[TV] Cosas de series; universos paralelos y Meredith

Televisión

En la entrada televisiva de esta semana hablaré de tres series. Pero de una seré breve. O lo intentaré. Y me centraré más en dos series de ciencia ficción a propósito de historias alternativas y universos paralelos.

Terminó, prematuramente por culpa del covid-19, la 16ª temporada de Grey’s Anatomy, lo cual al parecer la convierte en el drama médico más longevo de la televisión o casi. E.R. tuvo quince, así que por ahí le debe ir el récord. Sigue siendo un guilty pleasure. Tiene defectos por todos los lados, pero algunos no podemos dejar de ver esta historia de amoríos de instituto en un hospital de alta tecnología en Seattle. Así que no merece la pena mucho más comentario. Quizá decir que el capítulo donde «explicaban» la ausencia de uno de sus más destacados protagonistas para siempre fue ab-so-lu-ta-men-te nefasto y vergonzoso. Una de las temporadas más flojas… dentro de lo que es.

Bosques y lagos predominan en los paisaje de algunas de las series de hoy. Y tal paisaje lo he ido a buscar a los lagos y bosques cerca Tampere (Finlandia)

Pero vamos a lo que interesa. Distopías, historias alternativas y universos paralelos. Tales from the loop es una interesante propuesta, a priori, basada en las pinturas del sueco Simon Stålenhag (instagram), en las que se muestra un presente/futuro tecnológicamente distópico. Situado en una población de algún lugar de Norteamérica, aunque con un ambiente muy nórdico, donde una instalación científica The Loop (El Bucle) ha dado lugar a una serie de dispositivos o fenómenos avanzados pero extraños. El ambiente es más bien setentero u ochentero, como en una historia alternativa, aunque hay saltos adelante y atrás en el tiempo, así como en universos paralelos. Y en este ambiente, vamos siguiendo a una serie de habitantes del lugar, relacionados todos ellos con la familia en la que residen los principales responsables de The Loop. Y asistiremos a una serie de historias que nos harán reflexionar sobre temas como la identidad, la familia, la maternidad, el amor, el ser distinto, las expectativas que tenemos depositadas en nosotros mismos o las que sentimos de los demás… temas profundamente cotidianos, en un entorno casi aburridamente cotidiano, salpicado de fenómenos u objetos extraños. La serie tiene una puesta en escena sobria, pero estéticamente muy conseguida, que nos traslada a un ambiente melancólico, decadente. Y algunos de los personajes tienen mucho interés intrínseco, interpretados por actores y actrices con buen quehacer. Pero el nivel de las historias, de los guiones, es desigual, tiene notables altibajos. Y habrá episodios que no podremos dejar de mirar, mientras que otros… son prescindibles. Creo que la idea era muy buena, pero la ejecución perfectible. No obstante, a mí me ha merecido la pena.

