursos imaginativos, consiguen un buen escenario, suficiente para contar la historia, con medios modestos, en términos relativos.

Así pues, una vez establecida una base física suficiente, el fuerte de la película está en dos aspectos; lo que nos quiere contar, y como lo cuenta, y el trabajo interpretativo. Y ambos están a buen nivel. Como buena película apocalíptica con toques distópicos, nos habla de las realidades sociales y políticas de las sociedades contemporáneas. Egoísmos, interés personal o del clan frente al interés colectivo y común, predisposición a aceptar el autoritarismo demagógico y populista, xenofobia… estos son los temas reales de una película que muestra cómo surgen los cineastas surcoreanos preocupados por temas sociales y políticos de profundidad. Y para ello, el carisma de un grupo de intérpretes que tienen mucho recorrido, incluso los más jóvenes. Lee Byung-hun, actor muy veterano, está excepcional, lleno de matices. Kim Sun-young, una actriz que como secundaria parece que está en todas partes, ya no me sorprende verla en muchas de las series de televisión surcoreanas que veo, tiene oficio para dar y vender. Y la pareja de intérpretes, el matrimonio, que representan la visión del ciudadano común, aunque alejados del glamour de las series de televisión en las que suelen ser protagonistas, mientras que aquí tienen que compartir, y mucho, ese protagonismo con los más veteranos, se muestran sólidos, contenidos y convincentes.

He encontrado que esta película ha estado por encima de mis expectativas. Sus más de dos horas de duración no se me hicieron nada largas. Algunos críticos dicen que en su tramo final desfasa un poco. Pero creo que es coherente. Hay que tener en cuenta que, durante la mayor parte del metraje, la película tiene un tono de comedia negra. Hay muchas situaciones chuscas, mientras flirtea con el drama, aun con la tragedia. Hasta cierto punto, es bastante previsible. Sabes que la situación de esta peculiar comunidad, esta isla en el desastre, no es sostenible, que está en equilibrio inestable. La línea temporal principal está salpicada de flashbacks que nos relatan el auténtico ser de los personajes protagonistas. Pero esa previsibilidad no es un lastre. Y sí… finalmente tiene que haber su punto de desfase general para romper la dinámica absurda de la situación, con último tramo final, entre el drama triste y doloroso y la esperanza, que permite, por primera vez desde la catástrofe, mostrar un rayo de sol sobre alguno de los protagonistas. A mí me ha gustado mucho, y la encuentro muy recomendable.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; fantástico en la Corea colonizada por Japón

Televisión

Vamos con dos series, que más bien son tres, luego me explico, y que tienen en común que, en todo o en parte, transcurren durante el periodo histórico en el que la península de Corea fue una colonia de Japón. Un periodo que los coreanos vivieron y recuerdan con amargura, porque los japoneses fueron bastante bordes con sus vecinos. Y es que las tradiciones de estos países del Asia más oriental son de fuertes identidades nacionales, ante las cuales los otros son vistos con desconfianza, con desdén, con incomprensión, etc… en mayor o menor medida y con unos u otros matices, según su posición y momento histórico. Un ejemplo es las leyes de naturaleza. El abanico que encontramos en el mundo va desde las que se basan en el lugar del nacimiento hasta las que se basan en quienes son sus progenitores. En Estados Unidos, por ejemplo, todo nacido en suelo estadounidense tiene derecho a esa nacionalidad, independientemente de la nacionalidad de sus padres. En la mayor parte de Europa, como en España, es una mezcla. En España, todo nacido de español, o incluso con abuelos españoles, tiene derecho a la nacionalidad, haya nacido donde haya nacido. Pero una persona extranjera, sin antecesores españoles, cuando lleva un tiempo de arraigo en España, creo que son diez años, tiene derecho a la nacionalidad. En países como Corea y Japón son muy excluyentes. Para ser coreano o japonés hay que ser hijo de coreano o japonés. Muy difícil la nacionalidad por arraigo. Tienen un fondo xenófobo muy potente. Así que cuando discuten entre sí… se les nota mucho; caracteres culturales nocivos. Porque en realidad son pueblos probablemente mucho más emparentados de lo que reconocen, o algo así muestran algunos estudios genéticos. Pero vamos con las series.

Periódicamente aparecen en Corea del Sur películas o series a propósito de los gumiho [구미호] o zorros de nueve colas, una criatura de las mitologías del Asia oriental, probablemente de origen chino, pero extendida a otros países, con especial éxito en la península coreana. Ya había visto un par de series pivotando sobre uno de estos gumiho, generalmente comedias románticas, que resultan entretenidas. Por eso recuperé en Netflix esta serie que no es producción propia, pero la distribuye en diversos países, bajo el título Gumihodyeon [구미호뎐], literalmente Cuento del zorro de nueve colas, como se titula en inglés, Tale of the nine tailed (fox). Como suele suceder en estas series, una mujer humana, una productora en una cadena de televisión, se enreda en una relación con un gumiho, al principio discutiendo, pero poco a poco en relación romántica. De fondo, un grupo de personajes de carácter fantástico, espíritus, dioses, demonios y demás, unos amistosos y otros siniestros, con sus rivalidades y sus afinidades, hasta que predomina una peligroso villano que busca poseer a la mujer que, inopinadamente, esconde un secreto que viene de mil años atrás y que puede dar un poder enorme al villano. «Disfrutando» de muchos de los defectos habituales de estas series, lo cierto es que divertida de ver, y sus personajes protagonistas, interpretados por Lee Dong-wook y Jo Bo-ah, a esta la he visto ya en otras series, tienen bastante carisma. Con buen acompañamiento de los personajes secundarios. Muy entretenida.

