Libro prestado. No sé si esta práctica de prestarse los libros entre amigos está en vigor legalmente hoy en día. Antaño se hacía mucho. Pero hoy quizá lo consideren piratería. No sé. La industria editorial tiene esas cosas. Bien. En cualquier caso, no entraba en mis cálculos comprar este título. Por mucho que se haya considerado como el superventas del verano o del año. O precisamente por eso. Porque no me fío de los superventas. Ya he salido escamado de algunos de ellos. En cualquier caso, me lo prestaron, y tengo por costumbre leer hasta el final los libros que me presta. Veamos lo que ha dado de sí este éxito comercial de la hasta hace poco desconocida Paula Hawkins.
La chica del tren
Paula Hawkins; traducido por Aleix Montoto
Editorial Planeta; colección Planeta Internacional, 2015
Edición en tapa dura de árboles muertos

Un tren en Londres-St Pancrass se dispone a salir en dirección a Margate, aunque a mí me dejará en Canterbury.
La chica del tren es Rachel. Una treintañera cuya vida está hecha trizas por una maternidad frustrada, que derivó en un problema de alcoholismo, y en un matrimonio desecho por estos motivos sumados a la infidelidad del exmarido. Todos los días, desde la ventanilla del tren que la lleva a Londres, durante una parada en un semáforo, observa la vida que imagina idílica de una pareja, en una casa muy próxima a la que fue suya. Hasta que un día, tras una noche de sábado de la que no se acuerda nada por culpa del alcohol, y de la que salió con un herida en la cabeza, se entera de que la mujer de la «idílica» pareja ha desaparecido y podría estar muerta.
Ya lo adelanto. No. No entiendo cómo pasa para que libros tan mediocres desde distintos puntos de vista se conviertan en éxitos de ventas, y adquieran en poco tiempo una legión de admiradores, más admiradoras me parece en esta ocasión, que se vuelve incondicionales del libro. Ya anuncian la versión cinematográfica. Con Emily Blunt de protagonista. Lo cual me sorprende porque no se me parece en nada al personaje de Rachel, así, a priori. Pero son cosas que pasan.

El sistema ferroviario en Londres y área metropolitana es muy complejo; aquí una unidad del Docklands Light Railway, creo que entrando en la estación de Limehouse.
Los personajes son estereotipados. Sus motivaciones tópicas. Sus acción, en ocasiones, absolutamente incomprensibles. Incluso considerando el universo que nos plantea la autora. El comienzo de la novela no es malo. Pero en un momento dado, entra en una fase en la que las idas y venidas de la protagonista no aportan absolutamente a la historia. Quizá, el intento de despistar y de no hacer excesivamente predecible el desenlace, con un desfile de hombres sospechosos de la desaparición de la mujer.
Como ya he dicho, cuando me prestan un libro, y especialmente cuando tal cosa surgen en el ámbito de un debate, me comprometo a leerlo hasta el final. Pero me ha costado. Podría haber sido uno de esos libros que abandono sin terminar. Bueno. Misión cumplida. A ver si paso unos cuantos años sin caer en la tentación de tirar de superventas.

Aunque por supuesto, el más famoso para los turistas, es el sistema del metro londinense, «The Tube», aquí en una de las estaciones en Kensington. No recuerdo cual.