In Memoriam: Elsa Fábregas y Robert Mulligan

Cine

Ya estamos con el viejo dicho. Las gentes del cine nunca se van al otro barrio solos. Y en poco tiempo hemos conocido el fallecimiento de dos figuras de muy distinto tono del cine de todos los tiempos.

Primero llegaba a mi conocimiento, a través de la radio, del fallecimiento de Elsa Fábregas, actriz a quien no podemos poner cara pero sí que podemos poner voz. Porque se dedicó al oficio de actriz de doblaje. Ya he manifestado en ocasiones mi oposición al doblaje. Creo que en el proceso se pierde algo de la autenticidad de la película, al perder los matices de la voz del actor que interpreta al personaje. Hoy debería haber hablado de la última película que he visto; lo haré mañana. Y ahí pondré una nota a la voz del doblaje de la actriz protagonista… que no me ha gustado nada. Pero puesto que hay doblaje, por lo menos que tenga una calidad artística. Y he de reconocer que, simplemente escuchando el «a Dios pongo por testigo» con el que nos obsequió la Fábregas al poner voz a Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó, a veces uno se reconcilia con esta práctica. Vaya pues mi homenaje a la veterana actriz. Y sea citando el más famoso pasaje que dobló, ese desafío a la divinidad y a las leyes divinas, que de forma tan absoluta reivindica la libertad humana. Me encanta.

¡A Dios pongo por testigo! ¡A Dios pongo por testigo de que no lograrán aplastarme! Viviré por encima de todo esto y, cuando haya terminado, nunca volveré a saber lo que es hambre; no, ni yo ni ninguno de los míos, aunque tenga que estafar, que ser ladrona o asesinar. ¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!

El segundo fallecimiento me llegaba a través de los blogs cinematográficos que sigo periódicamente. Se trata de Robert Mulligan, un director poco conocido cuyas películas más conocidas son El otro, Verano del 42, y sobre todo, por encima de cualquier otra, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, Matar a un ruiseñor. La maestría, la sensibilidad, la claridad con la que traslado la estupenda novela de Harper Lee a la gran pantalla, el retrato que junto al magnífico Gregory Peck hizo de Atticus Finch, la mejor persona que se ha mostrado nunca en el cine, hace que para mí realmente este momento sea un día de luto. No se hacen hoy en día películas como este. Desgraciadamente.

En la foto de hoy, me asomo al lugar donde descansan los restos de otros ilustres del cine universal.

Simone Signoret - actriz e Yves Montand - actor

Simone Signoret e Yves Montand en el Cementerio del Père Lachaise de París - Panasonic Lumix LX3