[Libro – historieta] Diente de oso – Yann y Alain Henriet

Literatura

En estos momentos, contando el de hoy, tengo tres libros por comentar. Y una película, a la que se sumará otra hoy, muy probablemente. Y cosas de televisión. Y algún rollo de fotografía recientemente revelado. Quedan dos semanas para principio de año, y los últimos días del año dedico este Cuaderno de ruta a realizar un repaso fotográfico del año. En fin… que tengo que ir adelantando tarea, o voy a estar varios días en 2023 hablando de cosas del 2022, más allá de algunos repasos que hago habitualmente en cine y literatura. Así que de forma excepcional voy a hablar de libros un domingo.

En el verano de 2018, visité el Museo Dornier de aviación de Friedrichshafen, en el sur de Alemania. Esto invitado a volver por la zona. Quizá para Semana Santa. Ya veremos.

Cuando fui a comprar el último Corto Maltés del que os hablé esta misma semana, me llamó la atención un volumen recopilatorio de seis álbumes dedicados al final de la Segunda Guerra Mundial. Y uno de los motivos por los que me llamó la atención es porque el guionista de estas historietas es el francés Yann, un veterano escritor de quien en su momento leí algún Lucky Luke, algún Spirou y alguna otra cosa en la que ahora no caigo. Así que a pesar de lo voluminoso y pesado (en kilogramos) que resultaba, no me gusta cargar con peso cuando leo, me animé y lo compré. La ilustración del volumen corre a cargo del belga Alain Henriet. El color se debe a Usagi (Patricia Tilkin), la esposa de este último

Los seis libros reunidos en un único volumen recorren la peripecia de tres amigos de la infancia criados en la Silesia alemana de entre guerras, dos de ellos alemanes étnicos y el tercero judío polaco. Los dos alemanes se ven atraídos por el populismo del nazismo hitleriano, mientras que el judío, obviamente lo teme y lo critica. Los tres son fanáticos de la aviación. Ya de adulto, encontramos al judío luchando en la guerra del pacífico contra Japón en la fuerza aérea de Estados Unidos. Por una confusión, es confundido con un espía nazi. Para rehabilitarse tendrá que aceptar una misión de comando y espionaje en la Alemania de la debacle final de 1945. La chica se ha convertido en un as de la Luftwaffe, como piloto de pruebas, admirada por el propio Hitler. Y el chico alemán parece que murió en algún momento de la adolescencia. Pero nada es lo que parece.

La historia se cuenta en flashbacks. El tiempo actual es el año 1945, mientras que de vez en cuando se retrocede al momento en que los chicos eran adolescentes en los años 30 y ansiaban en aprender a volar mientras Hitler llegaba al poder. Así, iremos conociendo la realidad de lo que pasó con cada chico poco a poco, al mismo tiempo que avanza la historia en el presente de la historia. En los primeros volúmenes me interesó bastante, puesto que parecía que iba a presentar con realismo esos últimos meses de contienda en Europa. Pero poco a poco deriva en una historia del gusto de los aerotrastornados, una ucrania en la que wunderwaffe nazis, las armas que iban a decidir la guerra a favor de Alemania, parecen realidad, especialmente en la aviación, con capacidad para amenazar incluso el territorio de los Estados Unidos. En ese momento, la historia empieza a desengancharme, y aunque empecé leyéndola con ritmo y ganas, luego me siguió seguir adelante y terminarla. No es una mala historia, está bien escrita y muy bien ilustrada, simplemente que no es un tema que me interesase gran cosa. Como defecto tiene que cae con frecuencia en tópicos sobre la maldad nazi que ya cansan. Como si la realidad tal como fue no fuese ya lo suficientemente mal.

Al final, queda abierta la posibilidad a que haya aventuras futuras de los protagonistas en la posguerra mundial. Probablemente con los soviéticos como enemigos. No lo sé. Ya veremos. Y en principio, no me planteo estar al tanto para seguirlas.

[Cine] The Card Counter (2022)

Cine

The Card Counter (2022; 01/20220104)

En el cuarto día del nuevo año nos acercamos a las salas de cine por primera vez en esta ronda solar, justo en el momento en nuestro planeta se acerca más al sol en su órbita alrededor de la estrella. Y lo hacemos con una película de Paul Schrader que a priori no nos atraía mucho por su presunta temática, las peripecias de un jugador profesional de juegos de cartas con apuestas, pero que venía avalada por muy buenas críticas. Schrader es un cineasta que siempre me ha interesado más como guionista que como director. Pero es muy querido por la crítica. En esta película al menos, no tanto por el público, si hacemos caso a los votantes en IMDb. Pero ese es un grupo con quienes con cierta frecuencia discrepo.

Sólo he visitado una de esas ciudades que dedican buena parte de su infraestructura hotelera y turística al juego. Y es Macao, que parece querer el título de «Las Vegas de Asia» o al menos de China. Aunque a mí no me interesó es parte de la ciudad, con la que acabé tomando un ligero contacto, más por los imprevistos y las contingencias del viaje que por otra cosa.

La narración sigue a William «Tell» (Oscar Isaac), no su verdadero nombre (William Tell = Guillermo Tell), quien tras pasar ocho años de una condena de diez en una prisión militar de los Estados Unidos, se dedica a vivir del juego de azar con cartas, de forma nómada. Sin llamar la atención, pequeñas apuestas que le permiten ir viviendo. Siempre alejando la sospecha de que es capaz de llevar la cuenta de los naipes sobre la mesa de juego, algo al parecer prohibido en los casinos, aunque no ilegal siempre que no existan ayudas externas. Un día se encuentra con La Linda (Tiffany Haddish), una mujer que patrocina económicamente jugadores de éxito con inversiones, a cambio de una parte de los beneficios. Pero aunque se miran con simpatía, «Tell» rechaza la oferta. Y otro día, en Atlantic City, coincidiendo con una conferencia sobre seguridad en el hotel-casino, es abordado por Cirk (Tye Sheridan) (pronúnciese kirk), hijo de un antiguo compañero del ejército, que va siguiendo al «mayor» Gordo (Willem Dafoe), un antiguo «superior» de ambos militares. Entonces nos enteramos de que ambos estuvieron en Abu Grahib durante la guerra de Irak, motivo por el que «Tell» estuvo en la cárcel. «Tell» aceptará entonces la oferta de La Linda, para ganar más dinero… con el fin de…

Nuevamente estamos ante una película que se va cociendo a fuego lento durante los 110 minutos aproximadamente que dura su metraje (en realidad, con la filmación digital,… ya no hay metraje que valga en las películas… pero…). El desenlace es previsible. Más que nada, porque en las primeras frases que el protagonista nos dice en voz en off, ya nos adelante parte del mismo. Pero da lo mismo. Lejos de ser una película sobre el juego, es una película sobre el remordimiento, sobre la necesidad de una persona de convivir con los demonios que le persiguen por sus acciones del pasado. Sobre la necesidad de una redención y un perdón que parecen inalcanzables o inexistentes. Y sobre la necesidad de que las acciones de los padres no recaigan sobre los hijos. Si esto se conseguirá o no… habrá que ver la película.

