Lo he de reconocer. Mi sentimiento de pertenencia a instituciones o lugares suele ser bajo. Mi escepticismo natural hacia los fenómenos del mundo es alto, por lo tanto me cuesta creer que el lugar donde he nacido, el equipo de mi tierra, la asociación donde practico mis aficiones, el restaurante donde salgo a cenar con los amigos, el barrio donde vivo,… o lo que sea, sean el o la mejor del mundo. Miro al mundo con sentido crítico y, al conocer bien lo que me es cercano, veo con más claridad sus defectos.

Presa romana de Muel.

Cielo circumpolar en los Monegros.
Tampoco soy un cenizo. Soy consciente de que no he tenido mala suerte en la vida, y que me ha tocado nacer y vivir en un entorno mejor que la gran mayoría de mis congéneres de la especie humana. Pero también soy consciente de que podría ser mejor. Y que aplicando el refranero en castellano, no me consuelan los defectos que veo, porque «mal de muchos, consuelo de tontos».

Castillo de Loarre.

Saladas de Sástago.

Castillo de Sora en Castejón de Valdejasa.
Hoy es el día de Aragón, la región, país, nación, comunidad autónoma, antiguo reino,… que cada uno se quede con lo que prefiera,… que me vio nacer. Y en el que contra todo pronóstico he vivido toda mi vida. Contra todo pronóstico, porque hubo un momento cuando tenía entre los 25 y los 28 años que estaba convencido que me iría a otra parte. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión. Es el día de Aragón porque alguien decidió que un personaje mítico de existencia más que dudosa, al cual la iglesia católica y otras veneran como santo, era el patrón de esta tierra.

Castillejos de los Armantes.

Viñedos de Cariñena.

Recogida de la flor del Azafrán en Monreal del Campo.
San Jorge, Jorge de Capadocia, es un guerrero que vence a un dragón, en su representación más habitual. Una figura muy sincrética, puesto que representaciones similares existen en culturas de todo el viejo mundo, desde el archipiélago de Japón hasta el sur de África. Dragones, serpientes, monstruos de todo tipo,… da igual. Lo más curioso del tema es que el dragón representa al mal. Sin embargo, la última vez que lo comprobé en los textos de historia y de ciencias, no consta que ningún dragón haya causado mal alguno a la humanidad, salvo en la literatura de fantasía, mientras que cotidianamente hay guerreros jodiendo la vida a sus semejantes desde siempre. Veis… lo que yo decía. Soy incapaz de aceptar las tradiciones de mi tierra sin un escepticismo y un sentido crítico que las arruinan por completo.

Ejea de los Caballeros.

Embalse de la Sotonera en Tormos.

Trincheras de la guerra civil en el Alto de Alcubierre.
Y luego está lo del ondear de banderas… como si en los últimos meses en este solar patrio, no hubiésemos tenido puñeteras banderas, con todo tipo de diseños pero con poca variedad de colores, para todos los gustos, y siempre enarboladas contra otros. Que es lo propio del origen de las banderas; señalar a los guerreros en el campo de batalla a quienes tienen que matar y a quienes no. Hasta allá de banderas.

Ibón de Panticosa.

Castillo de Peracense.
Pero a pesar de todo, en este sufrido Aragón en el que me ha tocado vivir hay cosas buenas. Y si las gentes que lo habitan son tan buenas o tan malas, tan tenaces o tan inconsecuentes, tan coherentes o tan hipócritas, como en cualquier otro lugar del mundo, ni mejores ni peores, reconozco que algunos de sus paisajes me tienen encantado. Y esto es lo que dejaré aquí. Entreveradas entre este escéptico texto, algunas fotografías de esta tierra que celebra su día hoy. Que tengáis un muy feliz día. Y los demás días también.

Fuendetodos.

Puente de la Almozara en Zaragoza. En el encabezado, os regalo una rosa del Parque Grande de la capital del antiguo reino.