Y si la anterior se situaba en un pasado alternativo, la siguiente se sitúa en un futuro más o menos próximo y… más o menos plausible. Devs es una miniserie creada y dirigida por Alex Garland, director y guionista que se ha hecho un nombre por distintas producciones de ciencia ficción, donde especula con determinados conceptos en el borde de lo que podemos considerar ciencia y lo que no. En esta ocasión, seguimos las andanzas de Lily Chan, una ingeniera informática que trabaja para una empresa Amaya, donde su novio ha sido asesinado tras ser transferido al departamento DEVs. La chica protagonista está interpretada por Sonoya Mizuno, una británica nacida en Tokio, de padre japonés y madre británico-argentina. Una chica que hasta ahora había realizado papeles menores pero muy vistosos en algunas de las producciones de Garland, como Ex-Machina y Annihilation. Y también la habíamos visto cantando y bailando en Lalaland, y en un papel alocado en Crazy Rich Asians, una comedia romántica que no se llegó a estrenar en España, y extremadamente sobrevalorada en EE.UU. tanto por el público y la taquilla como por la crítica. Me detengo en esta actriz, porque desde mi punto de vista condiciona el resultado hasta cierto punto. Garland, en esta serie, trata sobre el conflicto en filosofía de la ciencia entre un universo determinista (visión mecánica desde Galileo a Einstein pasando por Newton) y un universo azaroso (visión probabilística de la mecánica cuántica). Los adversarios de Lily representan a la visión determinista, que implícitamente negaría la libertad del ser humano, condicionado por la mecánica universal, mientras que Lily representa el libre albedrío, que según algunos sólo se daría en universo azaroso. Error común en mucha gente confundir el azar con la libertad… y donde reside uno de las debilidades de la tesis de Garland, confundiendo conceptos que mucha gente y que no deberían ser confundidos. La cuestión es que Lily ha de ser un personaje que, de alguna forma, represente al ser humano común. Y debe generar empatía. Mizuno cambia notablemente de imagen en esta ocasión. Pasa de ser la vistosa bailarina y modelo de esbelta figura y notable sensualidad, a una joven de aspecto andrógino, reservada, aunque fuerte interiormente. Pero de alguna forma su interpretación no consigue tener la fuerza necesaria. A esta chica se le ven las goteras interpretativas; no acaba de dar el salto de presencia vistosa, en producciones anteriores, a punto de fijación y arrastre de la acción. Y la serie, aunque con momentos muy interesantes, especialmente gracias a algunos secundarios, acaba descarrilando, especialmente con un final que no me lo compro… que me parece una ida de olla a la que cada vez nos tiene más acostumbrados más Garland con sus producciones. Recordemos que Annihilation, que enamoró visualmente a muchos, tampoco me convenció. En fin, no me arrepiento de haberla visto, pero me ha decepcionado.

[Cine] Annihilation (2018)

Cine

Annihilation (2018; 17/20180312)

Alex Garland se puso de moda hace tres años con una reflexión sobre el surgimiento de la inteligencia artificial y la singularidad tecnológica que tuvo un notable impacto. A mí aquella película no acabó de engancharme. Cuando repaso lo que escribí de ella tras verla, me llama la atención hasta que punto me dejó frío. Después he tenido ocasión de volver a verla en vídeo; probablemente hoy sería más benevolente en mis apreciaciones. Pero nunca me sentiría tan entusiasmado como muchos se han sentido hacia aquella película, que tenía muchos elementos positivos que por algún motivo a mí no me acabaron de cuajar. He de decir que un brevísimo pero claro análisis de José F. Ortuño me hizo entrar un poco mejor en la película cuando la volví a ver en casa. Recomiendo ver la película antes que este pequeño vídeo, que interpreta la película en clave religiosa. Algo de moda últimamente.

Garland lleva muchos años de todos modos en la cosa del cine, como guionista. Y de nuevo ahí tengo que decir que pocas de las películas en cuyo guion ha participado me han convencido. Quizá si me tuviese quedar con alguna sería con cierta adaptación de una novela del reciente premio Nobel Kazuo Ishiguro. De origen japonés, pero escritor en lengua inglesa. Pero es una película que se salvaba fundamentalmente por el buen material literario de origen y por las buenas interpretaciones de sus jóvenes protagonistas. La realización era mejorable, pero apañada. Y la adaptación, correcta.

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Por algún motivo, el universo creado para esta película me recordó a los invernaderos tropicales de los jardines botánicos. Y para ilustrarlo me dirijo al de Aarhus, en Dinamarca.

Cuando empezamos a saber del estreno de esta segunda película como director de Garland sorprendió por dos noticias que implicaban cierta contradicción. Las primeras impresiones de la crítica eran muy buenas, pero Paramount Pictures había decidido estrenar la película en cines sólo en Estados Unidos. Para el resto del mundo, el estreno se produciría a través de la plataforma Netflix. Lo que muchos pensamos es que si la película era tan buena, lo lógico hubiese sido no desaprovechar su vida comercial en la gran pantalla, antes de pasar a la pequeña. Yo… me quedé con la mosca detrás de la oreja.