Lo cierto es que la película está rodada con considerable maestría. Se nota además que Schrader ha trabajado con frecuencia con Martin Scorsese, que produce la película, puesto que se nota la influencia del maestro en su forma de rodar, sin que por ello no tenga una personalidad propia la película, puesto que los ritmos de la narración no son los propios de Scorsese, desde mi punto de vista. Pero el principal activo de la película son sus intérpretes, especialmente la contención y calma con la que Isaac aborda su personaje, transmitiendo muy convincentemente los sentimientos profundos del personaje. Pero todos ellos están muy bien en sus papeles

Como decía, una vez más, y parece que es frecuente últimamente, hay un divorcio palpable entre el público y la crítica. Y yo en esta ocasión estoy más con la crítica. Y también estoy con la idea de que el cine, en general todas las artes, actúen como voz de la conciencia en unas sociedades que cada vez relativizan más lo correcto y lo incorrecto. Es cierto que mis impresiones no son todo lo cálidas y favorables que podían ser hacia la película. Pero es que a mí me cuesta mucho conectar con el mundo del juego y la ficción que transcurre en ese entorno. Incluso con las bondades mencionadas, hay momentos, durante las escenas en los casinos, en los que la película me saca un poco de la historia. El mundo del juego y de los casinos no forma parte de mi cultura, me resulta un tanto marciano… y no me acomodo fácilmente a él. Por lo demás, me parece una película muy recomendable, aunque no creo que dure mucho en las salas… aunque con lo rara que está la cartelera últimamente, vaya usted a saber.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro – historieta] La casa dorada de Samarcanda – Hugo Pratt

Literatura

En un año que percibo como regular para la lectura, en el mismo 31 de diciembre, una hora antes de la cena de Nochevieja, terminé de leer el último libro del año. Sobre el balance lector del año, haré un resumen dentro de unos días. Probablemente el día 6, día de Reyes, que tendré más tiempo para redactarlo de forma tranquila. Espero. Pero hoy voy con una de las dos historietas de Corto Maltés, por el genial Hugo Pratt, cada vez me gusta más, que me trajo Papanuel.

Empecé a interesarme literariamente por la historia de estas regiones del mundo cuando leí en 1991 «Las cruzadas contadas por los árabes» de Amin Maalouf, y en 1992 «Samarcanda», también de Maalouf, y «De parte de la princesa muerta» de Kenizé Murad, cuando volví de mi viaje a Estambul.

En esta ocasión nos encontramos a Corto en Chipre, en la malísima resaca de la Primera Guerra Mundial, que según los historiadores oficiales terminó el 11 de noviembre de 1918, pero dejó tras de sí una serie de conflictos armados, que se mantuvieron durante años. Uno de esos conflictos fue el que enfrentó a los republicanos turcos contra los restos del régimen imperial otomano, Grecia, Armenia y algunos de los países aliados durante la guerra mundial como Francia y el Reino Unido, en lo que se ha denominado como Guerra de la Independencia turca o Guerra de Liberación. Curiosamente…. la ganaron los turcos, cuyo ejército había sido derrotado previamente en la Gran Guerra, conformándose la República de Turquía. Sin quererlo, Corto se ve involucrado en ese ambiente de inestabilidad, especialmente por ser confundido con un sosias suyo, un oficial turco, que no está con los rebeldes principales Mustafá Kemal «Atatürk», que ganaron el conflicto, sino con la facción de Enver Bajá, el «visionario» panturiano, que buscaba la unión de todos los pueblos túrquicos y altaicos (o presuntamente relacionados con ellos). Y esto desencadenará que se lance a un viaje que lo llevará hasta «la casa dorada» de Samarcanda, donde se encuentra preso su amigo Rasputín, y a buscar el mítico tesoro del rey aqueménide Ciro II el Grande, que también interesó a Alejandro Magno.

La aventura es tremendamente divertida, como de costumbre está llena de variantes ucrónicas de personajes históricos reales, y aporta dosis importantes de realismo fantástico. Tiene acción, humor y el romanticismo propio del aventurero maltés. Se ha convertido rápidamente en una de mis aventuras favoritas de Corto. y además es estupenda para impulsarte a incrementar o refrescar tus conocimientos sobre la historia de una parte del mundo que nos resulta lejana, pero que es clave para entender la historia del Viejo Mundo en su conjunto. Todo eso que pasó en torno a los territorios del Asia Central, en lo que los griegos llamaban la Transoxiana, en las cuencas de los ríos Amu Daria y Sir Daria, en la ruta de la Seda. Una región que los antiguos iranios llamaban Turán, y de ahí viene el Panturianismo de Enver Bajá. Conflictos, aventuras, romanticismo, historia,… ¿quién puede pedir más para terminar bien el año?

[Libro – historieta] Morgan – Hugo Pratt

Literatura

Sigo bloqueado en la lectura. Por probar diversas cosas, en estas últimas cinco semanas he comenzado a leer cinco libros distintos. Alguno de ellos, nuevas versiones de libros ya leídos que me apasionaron en su momento. Por ejemplo, leer la versión original en inglés de Foundation de Isaac Asimov, aprovechando que estaba viendo la adaptación de la historia, mala adaptación, como serie televisiva. También he intentado alguna obra de autores japoneses, que mis últimas vacaciones me funcionaron muy bien. Pero tampoco. Comienzo a leer, y tras unas líneas o un par de páginas mi mente se distrae en otros pensamientos, sin conseguir concentrarme en la lectura. Pero en esta ocasión es nuevamente Hugo Pratt quien sale al rescate. Pero no con una nueva aventura de Corto Maltés. Esta vez voy con la última obra de Pratt, protagonizada por un antihéroe, un oficial de la marina real británica durante la Segunda Guerra Mundial en el Adriático.

Un trayecto al atardecer en el «vaporetto» que une Burano con Venecia por la Laguna Veneta nos vendrá que ni pintado.

Pratt nació a orillas del Adriático, en Rímini o cerca de Rímini. Como Fellini, que situó en aquella ciudad, durante la época fascista, la maravillosa Amarcord (Yo recuerdo, en el dialecto local). Así que sitúa al protagonista de este fumetto, Morgan, al mando de una patrullera británica en los años de la guerra que siguieron al cambio de bando italiano, entre septiembre de 1943 y el final de la guerra. Y ahí encontramos a este flemático, decidido y estoico oficial realizando labores de cartero y de transporte de personas entre las costas yugoslavas, italianas y albanas, de las zonas ocupadas por unos y por otros, y en medio de una maraña de conspiraciones entre los servicios secretos británicos, los partisanos comunistas de varios de los países ribereños, los partidarios monárquicos de los mismo países, ahora amigos de conveniencia, ahora enemigos declarados,… y de vez en cuando tropezando con alguna guapa e interesante mujer, sobre si la podemos considerar amiga o enemiga, aliada o adversaria… pues todo es según el punto de vista. Y es que el mando de la flota no va a arriesgar a un oficial y su tripulación que de forma tan eficiente realizan sus misiones, enviándoles a misiones heroicas, donde lo más probable es que terminen muertos.

