En este repaso semanal del mundo de las series de televisión iré en orden inverso a como lo he presentado en el título.
Alguna cosilla: fin de la 2ª temporada de Rizzoli & Isles
La mayor parte de la series con temporada larga en activo están de parón. Entre las que yo sigo, no ha habido nuevos episodios esta semana. Salvo el final de temporada de Rizzoli & Isles. Quiero dejar algo claro. Esta serie se aproxima bastante al concepto de guilty pleasure del que ya os he hablado algunas veces. Las situaciones son simplonas y tópicas. Las interpretaciones son relativamente flojillas. Nada hay que no se haya visto antes. Pero les cogí simpatía en su momento a la dura policía de homicidios y a su amiga la forense friqui y pija, y sigo con ellas. Suponía que tal y como sucedió en la primera temporada, la segunda terminaría con algún momento dramático. Y así ha sido. Un poco forzado. Les ha salido poco natural. Pero ya he dicho que la serie en realidad es flojilla. Aunque ya tengo ganas de saber cómo las dos mujeres recuperan la amistad que el fin de temporada les ha robado.
Mucho ambiente británico en las series de hoy; en la fotografía, la columnata en la entrada del British Museum (Pentax P30N, Sigma 28-70/3,5-4,5).
Anna Friel: La inolvidable Charlotte «Chuck» Charles de Pusing Daisies
Pushing Daisies (Criando malvas) fue una serie que me gustó mucho, con una primera temporada excepcional, y una segunda más floja pero interesante. Su cancelación me supo a cuernos quemados. Una mezcla de estética chiclé, de cuento de Tim Burton, con sus aventuras detectivescas, su mundo absurdo y su romance imposible desde el punto de vista físico, tenía todos los ingredientes para gustar. Y uno de los méritos fundamentales era el reparto, y dentro del reparto, la encantadora actriz protagonista, la menuda, avispada, romántica y británica Anna Friel.
El caso es que tras el fin de la serie sólo volví a coincidir con la actriz en una película de Woody Allen, donde hacía un pequeño papel, poco memorable. Y me entró el gusanillo de saber que había sido de ella. Y me encontré que en el mes de diciembre de 2011, iba a estrenar dos miniseries, que decidí ver.
Neverland es una producción de Syfy de un tipo que no me suelen gustar. Adaptaciones de cuentos o historias infantiles o juveniles en forma de precuelas, secuelas o adaptaciones al mundo moderno. Ya había visto alguna entera previamente, como Tin Man, una secuela de El mago de Oz con la encantadora Zooey Deschanel como Dorothy, que aún era pasable. Pero luego no he sido capaz de tragarme ninguna otra de este tipo. Hasta esta precuela de la historia de Peter Pan, en dos capítulos, en la que conocemos el origen del personaje, de los chicos descarriados, de los piratas, los indios, etcétera. Y ahí nos ha aparecido la Friel como una capitana pirata, antecesora de Garfio, malísima, pero con toques sexies,… casi como de lo poco aprovechable de una miniserie que es un verdadero despropósito. Nada recomendable en absoluto. Particularmente el niño que hace de Peter que merece se paseado por la tabla y lanzado a los cocodrilos para sumirlo en un profundo olvido colectivo. Mal rollo.
En vísperas de navidad, la cadena británica ITV emitió los tres capítulos de una miniserie, Without You, en la que Anna Friel es Ellie, la esposa de un contable con el que lleva 12 años conviviendo, y que buscan afanosamente un hijo. Pero de repente el marido, Greg (Marc Warren) muere en lo que aparentemente es un accidente de coche mientras se desplazaba con un atractiva mujer mayor, aparentemente un infidelidad hacia su esposa. Sin embargo, esta no queda convencida de la casualidad del accidente, deprimida y algo trastornada, empieza una investigación personal para aclarar la muerte de su esposo y la acompañante. Que no serán las únicas. Esta serie es un drama en el que la actriz encarga como protagonista absoluta a una mujer de su edad, treintaytantos, destrozada por las circunstancias. Sin embargo, he de confesar que aunque la serie no está mal hecha, y la actuación de Friel es meritoria, tampoco es de las mejores series británicas que he visto.
En fin, que de momento me quedaré con el recuerdo que conservo de «Chuck» Charles, aquel personaje que devuelto de la muerte, tenía más vida que el resto de la humanidad entera, encanto para derrochar, y que nos ofreció una romántica y bonita historia de aventuras.
Tanto la aventura del Doctor como las peripecias de los Crawley se producen en las proximidades de los terribles conflictos bélicos del siglo XX; en los que participaron las unidades de la Home Guard que hoy en día ejecutan sus elaborados cambios de guardia para los turistas (Pentax P30N, Rikenon 135/2,8).
