Básicamente, esta es la reclamación que se me hizo ayer por duplicado, en una llamada telefónica y en un correo electrónico, al ver que el lunes lo dediqué a Rodin, y ayer martes a una película oscarizada pero sin hablar especialmente de los premios. Pero es que, no sé, cada vez me importa menos este circo. Diré algunas cosas, no obstante, ante «el clamor popular».
Para empezar, no vi la ceremonia. Nunca lo veo. Es de madrugada. Y yo, los lunes, trabajo. Y de mala leche como todo hijo de vecino. Así como para ver semejante ceremonia. Ni siquiera vi los resúmenes que del día siguiente, cosa que sí he hecho algunos años. Es que me fui al cine el lunes por la tarde como suele ser habitual, y la película terminó tarde. Así que no puedo hablar de que me pareció. Tampoco entiendo de los vestidos de las stars. Por mucho que la critiquen algunos por el atuendo de este año, a mí Charlize Theron me parece la más guapa. Con vestido o sin vestido. Es lo que tiene la rubia afrikaner. Y lo demás me importa poco.
En cuanto a los premios, que es lo que importa o debería importar. Pues el único que me ha llamado la atención para bien es el de El secreto de sus ojos. Aunque si hubiesen entregado el premio al mejor filme de habla no inglesa a La cinta blanca también me hubiera parecido bien. De hecho, ambos títulos me han gustado más o me han parecido más interesantes que las siete películas que he visto de las diez candidatas al premio gordo. Pero la película argentina me conmovió notablemente, me gustó mucho, y me alegro por ellos. Y que sigan en el mismo tono. Por muchos años, che, pibe.
Porque de lo que he visto y ha tenido candidaturas a los premios, poco hay que me haya entusiasmado. Y lo que no he visto, pues no sé. Y he encontrado a faltar cosas. No entiendo que entre 10 candidatas a la mejor película no esté The Road – La carretera. Aunque no necesariamente fuera a ganar. Cosas parecidas me pasa con los premios a la mejor dirección, a las mejores interpretaciones, a los guiones, etc.
Me ha llamado la atención el premio a la mejor dirección de fotografía, que se lo ha llevado Avatar. Entiendo que técnicamente tiene que ser complejo iluminar una película que en su mayor parte está generada por ordenador. Pero el tema queda a una cuestión técnica, supeditada a la creación informática. Y para mí, esta categoría ha estado siempre a caballo entre los premios técnicos y los creativos, y creo que en esta segunda vertiente, la creativa, hay otras películas mucho más meritorias. De las candidatas, por ejemplo, el filme alemán ya mencionado con anterioridad, que al contrario que la anterior pone la tecnología informática al servicio de la fotografía y no al revés.
Pero como podéis ver, poco entusiasmo habían suscitado en mí los premios de este año. Y por eso no se me había ocurrido escribir nada. Pero ante «el clamor popular», esto es lo que hay. Y esto es lo que da de sí para mí el tema.
Y os dejo con una foto que no tiene absolutamente nada que ver con el tema.