Finalmente, se ha producido el estreno en la plataforma de vídeo bajo suscripción, y tuve ocasión de verla hace unos días. Tras la llegada de un meteorito a la superficie de la tierra, se genera una alteración en el lugar del impacto. Los equipos enviados, fundamentalmente militares, a la zona desaparecen. Sólo reaparece un militar, Kane (Oscar Isaac), en grave estado, el marido de Lena (Natalie Portman), una bióloga celular que enseña en una facultad de medicina. Reclutada por la dra Ventress (Jennifer Jason Leigh), Lena pasará a formar parte de una nueva expedición, esta vez sólo científica, y sólo formada por mujeres, que se internará en la misteriosa y creciente zona del impacto.

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En esta ocasión estamos ante una producción claramente ambiciosa, en la que se ha realizado un notable esfuezo en el apartado del diseño de producción, con la creación de un mundo nuevo, distinto e imaginativo. Pero al mismo tiempo, estamos una vez más ante una producción que no sabe qué quiere ser de mayor. A ratos estamos ante una película de terror alienígena (en algún momento resulta casi ridícula la copia/plagio de escenas procedentes de Alien), a ratos es una peculiar versión del mundo perdido, y de vez en cuando se nos aparecen las ínfulas filosóficas que parace que es de lo que realmente quiere ir la película. Pero el desconcierto ante lo que estamos viendo está ahí. Lo que a mí me provocó el levantamiento de una barrera de escepticismo que condicionó mi visión de la película hasta el final.

A esto hay que unir una interpretación que tampoco me acaba de convencer. Hace tiempo que Portman dejó de convencerme, y me parece una actriz sobrevalorada. Y el resto del reparto tiene poca chicha.

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Habiendo deducido que la cosa finalmente iba por el lado filosófico, empecé a deducir sobre qué mensaje nos quería transmitir el autor. A posteriori volví a acudir a la opinión de José F. Ortuño. Yo no le había dado exactamente el mismo signficado, pero tampoco era muy divergente. Os dejo también el vídeo de Ortuño, pero recomendando siempre ver primero la película, ¿vale? Pero no lo inserto aquí, porque el fotograma de presentación es demasiado explícito sobre el tema. Y la película es demasiado reciente para dar pistas a la hora de destriparla.

Como su anterior película,… me dejó frío. Reconozco méritos como he dicho en la creatividad visual, en el diseño de producción de la película. Pero, si a las debilidades señaladas anteriormente, la forma en que saca de madre determinados hechos científicos, como la «inmortalidad» de la línea celular HeLa (un caso de ausencia de ética en la práctica médica y la investigación, a pesar de lo que debemos a la misma), a la que se refiere en un momento dado la bióloga Lena, pero que no es explícitamente mencionada, me causó también cierto rechazo a mi mente formada científicamente. Y es que, nuevamente, la película parece que se explica en clave religiosa. Cuanto místico hay últimamente por el mundo.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

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[Cine] Ex machina (2015)

Cine

Ex machina (2015); vista el miércoles 11 de marzo de 2015.

Las inteligencias artificiales han sido objeto de muchas aproximaciones en el ámbito de la literatura, el cine y la ficción televisiva. Bien es cierto que hasta recientemente no fueron denominadas así. Eran robots, o computadoras, o androides si adaptan una forma y aspecto similar al ser humano, incluso hasta parecer indistinguibles de este último. Pudo ser una inteligencia enferma como HAL 9000, o astuta y leal como R2D2, o servicial como Robby. Sorprendentemente humana como Roy Batty, seductora, peligrosa y compleja como Caprica 6, o apocalíptica como el T-800 Modelo 101. Es curioso que una de las película que más hizo por la difusión en la ficción cinematográfica del término inteligencia artificial (IA) fuera una moderna adaptación no especialmente conseguida del Pinocchio de Collodi, que últimamente se está reivindicando un tanto. Y muchas que me dejo, porque no puedo ser exhaustivo en una entra de este blog.

En la literatura, Isaac Asimov les otorgó unas leyes de obligado cumplimiento insertadas en su programación, porque auguró que el ser humano acabaría temiendo a sus propias criaturas. Temor que se ha materializado en varias de las referencias anteriores. También en alguno de los propios relatos de Asimov se aventuraba la posibilidad de que una inteligencia artificial lo suficientemente avanzada se viera a sí misma como más humana y más inteligente que los humanos que la crearon. Este temor fue bautizado como complejo de Frankenstein por el propio Asimov, en honor al personaje creado por Mary Shelley, y en general se ha transmitido en la cultura popular y literaria como el escenario apocalíptico denominado como la rebelión de las máquinas.