Bari, Trani, Foggia, Pescara, Ancona, Albania, Split, Trieste… y cómo no, Venecia, tan querida a Pratt, y a mí, son algunos de los lugares que visita la patrullera del teniente Morgan. En unos episodios bélicos tan aparentemente anodinos como apasionantes cuando los cuenta Pratt, en un alegato antibélico elegante, donde afloran las hipocresías aparentes o escondidas de las potencias beligerantes, en ese o en cualquier guerra, donde es difícil saber donde comienza y terminan las lealtades y, lo que es peor, donde comienza y termina el objeto de la lealtad. Contada con humor, con un final absolutamente maravilloso a costa de trece motocicletas alemanas BMW, la novela gráfica, pues tal designación merece por su bella narración y por su profundidad, se mueve entre el escepticismo, la nostalgia y una cierta melancolía, que no impide que nos solidaricemos con algunas personas, que nos enamoremos de las mujeres, y mandemos a tomar por donde amargan los pepinos a las «grandes causas», a los políticos, a los mandos militares y, sobre todo, a los fascistas.

Me ha encantado.

[Recomendaciones fotográficas] A vueltas con el 11 de septiembre y los problemas de eso que llamamos Occidente

Fotografía

«Occidente» o el «Mundo occidental» es un concepto que ya no tiene que ver con los puntos cardinales. Originalmente, «Occidente» sería la cultura del extremo occidental del continente eurasiático. De verdad, que es insostenible hablar de Europa como un continente aparte desde muchos puntos de vista, salvo desde el egocentrismo de muchos europeos. Frente a «Oriente»… que sería todo lo demás; Europa oriental, oriente próximo, oriente medio, extremo oriente. Todo mezclado como si fuese lo mismo, aunque es la mayo parte del continente y con una riqueza y diversidad de culturas tremenda, frente a la relativa homogeneidad de la Europa Occidental, consecuencia de la «melange» del Imperio romano, que recoge la cultura clásica, y el influjo de las culturas germánicas, que afloraron a la caída de aquel. Otras culturas, como las celtas o las helénicas, quedan subsumidas en estas, y los eslavos y similares… son «Oriente» en la mente de muchos «occidentales».

Nueva York en 2013, fotos sobre película negativa en blanco y negro Ilford HP5 Plus realizadas con una Olympus mju-II.

Con el tiempo, «Occidente» serán también las colonias ricas, no las pobretonas, de esta Europa occidental. Canadá, Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda califican como «Occidente». Argentina, Chile o Brasil, no. Los países fuera de la Europa occidental que son «occidente» tienen una cosa en común. Las poblaciones europeas que se instalaron allí, realizaron una fuerte acción de exterminio y suplantación de las poblaciones indígenas originales, con escaso mestizaje, casi nulo en la práctica, lo cual permitió que se mantuviera una fuerte homogeneidad en sus poblaciones, vinculada a la de la Europa occidental. Cuando el mestizaje fue abundante, o las poblaciones indígenas originales, tras los desastres bélicos y epidemiológicos de los primeros contactos, se restablecieron… ya no pueden ser «Occidente». Y no digamos nada cuando siguieron siendo mayoritarias con una minoría de élite europea durante el período colonial. Definitivamente eso es «Oriente», o el punto cardinal que toque.

Amin Maalouf lo ha descrito varias veces muy bien. «Occidente», en su tradición cultural, ha evolucionado a estructuras sociales y políticas que han permitido que sus poblaciones alcanzasen altos niveles de bienestar personal, social, económico, y un gran desarrollo de las libertades personales, y eso que llamamos las democracias liberales. Pero han fracasado estrepitosa y estruendosamente a la hora de exportar el modelo, o adaptarlo a otras culturas. Apenas un puñado minúsculo de países fuera de «Occidente» han conseguido estos niveles. Japón, Taiwán y Corea del sur en Asia, Costa Rica en América Central… Quizá Chile y Uruguay en América del sur… Todo lo demás son democracias defectuosas y regímenes mixtos, con una parte autoritaria. En «Occidente» tampoco faltan las democracias defectuosas, por eso.

El 11 de septiembre de 2001, mientras yo comía en la cafetería del hospital en el que trabajaba y del que era director desde hace tres meses, un día que me quedé con la intención de trabajar hasta las seis de la tarde, una serie de aviones norteamericanos fueron secuestrados por unos extremistas islámicos suicidas, que los estrellaron contra algunas estructuras simbólicas de la metrópoli del «Imperio occidental», especialmente contra las dos torres gemelas del World Trade Center de Nueva York. Yo presencié en directo cómo uno de los aviones se estrellaba contra la segunda torre, mientras la primera ya ardía, y el comentarista del telediario de RTVE, un inepto de mucho cuidado, decía que estábamos viendo una repetición en diferido del momento en el que el primero de los aviones se estrelló. Era obvio que eso no era lo que estábamos viendo… pero tardó mucho en rectificar. La ineptitud de los periodistas que presentan los noticiarios en televisión siempre me ha parecido proverbialmente suprema. Sin embargo, muchos de ellos son populares, alguna a llegado a reina consorte, y es la fuente de información favorita o única de buena parte de la población.

Como se supone que esta entrada va de fotografía, recomendaré una serie de artículos de Blind Magazine, de ayer mismo, en la que se habla de algunos fotógrafos y su vinculación con aquella fecha, como son Bill Biggart, que falleció aquel día, Joe Conzo, socorrista y fotógrafo de circunstancias, Kevin Brubriski, o una mujer fotógrafa en aquel infierno, Gulnara Samoilova, o cómo fue la vida en Nueva York en aquellos días. Pero en medio del asalto al poder en «Occidente» que los partidos conservadores empezaron con el final de la guerra fría, sumado al viraje hacia la derecha de las socialdemocracias y los laborismos en Europa, aquello generó una ola de miedo, estrés e intereses bastardos que llevó a las guerras en Afganistán e Iraq, reagudizando los tradicionales conflictos entre «Occidente» y «Oriente». Especialmente uno que lleva en activo desde hace más de 1000 años, entre el «Oriente» islámico y el «Occidente» cristiano, si no lo podemos retrotraer más atrás, a las guerras médicas entre griegos y persas (actual Irán), o las guerras párticas entre Roma y los partos (actual Irán e Irak).

