Lo bueno siempre se acaba pronto. Así que a las 10 de la mañana estaba ya en Paris-Montparnasse para coger el TGV que me llevaría hasta Hendaya. Antes la correspondiente despedida de mi primo Edouard. Excelente persona.
Por el camino, hemos tenido todo tipo de tiempo. Entre París y el Loira, tremenda niebla con una helada de mucho cuidado. A partir del Loira y hasta Burdeos, sol radiante. En Burdeos, el tiempo estaba nublado. Al llegar a Dax, caía una lluvia continua aunque no muy copiosa, que ya nos ha acompañado hasta Irún.
En Irún, ha habido que esperar hora y media a la salida del Alvia con destino Madrid, pero que yo iba a abandonar en Tudela. La estación es de lo más desangelada. Y la estúpida forma de acoger a los viajeros del tren que plantea Renfe, obliga a no poder subir al más acogedor entorno del tren hasta casi la hora de salir, a pesar de estar el tren dispuesto desde antes.
En Tudela ya he abandonado el Alvia y he esperado a coger el Regional Express que me ha dejado en Zaragoza. 12 horas de viaje. Muchas. Aunque he aprovechado el rato. En cualquier caso. Ya estoy en casa.