Estoy impresionado. Las vacaciones desbloquean que mi incapacidad para concentrarme en la lectura. Así que tengo cinco libros leídos pendientes de comentario. Dos, relativamente breves, los leí en el intervalo entre mi escapada alemana y el principio de las vacaciones que empecé hace un poco más de una semana. Y en las que he leído tres libros. Y alguno no especialmente pequeño. Vamos a ir sacando adelante el trabajo de comentarlos empezando por un libro de relatos gráficos, historietas, del japonés Suehiro Maruo, un libro que me prestaron hace unas semanas, y que disfruté, aunque con sentimientos contradictorios en su valoración.

Las obras de Maruo suelen ser adscritas al género ero-guro, peculiar portamanteau a los que son muy aficionados los japoneses, que mezcla dos palabras tomadas del inglés, aunque podría ser de muchos otros idiomas europeos. Básicamente, utilizando el castellano, sería el género del erotismo g(u)rotesco. Los listos de la cosa también lo entroncan con la tradición del muzan-e, variante del ukiyo-e en el que los temas son actos de gran violencia, con asesinatos y torturas extremos, y que puede tener un cierto componente erótico, especialmente cuando afectan a víctimas desvalidas y desnudas, muchas veces atadas con complejas ligaduras. Un primor, vaya. Hay que recordar que el ukiyo-e, recordado actualmente por los grabados de paisajes y escenas costumbristas de ciudades y lugares emblemáticos, comenzó siendo el arte del mundo flotante (ukiyo 浮世), el mundo de las noche hedonista, de los artistas, las geishas, las cortesanas, el teatro, los actores… como ya comentábamos hace no mucho.

En los relatos de este libro encontramos desde las relaciones incestuosas de dos jóvenes hermanos naufragados en idílica isla, que acaban… mal, y que dan título a la colección de relatos, las tentaciones de un monje católico en una ciudad de japón, la historia de sexo y avaricia en torno a un ciego tacaño y rico, a las desventuras de una jovencita que cuida de su hermano deforme cuando son abandonados por su padre, teniendo que prostituirse para salir adelante. Son historias potentes, incómodas a veces, que basculan entre escenas presuntamente idílicas y lo más perverso del género humano.
No voy a decir que sea mi género favorito precisamente. No soy pacato, ni mucho menos, pero la violencia asociada al sexo y al abuso, generalmente de las mujeres, me incomoda. No obstante, reconozco la calidad de estos relatos, de un género muy propio del País del Sol Naciente, aunque también existen obras con planteamientos básicos similares en occidente, aunque quizá estilísticamente distintas. Allá cada cual si se quiere acercar o no a este tipo de obras.