Guerras que han durado 20 años, cuya victoria por parte de «Occidente» se ha voceado en varias ocasiones, pero que han acabado con el absolutamente vergonzoso espectáculo de este mes de agosto, cuando en pocas semanas, y ante la retirada de Estados Unidos y otros países de la OTAN, los «derrotados» talibanes han recuperado de forma fulgurante el poder en Afganistán en medio del caos de los países «occidentales» tratando de sacar del país a sus colaboradores, condenados si no a priori por el régimen talibán por su colaboracionismo con las potencias occidentales. Vergüenza que ha aumentado todavía más en aquellos «occidentales» a los que nos queda algunos restos de conciencia, cuando numerosos líderes políticos «occidentales» se han mostrado satisfechos y entusiastas por el éxito de sus evacuaciones, en lugar de abochornados, contritos y arrepentidos por el enésimo rotundo fracaso en trasladar al resto del mundo modelos de convivencia, prosperidad, democracia y libertades. El acto de venganza por las casi tres mil muertes en aquellos atentados han ocasionado la muerte, en Irak, de más de 4000 militares de la coalición occidental, fundamentalmente estadounidense, entre 21000 y 26000 militares y milicianos irakíes, y entre 180000 y 205000 civiles irakíes; en Afganistán, de 113 militares de la coalición occidental, de más de 45000 afganos aliados con esta o no afiliados a ninguna facción, entre 15000 y 32000 miembros de los talibanes, y unos 1950 muertos de Al-Qaeda. Para al final, conceder la victoria final a los mismos brutos que dominaban el país hace 20 años. Para vengar a 3000, casi 350000 muertos que no han resuelto absolutamente nada. «Enhorabuena» a todos los maravillosos líderes occidentales por su «éxito» reciente a la hora de evacuar Afganistán dejando detrás un erial en lo que se refiere a las libertades del ser humano. Líderes de todo tipo de partidos y tendencias,… que producen una profunda náusea y ganas de vomitar.

[Libro] La guerra de los mundos – H. G. Wells (ilustrado)

Literatura

Alguna vez he comentado lo que me gustan los relatos ilustrados de los Libros del Zorro Rojo, de los que tengo los que publicaron de Haruki Murakami, ilustrados por Ket Menschik. Aunque luego, los relatos ilustrado de Murakami cambiaron de editorial al menos en una ocasión. Relatos interesantes, ilustraciones de muy buen nivel, presentación del libro cuidada, moderna. El caso es que hace unas semanas leí que esta interesante editorial había publicado una versión de la famosa Guerra de los mundos de H. G. Wells, con las ilustraciones del brasileño Alvim Corrêa, de la edición en francés publicada en Bélgica en 1906, que probablemente fueron un hito de los más importantes en la ilustración de la ciencia ficción. El libro incluye enlaces en forma de códigos QR para las grabaciones originales de la adaptación radiofónica de Orson Welles, así como las transcripciones de esta. Vamos… todo un pequeño conjunto de pequeñas (o grandes maravillas) en torno a a la obra de Wells. Un autor mucho más importante de lo que a veces se piensa.

Pero vamos con la obra literaria. La novela de Wells fue publicada por primera vez en forma de serial de revista en Pearson’s Magazine en el Reino unido entre abril y diciembre de 1897. Y ese mismo año, se publicó también serializado, en Estados Unidos en Cosmopolitan. Sí… esa revista orientada a las mujeres, que he visto criticar tanto por las derechas cristianas, que consideran sus contenidos pecaminosos, como por feministas de izquierdas que consideran que «enseña» a las mujeres su lugar en la sociedad capitalista bajo un disfraz de liberal, en el sentido norteamericano de la palabra.

Por la zona donde «aterrizaron» los cilindros marcianos en los alrededores de Londres, doy por supuesto que Windsor y su castillo no sobrevivieron a la invasión. Pero en diciembre de 1994 se podían visitar con una agradable luz invernal.

Mi primer contacto con la obra fue en mi adolescencia. En 1978 apareció el albúm Jeff Wayne’s Musical Version of the War of the Worlds, una ópera rock a base de rock progresivo y rock sinfónico, que se hizo relativamente célebre en aquel momento y algunas de cuyas piezas sonaban en forma de sencillos en las radiofórmulas musicales. Supongo que para aprovechar esa celebridad, algún avispado distribuidor cinematográfico colocó en los cines la versión cinematográfica de 1953, donde los marcianos aterrizan en California, y que se aparta de diversas formas del original, convirtiéndose en una alegoría de una invasión soviética en la época de la guerra fría, con uso de bombas atómicas incluidas. Aunque creo que nunca se ha reconocido oficialmente este hecho. En cualquier caso, aprovechó en su estreno esa psicosis de invasión y guerra atómica de los años 50 en Estados Unidos. La película no se había estrenado previamente en España, según creo, y lo hizo en 1979 a rebufo del éxito discográfico. Fui con unos amigos a verla pensando que la banda sonora sería la música a la que nos habíamos acostumbrado… pero nos llevamos un chasco. Así que fui el único que salí relativamente satisfecho. Era el único realmente aficionado al cine y a la ciencia ficción, los otros dos compañeros de clase lo eran al rock.

Desde hace mucho tiempo estaba autoconvencido de que a final de mi adolescencia o en mis veintipocos leí la novela original de Wells. Que me dejaron el libro o lo saqué en préstamo de alguna biblioteca. Tenerlo, no lo tenía en casa con antelación a comprar la edición de los Libros del Zorro Rojo. Pero después de la lectura de esta, ya no lo tengo tan claro. Tengo la sensación ahora de que mis recuerdos de la obra proceden de sus adaptaciones cinematográficas y de alguna posible adaptación a historieta. Nada puedo asegurar. Me baila la memoria. Malditos falsos recuerdos, que todos sufrimos de una otra forma. En cualquier caso, adaptaciones cinematográficas sólo había visto una, hasta la de Spielberg de 2005. Que no me gustó gran cosa. En gran medida por uno de sus mayores defectos… su protagonista, Thomas C. Maphoter IV. Eso sí, tengo un recuerdo agradable de haber visto en televisión la película The night that panicked America, que ficcionaliza los terrores causados por la emisión radiofónica de Orson Welles. Fue una película realizada para su emisión directa en televisión, y ganó un Emmy de tres candidaturas que tenía.

Para quien no se haya enterado aún, la novela narra una invasión marciana. Marte se está convirtiendo en inhabitable, bajo la suposición de que Sol es cada vez más frío (es justo lo contrario), y sus habitantes deciden venirse a nuestro planeta, más cálido por estar más cerca de nuestra estrella. Y por ello lanzan, aparentemente a cañonazos, unos cilindros que contienen los pulposos marcianos y materiales para construir sus gigantescas y trípodes máquinas de guerra. Los primeros cilindros, que llegan a un ritmo de uno por día, caen en los alrededores de Londres, que al fin y al cabo, para la Inglaterra victoriana era la capital de la principal potencia y el principal imperio mundial. La novela está contada parcialmente en primera persona, por un innominado narrador, escritor interesado en diversos temas de actualidad tecnológica y científica, que nos cuenta su peripecia bajo la invasión, así como en tercera persona la de su hermano. Puesto que la narra desde un futuro tranquilo, desde el principio sabemos que la invasión marciana, de alguna forma, fracasará.