Parece ser que los exteriores de la película están rodados en Noruega, así que nos iremos para allí.

Parece ser que los exteriores de la película están rodados en Noruega, así que nos iremos para allí.

Toda esta introducción viene al caso, porque habiendo leído a priori las sinopsis de la película, no era especialmente partidario de ir a verla. A pesar de que había leído también alguna crítica positiva de la ópera prima como director de Alex Garland, y que el público votante de IMDb parece entusiasmado con ella. Claro que también lo está con las aventuras de «Caracartón» Neo, otra variante de lo comentado anteriormente, y a mí me ha parecido siempre un soberano aburrimiento. Rarito que soy para este género, que por otra parte me apasiona. Me terminaron de convencer por aquello de que la «prota» es una chica sueca que se está poniendo de moda, y porque mejor ir al cine y luego a tomar unos chismes, que quedarse en casa una tarde de ambiente primaveral.

La historia nos cuenta como Caleb (Domhnall Gleeson), un programador empleado en la multinacional informática del rico y excéntrico Nathan (Oscar Isaac), gana una «lotería» por la que irá a trabajar con su jefe en un emplazamiento secreto, de altísima tecnología, perdido en unas montañas. Y es que allí Nathan está desarrollando una inteligencia artificial, Ava, con un cuerpo de robot y el rostro de Alicia Vikander, la sueca. En aquel lugar perdido sólo una asistenta, Kyoko (Sonoya Mizuno), que utiliza para sus tareas domésticas una indumentaria sorprendentemente sensual, hará compañía a los dos maromos. El trabajo de Caleb será averiguar si Ava reúne las características propias de una inteligencia artificial semejante a una inteligencia humana, pasando un «sui generis» versión del test de Turing (de verdad que el test de Turing no es así, que el juez de la prueba tiene que ser ciego al aspecto de la «inteligencia» que pasa la prueba).

Lagos o fiordos, bosque, cascadas,... de todo sale en la película...

Lagos o fiordos, bosque, cascadas,… de todo sale en la película…

Realmente, a mí esta película no me ha enganchado. Especialmente porque me parece que tiene unos diálogos absolutamente inverosímiles para una gente que van por el mundo de tecnólogos y científicos. La cháchara llega a tener momentos de pedantería cuasi insoportable, haciendo que la «suspensión voluntaria de la incredulidad» con la que como espectador acudo a una obra de ficción que hecha añicos antes de finalizar el primer tercio de la película. El resto,… no es más que unas excusa para en un momento dado mostrar en pelotas a las hipersexualizadas protagonistas femeninas, echarle unas gotitas de gore cibernético al asunto y acabar con un final que es previsible desde la mitad de la película.

Realmente, no sé si la versión original resultará mejor que la versión doblada al castellano que vimos. Quizá el reparto hace todo lo que puede por salvar el asunto, me parece que todos los intérpretes, o al menos Isaac y Vikander. Gleeson me genera más dudas, y Mizuno se limita a moverse con gracia y a estar muy buena. Y esto último lo consigue con nota.

Tenía la impresión de que no me iba a convencer esta película y así ha sido. Quizá no sea tan catastrófica como lo he planteado. O sí. Ya he dicho que soy rarito para este género. Yo, no la recomiendo. Pero allá cada cual. Y parece que este fin de semana han estrenado otra con robots inteligentes… lo cierto que tampoco me apetece mucho, pero no me atrevo a asegurar nada sobre si la veré o no.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

En cualquier caso, es muy mala señal cuando se sobran diciendo que llevan dos horas sobrevolando en helicóptero las propiedades del mandamás de la empresa.

En cualquier caso, es muy mala señal cuando se sobran diciendo que llevan dos horas sobrevolando en helicóptero las propiedades del mandamás de la empresa.