La encrucijada de Ángel Sanz Briz (2015); visto el 27 de septiembre de 2015.
No soy muy de documentales en sala de cine. Básicamente, tengo la sensación de que la mayor parte de ellos se han realizado más pensando en la difusión televisiva, se acomodan bien a ese formato. Y cuando veo un documental en casa en la televisión, me gusta la interactividad que actualmente se puede establecer con internet. Puedes ir contrastando lo que te cuentan con datos a los que se puede acceder a través de la red de redes. Mi forma de ver el cine documental es muy distinta de como afronto el cine de ficción. Existen excepciones, y hace un poco menos de una año acudimos a las salas de cine a ver un documental que se debe ver en salas de cine por la naturaleza de sus imágenes. No hay verdades absolutas en esto.
Pero a pesar de ello, acudimos el domingo por la mañana a ver una de las proyecciones que se han programado en salas de cine de este documental sobre la figura de Ángel Sanz Briz, un diplomático español en Budapest durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvo un papel destacado en la protección de judíos de las persecuciones a las que los alemanes y los fascistas húngaros los sometieron.

Sanz Briz fue de Zaragoza y estudió en los escolapios de Conde de Aranda.
El documental tiene un carácter claramente apologético. Realizado con subvenciones de prácticamente todas las administraciones públicas aragonesas y alguna española, Sanz Briz nació en Zaragoza, lo que hace es ensalzar en términos absolutos la figura del diplomático con motivo de la protección que brindó a varios miles de judíos en la Budapest ocupada por los alemanes en 1944, con someras pinceladas de lo que fue su vida desde que nació hasta que salió de la escuela diplomática, poco antes de la guerra civil española, y lo que fue su carrera diplomática con posterioridad. Hay un estruendoso silencio sobre sus actividades entre 1936 y 1942, cuando se casa y pasa a formar parte de la legación diplomática española en Budapest. Es decir, se nos oculta que participó activamente en la guerra civil en el bando fascista. Dato sobre el que parece que nadie quiere decir nada en ningún sitio. Pero resulta difícil pensar en un joven diplomático haciendo carrera en la España de los cuarenta sin un cierto grado de adhesión al franquismo.
Entendámonos bien. Creo que la actuación de Sanz Briz en Budapest fue muy meritoria, digna de ser contada, y de reflexionar sobre lo sucedido. Fueran cuales fueran sus motivos para realizar estas acciones, la oposición a la barbarie alemana y fascista es de destacar. Pero si alguien se pone a hacer un película seria, documental o ficcionalizada, sobre un personaje histórico, creo que se debe contar todo aquello que es fundamental para comprender de forma íntegra al personaje. Y yo salí del cine con la sensación de que me faltaba mucho para saber quién era Sanz Briz. Intuyo quién era por los retazos que se van soltando, pero no lo sé. No veo trabajo de investigación. De hecho, el documental no me cuenta nada nuevo. Un mero ensalzamiento, una «subida a los altares civiles» de alguien que hizo algo destacado en un momento dado de su vida y un momento difícil de la historia, pero de quien sé realmente poco más.

Pero vámonos a Budapest,… donde en vísperas de la fiesta de Szent István encontramos puestos de paella y otras especialidades españolas.
Se ha comparado mucho, o se le ha llamado, «el Schindler español». Creo que ambos personajes coincidieron en un hecho, la protección de unos miles de judíos durante las persecuciones alemanas, pero se diferenciaron en muchos. El caso es que Spielberg, en su película sobre el industrial alemán, aun con los déficits sobre la verdad histórica que una ficcionalización puede acarrear respecto a un documental, profundiza mucho más en el personaje. En sus debilidades, en las cosas que hizo bien, pero también en las que hizo mal. Y al final, si decidimos simpatizar con Oskar Schindler, sabemos porqué lo hacemos o a pesar de qué lo hacemos. En el documental dirigido por José Alejandro González Baztán «nos imponen» la simpatía hacia el personaje.
Para la mayor parte de un público acrítico, acostumbrado a lo «políticamente correcto», que en ocasiones es la mentira o la ocultación de lo políticamente incómodo, el documental estará muy bien, se sentirán confortables con lo visto y pasarán a otra cosa, mariposa. Para quienes intentamos comprender los sucesos histórico, para quienes pensamos que las cosas que pasan tienen múltiples causas, para quienes tenemos la impresión constante de la multidimensionalidad de las personas, lejos de los planteamientos maniqueos tan de moda desde hace un par de milenios, el resultado es pobre y no le hace favor alguno a la figura del diplomático. Mi admiración o mi respeto por él no ha aumentado por este documental. Sé que hizo algo muy bueno en un momento dado, pero sigo sin saber quién fue. No digo que los reconocimientos hacia su figura no sean merecidos; pero tampoco me aclaran que todas las alabanzas que se vierten hacia el diplomático lo sean en su totalidad. Oportunidad perdida; un producto mucho más superficial de lo que parece.
Valoración
- Dirección: **
- Interpretación: No aplicable
- Valoración subjetiva: **

No he comentado la inoportunidad de la cuestión… pero nos cuentan en la película cómo los húngaros homenajean a los héroes antifascistas… y en estos momentos están cayendo en olas de xenofobia con las crisis de refugiados y otras inmigraciones… Si es que esta historia que deja siempre mal a los apologetas de turno.