La novela es de una oportunidad tremenda, y demuestra que Wells tenía los pies bien puestos en la tierra y que era un observador de la actualidad. Muchas de las observaciones que realiza sobre los marcianos muestran que era un firme adepto de la teoría de la evolución. Obviamente, era uno de los que se había atraído por las especulaciones realizadas por Percival Lowell a partir de las observaciones realizadas en 1894, que a su ver fueron impulsadas por la descripción de los «canales» de Marte por Schiaparelli en 1877. También adelanta las consecuencias de las guerra que están por llegar. Y que en aquellos momentos, en plena Belle époque, parecen lejanas para tantos, aunque tras la muerte de la reina Victoria, escalarán rápidamente las tensiones de la Paz armada, periodo que ya había comenzado tras la derrota de Francia a manos de los prusianos en 1871, y que culminarán con la Primera guerra mundial en 1914. Las guerras previas, desde Crimea en los 1850 y tantos, pasando por las batallas de la unificación italiana o la Guerra civil americana, habían mostrado la cada vez más destructiva capacidad de las armas fruto de la revolución industrial y de que el paradigma de guerra llevado a su mayor exponente en las guerras napoleónicas estaba periclitado. Elementos como el atrincheramiento de tropas, las máquinas de guerra móviles con gran capacidad destructiva o la guerra química son adelantados en este libro. Y lanza previsiones sobre el uso futuro de máquinas voladoras. El fenómeno de los desplazados y los refugiados, el comportamiento rapaz de las poblaciones receptoras de los mismos, también está anticipado.

También lleva la historia implícito el mensaje de que las civilizaciones no son eternas. Y que los imperios se derrumban. Y hay quienes han señalado que Wells, que era un socialista no revolucionario, no marxista, critica a los imperios occidentales, superiores tecnológicamente, por usar esta mayor potencia tecnológica para subyugar a otras culturas del mundo. Si uno repasa bien, salvo las acciones del acorazado de guerra (ignorado en la mayor parte de las adaptaciones de la novela), no hay acciones heroicas. Hay acciones imprudentes de diversos personajes civiles y militares. Y el tono general de los personajes con los que se cruzan el protagonista y su hermano, es de egoísmo, cobardía y sálvese quien pueda. Por otro lado, hay que señalar que si la novela se publica en 1897, la acción se sitúa de forma imprecisa en los primeros años del siglo XX. En un futuro no muy lejano respecto al lector del momento.

Y además de todo lo anterior… es muy entretenida. La peripecia, no por conocida en sus diversas versiones, deja de ser adictiva, lo que hace que el libro se lee en un plis-plas. Lo que más chirría, no sé si para bien, para mal o para todo lo contrario, es la traducción del libro. La obra de Wells ha tenido distintas ediciones en español con diversos traductores. Pero el primer traductor de la obra fue Ramiro de Maeztu en 1902. No sé si este autor varió o realizó nuevas traducciones, o si sólo realizó aquella primera que ha sido utilizada en ediciones posteriores hasta la actualidad. El caso es que el castellano de 1902 es perfectamente comprensible por los lectores de 120 años más tarde, pero a veces es «raro». Lo cual es interesante o curioso en algunas ocasiones, pero resulta rancio o casposo en otras. No todas las «rarezas» suenan o se valoran igual. Hay diversas teorías sobre la cuestión de las traducciones. Pero yo soy de la opinión de que las traducciones hay que actualizarlas periódicamente, porque el idioma evoluciona, aunque deben ser fieles al sentido de la obra original en su idioma original. No se debe perder la ingenuidad del autor inglés sobre determinados conocimientos científicos, sociales o políticos de su época, pero debe hacerse con un lenguaje apropiado al lector al que se le ofrece la traducción, sin caer en la vulgarización que he observado en alguna ocasión en el ámbito de la ciencia ficción. Pero no me considero, ni de lejos lejísimos, alguien con autoridad en este tema. Simplemente un lector habitual que ha generado una opinión con el tiempo. En cualquier caso, supongo que la traducción de de Maeztu habrá pasado al dominio público puesto que el fallecimiento de este autor se produjo, en las tristes circunstancias de tantas muertes violentas de aquellos tiempos, en las primeras semanas de la guerra civil española en 1936. Y creo que en 2021 pasan a dominio público las obras de los autores fallecidos en 1941. Así que si está en dominio público, es la más barata de usar. Estoy suponiendo; no tengo certeza. Porque si buscas en Proyecto Gutenberg… no hay versiones de La guerra de los mundos en español.

En cualquier caso, la lectura de esta obra de ciencia ficción es altamente recomendable. Y yo me lo he pasado muy bien.

[Cine] Ran 乱 (1985)

Cine

Ran 乱 (1985; 17/20210304)

Volvemos al cine de «eventos», que tanto promueve una de las más destacadas empresas de exhibición cinematográfica de la ciudad, especialmente desde que aparecieron las constricciones debidas a la pandemia. Ya venía practicando la programación de «eventos» antes de la misma, pero han aumentado su frecuencia en la actualidad. Supongo que es un forma de asegurar algunas entradas destacables… en la medida en que las restricciones de los aforos lo permiten. Algunos de estos eventos tienen forma de ciclos. Ya os he hablado bastante del dedicado a Wong Kar-wai, a cuyas siete películas asistí. Y suelen tener sesiones destacadas en versión original subtitulada en castellano, en una de las mejores salas, o al menos más grandes, con alta calidad de imagen y sonido.

El rodaje de la película está realizado en localizaciones reales como el castillo de Himeji, patrimonio de la humanidad, y otros castillos y lugares notables de Japón, como los paisajes volcánicos del monte Aso y del monte Fuji. Yo os traslado parcialmente a eso lugares con vistas del castillo de Himeji y de los santuarios de Shoshazan, no lejos de esta ciudad.

En febrero dio comienzo un nuevo ciclo de otro director de cine asiático. Nada más y nada menos que el emblemático Akira Kurosawa, uno de los grandes de la historia del cine. Pero no en forma de eventos, sino con las películas integradas en la programación habitual de los cines. Con alguna excepción. Y una de esas excepciones fue la película que hoy nos ocupa. La que con el permiso de sus «sueños» [Yume 夢] puede considerarse su gran testamento cinematográfico. Después de Yume, aun estrenaría un par de películas más, que no alcanzaron la misma fama y consideración, aunque también son muy estimables. Pero vamos a Ran que es la que nos ocupa hoy.

