Mezclar en una misma entrada la rabiosa posmodernidad elevada al cubo del siglo XXI de los «sensates» de las Wachowski con la casposidad inherente a los muy rurales Bennett de The Ranch parace una ironía. Pero es así como han venido dadas las cosas y es así como las voy a presentar.
Es difícil decir por qué «temporada» van las aventuras y desventuras de los Bennett. Hace sólo dos años que los conocimos, pero lo que acabo de ver es, según Netflix, su 5ª parte. En IMDb lo consideran parte de una presunta tercera temporada, ya que cada una de estas viene dividida en dos partes. De ese modo, equivalente «temporada» con los episodios que se emiten cada año. Aproximadamente. En cualquier caso, el rancho de los Bennett, en algún lugar de Colorado, nos llega puntualmente un par de veces al año en tandas de 10 episodios que van de los poco más de 20 minutos a los poco más de 30 minutos.
Los «sensates» nos han llevado de viaje por todo el mundo. Ya sea Nápoles, en el encabezado, o Reikiavik sobre estas líneas. Bueno,… más bien el aeropuerto de Keflavik. Pero es el aeropuerto internacional de la capital islandesa.
Se ha confirmado la deriva de la serie desde la comedia clara al drama con tonos de comedia aquí y allí. Pero fundamentalmente drama. El drama de un hombre de más de 70 años que siente que su tiempo llega a su fin aunque se agarre a la vida con firmeza. El drama de un estilo de vida condenado a desaparecer, o al menos a transformarse profundamente en contra del deseo de los que lo practica. El drama de las generaciones más jóvenes cuyos valores han cambiado con respecto a las de sus padres y encuentran dificultades para situarse en el mundo. El drama de la despoblación de las zonas rurales, con el cierre de colegios, y la desaparición de los maestros, elementos importantes de civilización. En fin, un sin fin de pequeños dramas salpimentados con toques de humor de una serie bastante más progresista que sus personajes, pero a los que no maltrata, por los que mantiene simpatía, incluso cuando se ríe de sus irracionalidades.
Excelentes trabajos actorales, especialmente por parte de los más maduros, Sam Elliott, Debra Winger (que no sale todo lo que nos gustaría) o Kathy Baker, sin que los más jóvenes o los muchos otros secundarios desmerezcan en absoluto.
También hemos recorrido Berlín,…
Una serie que empecé a ver de modo un poco anecdótico, pero que ahora espero con ganas.
La llegada a Netflix de esta vistosa serie al mando de Lana y Lilly Wachowski fue acompañada de una gran fanfarria publicitaria y de elevadas expectaciones de las responsables de la trilogía de Matrix. No fue mi caso, que nunca he comprado el concepto de que la mencionada trilogía fuera para tanto, empezando por el hecho de que esté protagonizada por Kara caRtón, y siguiendo por mi sensación de que es mucho ruido y pocas nueces, estando más vacía de contenido de lo que aparenta. No lo puedo negar, si me hablan del cine de las Wachowski, mi cabeza se va sin remedio a Bound (Lazos ardientes), drama del género negro que firmaron a mitad de los años 90 cuando todavía se llamaban Andy y Larry. Y que descubrieron el elevado voltaje que podían generar la aparente modosita Jennifer Tilly y la más ruda, pero igualmente atractiva, Gina Gershon. Lo que han hecho después… pues va desde catástrofes absolutas hasta esfuerzos sinceros, pero insuficientes, para adaptar obras literarias notables.
… o las calles y plazas más parisinas,…
¿Donde queda la aventura de los «sensates» en todo esto? Desde mi punto de vista, un poco en medio. Ni es una catástrofe, con algún momento entretenido incluido, ni tiene la profundidad pretendida, resultándome en su conjunto un producto mucho más comercial y superficial de lo que se pretende hacer creer, aunque luego haya funcionado menos bien de lo que muchos de sus aficionados más radicales quieren hacernos creer. Porque su prematura cancelación indica que a Netflix, una producción con unos costes de tal calibre,… no le salían las cuentas. Por lo menos, han tenido el detalle de dejar a los aficionados este largometraje con el presuntuoso latinajo como título de «Amor Vincit Omnia». La forma más habitual de la frase es omnia vincit amor, pero bueno. El amor puede con todo.
Y es que este título forma parte de la superficialidad que mencionaba. El género de mutantes más o menos superheroicos empieza a estar superpoblado, con múltiples enfoques tanto en cine como en televisión, y empieza a ser poco original. Las típicas tramas de científicos malos malísimos frente a postmodernos que basan su fuerza en el amor y otras «fuerzas» más o menos «espirituales» ya cansan también. Oye tú, que la postmodernidad nos viene ya desde finales de los años 60 y principios de los 70. Y muchos de los mensajes esenciales sobre la libertad personal y el amor libre, frente a poderes fácticos diversos ya los teníamos en el musical Hair (musical en teatros, 1967, película, 1979). Aparte del hecho de que ahora se habla más de las relaciones sexuales diversas y diversificadas, poco más que no se hubiera dicho entonces se aporta. Y más allá de algún revolcón virtual colectivo, determinadas escenas de canciones y bailes, me suena más al Viva la gente (Up with the people) o al anuncio de la cocacola «hilltop» o «the real thing», de «la chispa de la vida» para el mundo hispanohablante. Respuestas consumista y conservadoras en los años sesenta o setenta a fenómenos contraculturales más profundos, como el movimiento hippie y otros.
… hemos sentido las amenazas de los malos en Londres, o…
Este episodio final a «gozado» de otras de las virtudes menos positivas de la serie. Excesivamente largo para lo que tiene que contar, muy poco económico de medios, generando escenas o secuencias que no aportan nada a la historia en su conjunto, y que sólo sirven para dar minutos en pantalla al excesivamente numeroso e irregular reparto. Reparto en el que sus mejores componentes carecen de oportunidades de lucirse y elevar el resultado final, mientras que los más flojos chupan cámara sin el menor interés.
Las intenciones de las Wachowski son buenas; así me lo parece a mí. Comparto con ellas la necesidad del respeto y la convivencia franca con la diversidad en todos sus aspectos. Y desde ese punto de vista ningún pero. Pero globalmente me parece un espectáculo excesivo para un planteamiento demasiado superficial; superficialidad que acompaña a demasiadas producciones actuales, y que parece encantar a las generaciones más jóvenes. Una pena. Creo que algo se pierde por el camino.
… hemos sufrido con las aventuras y desventuras de Bak Sun (Bae Doona), uno de los personajes y actrices más interesantes y desaprovechados de la serie.