Esta tenía que ser la primera película del año vista en pantalla grande. En salas de cine, como tradicionalmente he defendido que había que ver el séptimo arte. Tradicionalmente. Porque esta convicción se está viniendo abajo poco a poco…
Veamos. Domingo 3 de enero de 2016. Aunque en el momento en que estoy escribiendo esto hemos tenido un anómalo día de principios de enero en el que las mínimas por la mañana estaban por encima de los 10 ºC y hemos estado en los 20 ºC si no más en las horas centrales del día, ese domingo las cosas no fueron así. Día desapacible. Con lluvia. Sensación de frío, aunque el termómetro no fuese extremo. El día, malo para pasear. La gente con la que quedo a veces los domingos por la mañana, todavía con tareas familiares vinculadas a las fiestas de final de año. Así que me planteé la posibilidad de ir al cine, a una sesión matinal aunque fuera solo.
Mirando la cartelera del domingo, vi la película española Un otoño sin Berlín, de la directora Lara Izagirre, su primer largometraje. Los comentarios leídos previamente mostraban opiniones diversas, pero había varias positivas. Y hay que dar una oportunidad por lo menos a los directores noveles. Al llegar al cine, había algo de fila, probablemente para alguno de los blockbusters de las fiestas, mucho niños, así que me fui a la maquinita para la compra automática de la entrada. Compré mi entrada, pasé el control de acceso y me dirigí a la sala 12 de los cines Aragonia. Me sorprendió que una película como esta estuviera en una sala tan grande. Cuando llegué a la sala no había nadie más. Y nadie más vino… a ver la película.
Puntualmente, a la hora prevista comenzó la proyección. Imagen perfecta. Sonido sin problemas. Todo estupendo. Seguía solo en la sala. A los tres o cuatro minutos de empezar la proyección entra un tipo en la sala, trajeado… con pinta de ser el encargado. Y me suelta que hay una avería y que se va a interrumpir la sesión. La proyección continuaba, sin problema alguno de imagen o sonido. Le dije que lo que me estaba diciendo me sonaba a cuento chino. Que en mi opinión habían decidido ahorrarse la molestia de la proyección para un solo espectador. Ahorraré el conjunto de la conversación… no hubo malas palabras por ninguna de las parte, aunque mucho escepticismo por la mía. Francamente, estaba cogiendo un cabreo que no veas. El tipo en cuestión me dijo que podía entrar en otra película o me devolvía el dinero, y que me ofrecía una entrada gratis para otro pase. Le dije que en ese momento estaba enojado, y que no me apetecía quedarme. Me acompañó a la salida y me devolvió el dinero de la entrada. Se le olvidó por completo la posible compensación con una entrada gratis para otro día. Ya digo que le manifesté mi enojo, pero en ningún momento elevé mi voz más que él ni dije ninguna palabra insultante. Sólo que no me creía sus excusas. La proyección se interrumpió cuando yo atravesé el umbral de la puerta de salida de la sala, por lo que supongo que había alguien atento en alguna sala de control a lo que estábamos haciendo, observando. Fue milimétrico. Pudo ser casualidad la sincronización, ciertamente.
He decidido dejar pasar unos días antes de comentar la cosa. Todo lo que he contado en el párrafo anterior es escrupulosamente la verdad. Ni añado, ni quito nada. Mi primer impulso fue contar todo esto mostrando mi indignación. Luego decidí que dejaría pasar unos días. Y finalmente, contar con la mayor objetividad posible lo sucedido y exponer las tres explicaciones posibles a lo que sucedió.
- La empresa decidió que no se gastaba el dinero de los costes de luz y calefacción de la sala por un solo espectador, los de personal supongo que los habría de pagar igual, y que cortaba la proyección.
2. Los empleados de ese turno decidieron que si cortaban la proyección alguno se podía ir a casa con antelación o hacer el turno de trabajo más tranquilo, y montaron la milonga que he contado.