Concebida desde tiempo atrás de su realización y estreno, esta épica película no alcanzó el éxito de público deseado, aunque la crítica la ha celebrado como una película enorme, que no ha perdido su apreciación y validez con el tiempo. Pero es cierto que no es una película de fácil visualización, especialmente para el público occidental. Inspirada a partes igual por una de las más famosas tragedias de Shakespeare, The Tragedy of King Lear, y por el período histórico de casi continuo estado de guerra que asoló Japón en los siglos XV y XVI hasta que se impuso el shogunato Tokugawa, a principios del XVII, en 1603. Un período de caos político, de desastres bélicos y de sufrimiento para la población, que ha sido denominado el período Sengoku o de los estados combatientes, a semejanza con un período similar aunque no relacionado en la historia china. El título de la película, ran 乱, significa caos o confusión, que sería lo que mejor describe aquel periodo histórico.

A semejanza de la tragedia de Shakespeare, asistimos a la decadencia de un gran señor de la guerra, Hidetora (Tatsuya Nakadai), que reparte sus tierras y castillos entre sus dos hijos mayor, Taro (Akira Terao) y Jiro (Jinpachi Nezu), mientras destierra a su hijo menor, Saburo (Daisuke Ryû), que advierte al padre de los peligros de su retiro de la gobernanza del país, y desprecia la actitud aduladora de sus hermanos. Los dos hijos mayores están casados con dos mujeres de muy distinto talante, hijas de los señores derrotados y muertos por Hidetora en sus campañas guerreras. Sue (Yoshiko Miyazaki), esposa de Jiro, es piadosa, prudente y respetuosa de su suegro, a pesar del pasado trágico de su familia, confía en Amida buda sus penas. Kaede (Mieko Harada), esposa de Taro, al contrario, es rencorosa, manipuladora, y espera su momento para vengar la suerte de su familia, lo cual hará de forma cruel, significando el fin del clan Ichimonji.

Dos elementos destacan en la película. Por un lado su dirección y su diseño de producción, absolutamente impecables. Con una fotografía basada en el teleobjetivo, comprimiendo planos y guiándonos hacia los personajes centrales de la obra cuando estos hablan, y favoreciendo la confusión en las batallas, al mismo tiempo. Una notable banda sonora, una gran coordinación de extras. Vestuario, efectos visuales artesanos… rodaje en auténticos castillos históricos japoneses. Un espectáculo para la vista. Un alarde de coordinación y puesta en escena.

Por otro lado la interpretación. Contenida cuando toca. Expresiva cuando conviene. Con elementos expresivos que con toda probabilidad son más propios de las formas teatrales niponas que otra cosa. No estoy suficientemente al tanto del teatro japonés, pero leo que algunas de las interpretaciones fueron dispuestas para ser ejecutadas siguiendo las formas del teatro nō 能 (cuidado con la escritura de esta palabra; por influencia de los anglosajones, es frecuente verla escrita noh, pero lo más correcto es usar la o con el diacrítico, para indicar la o larga… sin hacer extraños sonido aspirados al final). Creo que el carácter que mejor ejemplifica esto es el de Kaede. Mieko Harada ejecuta una de las interpretaciones más notables de la película, uno de esas que prácticamente justifica que un aficionado al cine se acerque a la misma. Grandísima interpretación. Y qué decir del uso del bufón (Peter ピーター) para decir las verdades y las reflexiones que nadie quiere oír… como procedente del mismísimo bardo.

Si he de encontrarle algún pero a la película, es personal. No soy especialmente afín a las tragedias shakespearianas. Siempre he preferido las comedias del bardo. Pero más allá de eso, entra dentro de la categoría de obra maestra. Kurosawa fue uno de los grandes, con una ética profesional impresionante y con una gran claridad de dónde quería llegar. Y llegaba. O porque tenía los medio, o porque tenía el ingenio y la inteligencia para hacerlo. Imprescindible.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Summerland (2020)

Cine

Summerland (2020; 44/20200914)

Tras la excelente película de la semana anterior, los nuevos estrenos no traen nada especialmente atractivo a la cartelera. Las salas de cine están abiertas, pero las distribuidoras no arriesgan, y la oferta que llega es muy anémica. Nos llama la atención una película británica dirigida por Jessica Swale, su primer largometraje de ficción, y protagonizada por la interesante Gemma Arterton. No hay comentarios entusiastas sobre ella en ninguna parte, pero pensamos que con los británicos es difícil equivocarse mucho.

Las fotos de hoy están tomadas en distintos lugares del condado de Kent, Inglaterra, donde transcurre la película.

La película nos cuenta como una escritora un tanto misántropa (Arterton), que vive en la costa del canal de la Mancha, se encuentra de repente con que le han asignado un niño refugiado de Londres durante los bombardeos de la capital inglesa. Aunque al principio es remisa y quiere que se haga cargo del niño otra familia, al final, ambos conectarán y lo aceptará de buen grado. Hasta que se lleve la sorpresa de saber que tiempo atrás conoció a la madre del niño, que es quien maniobró para que lo acogiera.

Película con una realización académica, muy correcta y muy funcional, con el buen hacer de los británicos para las películas de época, pero sin mucho más que destacar. Descarga la directora, en realidad, el buen destino de la película en el buen trabajo de los intérpretes. Que como intérpretes británicos que son lo saben hacer muy bien, y el duo formado por Aterton y el niño, Lucas Bond, funciona con eficacia para sacar adelante una historia de buen rollo y buenos sentimientos en tiempos difíciles.

La película, muy políticamente correcta en lo que se refiere a diversidades de orientación sexual y racial, mucho más de lo que sería esperable para la época en la que se desarrolla, se deja ver sin problemas. Pero también es previsible que no deje poso durante mucho tiempo y pase a ser una de tantas películas por el estilo que nos ofrecen de vez en cuando los británicos. Se deja ver. Por cierto, el Summerland del título, en español En busca de Summerland, es un lugar ficticio, una especie del cielo después de la muerte para religiones paganas. Pues vale.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro] Una comida en invierno – Hubert Mingarelli

Literatura

Esta vez no es un libro que apareciera de oferta en mi tienda de libros «habitual». La entrecomillo porque, dado que las tiendas usan formatos propietarios para los libros que venden con sistemas de protección de derechos también exclusivos, si te regalan un lector determinado, estás abocado a comprar los libros en ese tienda. Y luego las otras se quejan… claro. No se quejarían si tuvieran una posición dominante… claro. Todos critican la ética de los demás aunque todos se comportan igual. El caso es que no era una oferta. Era una recomendación expresa… de no recuerdo quien, aunque me maten. Tengo que acostumbrarme a conservar mis marcadores/recordatorio después de usados…

Distintas vistas en Polonia, fundamentalmente Cracovia y la fortaleza de Malbork.

Hubert Mingarelli es un escritor y guionista francés cuya literatura suele hablar de las relaciones entre hombres principalmente. Entre compañeros, padres-hijos, camaradas en la guerra… este tipo de cuestiones. No parece excesivamente conocido fuera de su país. Pero la sinopsis de esta novela, corta, me interesó.

