Pocas novedades esta semana en mi cartelera televisiva. Un final de temporada que pasaré a comentar dentro de poco. De momento decir que tres series dominan y entusiasman en estos momentos mis ratos ante la caja tonta.
Masters of sex – tras una primera temporada de cierto dominio de las dosis de comedia sobre las de drama, y una segunda al contrario, estamos en una tercera donde hay un equilibrio muy adecuado. Con momentos sublimes como el del gorila y algunos otros. Desde mi punto de vista, sigue siendo una serie imprescindible.

Como en otras ocasiones, hago coincidir el día televisivo con el recordatorio de lo que aparece en mi Tumblr, De viaje con Carlos (enlaces al final). Por ejemplo, en el encabezado de la entrada, la presa romana de Muel, España. O aquí el Santuario Tōshō-gū en Nikko, Japón.
Orange is the New Black – tras una primera temporada con el protagonismo fundamental de su protagonista, que a veces resulta un poco cargante, la coralidad, el momento de gloria que todas las reclusas, incluso las más modestas tienen, nos ofrece momentos estupendos en su tercera temporada. Al ritmo que la llevo, la semana que viene puedo haberla terminado. También la considero entre las imprescindibles. También ha alcanzado un estupendo equilibrio entre comedia y drama. En la parte de comedia, ciertos flirteos con el humor negro me parecen estupendo.
Äkta människor (Real Humans) – totalmente enganchados a la serie original sueca en la que se basa Humans, que comenté hace unas semanas. Una trama muy similar, pero más compleja, con más matices, y con unos «hubots» mucho más inquietantes. Totalmente enamorado de Bea (Marie Robertson). Y tengo dos temporadas por ver… Cuando llegue al final de la primera haré un comentario amplio.

O una mariquita en los alrededores del monasterio de San Juan de la Peña, cuna del reino de Aragón, hoy en España.
El final de temporada corresponde a la policíaca Murder in the First. Quizá no llegue al nivel de interés y excelencia de las anteriores, pero este policíaco de Steven Bochco (maravillosa aquella Hill Street Blues – Canción triste de Hill Street de nuestra juventud en los años 80) proporciona buen entretenimiento y tramas estupendas, más que correctamente interpretadas. Partiendo de un impresionante primer episodio en el que asistimos a una matanza indiscriminada por parte de dos jóvenes, poco más que adolescentes, nos vamos metiendo poco a poco en lo que es el auténtico plato fuerte de la temporada, el caso que realmente nos atrapa, el de corrupción policial, el de mafia policial. Y si el caso está policialmente resuelto, no lo está judicialmente, y tendremos, como en la primera temporada, a James Cromwell en el banquillo del abogado defensor. Actor que llena muchísimo la pantalla, un auténtico robaescenas. A mí no deja de recordarme a Tywin Lannister. En fin, quizá no sea una serie tan vistosa y que arrastre masas de fans como otras, pero es sinónimo de calidad y entretenimiento.

Y terminamos con este payaso callejero, preparándose para actuar en la piazza de la Signoria de Florencia, Italia.