La serie tuvo mucho éxito, y eso provocó que sugieran productos derivados, como alguna adaptación animada o pequeñas webseries que complementaban a la principal. Pero en 2023, surgió un derivado más ambicioso, que se puede ver en Amazon Prime Video. En algunos sitios aparece como la segunda temporada de la serie, por ejemplo en IMDb, pero a mí me parece más otra serie, con 12 episodios en lugar de 16, en la que aparecen algunos de los personajes fantásticos principales de la primera, y nuevos personajes. La protagonista femenina original sólo aparece en escenas recuperadas de la primera serie, o en pequeños cameos. En esta segunda serie Gumihodyeon 1938, es decir, Cuento del zorro de nueve colas 1938, el gumiho y su fiel compañero viajan al pasado, a la época de colonización japonesa, donde se ven implicados en un misterio entre espíritu, dioses y demonios, y donde aparecen dos coprotagonistas nuevos, compañeros de infancia del personaje principal, interpretados por Kim So-yeon y Ryu Kyung-Soo. Y donde además de los villanos fantásticos, también aparecen los villanos japoneses, también con tintes sobrenaturales. Aunque hay algún romance pululando por ahí, es fundamentalmente una serie de aventuras. También muy entretenida. aunque con alguna inconsistencia en el guion. Pero estas son casi inevitable por lo que se ve en las series surcoreanas de este tipo, donde las argucias argumentales poco elegantes son frecuentes para salvar las situaciones. Por ejemplo, son frecuentes los deus ex machina, que a mí me ponen de los nervios. Pero si lo quieres lo coges; si no, lo dejas.

Y finalmente, una serie reciente de Netflix, Gyeongseong creature, con el título original en inglés, aunque en castellano se puede encontrar también como El monstruo de la vieja Seul. La capital de Corea del Sur ha recibido distintos nombres durante su historia. Durante el largo periodo Joseon o Chosón, 1391 – 1897, se llamó Hanseong o Hanyang, aunque en los últimos tiempos de ese periodo se le empezó a conocer como Seoul, de donde viene el exónimo castellano Seúl. Pero los japoneses decidieron darle el nombre de Keijō 京城, caracteres que en coreano se leerían Gyeongseong [eso suena más o menos como guionsón a los oídeos de un hispanohablante]. De ahí lo de la vieja Seúl. Esta serie viene con pretensiones de dejar huella. Otra cosa es que lo consiga o no. Con dos protagonistas principales atractivos, Park Seo-joon y Han So-hee, que son fáciles de encontrar en otras producciones recientes de éxito, nos habla del ambiente en la capital coreana en los últimos tiempos de la guerra, en la que el protagonista masculino, que regenta una casa de empeños muy próspera en la precaria situación de la época, se ve involucrado con la protagonista femenina, una detective que con su padre busca a su madre desaparecido tiempo atrás. Pero en un hospital de la ciudad, el ejército japonés, a imagen y semejanza del infame Escuadrón 731, que actuó en Harbin (Manchuria), realiza experimentos con seres humanos, con prisioneros y personas secuestradas. Y allí crean un poderoso monstruo, virtualmente invencible.

Frente a otras series coreanas que suelen mezclar la comedia, el drama y la acción, esta serie tiene un mayor contenido dramático, además de abundante acción en las dependencias del malhadado hospital, donde se mezclan los intereses de unos y otros. Lo cual la hace muy entretenida. Hay quien califica la serie como de ciencia ficción. Pero la naturaleza tan excesiva del monstruo a mí me lleva a calificarla como fantasía como otra cosa. Tanto en esta serie como en la anterior, los japoneses aparecen siempre como esencialmente perversos, en ocasiones hasta la caricatura. Y a los coreanos como increíblemente valientes, hábiles en la lucha, galantes y patriotas. Lo cual siempre me chirría, puesto que los intentos de establecer una resistencia y una guerrilla contra el ocupante, en la historia real, siempre fueron muy tímidos y condenados al fracaso, y hubo una importante colaboración por parte de sectores de la sociedad coreana, especialmente los más acomodados. Además, como en otros lugares, la resistencia estuvo dividida entre los nacionalistas tradicionales, y los comunistas apoyados por la Unión Soviética. Si no fuera por la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Corea tuvo muy pocas posibilidades de independizarse por sus propios medios. Y esa división entre resistentes, se manifestaría en las zonas de influencia soviética y norteamericana, que llevaría a la división del país a través del paralelo 38 y la guerra de 1950-53. Por lo cual, también se puede considerar como «fantástica» en cuanto a la visión de la historia del país.

De todas formas, la serie se ve sin problemas. Entretenida como decía, a pesar de dejar todas las tramas cerradas, con su punto de tragedia, por el arte del birlibirloque, y algún deus ex machina que otro, donde debemos insistir en el aspecto fantástico, deja las puertas abiertas a una secuela o segunda temporada, ambientada en tiempos más modernos. Que más que probablemente vería sin problemas. Pero en general, aunque esta serie, como he dicho, venía con bastantes pretensiones, y está bien hecha, me he divertido más con la anterior.