Mingarelli nos traslada a Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial. Tres soldados alemanes se enteran de que ha llegado un grupo. De «gente». E inmediatamente buscan un excusa para salir de patrulla al día siguiente desde primera hora de la mañana. A pesar del tremendo frío y de las malas condiciones. A «cazar» más «gente». Buscan evadirse del trabajo cotidiano de la unidad. Fusilar a la «gente». Así salen y encuentran a un refugiado en los bosques, al que captura. De regreso paran a comer en una casa abandonada. Allí se les une un polaco, mientras intentan cocer un sopa en el gélido ambiente, con agua procedente de la nieve, y con los muebles de la casa como combustible.

Aunque lo supones, aunque lo sabes, hasta la mitad del libro no se menciona que la «gente» son judíos. Y los tres soldados deben de estar asignados a una unidad de los einsatzgruppen, los grupos militarizados de las SS, aunque también de la wehrmacht, encargados del exterminio de judíos y otras minorías. Por sus conversaciones, por sus edades, rondan los cuarenta, probablemente no son fanáticos enrolados para ello. Son reservistas destinados a ello mientras otras tropas más jóvenes están en el frente. Es la impresión que da. No es explícito el libro. El relato habla del agotamiento moral de estas personas, de su añoranza de la normalidad, de las familias. De su extraña relación, tanto con el prisionero judío como con el polaco. El polaco es tan despreciativo con el judío o más que los alemanes, que desprecian más al polaco que al judío. En cualquier caso, alrededor de esa cazuela donde cuece la sopa van surgiendo los dilemas éticos imposibles de una guerra inhumana y deshumanizante.

No son muchas páginas. No pueden ser. Muy bien escrito, pero muy complejo y difícil de leer. Por las implicaciones. Por lo que se cuenta y por lo que no se cuenta. Porque, al fin y al cabo, esos tres soldados, el polaco y el prisionero judío, no son monstruos. Son seres humanos corrientes en una situación monstruosa. Recomendable, sin lugar a dudas.

[Libro] Los dieciséis árboles del Somme – Lars Mytting

Literatura, Sin categorizar

Tres elementos se dieron en su momento para que me decidiese a comprar este libro en formato electrónico y, eventualmente, a leerlo. Por un lado, las buenas experiencias en los últimos años en lo que se refiere a autores noruegos, siempre fuera del machacado y sobreabundante nordic noir. Que no va de eso la cosa. Por otro lado, la oferta para comprar el libro electrónico por menos de dos euros cuando normalmente se vende a casi diez euros. Y finalmente, que encontré bastantes referencias positivas en una revisión rápida sobre su autor, Lars Mytting, y en concreto sobre la novela que nos ocupa hoy.

La novela tiene un título en noruego totalmente distintos, Svøm med dem som drukner, que se traduciría por algo así como Nada con quienes se están ahogando. Nunca he sido partidario de los cambios en los títulos; por algo el autor les puso el que les puso a sus obras. Pero bueno, tampoco me voy a poner pesado en esta ocasión sobre el tema, y sobre las «ocurrencias» y «genialidades» de los editores y editoriales a la hora de poner títulos «adaptados» al lector de otros países. Como creo que ya comenté en algún momento respecto a la obra de otro nórdico, un sueco, no es lo mismo «odiar a las mujeres» que «no amar a las mujeres». Y sí… es una diferencia sustancial.

La Noruega que conocemos en la novela no es la más turística de paisajes con fiordos, nieves o montañas espectaculares. Es la interior, de granjas, bosques y salpicada de lagos, que tuvo tiempo de esbozar en mi mirada en el trayecto ferroviario entre Oslo y Bergen hace unos años.

En esta ocasión, nos trasladamos a los primeros años 90 del siglo XX, al interior de Noruega, a un ambiente rural y granjero, donde vive Edvard, un joven que vive marcado por una serie de hechos. Sus padres murieron prematuramente en Francia al explotar una bomba de gas de la Primera Guerra Mundial cuando él tenía sólo cuatro años. El estuvo desaparecido durante cuatro días cuando eso sucedió. Fue criado por su abuelo, que es odiado por sus vecinos por haber sido simpatizante de la Alemania nazi durante la guerra. Su abuelo vive extrañado de su hermano, que parece que luchó en el otro bando, y de quien le separan antagonismos no bien comprendidos. Y en estas estamos cuando la muerte repentina del abuelo, abre el camino a la posibilidad de desvelar las razones y los motivos de todas estas situaciones. Dando lugar a un recorrido que nos llevará de la Noruega interior a las islas Shetland, y de allí a los campos del valle del Somme. Y a la vez a las herencias que las tribulaciones históricas del siglo XX, especialmente sus dos guerras globales, dejó en las vidas de muchas personas.

Al terminar de leer la novela, esta me dejó un cúmulo de sensaciones. Mytting abre un pastel en los primeros capítulos que ofrece una infinidad de historias, todas ellas interesantes, todas ellas potencialmente trascendentes. Hay muchas posibles novelas en el universo que crea el autor. La de la reflexión sobre la sinrazón de las guerras. La del joven despistado que buscan encontrarse y saber quién es y con quién quiere estar. La de la historia del desarraigado, que cuando pierde su razón de ser principal, su pasión, pierde el rumbo y navega por su vida sin arribar a ninguno de los puertos que se le ofrecen. La del anciano que tiene que cuidar a su nieto, sufriendo por las consecuencias de sus decisiones de juventud. La de la mujer que nace en un infierno y en muere por las consecuencias de otro y cuya historia debe ser contada y recordada. La de una historia de amor, improbable, y tal vez, sólo tal vez, realmente imposible.

El problema es que muchas de estas historias quedan esbozadas, pero no bien desarrolladas, mientras vamos acompañando a un protagonista principal que carece de suficiente carisma como para que realmente nos importen sus cuitas. Nos interesan más todos aquellos que le rodean o con los que se encuentra, que él mismo. Y además, que la novela no encuentra un ritmo adecuado. Avanzando a trompicones, con distintas velocidades en cada momento, sin que encontremos un motivo para ello.

No os confundáis. No me parece una mala novela. Al contrario, globalmente me ha resultado muy interesante. El problema es que se queda en algo que está bien, cuando había material, ideas y posibilidades para ser apasionante. Y al final, no llega a tanto, ni mucho menos. De lo que más te quedan ganas es de visitar los lugares por donde pasa. Y de conocer a Gwen.

[Cine] Jojo Rabbit (2019)

Cine

Jojo Rabbit (2019; 05/20200119)

El neozelandés Taika Waititi ha sido responsable de algunos de los productos audiovisuales para cine o televisión más creativos de los últimos años. Que luego gusten más o menos es otro problema. Aunque Waititi tiene bastantes partidarios. También ha tonteado con el dinero a espuertas de las superproducciones superheroícas, mucho más inanes desde el punto de vista creativo y cinematográfico. Pero eso es otro problema. O simplemente, aunque el dinero no dé la felicidad, se da buena maña para imitarla, como decía Mafalda. La de Quino. Y Marvel/Disney debe de pagar bien.

