Recientemente el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMoMA) actualizó su canal de Youtube con una serie amplia de vídeos en los que se entrevistaba y se hablaba de la obra de una serie de artistas contemporáneos, varios de ellos fotógrafos, que habían afrontado la guerra y los conflictos violentos de distintas formas con sus obras.
De ellos, he seleccionado tres que me llamaron especialmente la atención. Aunque recomiendo un recorrido por el canal del SFMoMA en Youtube para una visión completa. Vamos con los tres que he escogido, acompañados de unas relajantes fotografías de mi última visita a los Pirineos.
An-My Lê, como nos dicen en la presentación del vídeo, creció en Saigon durante la guerra del Vietnam. Siendo niña fue una de los miles de refugiados que huyeron del país cuando se impuso el Viet Cong, instalándose en Estados Unidos donde se nacionalizó. En un momento dado, supo de grupos de persona que recreaban en territorio estadounidense las acciones bélicas de aquella guerra. Pidió que le dejasen fotografiar estas recreaciones, y accedieron con la condición de que participase en las mismas. Por su aspecto, le tocó ser guerrillera del Viet Cong, claro. Después ha seguido interesándose por el fenómeno bélico, fotografiando los entrenamientos en territorio norteamericano para las guerras en Oriente Medio.
La libanesa Lamia Joreige se ha inspirado en Rashōmon, la película de Akira Kurosawa, a la hora de afrontar el impacto cultural de la guerra civil en el Líbano. En la película de Kurosawa se relataba el suceso en el cual un forajido mata a un samurái y viola a su mujer. Pero el suceso, narrado por todos los participantes y testigos, no es contado dos veces de la misma forma. Todo depende del punto de vista. Y así lo sucedido en Beirut y en el resto del país durante este largo y violento conflicto.
Las bombas atómicas que asolaron Hiroshima y Nagasaki impactaron fuertemente en la sociedad japonesa, más que en cualquier otro lugar, y de forma muy profunda. Más que el resto de la larga y penosa guerra que ellos mismos desencadenaron, que culminó con estas tragedias, pero que había traído una gran calamidad con anterioridad sobre la población nipona. Kikuji Kawada trabajó durante la primera mitad del década de los sesenta del siglo XX en Chizu (El mapa), una serie de fotografías que combinaba objetos encontrados en Hiroshima, especialmente en el entorno de la cúpula de la bomba atómica, motivos relacionados con el ejército japonés, y otros relacionados con el enorme crecimiento económico del país tras el conflicto. Una reflexión profunda y difícil.