La semana de Pascua fue una semana relativamente feliz y tranquila, con viaje a Italia incluido, y eso sin duda fue clave para romper con el bloqueo en la lectura que me tiene un poco atenazado desde hace unos meses. Bueno… con idas y venidas, desde que comenzó esta maldita pandemia. Me cuesta concentrarme en la lectura. Pero no durante esos días, por lo que aproveché para leer varios libros que tenía en espera. Vamos con el primero.

No es la primera vez que leo a Aki Shimazaki. Y realmente siempre he disfrutado de las obras de esta escritora japonesa, pero que no escribe en japonés. La escritora, nacida en 1954, se mudó en 1981 a Canadá y vive en la actualidad en Montreal. Comenzó a escribir a finales de los años 80 publicando su primera novela en 1991. Pero optó por escribir en la lengua de su país de adopción, el francés. Incluso si sus temas son fundamentales referidos a su país de origen. Lo cual, desde mi punto de vista, enriquece el conjunto por la capacidad de llegar con más facilidad a dos entornos culturales distintos, el asiático japonés, y el europeo occidental, o su extensión a Norteamérica.
A esta novela corta de Shimazaki que nos ocupa hoy, el editor español le ha dado un título no coincidente con el original. Ese Luna llena tiene que ver con lo que se nos narra, pero no es el original. En la edición original en francés, el título es Sémi, transcripción al francés de la palabra japonesa 蝉 semi, que significa cigarra, un título mucho más apropiado… bueno… es el que la autora quiso darle a su obra, así que necesariamente es más apropiado. Es habitual en la autora dar títulos de una sola palabra en japonés a sus obras, aunque este escritas en francés.

En esta novelita, acompañamos a un hombre, que reside con su esposa en una residencia para personas mayores, ya que esta tiene una demencia de Alzheimer en sus fases iniciales. Fases iniciales que evolucionan, de modo que un día, cuando se levantan por la mañana, ella ha olvidado que es su marido. Convenciéndole con la ayuda de una enfermera de la residencia de que es su prometido, tienen que volver a reconstruir su relación. Pero eso conllevará que se descubrirán secretos guardados durante décadas de matrimonio, aparentemente feliz y bien avenido, con los que nuestro protagonista tendrá que lidiar, puesto que pueden afectar a sus relaciones con toda la familia.
Shimazaki nos transporta a una delicada aproximación al mundo de las personas mayores y al peculiar mundo de relación con una persona con un deterioro cognitivo progresivo. Y al mismo tiempo, no dejamos de asistir a una peculiar historia de amor, un romance de edad avanzada que ha de sustituir a la ficción en la que los dos protagonistas de la historia se han sumido mutuamente durante los años de matrimonio. Un matrimonio gestado en los primeros años 70 del siglo XX, al estilo tradicional mediante un miai 見合い o en su modo formal omiai お見合い, encuentros organizados por un casamentero entre dos personas solteras que quieren formar una familia. Según leo, en los años 30 y 40 del siglo XX casi el 70 % de los matrimonios en Japón tenían este comienzo, aunque en la actualidad estaría en torno al 5 %.
Shimazaki se lee bien. Sus contenido son siempre delicados, incluso cuando se expresan conflictos complejos, difíciles. Y uno siente empatía por los protagonistas de sus historias. Generalmente gente que arrastran sus propios problemas durante sus vidas que les condicionan en mayor o menor medida. Para mí, su lectura es muy recomendable, y como autora un valor seguro a la hora de seleccionar algo para leer.