La película está rodada en localizaciones de la República Checa, mejor conservadas que la destrozada Alemania de finales de la guerra mundial. Aunque existan excepciones al destrozo general, como la fronteriza y hermosa ciudad de Constanza.

La película de hoy arrancó con cierta polémica. Y es que sale Hitler (interpretado por el propio Waititi) como amigo imaginario de un niño de diez años. Y los políticamente correctos se lanzaron al ataque. Es curioso que hay quienes empezamos a pensar que tan peligrosos para la libertad de expresión son los fascistas como los talibanes de la corrección política. Hay veces que dicen cosas sobre el humor, la parodia o la risa como crítica social y política que me recuerdan a las opiniones de cierto monje castellano que imaginó Umberto Eco en su novela más conocida. Pero en filosofía y pensamiento, siguiendo con la novela de Eco, yo soy más de la línea de Guillermo de Baskerville, hijo natural de Guillermo de Ockham y Sherlock Holmes.

La película se presenta como una comedia, y en no pocos momentos hace que nuestras caras se iluminen con sonrisas. E incluso esbocemos alguna carcajada. Que no acaban de ser francas, porque no hace falta ser un lumbreras para saber que dado el lugar y el tiempo de la película, la Alemania nazi en 1944-45, la probabilidad de que se convierta en un drama, si no en una tragedia, es alta. Jojo (Roman Griffin Davis) es un niño que vive con su madre (Scarlett Johansson), y cuyo padre está, supuestamente, en la guerra. El niño es un nazi convencido. Pero su mundo se desmorona cuando descubre que su madre esconde en casa a Elsa (Thomasin McKenzie), una resuelta adolescente judía.

La película bebe de los planteamientos de las películas de Roberto Begnini y Wes Anderson, conceptuales o formales. Y está notablemente bien planteada y rodada. Waititi sigue mostrando su capacidad creativa y su dominio de la puesta en escena con pocos momentos notables, aunque también con algún convencionalismo de libro para el tipo de película ante el que estamos. En el aspecto interpretativo, se apoya sobretodo en la omnipresencia del niño protagonista, que es un enorme acierto de reparto, y sus interacciones con una jóven pero sólida McKenzie. Scarlett Johansson está probablemente en su mejor papel en muchos años, aunque sabe a poco; es un personaje de quien nos gustaría saber más y de quien se podría hacer otra película. Lo mismo sucede con otro secundario, el capitán Klenzendorf, intepretado por el siempre solvente Sam Rockwell, y cuya disimulada pero obvia humanidad, también podrían ser merecedoras de una película propia.

¿Dónde están los defectos, si los hay, en esta película? Desde mi punto de vista, en la transición entre la comedia y el drama. Aunque sabíamos que vendría, no sabíamos qué forma tendría. Y aunque provoca que el cine se sobrecoja… luego se sigue de una fase en la historia que está contada de una forma muy sumaria, entrecortada y… bueno, es que daría para otra película. Como podéis ver, en mi opinión, el universo que Waititi crea en esa ficticia ciudad alemana es lo suficientemente rico para dos o tres películas más. Y eso nos deja con la sensación de que lo que se nos cuenta está bien, pero es insuficiente. En cualquier caso, una película bastante recomendable. Probablemente no como para darle ese Oscar a la mejor película al que es candidata, pero sí como para que cualquiera le merezca la pena acercarse a la sala de cine, a poco que le guste el séptimo arte. Eso sí, me sentiría cómodo con que se llevase alguna de las otras cinco estatuillas a las que es candidata.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine) Dylda [Дылда] (2019)

Cine

Dylda [Дылда] (2019; 68/20191223)

Nos queda la duda de si en castellano han titulado esta película del ruso Kantemir Balagov Una gran mujer por las características morales de su presunta protagonista o por su elevada estatura. En cualquier caso eso no es lo importante,… y me queda muchas dudas de cómo repartir los protagonismos de este filme, mucho más notable de lo que esperábamos, aunque llevábamos muy buenas referencias. Una rareza en unas fechas donde la tendencia de distribuidores y exhibidores es a llenar la cartelera de películas muy comerciales y poco arriesgadas.

No he tenido ocasión de visitar Rusia, ni San Petersburgo claro, aunque hicimos un intento de hacerlo en 2007, cuando visitamos Helsinki y otras ciudades finesas, y Tallín en Estonia. Pero la burocracia y los malos transportes en tren lo impidió. Usaremos esta última ciudad para ambientar la entrada de hoy, como sustituta de la no muy alejada en la que transcurre la acción.

Estamos en Leningrado, actual San Petersburgo, inmediatamente tras el final de la Segunda guerra mundial. Una joven enfermera con un niño de tres años se afana en los hospitales militares de una ciudad destruida en gran medida y donde hay necesidad de mucho bienes de primera necesidad. La joven, Iya (Viktoria Miroshnichenko), sufre de ausencias, consecuencia de una conmoción que sufrió mientras estaba en el frente, en la artillería antiaérea. Y una de estas ausencia ocasionará una triste desgracia. Momento en el que reaparecerá en su vida una antigua compañera del frente, que siguió la guerra hasta Berlín, a pesar de sus heridas, Masha (Vasilisa Perelygina).

Estamos ante una cinta de una factura casi impecable. Muy potente en su aspecto visual, con esa paleta de colores muy contrastada entre los tonos rojizos y los verdes, representando estos últimos los pocos momentos de esperanza que se abren ante las protagonistas de la película. Unas mujeres con una vida difícil ante sí. Leí hace algo más de tres años un libro de la premio nóbel Svetlana Alexiévich que homenajeaba a estas mujeres, que sufrieron durante la guerra como los hombres, y más, puesto que fueron injustamente tratadas en el frente por sus compañeros, y después en la posguerra fueron vistas por el resto de la sociedad como las prostitutas de los soldados. A lo que hay que unir los problemas internos, físicos y psíquicos, que les quedaron de la guerra. Y sus problemas de relación entre ellas y sus compañeros.

Impresionantemente interpretada, pese a que la publicidad y los medios insisten en el protagonismo de Miroshnichenko, que lo hace muy bien, con momentos muy inspirados, a mí la que me estremece con más fuerza, la que me roba la respiración y la que me emociona más es la dura pero vulnerable interpretación de Perelygina, un personaje que desde mi punto de vista ofrece más ángulos y perspectivas y que nos ofrece algunos de los momentos más potentes.

Película poco complaciente. Que no es fácil de ver. Pero que me parece casi imprescindible. No creo que dure mucho en cartelera. Pero aprovechad mientras podáis.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****