3. La versión del tipo trajeado es cierta… a pesar de que la proyección transcurría sin problemas, realmente había una avería no reparable en ese momento.
Teniendo en cuenta que últimamente buena parte de las proyecciones se realizan con tecnología digital, y no hay tantas piezas mecánicas implicadas en los proyectores, las averías en las proyecciones son algo que había quedado casi olvidado en un pasado remoto. Incluso cuando se producían antaño, lo habitual es que intentaran resolverlas antes de suspender la proyección. No percibí otro tipo de problemas ni se me explicó en qué consistía la avería.
Cada uno quedaros con la versión que queráis. Puesto que no puedo asegurar con rotundidad de que la versión 3 sea la verdadera. Pero bueno… estamos en España… ¿no?
Me hace gracia cuando nos dicen que la distribución y la exhibición de cine son empresas culturales. En Zaragoza, la proyección de películas españolas, salvo las pocas comedias que reciben un fuerte apoyo publicitario, así como las versiones originales de las extranjeras son un monopolio. Una misma empresa, que regenta los cines Palafox, Aragonia y la sala Cervantes. Lo de ese domingo no me había pasado nunca. Pero cambios de programación repentinos, sí. En una ocasión me encontré que en la cartelera de la prensa venía una programación, en uno de las carteleras de la entrada de las salas constaba la misma, que es la que nos interesaba, pero al ir a sacar la entrada nos dicen que no… que hemos mirado mal, que la programación no incluía la película que nos interesaba a esa hora. Y la cartelera encima de las taquillas era contradictoria con la otra… O sea,… falta de seriedad se da. Siempre con películas que atraen de forma minoritaria al público, aunque tengan gran calidad.
Cuando llega la «semana del cine», dejando aparte que se celebran en épocas de bajo consumo y sin estrenos notables, también cambian las programaciones. De viernes a domingo hay una programación. De lunes a miércoles, con la programación, hay otra, quitando sobretodo las películas en versión original. El jueves, recuperan la programación original. Esto lo he comprobado al menos en dos ocasiones. Empresas culturales…
Ya digo que son un monopolio para determinado tipo de películas. Hay otras empresas exhibidoras en Zaragoza, pero se limitan a proyectar las películas a priori más taquilleras, principalmente americanas, puesto que suelen estar asociadas a distribuidoras de ese origen.
¿Qué alternativas quedan a todo esto? ¿Me voy a arriesgar con otra película española de director novel a que vuelva a haber otra avería? No creo. Ya de por sí estas películas suelen ser de calidad incierta… Si encima no te garantizan que la vas a ver después de ir hasta las salas. Tengo entre 45 y 50 minutos caminado hasta la salas de los hechos. En autobús ahorro poco tiempo, me cuesta entre 30 y 35 minutos. Más el regreso. Que a veces, para las películas en versión original es a horas intempestivas si al día siguiente hay que trabajar. ¿Opciones? ¿Pagar precios abusivos de alquiler por internet unos meses más tarde para verlas en la televisión, cuando la experiencia no tiene nada que ver? La piratería… ya que las ves en la tele, por lo menos no pagas el plus de calidad. Ahora mismo es posible ver «gratis» la mayor parte de las películas de oscarizables… Aunque siempre he estado en contra de estas prácticas. ¿Me lo tendré que replantear?
¿Alguien de la industria del cine me quiere decir qué tengo que hacer, con garantías de que puedo disfrutar de un arte o espectáculo, según los casos, que siempre me ha gustado? ¿Una sugerencia para alguien que hasta ahora acude a las salas de cine más 60 veces al año?
O quizá realmente estaba estropeado algo. Es una posibilidad cierta. Seguro que hay algo estropeado en la industria del cine español.

Horribles pensamientos pasan por mi cabeza para resarcirme de lo que yo creo que fue una falta de respeto por parte de la industria exhibidora de cine.