Este sábado pasado salimos de excursión fotográfica los fototrastornados de Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ), grupo de aficionados a la fotografía de Zaragoza y otros lugares de Aragón e incluso de fuera, que comenzó sus actividades en torno a Flickr. El lugar elegido fue Uncastillo, una preciosa localidad de la comarca de las Cinco Villas, llena de historia y de cultura, y que no es conocida como se merece.
Visité esta población hace unos años, una tarde de un 10 de marzo de 2007, y en aquel momento el objeto fundamentalmente de la visita fue la fortaleza que da nombre a la villa. Y probar algún objetivo de reciente adquisición en aquel momento para la Canon EOS D60, cámara réflex digital que compre de segunda mano por poco dinero, y que funcionó bien hasta que entregó el alma el obturador. Me costó barata porque su esperanza de vida era ya escasa. El británico que la había poseído con antelación le había dado bastante al dedo, y acumulaba muchos ciclos de obturador. Pero puedo asegurar que en aquellos momentos me maravillaba la calidad de imagen que suministraban sus 6 megapíxeles.

Torre de la antigua fortaleza de Uncastillo.

Los estandartes se reflejan en las ventanas de las torres que quedan en la fortaleza.

Vista de la villa desde el castillo, con la iglesia de San Martín de Tours en primer plano.
En la ocasión actual, la visita ha sido muy distinta. Nos dirigimos por la mañana a Uncastillo, saliendo de Zaragoza poco antes de las nueve de la mañana, con el fin de llegar allí a las diez y media, y comenzar la visita a las once. La expedición de FeZ la constituimos 19 personas, y los principales bienes culturales a visitar eran las dos principales iglesias románicas del siglo XII en la localidad, la de Santa María y la de San Martín de Tours. Para ello se hicieron contactos previos con la diócesis de Jaca, de la que dependen las iglesias de la villa, para que se nos permitiera fotografiar, con fines no comerciales, en el interior de las mismas.
Así que siete años más tarde, cargo en mi bolsa mi Canon EOS 5D Mk. II, sucesora espiritual de aquella pionera EOS D60, con una variedad de objetivos,… distintos. Y la vieja Zeiss Ikon Ikonta (521/16), de la que no os muestro fotos porque no he tenido tiempo todavía de revelarlas.

El guía de la visita nos explica los significados de las figuras labradas en los capiteles, arquivoltas y canecillos de la iglesia de Santa María, una mezcla de temas sacros, lujuriosos y escatológicos de lo más entretenida.

Un cristo de estilo gótico nos muestra la afición al gore de nuestro antepasados de la baja edad media, esculpiendo la sangre de la herida del costado como churretones que semejan una invasión de gusanos alienígenas.

El pequeño pero coqueto claustro de Santa María mezcla su función de patio de los antiguos monjes, con la de almacén de los actuales propietarios eclesiásticos. O por lo menos esa sensación produce.

Breve parada en la casa consistorial, palacio renacentista del XVI, antes de dirigirnos a San Martín de Tours. Un sistema de cristales y espejos nos permite contemplar las bóvedas de la construcción a pares. Los bolos negros del círculillo del fondo son las cabezas de los visitantes… así que supongo que esta foto es una «selfie»… tan de moda en estos tiempos…

Montaje audiovisual en San Martín de Tours, en una oscuridad que mi EOS y yo vencemos con una exposición de 30 segundos con un diafragma lo suficiente cerrado como para tener profundidad de campo al enfocar a «ojímetro». El documental es una mezcla de información cultural y de publirreportaje católico.

El guía se confiesa aficionado a las rondas cantoras. Pero en vez de rondar a las mozas por la noche, se dedica a cantar al rosario de la aurora. Nos hace exhibición de sus habilidades como «auroro» en el coro de San Martín de Tours.

Terminadas las visitas culturales, mientras nos dirigimos a tomar el vermú de rigor, nos detenemos a fotografiar los rincones de la villa. El guía nos ha llevado a paso marcial; ahora podemos dedicar un poquito más de detalle a la exposición y la composición de las fotos.
Formalmente, la actividad programada para los 19 asistentes de FeZ termina con el vermú. Pero un grupo de 11 de arrojados aficionados tanto a la gastronomía como a la fotografía nos quedamos a comer en el pueblo. Y después, claro esta, un nuevo paseo por las partes incógnitas de la población, para descubrir nuevas posibilidades fotográficas. Aunque una mezcla de «injustificable pereza» y «uy, que bris tan fresco tiene que hacer ahí arriba» nos aleja de la oportunidad de subir al castillo. Que como habéis podido comprobar, yo ya conocía.

Sección gastronómica de Fotógraf@s en Zaragoza, esperando los cafés.

Desde la iglesia de San Felices, está lleno de iglesias Uncastillo, vemos los restos de la fortaleza que da nombre al pueblo dominando las casas de los vecinos.

En las proximidades de la iglesia de San Juan nos asomamos a los graneros abandonados y algo ruinosos de las casas de la zona. Supongo que como en muchos de los pueblos de Aragón, la emigración a las ciudades ha hecho que buena parte de las casas del pueblo estén deshabitadas, o sólo se habiten estacionalmente.
Llegadas las cinco y media de la tarde pasadas, anuncio a mis acompañantes de vehículo que tengo que ir volviendo a Zaragoza, aunque otros compañeros de excursión aun quieren más aventura fotográfica. Nosotros nos alejamos de vuelta, y nada más salir del pueblo recuerdo la puesta de sol que me despidió hace siete años en mi primera visita fotográfica a Uncastillo. Y con esa imagen despido esta crónica. Hasta la próxima.

Puesta de sol en la carretera entre Uncastillo y Sádaba.