Llevo la semana un poco destartalada. Y aunque la entrada televisiva en este Cuaderno de ruta tradicionalmente va los jueves, en esta ocasión se ha venido hasta el viernes. Y tengo pendiente una película que comentar, más que muy interesante, y el libro del que tenía pensado hablar esta semana también se me ha ido, dadas las circunstancias a otro día (en realidad tengo tres libros leídos que todavía no han aparecido en estas páginas). Y claro, como ya se han acabado las fiestas y mis pequeñas vacaciones, vuelvo a ir justito de tiempo. Bueno. Vamos a la cosa televisiva.

En los días de frío y niebla del invierno de Zaragoza, apetece quedarse en casa; y por qué no, ver un poquito de cine para la pequeña pantalla.
Estamos ya comenzando la temporda invierno-primavera, y eso quiere decir que van llegando novedades.
Desde el Reino Unido nos llega la segunda temporada de la interesante Broadchurch, que yo imaginaba con un caso nuevo,… pero no. Le seguirán dando vueltas al caso de la primera temporada. Ya veremos cómo funciona, porque daba la sensación de que las cosas habían quedado relativamente atadas. Es cierto que hay novedades en personajes, y regresan los fantasmas del pasado del protagonista… pero… habrá que esperar un poco para decantarse.
Llega Galavant, una serie en forma de musical, con un ADN en sus dos primeros capítulos de poco más de 20 minutos de duración de digamos un 70-80% de genes disney, tipo Enchanted, y el resto, la parte con mala leche y más divertida, Monty Python. Preferiría una proporción a la inversa, pero esos dos episodios de estreno fueron entretenidos con algún momento realmente divertido. No soy tan entusiasta como muchos, pero me lo pasé bien.
Y después del éxito de aquel estupendísimo corto que se difundió de Peggy Carter, la chica que salía en la primera película del Capitán América, le han dado la oportunidad detener serie propia. También se ha estrenado con dos episodios. No están mal aunque no tengan el nivel de aquellos brillantes 15 minutos. Demasiados elementos prestados de otras series. Lo de la máquina de escribir ya nos suena de Fringe. Pero tiene algunos méritos que hacen que probablemente perdure en cartelera: la estupenda ambientación en los años 40, el sentido del humor, y una carismática protagonista interpretada por la británica Hayley Atwell, guapa, simpática y lista.Y con unos vertiginosos escotes, casi excesivos para mi gusto, que no sé hasta que punto van a explotar. De momento, bien por Agent Carter, aunque se puede estropear. Este pesimismo viene de un hecho… procede de la Marvel. Y no son santo de mi devoción.

Porque las series de televisión son exactamente eso, pequeñas obras cinematográficas de 20, 40, 60 minutos, que a larga y cuando tienen calidad pueden constituir grandes historias, grandes relatos que ha merecido la pena vivir.
Y tras un comentario a estos estrenos destacables, vamos con lo que ha dado de sí el periodo navideño, que ha servido para rescatar alguna serie que no seguí en su momento, pero que he visto recomendadas con posterioridad.
Transparent. 10 capítulos de media hora de duración. Como la podríamos definir. Es como Modern Family, pero con muchísima mala leche y absolutamente para mayores de 18 años. Sin niños encantadores. Familia judía formada por padres divorciados y tres hijos: hermana mayor con familia estándar, hermano mediano ligón y poco comprometido y hermana menor más rara que la calentura. Y el patriarca que de repente sale del armario diciendo que se siente mujer y que quiere ser tratado como tal. A partir de ahí, cualquier cosa puede pasar. Me ha parecido brillantísima, inteligentísima, y muy muy recomendable. Sabor a cine independiente con excelentes interpretaciones. De lo mejor que he visto del 2014. No hay que perdérsela.
Mozart in the Jungle. Un planteamiento similar al anterior, 10 capítulos de casi 30 minutos. Las vidas de un grupo de músicos en torno a la ficticia Orquesta Sinfónica de Nueva York (muchos pensarán que existe, pero la que realmente existe es la Filarmónica de Nueva York; las expresiones «orquesta sinfónica» y «orquesta filarmónica» son sinónimas). Un viejo director (Malcolm McDowell) que se retira, uno nuevo, joven, con ideas muy actuales pero muy inseguro (Gael García Bernal), una joven intérprete de oboe en busca de una oportunidad (Lola Kirke), la intrigante y guapa violonchelista que lleva de calle a los caballeros de la orquesta (Saffron Burrows),… y otros muchos personajes que van y vienen, proponiéndonos una comedia dinámica y divertida, típica de un entorno competitivo e intenso. Rivalidades, amoríos, éxitos, fracasos,… La publicidad es algo engañosa ya que el título de la serie viene seguido del subtítulo «sex, drugs and classical music». Lo cierto es que no es especialmente rompedora, transgresora o escandalosa. Para nada. Pero se deja ver con mucho agrado, y los diez episodios se pasan enseguida y se hacen cortos. Dan ganas de más. Buenas interpretaciones, con caras conocidas y otras más nuevas. Muy impresionado por Saffron Burrows que hace 10 años me parecía una actriz muy guapa y muy rubia, pero fría e inexpresiva, y ahora con 40 años cumplidos y de morena, está mucho más interesante y atractiva, desde todos los puntos de vista. Ojala tuviera más papel…
Bueno. Como vemos, no está mal el balance del principio de año, y ahora se esperan nuevos e interesantes estrenos y estoy recuperando alguna otra serie también muy interesante. Con lo soso que fue el otoño.

En cualquier caso, estas nieblas intensas, de un día 5 de enero cerca de las cinco de la tarde estaba ahí cuando íbamos camino del cine, de la pantalla grande, de una película de lo que si todo va bien os hablaré mañana. Una impresionante película.