Entre las muchas fotografías que tuve ocasión de ver en las exposiciones del Mois de la Photo à Paris, hubo algunas que me impresionaron de una u otra forma. Una de las exposiciones en las que mayor número de imágenes que me llamaran la atención hubo fue la de Seventies, le choc de la photographie américaine, en el la Bibliothèque Nationale, en su sede de Rue Richelieu. Con un amplio abanico de fotógrafos, que retrataron la realidad de la sociedad norteamericana de los años setenta, alguna de las imágenes más intensas procedían de Larry Clark.
Larry Clark es un fotógrafo y cineasta que ha orientado buena parte de su obra en ambos ámbitos a describir la realidad de la adolescencia de su país. Y lo ha hecho sin ambages, de una forma directa. Previamente, había visto dos de sus obras cinematográficas, Kids (1995) y Ken Park (2002), en la que los adolescentes dejan de ser esos grupos de chicos y chicas monos y traviesos que aparecen en las comedias al uso y a los que conocemos en sus aspectos más sórdidos. En sus inseguridades, en su forma de afrontar la sexualidad, en la violencia, en sus difíciles relaciones entre sí y con el resto de la sociedad. Son películas duras, que no son cómodas de ver para nadie. Además, son muy explícitas en sus escenas de sexo, lo cual dada la edad de los personajes puede producir una incomodidad añadida en el espectador.
En la exposición, las imágenes de Larry Clark se mostraban en el espacio dedicado a la marginalidad social, y casi todas ellas correspondían a sus series Tulsa y Teenager Lust. De esta última, me llamó la atención una en la que se veía a dos adolescentes, chico y chica, desnudos. Ella esta tumbada boca arriba, atada. Él, arrodillado a su lado, sostenía en su mano un revolver y tenía su otra mano sobre uno de los pechos de la chica. A ninguno se le ve la cara. El título de la fotografía es Brother and Sister. La violencia que sugiere la imagen y las connotaciones del título conducen inmediatamente a esa incomodidad personal que antes he comentado, a un desasosiego considerable. No me considero una persona mojigata, pero no me encontraba a gusto. Dediqué un rato a ver el conjunto de las imágenes del autor, y llegué a una conclusión personal. La visualización de determinado tipo de imágenes, de carácter documental, es incómoda; nos puede situar en los puntos de nuestra sociedad que preferiríamos que fueran distintas. Pero sin embargo, creo que es bueno que alguien se encargue de mostrarnos su existencia. De que tengamos menos excusas para justificar nuestra ignorancia sobre lo que pasa en nuestro medio social.
Hoy día, tomar esa imagen probablemente sería imposible. La protección de los menores impiden hoy en día tomar imágenes que se podía obtener en los años 70. Sin embargo, hasta cierto punto, también nos impide denunciar o conocer situaciones reales que se producen. Y esa es una parte negativa de la cultura actual. Políticamente más correcta, pero más hipócrita a la hora de reconocer el lado oscuro de nuestra sociedad.