Hay que advertir que los especiales de navidad de Doctor Who pueden situarse al margen de la historia central serializada del personaje, aunque mantengan ciertas relaciones. Son historias básicamente familiares, que han de ser aptas para todos, niños en especial y grandes. Particularmente me han gustado en los últimos años The Voyage of the Damned, en la que pasamos la navidad en un Titanic espacial y en compañía de una estupenda Kylie Minogue, la dickensiana A Christmas Carol de hace un año con Michael Gambon, y la reciente The Doctor, The Widow and The Wardrobe. En un prólogo que es claramente un homenaje al comienzo de La Guerra de las Galaxias, y un homenaje espléndido y divertido, diría yo, el Doctor (Matt Smith) acaba aterrizando dentro de un traje espacial en la Tierra en 1938, donde conoce a Madge Arwell (Claire Skinner), una simpática ama de casa que le ayuda a encontrar su «cabina de policía». Tres años más tarde, con el mundo en guerra, Madge recibe en vísperas de navidad un telegrama que le anuncia la desaparición de su marido, piloto de bombarderos, en el Canal de la Mancha. Oculta el hecho a sus hijos y les promete las mejores navidades de su vida. Lo que no sabe es que el Doctor va a volver esa navidad, lo cual es garantía de que serán las navidades más diferentes de sus vidas.
Ciertamente, consiguen los guionistas de la serie un episodio muy divertido, muy conmovedor, que se hace corto, con un ritmo espléndido, con una ambientación muy buena, y con excelentes interpretaciones. Un episodio obligado para los fans del Doctor, pero que seguro que agrada al público en general. Con reenganche final a los Pond, que salen para felicitarnos la navidad aunque sea un poquito.
Ya que no podemos asomarnos a los magníficos jardines que rodean la mansión donde se ruedan Downton Abbey, nos conformaremos con los parques de Cambridge (Pentax P30N, SMC-A 50/2).
Comentaba en su momento que la segunda temporada del culebrón de época británico había caído bastante por debajo de su temporada inicial, sin ser un mal producto en absoluto. Achacaba este bajón a unos guiones que no habían conseguido encajar ni mucho menos con tanta precisión las muchas historias personales que confluían por el caserón británico. Y pedía por favor que se centraran en la pobre Lady Mary Crawley (Michelle Dockery), que estaba pidiendo a gritos una salida digna de semejante personaje. Quizá como hilo fundamental de la futura temporada. En aquel momento, asumía que el especial de navidad que nos habían anunciado tendría un carácter excepcional, que no formaría parte de la línea principal argumental de la serie. Estaba muy, pero que muy equivocado.
El que hay que considerar como noveno y resolutivo capítulo de la segunda temporada se basta por sí mismo, en su duración extraordinaria de hora y media, para devolver el sentido a todo lo sucedido en la misma. Esta vez sí que los guionistas se han centrado en las historias principales de la serie. Abajo, en el drama entre Bates (Brendan Coyle), acusado de homicidio con predemitación, juzgado en los días de navidad de 1920, y su aparente amor imposible con la doncella Anna (Joanne Froggatt). Arriba, la imposible situación del compromiso de Lady Mary con el falto de escrúpulos y de estilo Sir Richard Carlisle (Iain Glen) que la mantiene sujeta mediante chantaje, y la libertad para amar que tiene su primo Matthew (Dan Stevens), aunque este todavía se sienta atado a los votos que le hizo a su difunta prometida. Y todo tiene su resolución, aunque dejando los convenientes cabos sueltos para una futura, y parece ser que definitiva tercera temporada. Es cierto que deja que todos los demás personajes tienen su momentito de gloria. Pero queda claro quién es protagonista y quién es secundario, y qué historias son las guían y mueven el conjunto argumental. Muy bien. Y muy, muy bonito. Y que habrá derretido de gusto a los shippers más empedernidos.
Curiosidades – Downton Abbey
Estos días he vuelto a ver Conspiracy (La solución final), drama de la HBO sobre la Conferencia de Wannsee que encuentro altamente recomendable. Allí sale Bates/Brendan Coyle haciendo de malísimo general de las SS.
Ayer vi la película que comentaré mañana, Tinker Tailor Soldier Spy (El topo) en el que hace un brevísimo papel Laura Carmichael, la antaño corrosiva Edith, segunda hija de Lord Grantham. Aunque últimamente sale hecha un corderito.
Hemos echado de menos en el episodio navideño de Downton Abbey a la pequeña de los Crawley y a su flamante e izquierdista esposo; se les supone en Irlanda. Probablemente en Dublín, donde encontramos este monumento a unos de los activistas de izquierdas de los años previos a la independencia (Canon Powershot G6).