Nunca he sabido extraer el potencial creativo, asociado a la falta de calidad intrínseca de las Holga, cámaras de plastico a medio camino entre una cámara de fotos y un juguete barato. La baja nitidez de sus lentes de plástico, la escasa capacidad de intervención sobre los parámetros de exposición, el extremo viñeteo mecánico que presentan en ocasiones los fotogramas, el riesgo constante de que entren filtraciones de luz,… o simplemente de que se «desmonte» por su precario sistema de fijación la tapa trasera que protege la película. En fin… cosas.
Pero es que en esta ocasión además metí la pata. A pesar de las escasas opciones de ajuste de los parámetros de exposición, me equivoqué en uno. En fin… lo explico todo en Nunca se me ha dado bien fotografiar con la Holga…